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La montaña

LA MONTAÑA [1]

Para Adolfo Muñoz Alonso [2]

SANTANDER

A Alejandro Gago[3]

Labio de España, aliento

gris de mar y una espuma

del cielo que nos besa

con bendita ternura

en la tarde. Montañas

que nacen de la pluma

del día. Sueñan cuevas,

donde tiempos acunan,

noches eternas. Suda

verdes el monte. Ríos

y adiós. Piedras desnudas …

Acaricia las vacas

Santander en la bruma.

(Un caracol se esconde

bajo el pie de la luna).

NIEBLA [4]

A los hermanos Bedia[5]

Quise coger la niebla

-ángel de telaraña-

como si fuese un ramo

de flores apagadas.

Alcé los brazos sobre

unas supuestas albas.

Quise la nueva luz

y la nueva palabra.

Y sólo conseguía

ver mis manos mojadas,

hechas pájaros tristes

deshojadas en agua.

Quería coger nieblas …

Eran nubes cansadas

de volar que en la tierra

vertían sus nostalgias.

Como yo cuando vengo

de mi trabajo al alma

y me noto en la sangre

suelo de una mañana.

SHIRI-MIRI [6]

A Adolfo Muñoz Alonso[7]

Ángeles grises: agua.

Palabras ya caídas

sobre la hierba. Viento

mojado. Con la vida

va vertiéndose el cielo

casi tierra. Con alma

temblando. Por la herida

sólo Dios. Cierra el libro

que tiene abierto el mar

de madrugada. Día

que no nos ve.

Melancolía.

SUBIENDO LA MONTAÑA [8]

A Leopoldo Rodríguez Alcalde[9]

Cuántas veces yo me digo

agarrándome del pecho

que tengo un algo deshecho

y me pego y me maldigo.

Y cuántas veces mi lecho

de tierra me llama amigo,

y yo a la tierra bendigo

que tiene el cielo por techo.

Y cuántas veces consigo

lo que en el alma sospecho:

dolor de mundo. Y cosecho

hombre de penas conmigo.

DESDE EL MIRADOR DEL CABLE

(VÉRTIGO)

A Emilio Alarcos[11]

Cómo se tiende el alma,

cómo el alma se vierte,

comienza siendo un río

de vida en la corriente

y, después, se desborda

fresca de vientos verdes

y va inundando todo

lo que ve y lo que quiere.

Así, sin alma estoy,

vértigo de simiente

para ir cuesta abajo

si mi alma se pierde.

Estoy vacío y, luego,

me llaman desde siempre

allí abajo, en las sombras

un sueño, una vertiente.

No tengo ni una estrella

donde poder cogerme.

Vuelve a mí, alma mía,

que deseo tenerte.

………………………………….

………………………………….

Ha vuelto y voy bajando

despacio de mi muerte.

PICOS DE EUROPA

A Fernando Lázaro[12]

Ojos de Dios -¡qué cercanos

están de mí!- dentro miro

la transparencia del cielo

alto del escalofrío.

Echas tus barbas a nieblas

y tu cabeza conmigo.

Eres padre. Solo abuelo

cuando juegas con los niños.

Manos azules de Dios.

Manos de Dios sobre Cristo.

Tus manos que van nevando[13]

dedo a dedo en el vacío.

Cara de Dios -¡qué cercano

tengo ya tu aliento vivo!-

está sufriendo en España

por un mundo sin espíritu.[14]

Yo sólo puedo ofrecerte

a mi corazón podrido,

casi gusano y pañuelo,

casi nada y casi olvido.

Quisiera ser una roca

para quedarme contigo

en estos Picos de Europa

dentro de tu rostro lívido,

ser el alma de estos montes

acurrucada en tu nido,

dejarme la vida aquí

en vez de darla al camino.

DESFILADERO DE LA HERMIDA [15]

Yo me noto pequeña

criatura. Yo me siento

vencido ya. La sangre,

que de prisa despierto

en corazón, me llena[16]

de temor y misterio.

Al lado de estas piedras

se me alejan los cielos

soñando pesadillas

de abismos en el tiempo.

Monstruos que de mí beben

huellas de mal momento.

Una vena recorro.

No arribo mundos. Quiero

gritar: ¡Luz, aquí estoy,

toca mi voz, que puedo

todavía salvarme!

Es temprano y me muero.

Ya se enredan las nubes

en las rocas. El viento

enseña su garganta.

Yo cada vez soy menos

hombre. ¡Dios, qué me pasa!

Porque temor me rezo.

