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Otros poemas

 

Poemas de carácter existencial.

Poemas de circunstancias

 

    Los poemas recogidos en los libros que acaban de ser analizados constituyen la obra poética de Jesús Delgado Valhondo, porque responden a la misma unidad, coherencia y evolución.

    Aparte tiene escritos numerosos poemas, que se pueden agrupar en dos grandes bloques: Poemas de carácter existencial, que fue componiendo para incluirlos en algunos de los libros de su obra poética, pero que luego desechó por tener otros poemas más de su gusto o bien porque se vio obligado a realizar una selección. Y poemas de circunstancias, cuyo origen se localiza en algún hecho común y puntual, que se encuentra al margen de su obra poética[1].

 

    POEMAS DE CARÁCTER EXISTENCIAL

    Dentro de estos poemas se incluyen poemas en Canciúnculas, poemas del borrador de Pulsaciones, poemas de la edición original de La esquina y el viento y poemas dispersos. Sus características significativas y formales son semejantes a las detectadas en los poemas de su obra poética por ser elaborados simultáneamente: preocupación por la existencia, anhelos de inmortalidad, esperanza, búsqueda de Dios, melancolía, angustia, desencanto, soledad. Métrica cercana a la tradicional en un principio que evoluciona hasta el versículo finalmente. Lenguaje común inicial que tiende al surrealismo y a la esencialidad. Estilo confidencial y sincero.

    Los poemas “en Canciúnculas“ tienen esta denominación porque se hallan en su interior, pero no pertenecen al libro. Se trata de ocho poemas manuscritos de diversa factura: “Atardecer” está escrito verticalmente encima del título de la segunda portada del libro. En la vuelta de la contraportada, se encuentran “Mi pie desnudo”, “Amanecer en la catedral”, “Alba” y “Sonrisa”. Y, dentro del libro, se localizan dos cuartillas sueltas, una, con “Amor” y “Nana” y, otra, con “Caminante”[2].

    En conjunto estos poemas, que debieron ser compuestos entre 1930 y 1935, tienen unos rasgos semejantes (preocupaciones existenciales, estilo llano y tono tradicional) a los poemas del libro donde se hallan, excepto “Amor” y “Nana” que son poemas amorosos de juventud. Parece ser que el poeta tenía en proyecto realizar con todos una ampliación del libro:

 

“Nadan uvas en el río

que llevan trozos de luna.

Nadan ojos que me miran

y no me verán nunca.

Bebe el aire en las olas.

(Mi cuerpo es de aire …)

la virginidad del río.

Mi pie desnudo te siente

arena, sol, tarde, agua.

Mi pie desnudo te siente

como un trocito del alma”[3].

    Los poemas del borrador de Pulsaciones se encuentran manuscritos en la vuelta de las páginas (y algunos, incluso, en los espacios en blanco que dejan los poemas mecanografiados del libro). La mayoría de estos poemas tienen abundantes correcciones, porque el borrador de Pulsaciones fue un banco de pruebas donde Jesús Delgado Valhondo fue preparando y almacenando poemas de 1940 a 1945 para su libro El año cero, de los que finalmente incluiría quince.

Estos poemas, a pesar de que estaban pensados para ser el escaparate de su primera poesía, presentan prematuras intranquilidades espirituales:

 

“Las campanitas del cielo

se cayeron en el campo.

El rocío le dio lágrimas

antes que tuvieran llanto.

Es mar azul y dormido

que Dios le tiende su manto,

la pradera de los lirios

¡Qué lago del camposanto!”[4].

    Los poemas de la redacción original de La esquina y el viento son los que Jesús Delgado Valhondo se vio obligado a excluir de la edición de este libro y luego no incluyó en libros posteriores por motivos diversos. Todos los poemas de la redacción original presentan al poeta sufriendo ya en su espíritu las consecuencias de la falta de respuestas, la soledad consiguiente y la necesidad de buscar a Dios:

 

“La vida fuera, tras de los cristales

que encerraban mi cuerpo desvalido,

geografía sabida en su latido

ignorando la playa de mis males.

Horas pasan cercanas y fatales

royendo mi coxalgia y mi quejido,

entrega de momento dolorido

al canto de los cuervos ancestrales.

