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Antología Poética de José María Gabriel y Galán

INDICE

1.- PORTADA

2.- INDICE

3.- MOVIMIENTO LITERARIO

4.- VIDA DEL AUTOR

5.- ESTUDIO Y CLASIFICACIÓN DE SUS OBRAS

6.- ESTUDIO DE LA OBRA QUE DA TÍTULO AL TRABAJO

a) Argumento

b) Tema principal y secundario

c) Intención del autor

d) Personajes

e) Estructura

f) Lenguaje

g) Técnica

h) Estilo

7.- JUICIO CRÍTICO PERSONAL

8.- BIBLIOGRAFÍA

 

1.- MOVIMIENTO LITERARIO

En la literatura española existen autores extremeños que ocupan un lugar destacado en el panorama literario: Torres Naharro, autor teatral del siglo XVI. Diego Sánchez de Badajoz, autor de autos sacramentales del siglo XVII. Meléndez Valdés, escritor neoclásico del siglo XVIII. Carolina Coronado y Espronceda (nacido en Almendralejo), poetas románticos del siglo XIX. Luis Chamizo, Gabriel y Galán, Reyes Huerta y Felipe Trigo, escritores de la primera mitad del siglo XX. Manuel Martínez-Mediero, autor teatral; Jaime Álvarez Buiza, poeta; Jesús Alviz, novelista, autores de final del siglo XX. Y una larga lista de escritores que están creando en este momento (Luis Landero, Hidalgo Bayal, Diego Doncel, Jorge Márquez, Miguel Murillo, Sánchez Adalid, Irene S. Carrón, José Manuel Díez, Antonio Reseco, Daniel Casado…).

A todos los denominamos autores extremeños, bien porque han nacido en Extremadura (Chamizo, Reyes Huerta…), bien porque han tenido una relación esporádica con nuestra tierra (Espronceda) o bien porque han sentido una atracción especial por Extremadura sin ser de aquí (Gabriel y Galán). Pero existe un problema: muy pocos han escrito en una lengua o dialecto que pueda denominarse extremeño, y sólo unos cuantos han escrito sobre temas de Extremadura. Posiblemente Luis Chamizo sea el único (y sus seguidores) que reúna estas condiciones (más la de ser extremeño), pero su obra es corta y de escasa difusión.

Por tanto, para estudiar la literatura extremeña tenemos que partir de la interrogante de si existe o no una literatura que pueda denominarse así. Desde luego, si aplicamos a los autores las tres condiciones básicas (ser extremeño, escribir en extremeño y tratar temas extremeños), tendremos que concluir en que no existe.

No obstante, aunque no podamos hablar hoy por hoy de literatura extremeña, sí podemos estudiar individualmente, hasta que el panorama literario extremeños global sea mejor analizado y conocido, a tres autores que se encuentran muy cerca de cumplir las tres condiciones: Luis Chamizo (extremeño, escribe en castúo -que no es el dialecto propio de Extremadura- y trata temas locales extremeños); Reyes Huerta (cumple la 1ª y 3ª condición, aunque no la segunda) y Gabriel y Galán (vivió en Extremadura, escribe en extremeño del norte de Cáceres sus Extremeñas y Campesinas y las ambiente en la zona de Guijos de Granadilla). Este punto de vista utilizado para estudiar la literatura extremeña, sin duda es decepcionante para aquellos que se sientan extremeños, sin embargo la objetividad es más importante que el sentimiento regionalista.

Pero enfoquemos el asunto desde otra perspectiva: los escritores extremeños son numerosos, escriben en español pero son extremeños, y esto les confiere unas características propias, influidos por el entorno, que les ha proporcionado una personalidad literaria, cuyos rasgos aportan a la literatura nacional. Por tanto, sí se puede hablar al menos de que existen en la literatura española características de las letras extremeñas. Por tanto lo que se debe hacer ahora es estudiar tal aportación para localizar las huellas de los escritores extremeños en el contexto literario español.