Miro las cumbres; piedras

altas, horas en vuelos.

Intento yo encontrarme

a mí mismo en el cuerpo.

Me palpo con las manos

y casi no me encuentro.

Me voy cerrando sombra

por el desfiladero.

La tierra de mi carne

se me va deshaciendo.

SANTILLANA DEL MAR [17]

A A. Fernández Pacheco[18]

¿Del mar o de la montaña

es Santillana del Mar?

Del mar nos dice su nombre.

El monte es sólo un cantar.

Rincones, sombras, esquinas

y piedras, siglo a sembrar.

Por las calles y callejas

almas puestas a secar.

Las horas cierran silencios

en Santillana del Mar.

CUEVAS DE ALTAMIRA[19]

(TRECE MIL AÑOS EN LA SANGRE)

A Carlos Muñoz[20]

¿Quiénes viven de mí? ¿Quiénes de sombra

me van llenando el alma que sospecho

a fuerza de vivir siglos y siglos?

¿Viejas historias? ¿Bíblicos lamentos?

En esta Cueva de Altamira vamos

oyéndonos la voz, reconociéndonos

más allá de la piel y de la carne:

signos de Dios escritos en el tiempo.

Alguien dibuja en los instantes toda

la vida que nos mueve desde dentro,

nos alumbra la noche con espíritus,

se mueven animales, nace el ciervo

y el caballo y el jabalí que loco

es un trozo de roca, oscuro viento,

herida que sangrando monte arriba

va señalando el alba de los sueños.[21]

Un hombre estuvo aquí -trece mil años-

mi primitivo hombre de misterio:

el arte le nació sin saber cómo

iba soñando caza y rozó cielos.

RECORDANDO LA COLEGIATA DE SANTILLANA DEL MAR

(LUZ DE SUEÑO)

A José Jurado Morales [23]

Cuando me busco los recuerdos

el alma mía me sorprende

con un dorado y dulce tiempo

lleno de días y de siempres.

Hojas que van, días que caen,

en mi sangre constantemente.

Un calendario de paisajes

donde el momento se nos muere.

Cuando regreso es que despierto

y un nuevo sol toca mi frente.

Matando sueños hiero noches:

por esa herida la luz viene.

TORRELAVEGA [24]

Campos verdes. Y montes

y nubes. Piedra vieja.

Fábrica roja. Luz

en caminos abierta.

Carretera adelante

y La Montaña acuesta …

y estamos otra vez

como el ave que vuela.

De un lado para el otro,

a derecha y a izquierda

y de frente y detrás:

siempre Torrelavega.

La mirada en el cielo

y los pies en la tierra.

TABERNA DEL RIOJANO [25]

Se reventó la cuba: sangre o vino

eran lo mismo: cuadro y carabela.

Taberna del Riojano en el camino.

Sobre la mesa la botella vela

el ser del hombre triste y sin destino.

Humo de mar que por la noche vuela.

El ángel se escondió bajo un molino

de risas entre dientes de la estela.

Un barco que va y viene peregrino.

El corazón de pronto me desvela,

-otro vaso de sangre con espino-

y bebo más y amén … y mi novela.

CAMINOS DE LA MONTAÑA [26]

A Pedro Bellón Uriarte[27]

Bajo el pie de Dios -en caminos-

crujen las hojas y los oros

de la tarde. Viento reuniendo

a nubes. Escucho al otoño

su corazón, cueva sombría

del agua oscura, hasta su fondo.

Son las seis de la tarde. Vivo

dentro del tibio sol. Recojo

carne de cielo bajo el alma.

Crisantemos difuntos. Poco

a poco se desnudan árboles.

Muere una golondrina. Noto

abrir sus alas en mi pecho.

Suspiro. Son las seis. Escombros

en los recuerdos. Hace frío.

Penas de Dios me quedan solo.

Hombre solo en el mundo. Sombra

sola de un vuelo misterioso.

BESANDO EL TROZO DE LA CRUZ DEL SEÑOR

EN SANTO TORIBIO DE LIÉBANA[28]

Besé la Cruz y llevo

los labios abrasados

de rosas y de voces

y de sangre en colmena.

Tengo, Señor, motivos

para estar de rodillas

constantemente orando

sobre mi corazón

y el tuyo, sobre brazo

que tiendes a la vida,

sobre el ala que dejas

en mis ojos, sobre llagas

que adhieres a mi carne.

Has entrado en mi casa,

has abierto tu mano

y ha caído ese clavo

que llevas, en mi alma,

alumbrando el paisaje

de mi noche de hombre.

