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Autor: Administrador

Poemas de circunstancias

 

POEMAS DE CIRCUNSTANCIAS

 

 

CANCIONES

 

RAMOS EN HONOR DE LA VIRGEN DEL PUERTO [1]

 

PRIMER RAMO

 

1º Hoy tus hijos te saludan

Virgen María del Puerto,

Con el amor más profundo,

Con el cariño más tierno.

 

2º Invocamos Virgencita

Con el alma y el corazón,

Nos prestes ayuda a todas

Para torcer el cordón.

 

3º Para Ti Virgen bendita

Todas juntas cantaremos,

Nuestras canciones mejores

Mientras el cordón torcemos.

 

4º En los cantares traemos

Azahares y jazmines,

Lirios, rosas y azucenas,

Pensamientos y alhelíes.

 

5º Como girasol gigante

Que va abriendo la mañana

Mientras las cintas de seda

Con nuestros ruegos se enlazan.

 

6º Envidia tiene la noche

Que se refugia en el día,

Envidia tiene la noche

De nuestra Virgen María.

 

7º La Virgencita del Puerto

Es oro, es luz y es plata,

Es dolor y amor fundido

De las mujeres de Gata.

 

8º Fueron ángeles de viento

Los que anunciaron el día,

De la Asunción a los Cielos

De nuestra Virgen María.

 

9º Es tu Ermita que despide

De las flores el olor,

Clavel caído del Cielo

De entre las manos de Dios.

 

10º El color del arco iris

Tiene envidia de estas cintas,

Que nosotras ofrecemos

A nuestra Virgen bendita.

 

11º Llevo en el alma a la Virgen

Y su Hijo el Redentor,

En un huequecito abierto

Dentro de mi corazón.

 

12º Entre cantarte alabanzas

Se ha terminado el cordón,

Con ellas iban las almas

Que a Ti te alaban, Señor.

 

 

SEGUNDO RAMO

 

1º Bajo tu mirar divino

Lleno de misericordia,

El cordón que antes hicimos

Destorceremos ahora.

 

2º Para guardarte la Ermita

Bajaron miles de Ángeles,

Se nubló el sol y creyeron

Que era venida la tarde.

 

3º Iba arrastrando la tarde

Por el sol que se caía,

El ala de un Ángel era

El último azul del día.

 

4º Un cáliz de hiel bebió

Nuestra Señora en el huerto,

Tuvo que beber dolor

La Virgencita del Puerto.

 

5º Llegó la noche a la Luna,

La escoltaban los luceros

Que como lágrimas eran,

Ante la Virgen del Puerto.

 

6º Que veamos los luceros

Por la fe siempre lucir,

Que sepamos buenos hijos

A esta Virgen acudir.

 

7º Llegó la noche y los rayos

Plateados por la Luna

Besaban al Niño Dios

Que se encontraba en la cuna.

 

8º Y otra noche de los rayos,

De la luna plateaban,

La cruz caída en el suelo

De sangre de Dios manchada.

 

9º Te pedimos por España,

Después por el mundo entero,

La paz justa y deseada

Y la bendición del Cielo.

 

10º Hermosa Virgen del Puerto

Te pedimos con amor,

Para el Buen Sacerdote

Le otorgues su bendición.

 

11º Te pedimos Virgencita

Con nuestro mayor fervor

Guíes al pueblo de Gata,

A la presencia de Dios.

 

12º Con nuestras gratas canciones

Formamos corona y ramo

Que muy gozosas y humildes

En tu altar depositamos.

 

CANCIONES [2]

 

I

 

Iba por la calle solo

(ni siquiera con él iba),

pasaba siempre, pasaba,

nunca a sí mismo volvía.

 

II

 

Quien coge hojas de esta higuera,

dicen, un hijo tendrá.

Ella besaba las hojas.

Su hijo no nacerá:

está dormido en su seno

y no puede despertar.