2.- VIDA DEL AUTOR

Nació en 1870 en Frades de la Sierra (Salamanca) y murió en 1905 en Guijo de Granadilla (Cáceres). Alcanzó en vida una fama extraordinaria que se trocó en marginación después, porque su poesía sencilla, directa, sin grandes preocupaciones expresivas ni literarias, no encajaba con el estilo grandilocuente y hueco de la poesía realista. De esta manera, rechazado por las elevadas esferas cultas, su poesía pasa a ser patrimonio de las clases populares pues, cálida y eficaz, habla directamente al corazón de la gente sencilla.

Gabriel y Galán es un caso de escritor que tienen rasgos geniales pero que no cuaja: su poesía mana desde muy hondo llena de sinceridad, pero no tiene la necesaria disciplina y armonía literaria. Estuvo estudiando en Salamanca cuando publicaban Galdós, Pardo Bazán, Campoamor, Núñez de Arce, Palacio Valdés; ya Rubén Darío había publicado Azul y su interés literario se inclinaba más por lo conservador de Campoamor que por lo revolucionario de Darío. Su poesía tiene como punto de referencia el terruño, por lo que convierte su tierra, su paisaje y su gente en tema casi absoluto. Es una poesía realista en la que el protagonista vive dentro del paisaje, se enorgullece al oír sus virtudes y al describir su ambiente: amor sencillo y casto, honradez, sacrificio familiar, devoción a los padres, religión a ultranza y valores patrios.

Unamuno elogió y leyó en público “El Cristu benditu”, del que le atraía su lenguaje arcaico que le interesaba mucho como estudioso de las raíces españolas y tradicionales. Gabriel y Galán realizó un viaje a Madrid, llevado por sus éxitos en Juegos Florales y por la atracción de la fama, pero su experiencia fue negativa y vuelve a su medio, pidiendo humildemente a la naturaleza y a sus elementos que le perdonen su desliz.

A su muerte, Unamuno dijo con emoción: “La poesía es ante todo y sobre todo sinceridad y, en cuanto fue sincero, fue poeta Galán”.

3.- ESTUDIO Y CLASIFICACIÓN DE SUS  OBRAS

José María Gabriel y Galán fue maestro nacional por poco tiempo en Salamanca, Ávila y Cáceres y, después, labrador hacendado. Su producción es corta pues vivió sólo 35 años: Castellanas (1902), Extremeñas (1902), Campesinas (1904), Nuevas castellanas (1906, póstuma, con prólogo de Pardo Bazán), Religiosas (1906, también póstuma).

Recibió numerosos premios en Juegos Florales que lo van a encasillar, al menos en parte, dentro de la corriente conservadora y tradicionalista. La Antología Poética, que ahora estudiamos, es una selección de estas obras.

4.- ESTUDIO DE LA OBRA QUE DA TÍTULO AL TRABAJO

 a) ARGUMENTO

Gabriel y Galán describe el entorno donde vivió y al que amó sobremanera. Cualquier detalle o hecho es un motivo para contarlo; por ejemplo, en el poema “Una nube” (p. 158) una pareja de novios quiere casarse, pero los padres deciden que lo aplacen para el año siguiente. Ellos aceptan y trabajan con ilusión pero, cuando la cosecha está a punto, una tormenta la destruye: “¡Ya no pueden los mozos casarse / cuando ellos quisieran! / ¡Qué triste está el mozo! / ¡Cómo llora ella! …”. En “Sortilegio” narra un caso de brujería: “Que las brujas la llevaron una noche / las comadres de la aldea murmuraban / y era cierto… y era cierto. / ¡Que lo diga la perversa nigromántica!” (p. 188). En “Las canciones de la noche” cuenta la muerte del hijo pequeño de un pastor: “puse el beso más amargo de mi boca / sobre aquella frente blanca / dura y fría como el mármol / de las rígidas estatuas funerarias” (p. 192).