PLAYA DEL SARDINERO [29]

Abre su caja el sol,

vierte diamantes:

viva luz donde juegan

color los ángeles.

La mar -¿bajo del cielo? [30]

sabiendo a sangre …

Ya le brota el aroma

de pez o carne.

De carne y viento azul,

de viento y baile.

Arcos iris caídos:

arena y tarde.

Tarde de cualquier Eva

que el mar alhaje.

La costilla, una ola.

Y ya tú naces.

Playa del Sardinero:

manzana al aire.[31]

SEPULCRO DEL INQUISIDOR CORRO [32]

Te dieron sepultura en una iglesia,

Señor Inquisidor, y entre tus manos

te pusieron un libro. Con la luna

tu perfil de rabino recortaron.

No puedes ser ya más, ni más ni menos,

tu carne, caramelo de alabastro,

te ha gastado una broma, cebo y duelo,

de punto muerto en confortado año.

Te acaricio, te miro, te mantengo

casi de corazón, trasluz cansado.

Pero te arranco pronto de mi sangre

me produces temor y me das asco.

Asco de muerto así, tan sin quererlo

con tu importancia y sin desenfados,

con tus esquinas en la cara enferma

de sabe Dios qué viento endemoniado.

«Aquí estoy yo», estás siempre diciendo

en la vendimia blanca del costado.

Y «aquí estoy yo», te digo y te repito.

«Aquí estoy yo», ya ves, casi a tu lado,

sin respirar siquiera tus rincones

ni apenas amargura de mis labios,

sacándote de mí como quien saca

del pozo de la historia lo soñado.

EN EL PUEBLO DE POTES [33]

I

… Y me estaré constantemente

en esta axila de la tierra

como si fuese un árbol solo,

clavada cruz, entre las piedras.

Esperaré tener la boca

fresca de nieves y de fresas.

He de tener todos los trinos

entre mis manos y mis venas.

Que yo he pasado por tu puente

como quien viene de la guerra:

a un lado el mundo que se marcha,

al otro el mundo que se queda.

II

Llevo la sangre recogida

en una cárcel de esperanza.

En corazón toda una tarde,

gris y tremenda, atravesada.

Y no seré yo quien quisiera

el desangrarme al arrancármela.

Estoy a gusto con mi suerte

y con mi historia y con mis nadas.

He de vivir en adelante,

llena de montes, a mi alma;

llena de nubes que me besan

alzando sólo la mirada.

SAN VICENTE DE LA BARQUERA [34]

Tiene la voz del mar cogida

en una eterna primavera.

En cielos vibra el arpa azul.

La luz se vierte por la hierba.

Alguien desciende de la nube

y, despacio, se nos acerca

para mirar en nuestros ojos

el pozo humano de la tierra.

El ángel de la tarde viene

abre sus alas y nos acuesta …

En nuestro sueño va naciendo

San Vicente de la Barquera.

PUERTO DE SANTANDER

A F. G. Carrasco [35]

Toda la mar delante.

El mundo es todo nuestro.

Una canción en labios,

adiós en los pañuelos.

Vámonos por el agua

para ganar más cielo

y descubrir la tierra

otra vez y de nuevo.

El corazón, un barco

que en la sangre mantengo.

¿El mundo donde estamos

es el barro del cuerpo?

Vámonos, alza el alma.

Dios está amaneciendo.

Santander a la espalda,

como cruz, me la llevo.

NOTAS 

[1] Este título, superficialmente, se refiere al nombre con que se denomina por antonomasia a Santander, pues cuenta las vivencias líricas de JDV en aquellas tierras altas. Pero, profundamente, es uno de sus símbolos capitales, pues el título representa su concepción de la vida y el lugar de su fracaso definitivo, porque Dios no se le manifiesta. En abril de 1957, JDV editó La montaña sin contratiempos en la Colección La cigarra de Santander. Esta rapidez mostraba las buenas relaciones entabladas en la capital cántabra durante su visita y el interés suscitado por su poesía. En la portada, las letras del título aparecen en color verde, igual que en la portada interior. La crítica detectó en La montaña un avance en la forma y una mayor modernidad. El libro mide 20 X 13´5 cms. y lleva dos dibujos a plumilla de Ricardo Zamorano. Uno representa «La Montaña» (aparecerá años más tarde en la portada de Un árbol solo -1ª ed.-) y otro el lugar donde se encuentra enterrado el inquisidor Corro (ilustrará años después la portada de Inefable domingo de noviembre).