 

III

 

Casi mejor recordar

que la verdad del momento.

Porque vivir sentimientos

es un mirar hacia atrás.

 

IV

 

Morir es una verdad

que nadie nunca la sabe.

Si se supiese, quizás,

sobrasen reloj y llaves.

 

V

 

El secreto de los árboles

se guarda bajo la tierra

y entre las ramas del aire.[3]

¡Quién el secreto supiera

sería el Dios de su sangre! [4]

 

VI

 

Una mujer junto a un hombre.

Un niño junto a un anciano.

Mi oído junto a mi nombre.

 

VII

 

Sombra de asombro, conmigo:

si la desvelo, la muerte;

si no la desvelo, vivo.

 

VIII

 

Del dolor viene la pena;

de penas, melancolías.

De aquí me nacen a mí

todas las horas del día.

 

IX

 

Aquel camino tenía

cuatro senderos cruzándole.

¿Dónde perderme? ¿Por dónde?

¿Por dónde, Dios, encontrarme?

 

X

 

El que se muere de día

no se muere de verdad.

Hay que morirse de noche

para, después, despertar.

 

OTRAS CANCIONES [5]

 

I

 

Sólo el aliento le echaba,

la copa estaba muy limpia

y la copa se empañaba.

 

II

 

Agua turbia iba rodando,

piedra a piedra, la montaña,

cuando llegaba a mis manos

era agua limpia, agua clara.

 

III

 

¡Qué respeto me imponía!

¿Por qué al besarla en los dientes

su calavera reía?

 

A JOSÉ MARÍA: CHEMA [6]

 

Eres tú, José María

compañerito en las penas,

amigo en las alegrías:

como ayer, lo mismo, Chema,

hoy tu presencia nos guía.

(Estribillo)

Tu vida en la vida nuestra

para siempre se quedó,

es un regalo de Dios,

un milagro amigo Chema

de hermosísimo dolor.

De dulce melancolía

eres semilla extremeña.

Sabemos, José María,

que siempre nos encadenas

como a las noches el día.

(Estribillo)

Tu voz es la melodía

que llevamos, que nos llena

nuestra vida de poesía

en nosotros amas, sueñas,

cantas tú, José María.

 

MÉRIDA: ALBA DE EXTREMADURA [7]

 

La noche redonda gira

entre las sombras oscuras

buscando en el día un alma

luminosamente pura.

Nosotros también buscamos

el alba de Extremadura,

algo que está en nuestras manos

y donde no cabe duda.

Y sabemos que el remedio

es el amor que perdura

que nosotros le tenemos

a esta tierra hermosa y dura.

Y el lazo de amor es éste

para esta ocasión que es única

Mérida centro y partida

Capital de Extremadura.

 

CANCIÓN PARA MANUEL PECELLÍN [8]

 

«Si de Alconchel, mi niña,

vas a Olivenza

ponte saya y corpiño

de día de fiesta» [9]

 

Y tira el pelo al aire

para que vuela

como si fuese un pájaro

que se libera

de la jaula de oro

donde se sueña.

Vístete con aroma

de yerbabuena,

de trigal y de olivos

de encina y menta,

con el alma del campo

en primavera.

Díselo, niña mía,

luz de mi tierra,

que el beso que tiraste

es una estrella

en mitad del camino

que va a Olivenza.

Díselo, niña mía,

vida y poema,

que eres la más hermosa

flor extremeña.


 

HIMNOS


HIMNO DE EXTREMADURA [10]

 

Nuestra tierra es, como siempre fue,

corazón abierto al mundo entero;

hombres, raza, fe y lenguaje dio

como alas de luz en el acero.

Extremadura,

del pan y el dolor,

la del trabajo de cada día;

ennoblecida

de historia y valor,

te cantaré, tierra mía.

En estrecha unión haremos región,

nuestros campos cumplan su destino,

que nuestra ambición es un gran país,

con bandera extremeña en el camino.