Cuando apenas siete años sostenía

sólo dolor y podredumbre ahogaba

mi despertar doliente a la alegría.

En la pierna la llaga me rezaba

terror de mi niñez y donde un día

Dios infinito entre mi pus brotaba”[5].

    Los poemas dispersos son calificados de esta manera, porque han sido editados diseminadamente en publicaciones periódicas, Poesía y Poesía completa de Jesús Delgado Valhondo. Estos poemas generalmente responden a un marcado tono existencial, que es característico del conjunto de su obra lírica y sirven de complemento a los poemas que la forman:

 

“Entre el vivir y el morir

está mi sueño y el agua

que me riega este camino,

sin nombre, de mis palabras,

ni roca, ni flor, ni hombre,

pozo, sí, de mi nostalgia.

(Pozo donde miran unos,

y otros beben … Todos pasan)”[6].

 

POEMAS DE CIRCUNSTANCIAS

    Los poemas de circunstancias acogen a los denominados genéricamente canciones, himnos, homenajes, poemas de Extremadura, poemas de la Pasión, poemas (pseudo)navideños y textos vanguardistas. La diferencia con respecto a los poemas anteriores radica en que Jesús Delgado Valhondo se muestra más distendido, pues su contenido se aparta de sus hondas preocupaciones (aunque no las olvida del todo). Sin embargo, coinciden en que Valhondo no es menos poeta que en sus poemas más trascendentes pues, incluso en composiciones circunstanciales, muestra un fino lirismo que es producto de la trascendencia con que concebía su labor poética.

    Las canciones son poemillas con los que Jesús Delgado Valhondo prueba a liberarse de la tensión emocional que lo invade en determinados momentos o bien como ejercicio lúdico donde mezcla la poesía con la música y se reencuentra con los ritmos frescos y espontáneos de la tradición popular:

 

“I

Sólo el aliento le echaba,

la copa estaba muy limpia

y la copa se empañaba.

II

Agua turbia iba rodando,

piedra a piedra, la montaña,

cuando llegaba a mis manos

era agua limpia, agua clara”[7].

    Los himnos fueron el resultado de la necesidad que tuvo Jesús Delgado Valhondo de evadirse de su decepción con una actividad que lo ilusionara. Y ésta le resultó grata, porque era un aficionado a la música clásica por su capacidad para expresar los sentimientos humanos, y del cante jondo por su enraizamiento en el dolor:

 

“Nuestra tierra es, como siempre fue,

corazón abierto al mundo entero;

hombres, raza, fe y lenguaje dio

como alas de luz en el acero.

Extremadura,

del pan y el dolor,

la del trabajo de cada día;

ennoblecida

de historia y valor,

te cantaré, tierra mía.

En estrecha unión haremos región,

nuestros campos cumplan su destino,

que nuestra ambición es un gran país,

con bandera extremeña en el camino.

Extremadura,

del pan y el dolor,

la del trabajo de cada día;

ennoblecida

de historia y valor,

te canto yo, tierra mía” [8].

    Los poemas-homenajes son composiciones donde Jesús Delgado Valhondo expresa su aprecio por escritores como Baroja, Juan Ramón, Machado, César Vallejo, Rodríguez Perera y Lencero o por amigos como Juan Ramos, Manuel Sanabria y Juan Luis Cordero. También en este tipo de poemas entran las alabanzas a reinas y damas de Juegos Florales, que son puramente de circunstancias. Sin embargo, en todos alcanza un alto grado de sinceridad y sutileza, pues nunca tomó a la ligera su tarea de poeta:

 

“Porque lograste ser lo que querías

y porque eres un hombre entero y vero

y amigo fiel al deshojar los días.

Porque quieres lo mismo que yo quiero,

comulgo tus palabras con las mías.

Creo en Manuel Sanabria y Escudero” [9].

    Los poemas de Extremadura tratan temas referidos a lugares (barrio de San Mateo, Montánchez, Siruela, Badajoz, Cáceres, Mérida), plantas (jaras, encinas, trigo), animales (cerdos, conejos, águilas), productos típicos (vino, jamón), ríos (Gévora, Tajo, Guadiana) de la región. De todos se deduce que Jesús Delgado Valhondo no tuvo una concepción folklórica de su tierra sino una fuerte convicción de pertenecer a un lugar determinado con unas características peculiares, que conformaban su configuración física y la idiosincrasia de su gente.