Otros asuntos se refieren a sus creencias religiosas tradicionales: “En todas partes” vierte el concepto panteísta que tiene de la naturaleza en la que ve la grandeza de Dios y de su poder: “sobre el perfil de la montaña ingente / mirando el mundo de las tierras bajas, / allí, Señor, del mundo / te siente Grande el alma” (p. 145). Otros poemas presentan una preocupación social: “La jurdana” cuenta cómo una mujer de las Hurdes hambrienta con su hijo a la espalda pide limosna ante la impasibilidad de los que tienen en abundancia: “Por la cuesta del serrucho pizarroso / va bajando la paupérrima jurdana / con miserias en el alma y en el cuerpo / con el hijo medio imbécil a la espalda” (p. 185). “El embargo” denuncia la injusticia de la Justicia, que embarga a un hombre que ha contraído deudas con el fin de conseguir medicinas para su mujer enferma que, al final, ha muerto: “Embargal, embargal los avíos, / que aquí no hay dinero: / lo he gastao en comías pa ella / y en boticas que no le sirvieron” (p. 115).

Otros argumentos son puramente líricos; en ellos consigue efectos más literarios que en otros tipos de composiciones: en “Elegía” narra la muerte de la cabrerilla de Casablanca a la que ama en silencio un cabrerillo, con la forma de un romance en pentasílabos que recuerda a las serranillas del Marqués de Santillana: “Ya vienen hombres / con unas andas, / con unos paños, / con una sábana; / … y al cabrerillo / nadie lo llama / pero él camina / tras de las andas” (p. 177).

Algunos argumentos Galán los saca de la simple observación, pues era un contemplador nato y un conocedor de los animales (“¡Y parecen mentira, pero enseña / muchas cosas un nido de cigüeñas!”; “Dos nidos”, p. 100), de la naturaleza (“Y vosotros, los anchos horizontes, / los blancos caseríos, / los valles y los montes, / las fuentes y los ríos”; “Regreso”, p. 53) y de las personas (“¡Ya se han ido, ya se han ido! Los que habitan sus majadas, / ya no riman, ya no cantan villancicos y tonadas”; “Los pastores de mi abuelo”, p. 179).

b) TEMA PRINCIPAL Y SECUNDARIO

El único tema que emplea y del que saca los asuntos secundarios, que son numerosos, es el tema del campo, donde se circunscriben los seres humanos, los animales y las plantas que le servirán como motivos para verter sus conocimientos e ideas sobre ese microcosmo, dominado por Dios: “oyendo al ave que cantando sube /… o en mi lecho campestre de tomillos / cantando paz de hondo patriarca / allí, Padre del hombre / te siente Bueno el alma” (“En todas partes”, p. 146).

Los temas secundarios acogen un abanico de asuntos que situamos en segundo lugar, no porque no tengan la importancia necesaria para ocupar el primero, sino porque se incluyen dentro del mismo campo semántico del entorno rural, en el cual cada uno toma sentido pleno al estar relacionado con los demás. Estos temas, que constituyen una detallada descripción del mundo rural, son:

-El amor como ideal romántico y muchas veces imposible (“La espigadora”: ¿Vas a espigar, Isabel? / … Isabel: no puedo amar; / no puedo abrirte la puerta / de mi pecho y de mi hogar, / porque a otra Isabel, ya muerta, / se los juré consagrar”; “La espigadora”, p. 160).

-La vida que surge por cualquier sitio del paisaje (“Y vi una tarde el amoroso idilio / sobre la cima de la azul montaña: / un sol que se ponía, / una limpia caseta que humeaba, / una cuna de helechos a la puerta / y una mujer que ante la cuna canta”; “Fecundidad”, p. 157).

-La enfermedad, que enturbia la vida cotidiana de la gente sencilla ( “¡Estoy ya mu jarto! / Miusté a vel, por favol, señol médico, / si hay alguna cosa / pa esti mal repegoso que tengo, / porque llevo asín ya ocho mesis / maleto, maleto …”; “El desahuciado”, p. 117).

-Los trabajadores, por quienes siente una especial preocupación que lo lleva, en el caso del vaquerillo, a subirle el sueldo (“He dormido esta noche en el monte / con el niño que cuida mis vacas. / En el valle tendió para ambos, / el rapaz su raquítica manta / y se quiso quitar -¡pobrecillo!- / su blusilla y hacerme una almohada”; “Mi vaquerillo”, p. 164).

-El ser humano, como ser superior que puebla la naturaleza. Aunque el poeta siente especial atención por los seres indefensos (“Sobre un borriquillo / sobre una angarilla / de las del aprisco, / se llevaron la muerta querida / y él se quedó solo, solo con la niña”; “La galana”,  p. 92).