[2] Catedrático de Filosofía de la Universidad de Valencia y director del Curso de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo de Santander, al que asistió JDV becado por el Ministerio de Educación Nacional. El Curso, que se tituló «III Conversaciones sobre Educación Primaria. Educación y Didáctica», fue organizado por el Servicio Español del Magisterio y se basó en ponencias como las tituladas «Didáctica de las Matemáticas», «Trastornos de audición y lenguaje» y «Las técnicas al servicio de la formación humana».

[3] Poeta, director de la revista santanderina El gato verde y una de las personas más importantes en la vida cultural de Santander durante la posguerra, que JDV conoció en su visita a aquella ciudad.

[4] Ed. Alcántara (Cáceres, nº 108-110, 1956), Alor (Badajoz, nº 45-46, 1957), Ángelus (Zafra, nº 13, 1960), Historia y antología de la poesía española (Madrid, Aguilar, 1967), Primera antología (1961) y Entre la yerba … (1979), donde el v. 7 dice: «quise coger la luz» y los vv. 13 y 14: «Quise coger la niebla … / eran nubes cansadas». En ambos casos se trata de ajustes que perfeccionan los versos citados.

[5] Fueron unos entusiastas impresores que alentaron el ambiente cultural de Santander durante décadas. La dedicatoria es un agradecimiento de JDV por la edición de La esquina y el viento (1952) y La montaña (1957).

[6] Ed. Alcántara (Cáceres, nº 114-116, 1957).

[7] JDV, aparte de la dedicatoria del libro, ofrece este poema al director del Curso agradecido por las atenciones recibidas cuando, en tertulias informales celebradas después de las sesiones, participaba como un contertulio más con la aceptación de los intelectuales más destacados como Fernando Lázaro, Emilio Alarcos o el mismo Muñoz Alonso, a pesar de que era el único maestro entre profesores de Universidad.

[8] Ed. Alcántara (Cáceres, nº 108-110, 1956).

[9] Poeta, crítico de arte y otra de las personas destacadas en el ambiente cultural santanderino de la posguerra, que JDV conoció en su visita a la capital cántabra. La Colección Tito Hombre publicó a Rodríguez Alcalde el libro de poemas Cancionero de Corbán (nº 10), que precede en orden de edición a La esquina y el viento de JDV (nº 11).

[10] JDV, en su artículo «Vértigo», reflexiona sobre el gusto del ser humano por esta sensación que lo pone al límite de su capacidad física y emocional: «El hombre se divierte aturdiéndose. Todo lo que le produce emoción, impresión, vértigo lo desea fervorosamente. Ama el abismo porque quizás el abismo sea una fórmula o una forma de la emoción. […] Pero el mayor vértigo es el que da cuando nos asomamos al interior del corazón humano» (Hoy, 21-5-59). Este artículo también contiene la descripción del tremendo vértigo que sintió cuando ascendió al Mirador del cable (Santander).

[11] Catedrático de Lingüística General de la Universidad de Oviedo, máximo representante español del estructuralismo lingüístico y autor de libros fundamentales como Fonología española (1950) y Gramática de la lengua española (1994). Asistió al Curso de Santander donde conoció personalmente a JDV, a quien ya había criticado positivamente El año cero en 1950.

[12] Catedrático de las Universidades de Salamanca y Madrid, lingüista, crítico literario, autor de manuales y del Diccionario de términos filológicos (1953), Estudios de Poética (1976), Estudios de Lingüística (1980). Valoró positivamente El año cero de JDV, a quien conoció en el Curso de Santander. Desde entonces mantendrá con él una relación epistolar a través de la que le enviará críticas muy alentadoras: «Hace años que te creo uno de los mejores poetas actuales» (carta a JDV, 1988, APJDV). En correspondencia, JDV le dedicará Los anónimos del coro (1988).

[13] Este verso recuerda a los vv. 6 y 7 del poema «Encinas y olivos» de La esquina y el viento: «Jesús tenía / las manos blancas y frías» y a los vv. 44 y 45 del poema «Jesús Delgado» de Ruiseñor perdido en el lenguaje: «y le cojo las manos / blancas, finas, frías».

[14] Esta referencia a la ideología de la época puede considerarse un desliz de JDV (que no vuelve a repetirse en su obra poética), pues cuidó sobremanera que sus reflexiones siempre tuvieran un sentido universal y un fondo aséptico.

[15] Red. Primera antología (1961) y Entre la yerba … (1979). En esta edición los cuatro últimos versos están separados de los anteriores por un blanco.