    Sin embargo, no incluyó en su obra poética ningún poema referido directamente a Extremadura, porque quiso darle un carácter universal. Pero no es difícil deducir que el ser humano común, protagonista de su obra poética, y el paisaje que habita son los de su entorno. El momento en que habla más detenidamente de su tierra y de su gente es el “Canto a Extremadura”, extenso poema donde ofrece una visión lírica de su mundo, que también vierte en otros poemas no exentos de preocupación por sus problemas:

 

“Bajo una encina me he dormido,

ha sido alegre el despertar,

cantaba el campo melodía

y estremecía su cantar.

Entre las ramas se veían

azules ángeles volar

un cielo a trozos repartido

que nunca sabes a quién dar.

Y este silencio que no acaba,

hecho una bomba, de estallar,

todo lo cubre con ausencias

de los ya nunca regresar”[10].

    Los poemas de la Pasión recuerdan el sacrificio de Cristo y, aunque están motivados por un hecho circunstancial (la celebración de la Semana Santa), siempre contienen una fuerza lírica que ensalza su insólito ejemplo de entrega. Estos poemas son un modelo de que es posible congeniar las circunstancias con la expresión lírica sin caer en tópicos ni en opiniones forzadas:

 

“Cuánto pesa, Señor, la cruz llevada

con el alma al calvario tan temprano.

Cuánto pesa la pena del humano

corazón que se rasga en la alborada.

Es temprano, Señor, de madrugada

para andar el camino del gusano

arrastrando la sangre del hermano

con una cruz en el amor ganada.

Si yo pudiera, Señor, porque yo quiero,

servir de Cirineo en tu agonía,

ayudarte a llevar el mundo entero.

Mira, Señor, mi anhelo en noche fría

de la pasión donde contigo muero

a la par que tú vives en la mía”[11].

    Los poemas (pseudo)navideños, detrás de sus títulos y/o subtítulos que remiten a la Navidad, encierran denuncias contra situaciones preocupantes de su entorno, aprovechando que la soltura de su ritmo es muy apropiada para la ironía y la crítica. Recupera de este modo Valhondo el valor primitivo de este tipo de poema, cuyos contenidos no solían ser navideños:

 

“El Niño no comprendía

lo de la universidad.

No se explicaba que un día

un Salomón conseguía

partirla por la mitad.

Jesús preguntó a María

que cuál era la verdad.

Y Ella tampoco sabía

el porqué se dividía

en dos la Universidad”[12].

    Los textos vanguardistas son creaciones cercanas a las greguerías de Ramón Gómez de la Serna, a quien Valhondo admiraba por su ingenio, espontaneidad y experimentación con el lenguaje. Estos textos también son una muestra de la atracción que sentía por la literatura como juego ingenioso y como medio de indagar en la búsqueda de nuevos caminos expresivos:

«Los caballos de fuego que, tirando de un carro de oro llevaron a Elías al cielo, estarán pastando auroras boreales» (“Llamas de candil”).

 

   Los libros de poemas que forman la obra poética de Jesús Delgado Valhondo más los poemas existenciales y circunstanciales comentados, en conjunto constituyen la poesía completa de Jesús Delgado Valhondo.

 

 

[1] En su Poesía completa (Mérida, ERE, 2003) aparecen recogidos más de doscientos poemas de carácter existencial y de circunstancias en el tercer capítulo titulado “Y otros poemas” (tomo III).

[2] Es el único poema mecanografiado.

[3] “Mi pie desnudo”.

[4] “Lirios”.

[5] “Coxalgia”, poema de la redacción original de La esquina y el viento.

[6] “El poeta”.

[7] “Otras canciones”.

[8] “Himno de Extremadura”.

[9] “A Manuel Sanabria Escudero”, médico emeritense con el que JDV mantuvo una grata amistad.

[10] “Tierra extremeña: silencio”.

[11] “Jesús nazareno”.

[12] “Villancico de la universidad”.

 

 

Fotografía cabecera:Vista de La Zarza