-La muerte, compañera inseparable del ser humano y que desequilibra el mundo armónico donde cree vivir el poeta (“¡Qué me importan los bienes / si he perdido mi dulce compañera! / ¡Qué compasión me tienen mis criados / que ayer me vieron con el alma llena / de alegrías sin fin que rebosaban / y suyas también eran!”; “El ama”, p. 33) lo mismo que la enfermedad (“Señol juez: que nenguno sea osao / de tocali a esa cama ni un pelo / porque aquí lo jinco / delanti de usté mesmo”  (“El embargo”: p. 116)..

-La naturaleza, marco donde se conciben los elementos poetizados como objeto y pretexto para escribir (“Mis hijos inocentes / beben el agua de tus puras fuentes, / nutren su cuerpo con el pan sabroso / que produce tu suelo generoso, / tuesta sus puras frentes / la lumbre pura de tu sol caída”; “El regreso”, p. 49).

-Los animales, a los que pone como ejemplo de convivencia frente al hombre que, a veces, no sabe convivir con sus semejantes (“He admirado el hormiguero / cuando henchían su granero / las innúmeras hormigas. / He observado su tarea / bajo el fuego que caldea / la estación de las espigas”; “Las repúblicas”,  p. 81).

-La encina, elemento fundamental del paisaje extremeño (“¿Ves ese tronco, Agustina, / que en el hogar se calcina / y da a mis miembros calor? / Pues es el de aquella encina / del valle de Fuenmayor”; “Presagio”, p. 62).

c) INTENCIÓN DEL AUTOR AL ESCRIBIR LA OBRA

La intención de Galán es la de dar a conocer la vida rural con sus encantos, sus miserias y su personalidad, que sabe es distinta a la de la ciudad. No obstante la reivindica porque la cree tan válida como la del ser humano de otros entornos y dedicaciones.

Su impulso vital lo transmite con tanta sinceridad que, indirectamente, lleva a identificar al lector con un mundo poco conocido y muchas veces despreciado. De tal manera que, en conjunto, los poemas de Gabriel y Galán son una reivindicación de la vida del campo, de sus gentes y de su paisaje (“¿Sabes que ambientes malsanos, / si no venenos letales / marchitan pechos humanos / con corazones leales / del tuyo dignos hermanos, / mientras tu pecho sanean, / y equilibran tus sentidos, / y tus sudores orean / ricas brisas que pasean / por estos campos floridos?”; “Ara y canta”, p. 169).

d) PERSONAJES

El protagonista es el mismo poeta, pues su protagonismo es el que crea los versos. Los personajes de los poemas no tienen independencia y pocas veces aparecen definiéndose a sí mismos, por lo que piensan o por lo que hablan con otros. Por ejemplo, en “Varón” un padre habla con la madre sobre el hijo que cree está afeminado. Por el monólogo (la madre sólo escucha), descubrimos lo que piensa el padre sobre el hijo: “N’amás de mimarros / y delicaezas / se ha queao lo mesmo que un jilo / paliúcho y sin chispa de juerza.” (p. 111).

Al poeta lo conocemos no porque se autodefina, sino por las ideas que va vertiendo en cada uno de los poemas. Así sabemos que tiene una ideología tradicional, pues su idea del mundo gira en torno a Dios, al trabajo y a la familia. Son opiniones tan arraigadas que, unas veces, lo llevan a repetir insistentemente la grandiosidad del creador (“¡Un milagro de Dios, que ver me hizo / otra mujer como la santa aquella!” -se refiere a su madre-; “El ama”, p. 29), otras, a defender al creacionismo frente al evolucionismo ( “¿Quién dirás que la ha jecho? / ¡Pus vaya / con unas preguntas / que jacis tan cándidas / ¿Pus quién jizu el mundo? / ¡Pus Dios / no sé na más”; “Cara al cielo”,  p. 126). Incluso llega a rechazar expresamente las ideas revolucionarias ( “¿Qué espíritu engañador / o torpe decirte quiso: / ‘Llora y suda, labrador, / que el mundo es un paraíso / regado con tu sudor?”; “Ara y canta”, p. 169).