[16] RO: «en el corazón, me llena». RD: La supresión de «el» tiene la finalidad de adecuar la medida de este verso (octosílabo) con los restantes (heptasílabos).

[17] Red. Alcántara (Cáceres, nº 114-116, 1957).

[18] Es un nombre que sólo aparece relacionado con JDV en este libro. Debió ser, por tanto, otra de las amistades que consiguió en Santander. La facilidad con que JDV entablaba relaciones humanas procedía del alto valor que siempre dio a la amistad y de un poderoso don de gente, marcado por la simpatía y la afectividad. Este carácter sociable no fue óbice para que, interiormente, JDV sufriera unas hondas preocupaciones espirituales, que muchas veces aminoraba con esa extroversión e, incluso, con una asombrosa hiperactividad que lo llevó a intervenir como organizador o participante en numerosos proyectos culturales como el Curso de Santander.

[19] Yacimiento prehistórico situado en Santillana del Mar (Santander).

[20] Es otro nombre que sólo aparece relacionado con JDV en La montaña, por lo que debió ser otra de las personas con las que congenió durante su estancia santanderina.

[21] En su artículo «Una gruta prehistórica con su libro abierto al paisaje», JDV cuenta la impresión que le produjo contemplar las pinturas rupestres de la gruta de «La Calderita», cerca de Zarza de Alange: «‘La Calderita’ uno de los primeros libros extremeños, partida y manifiesto, de unos hombres que tuvieron deseos de expresar, de decir, de contar, de biografiar una inquietud espiritual, de pintar la palabra» (ed. Extremadura, 21-6-51, y RFF de Zarza de Alange, 1956).

[22] Red. Alcántara (Cáceres, nº 114-116, 1957).

[23] Fue director de los Cuadernos literarios Azor de Barcelona, donde JDV editó poemas en varios números. Jurado le dedicó el ensayo «Cuentos y narraciones de Delgado Valhondo» (Barcelona, Azor, 1976) y lo animó a que editara en El postillón. Cuadernos viajeros de poesía (Barcelona).

[24] Ciudad cántabra donde se celebra una de las ferias de ganado vacuno más importante de España y centro industrial de la provincia santanderina.

[25] Red. Primera antología (1961) y Entre la yerba … (1979), donde el v. 1 dice: «Se reventó la cuba: sangre y vino». Se trata de un leve ajuste que cambia la disyunción por una afirmación y, a la vez, consigue una construcción idéntica a «cuadro y carabela» del v. 2 con la que imprime mayor consistencia a la primera estrofa.

[26] Ed. Alor (Badajoz, nº 45-46, 1957), donde el título es «Otoño» y «en la tarde. Viento reuniendo» (v. 3). RD: El cambio de título es una adecuación al contenido del libro y el de “de” por “en” para hacer la expresión más lírica. Red. Mérida (septiembre 1962).

[27] Gobernador civil de Badajoz, que propuso a JDV como representante de la provincia para el Curso de la Universidad Menéndez Pelayo.

[28] Se refiere al monasterio de este santo que está situado en los Picos de Europa y conserva los Comentarios del Apocalipsis del Beato de Liébana.

[29] Lugar emblemático de Santander junto a la península de la Magdalena.

[30] Quizás “bajo” no lleve tilde por descuido y el verso sea “bajó del cielo”, pues si el mar sabe a sangre es por el reflejo del cielo cuando adopta tintes rojos.

[31] Posiblemente estos dos versos tiene su origen tonal en los dos últimos del poema “Encinas y olivos” de La esquina y el viento: “Cara o cruz: Moneda al aire”.

[32] Red. Primera antología (1961) y Entre la yerba … (1979), donde el v. 21 dice: «sin respirar siquiera los rincones». El cambio de «tus» por «los» puede tratarse de un desliz de la imprenta, pues «tus» concuerda con otros posesivos anteriores y, sin embargo, «los» rompe esa concordancia.

[33] Centro de la comarca de La Liébana (Santander) con un alto valor patrimonial, cuyo núcleo urbano fue declarado monumento histórico-artístico por la UNESCO en 1985.

[34] Puerto pesquero de Santander con industria conservera. Red. Primera antología (1961), Historia y antología de la poesía española (Madrid, Aguilar, 1967), ABC (Madrid, 22-1-69), Poesía extremeña actual (II) (1978), página poética del Boletín del militante  de Badajoz y Entre la yerba … (1979).

[35] Fue un inspector de la Enseñanza Primaria con el que JDV tenía amistad.

Fotografía cabecera: Vista desde el puente Lusitania de Mérida