Extremadura,

del pan y el dolor,

la del trabajo de cada día;

ennoblecida

de historia y valor,

te canto yo, tierra mía.

 

HIMNO DEL CLUB DEPORTIVO BADAJOZ [11]

 

Badajoz, Badajoz, es mi equipo,

que su nombre llevemos con honor

y a su bandera blanca y negra

la defendamos con ardor.[12]

Badajoz entero es quien proclama,

que su club representa a la ciudad,

Badajoz a todos nos une

en estrecha hermandad.

Badajoz, Badajoz, es mi equipo,

que su nombre llevemos con honor

y a su bandera blanca y negra

la defendamos con ardor.

Badajoz merece nuestro esfuerzo,

sin desmayo saldremos a jugar

y en la lucha noble y deportiva

tenemos que triunfar.

Badajoz, Badajoz, es mi equipo,

que su nombre llevemos con honor

y a su bandera blanca y negra

la defendamos con ardor.

Es al Club Deportivo Badajoz

a quien todos debemos ayudar,

con el entusiasmo de la afición

sin duda vencerá.

Badajoz, Badajoz, es mi equipo,

que su nombre llevemos con honor

y a su bandera blanca y negra

la defendamos con ardor.

 

HIMNO DE SANTA MARTA [13]

 

Entre viñedos y olivos

eres, amor Santa Marta:

luz, los ángeles te vuelan,

en los ojos de tu cara.

El aire tiene el olor

de pan caliente en sus alas

y va creciendo y creciendo

en una belleza mágica.

Noble villa, por tus calles,

al hombre cuando te anda

sabe que va abriendo un cauce

y recorriendo tu alma.

Suena una música cerca

de oropéndola sagrada

en esta tierra de barros,

en donde es flor Santa Marta.

Flor de villa, olorosa

graciosa flor, la mañana

que está naciendo de un surco

como bendición de España.

Jóvenes que hacen la vida

que piden vida y la ganan

villa adentro, pueblo entero,

corazón adentro avanzan.

(Estribillo)

Qué hermosa está Santa Marta

parece moza encantada,

parece en cristal de roca

una copa de agua clara.

 

HOMENAJES

TOMÁS, TE ESTOY BUSCANDO [14]

 

«Acaso barro sientes de este pueblo en tu boca,

para ser luego tierra de esta tierra querida,

ser polvo, ser paisaje, ser quizás una roca,

y martirio que queda para siempre en mi vida»

 

Y martirio que queda para siempre en mi vida

doliendo mi recuerdo -mi recuerdo contigo-

como cuchillo hiriente, como antorcha encendida.

Mi pensamiento triste está con el amigo.

Hoy sé de dónde viene esta tristeza mía,

este dolor profundo que en el alma reposa,

esta amargura íntima que quiere ser la fría

sangre que por mí corre última y silenciosa.

Hoy sé de dónde viene esta pena que vengo

con este ciego llanto que humilde me acobarda,

con esta voz y manos que en oraciones tengo

y que Dios infinito en su seno me guarda.

Amigo y compañero, maestro que le lloro,

al que busco constante, todo mi día, en vano,

en la tierra que rezo, en el cielo que adoro,

pero nunca consigo tocarle con mi mano.

Y seguiré buscándote por todo este camino,

de mi vida diaria, donde el cuerpo se vierte.

Yo seré desde ahora dolido peregrino

aunque sepa que tengo que buscarte en la muerte.

Abrazarte de veras es gozar la victoria,

es ir a Dios mañana, poder eterno verte,

estar siempre contigo, quedarnos en la gloria,

es en Dios ya tenerte.

 

EL SUEÑO VIDA ES [15]

 

A Laly Garrido Álvarez,

Reina de las Fiestas del

III Centenario.

 

El viento tiene tu sonrisa,

dichosa luz en que despiertas,

como un aroma que te vive,

como un poema que te encuentra,

como un capullo que se abre

si se le mira o se le reza.