Ese amor a lo creado, a Dios y, por proximidad, a su hijo produce un extraordinario poema: “El Cristo de Velázquez”, donde el poeta se pone en el lugar del pintor y comprende que es imposible realizar un cuadro tan bello sin amar y comprender a Cristo en su sufrimiento y en la grandeza de su acto ( “Y al conjuro bajaron los ángeles / y al artista inspirado asistieron, / su paleta cargaron de sombras / y luces del cielo, / alzaron el trípode, / tendieron el lienzo, / y arrancándose plumas de raso / de las alas, pinceles le hicieron”; “El Cristo de Velázquez”, p. 148).

Completan el mundo del poeta su familia ( “Yo aprendí en el hogar en que se funda / la dicha más perfecta, / y para hacerla mía / quise yo ser como mi padre era / y busqué una mujer como mi madre”; “El ama”, p. 29), el trabajo (“Y el mozo labraba, / derramaba las siete fanegas, / regaba su trigo / con sudor de la frente morena”; “Una nube”, p. 158), la vida honrada y justa (“Todo lo pudo la mujer cristiana, / logrólo todo la mujer discreta. / La vida en la alquería / giraba en torno de ella / pacífica y amable, / monótona y serena…”; “El ama”, p. 30) y la tristeza que aparece cuando se le quiebra esa visión armónica del mundo por la presencia de  la muerte (“Pero bien se conoce / que ya no vive ella; / … ¡La vida en la alquería / se tiñó para siempre de tristeza”; “El ama”, p. 32).

Los personajes secundarios son numerosos: “Mayorales, gañanes y renteros, / cabreros y pastores, / colonos y yegüeros, / guardas y aperadores, / montaraces, zagales y vaqueros… / ¡todos los hijos del trabajo rudo / que regáis con sudor la hacienda mía …”; “Regreso”, p. 51). Por ellos siente un especial afecto como se deduce de poemas como “Los pastores de mi pueblo”, “Mi vaquerillo”, “Elegía” o “Fecundidad” y, frecuentemente, les agradece su aprecio por él y por su hacienda (“¡Hijos humildes del trabajo honrado!, / yo la vuestra contemplo [la vida] / como el más alto ejemplo / del vivir generoso y resignado”; “Regreso”, p. 51). Los seres débiles también le preocupan por su indefensión en poemas como “El desahuciado” o “La jurdana”.

e) ESTRUCTURA

La antología está formada por 43 poemas, que pertenecen a los cinco poemarios que escribió Galán: once son de Castellanas, siete de Nuevas castellanas, once de Extremeñas, dos de Religiosas y doce de Campesinas.

Los poemas largos (algunos pasan de los 300 versos) se mezclan con poemas cortos (entre 15 y 30 versos) sin una distribución fija de la métrica ni de la rima. Abundan los poemas que mezclan versos de diferentes medidas: heptasílabos y endecasílabos (“Fecundidad”, p. 153), hexasílabos y decasílabos (“Varón”, p. 111, “El Cristu benditu”, p. 105), heptasílabos y endecasílabos (“Canción”, p. 67), octosílabos y dodecasílabos (“La jurdana”, p. 183)… Menos frecuentes son los poemas que emplean una única medida: versos pentasílabos (“Elegía”, p. 173), octosílabos (“Canción”, p. 96), endecasílabos (“Dos nidos”, p. 100), hexadecasílabos -8+8- (“Los pastores de mi abuelo”, p. 179).

Estos tipos de versos se agrupan generalmente en silvas (muy frecuentes, “El ama”, p. 29), quintillas (“Castellanas”, p. 38), redondillas (“Cuentas del tío Mariano”, p. 42), décimas (“Canción”, p. 96), pareados (“Dos nidos”, p. 100), estrofa sáfica (“Canción”, p. 67)…

El poeta sólo compone un poema regular en forma de romance, pero con un verso que no es normal en este tipo de poemas: el pentasílabo (“Sibarita”, p. 121).

f) LENGUA

En todos los poemas, excepto los de Extremeñas, Gabriel y Galán utiliza un español selectivo y variado (“saben negar, audaces; / saben reír, satíricos feroces; / saben gustar, voraces, / las mieles de las mieles de los goces”; “Regreso”, p. 48).

A veces Galán emplea una lengua grandilocuente, sobre todo cuando habla de la patria, de la religión o de Dios, conceptos que, en su ideología tradicional, tiene muy arraigados: “La patria idolatrada” (“El ama”, p. 29). “… y con qué solidez estaba unida / la tradición de la honradez a ellas” (“El ama”, p. 30). “… una mujer trabajadora, honrada, / cristiana, amable, cariñosa y seria” (“El ama”, p. 30). Incluso en “Canción” (p. 67) llega a dolerse por la desventura de la nación, adoptando una postura próxima a la de la Generación del 98.

En los poemas agrupados bajo el título de Extremeñas, Galán consigue los versos más vigorosos, naturales y sinceros, a través de una lengua primitiva que no es reconocida siquiera como tal. Estos poemas de Galán pueden servir para reivindicar el alto valor del extremeño para la declamación (que es cuando llega a su máxima tensión dramática) y para situarlo en el lugar que le corresponde entre los sistemas lingüísticos más expresivos de nuestra geografía nacional: “¿Ondi jueron de aquellos sentires / las delicadezas / que me jizun llorar como un neni / de gustu y de pena? / ¿Ondi jueron aquellos pensaris …?” (“El Cristu benditu”, p. 105). La estructura repetitiva del “¿Ondi jueron…?” recuerda el “¿Dónde están…?” de Manrique pero, en esta ocasión, no se expone de una forma filosófica y universal, sino sencilla y naturalmente a través de un hombre iletrado que piensa sobre el paso del tiempo.

El dialecto empleado tiene características del extremeño del norte de Cáceres, zona en la que Galán ejerció de maestro varios años: terminaciones en -i o en -l (tocali, delanti, güeli, embargal, vel…), apócopes (s’ha, pa…), pérdida de la -d- intervocálica (gastao…), aspiración de la h- inicial (jaci, jembra…)…

g) TÉCNICA

Normalmente los poemas están narrados en tercera persona (“Araba el tío Mariano / la húmeda tierra gredosa / y entre la bruma lluviosa / del horizonte lejano”; “Cuentas del tío Mariano”, p. 42) o descritos (“Sencilla para pensar, / prudente para sentir, / recatada para amar, / discreta para callar / y honesta para decir”; “Mi montaraza”, p. 57).

La primera persona también es empleada en algunos poemas (“He observado la colmena / al medar una serena / tarde plácida de mayo”; “Las repúblicas”, p. 82. “He dormido esta noche en el monte”; “Mi vaquerillo”, p. 164). El yo autobiográfico da realismo y veracidad a lo que cuenta y Galán lo emplea cuando expone agudas observaciones o quiere destacar algo como, por ejemplo, la humanidad de su vaquerillo que quiso quitarse la camisa para hacerle una almohada.

En otros poemas usa el diálogo-monólogo (“¿Por qué estás triste, mujer? / ¿Pues no te sé yo querer / con un amor singular / de aquellos que hacen llorar / de doloroso placer?”; “Castellanas”, p. 38), con el que se hacen preguntas retóricas a un intermediario que no aparece respondiendo.

Otras veces mezcla la narración con el monólogo ( “… y en las alas de un aire de otoño / se cernía con estas palabras: / ¡Vuelve, Triguerona! / ¡Vuelve, temeraria!”; “Surco arriba y surco abajo”, p. 70).

Variedad, por tanto, también en la técnica que rompe con la monotonía que pudiera producirse en los poemas de una misma serie.

h) ESTILO

El rasgo más destacado del estilo es la sinceridad, traducida en múltiples recursos cono son las admiraciones, interrogaciones, repeticiones analógicas, acumulaciones o series de adjetivos (“El ama”: “hija de oscura castellana aldea”, p. 30. “¡Oh, cómo se suaviza”, p. 30. “… cantaban las mozuelas, / y cantaban  / y cantaban… / y cantaban… / y el aguador…”, p. 30. “… como / … como / los de las pardas … / los de los mares… / los de las mudas”, p. 31. “¿Por qué no canta… / ¿Por qué no silba… / ¿Por qué no quiere…”, p. 34).