Muchacha, alegre simpatía,

esparcida en tu belleza,

canción de sol en la mañana

esperanzada y extremeña.

Tu juventud se alzó en la historia

de Almendralejo en primavera.

Reina en el reino de las flores,

convierte flores en estrellas,

sobre ilusiones de la vida

planta los sueños del poeta.

Dios te bendiga porque pones

la bendición sobre la tierra.

 

A LOS POETAS Y ESCRITORES DEL TRASCACHO DE BARCELONA[16]

 

Amigos y compañeros trascachistas:

En mi rincón extremeño levanto mi copa y digo:

«Porque el mundo yo lo hago

cada día como quiera

me bebo su sangre entera

de prisa, en un solo trago.

Y si el corazón se entera

de que así las penas pago

y cuenta algo, lo deshago

y lo pongo de bandera».

 

HA MUERTO JUAN LUIS CORDERO [17]

 

«Unos días antes de su muerte

fui a verlo con Fernando Bravo

y José Canal»[18]

 

Y nevaba lo eterno tu mirada,

era el instante para tú caerte

en el abismo donde siempre vierte

tierra y cielo el Señor.

Tu voz cansada

nos dijo: «Esto se va».

Y sólo verte

comprendimos el fin de tu jornada

que tu vida la tenías soñada

que ya soñaba en ti Dios y la muerte.

Hoy me lo han dicho. Sobre mí yo siento

menos vida que ayer. Tu mano fría

aún la tengo en el alma. Por el viento

oigo, Juan Luis, tu nombre todavía.

Estás en la otra orilla y mi lamento

y no lo quiero creer y lo sabía.

 

A SOLEDAD RAMALLO,

REINA DE LOS JUEGOS FLORALES DE BADAJOZ 1956 [19]

 

   Cómo poder cantarte

con qué voz, a ti, oh Reina

de belleza, de gracia,

de bondad, de pureza,

en este juego nuestro

de cuentos y leyendas.

   Cómo poder yo mismo

purificar mi lengua

para decir palabra

purísima y señera.

   Cómo poder guiarte …,

Con qué luz yo quisiera

alumbrarte el camino

que por andar te queda.

   Qué puedo yo decirte,

si tú eres primavera

y yo soy el otoño

que por la noche rueda.[20]

   ¿Qué puedo yo ofrecerte?

¿Esta flor que le dieran

en pago de unos versos

al humilde poeta?

   Pues, tómala, que es tuya,

que es tu hermana gemela.

Cógela, te lo ruego,

verás, su aroma besa.

 

A LAS DAMAS DE LA CORTE

DE LOS JUEGOS FLORALES DE BADAJOZ DE 1956 [21]

 

   Y a vosotras qué os doy

sólo me quedan lágrimas,

sólo me quedan penas

sobre mi tierra cálida.

   Qué puedo yo ofreceros,

si yo no tengo nada,

si el corazón es viejo

y están rotas mis alas

y a nuestra Virgen tengo

entregada ya el alma.

   Si sólo soy un pobre

barro que se levanta

y va cantando siempre

a la par que trabaja.

   Lo sé, nada queréis,

que sois palomas blancas

que con volar un rato,

en el azul, os basta.

   Pues, bien, tengo la llave

dorada de la casa,

con media vuelta abro

la puerta a la esperanza

de cualquier vida joven

para pasión del alba.

   ¡Ya estáis en libertad

que don Amor os llama!

A correr y que el cielo

os dé siempre en la cara

o a soñar ilusiones

en vuestras almohadas.

   Creí que no tenía

para entregaros nada

y, veis, sólo un poeta

puede abrir vuestra jaula.

 

LEYENDO A BAROJA EN BADAJOZ [22]

 

Desde una boina a unas zapatillas

cabe todo un hombre,

como Pío Baroja.

Compás sin espera

que mide y perfila

la gran farsa cómica de la paradoja.