La naturalidad, que persigue siempre Galán, desaparece a veces en hipérbatos muy forzados (“El ama”: “Que aunque ya no su voz a orar nos llama”, p. 33. “Ni las de mayo auroras nacarinas”, p. 36) o en versos en los que atiende más a la rima que al significado (“Ni leche de ovejas / ni dulce papillas, / ni mimos, ni besos… / ¿Se murió la niña! / ¡Esta vez quedó el crimen impune!” -¿a qué crimen se refiere?-; “La galana”,  p. 94) o en momentos de ardor patrio, literario… (“Y no hay que hacerse ilusiones, / porque el charro más valiente, / si se le arruga la frente…, / se le arrugan los calzones”; “Ganadero”, p. 56).

Pero lo frecuente es que no cometa estas imperfecciones y no porque emplee metáforas, hipérbatos, paralelismos…, sino por todo lo contrario, pues rara vez se encuentran. Y aquí radica un valor de la poesía de Galán: la naturalidad, basada sólo en una lengua espontánea sin recursos artificiosos (“y en corolas hechiceras / y en pletóricas anteras, / y en estilos diminutos, / y en finísimos estambres / van buscando los enjambres / las esencias de los frutos”; “Las repúblicas”, p. 83).

Naturalidad, sencillez y sinceridad son los rasgos de su estilo, a los que hay que añadir otras características ya comentadas: observador nato, sentimental, afectivo, nostálgico… Un estilo, por tanto, muy variado y diverso.

7) JUICIO CRÍTICO PERSONAL

El objetivo del autor es que se conozca la vida del mundo rural a través de la variedad de personajes, situaciones e ideas que describe y expone. La antología, que contiene una buena selección de poemas de la obra poética de Gabriel y Galán, es por tanto un buen medio para conocer su concepción del mundo.

No obstante, ese conocimiento sería completo si se pudiera oír la recitación de estos poemas, que cobran fuerza con una interpretación pasional acompañada de gestos, cambios de entonación y expresión del rostro del recitador. Esto se debe a que una de sus características fundamentales son la vehemencia y el sentimiento, que no se captan plenamente si no es por medio de una interpretación en vivo.

Además, la poesía de Gabriel y Galán gana enseguida al lector que no busca versos artificiosos y técnicamente muy literarios, sino una poesía espontánea que suple las faltas técnicas con fuertes emociones. Y es que se trata de un tipo de poesía que gana lectores, porque es muy directa: el lector no tiene que realizar grandes esfuerzos comprensivos ni necesita poseer conocimientos literarios para entenderla. Por este motivo es una poesía apropiada para iniciados, con la que irán siendo atraídos por la lectura con este tipo de obras.

La antología estilísticamente se encuentra bien equilibrada, exceptuando algunos poemas prosaicos y otros pocos que tienen los versos muy largos o bien son extensos; por ejemplo, “Los pastores de mi pueblo” es un poema muy amplio donde se repiten ideas y se remacha en exceso el tema de la nostalgia.

Por lo demás la obra cumple satisfactoriamente los requisitos necesarios para ser atractiva con poemas destacados como “Regreso”, p. 45, “Mi montaraza”, p. 57, y “Del viejo el consejo”, p. 65 (Castellanas). “Las repúblicas”, p. 81, y “El ama”, p. 95 (Nuevas castellanas). “El Cristu benditu”, p. 105, “Varón”, p. 111, “El embargo”, p. 115, “El desahuciado”, p. 117, “Cara al cielo”, p. 124, y “Pletora”, p. 141 (Extremeñas). El Cristo de Velázquez, p. 147 (Religiosas). “Elegía”, p. 173, “Los pastores de mi abuelo”, p. 179 (Campesinas).

8) BIBLIOGRAFÍA

-Gabriel y Galán, José María, Antología poética, Mérida, Patronato de Cultura del Ayuntamiento, 1984.

-Zamora Vicente, Alonso, prólogo de Antología poética de Gabriel y Galán, Mérida, Patronato de Cultura del Ayuntamiento, 1984.

Antonio Salguero Carvajal

Fotografía cabecera: Vista del casco antiguo de Cáceres