Se muere a diario, se vive al momento

se esconden los cursis,

como las alondras

y el que puede tira del carro cargado

con melancolías y con penas rotas

o con la sonrisa detrás de la mueca;

mueca que baraja sin cartas Baroja.

Por los malos ratos y los buenos ratos

por los ratos rotos  y los que se arrojan

por tantas y tantas y tantas locuras

y por tantas cosas.

Y el final, ya se sabe, te sigo leyendo

en las soledades de mi Extremadura.[23]

 

A MANUEL SANABRIA ESCUDERO [24]

 

Porque lograste ser lo que querías

y porque eres un hombre entero y vero

y amigo fiel al deshojar los días.

Porque quieres lo mismo que yo quiero,

comulgo tus palabras con las mías.

Creo en Manuel Sanabria y Escudero.

 

VERSOS DE Y PARA CÉSAR VALLEJO [25]

 

Estrenamos palabras

en la vida del verso,

las camufladas las dejamos

en la cara opuesta del espejo,

las del fondo de las ciudades

donde los muertos

para ser enterradas

con el cadáver que siguió muriendo

en el camposanto del pueblo.

Preñado de imposibles,

¡cuánto lo siento!,

los poetas del antiguo cortejo

que nosotros veíamos en el camino,

César Vallejo,

acompañando a los duelistas

siendo, además, el muerto.

Siguen historias de todos los tiempos

cuesta mucho trabajo

ser uno solo y sueño

«la dura vida eterna»

nos pone al descubierto

desnudos «sin saberlo»

nos desvela y nos trata

como muñecos

nos bebemos el nombre

el cáliz del heraldo

y el llanto negro

entrillándonos[26] en la puerta

los nudillos, los dedos,

las teclas del sonido

y el quijotesco

dios del credo.

Ese cadáver se parece

mucho, a César Vallejo,

en mi lugar se ha puesto

y en el frío del viento

acurrucado y esperando

a mi amigo César Vallejo.

En un amanecer de nuevo

porque yo siempre

donde termino empiezo.

 

A MARÍA DEL CARMEN [27]

 

En ti, María del Carmen,

se goza la primavera,

canción de Dios a la vida,

flor de vida que en ti empieza.

¿Cuántas veces ya contaste

una a una, las estrellas

esperando la divina

palabra que nunca llega? [28]

Alzas tus ojos al día

que es bendecir a la tierra.

El mundo es mucho mejor

si tú, María, lo sueñas.

María del Carmen, eres

verso ideal del poeta

y este poeta que canta

hoy te llama su poema.

Porque un poema eres tú,

hermosa muchacha reina.

 

A MARÍA DEL CARMEN AZQUETA [29]

 

Madrina de la Fiesta de la Poesía.

Eres como la azucena

en el altar del paisaje.

Tu sonrisa clara y buena

alegran vuelos de ángeles.

Eres la luz que Dios mismo

deja en el mundo al mirarte.

¡Quién pudiera ser pintor

para creando pintarte!

Pero, ¿qué pinceles hay

que puedan a ti soñarte?

Sostenerte en el espíritu

como una llama brillante

que ilumine los caminos

del verso del caminante.

Tu nombre de cielo y mar,

de mar y cielo abrazándose,

están pidiendo un poema

en un dócil verso clave.

Un dulce verso que diga

sólo, María del Carmen.

 

LEYENDO A ANTONIO MACHADO [30]

 

Abrí ‘Campos de Castilla’.

Campos y campos de España.

Me puse a leer: el viento

en los álamos sonaba.

El mismo viento de entonces,

la misma turbia nostalgia.

Quise quedarme contigo

hablando silencios: nada

que mereciese la pena

de tenerlo en cuenta. Nada.

Cada nombre es un poema

que tú mismo me regalas:

mar, Guiomar, encina, olivo,

melancolía. Bastaba.

Quedabas vivo de voz

en un temblor de palabras

como camino que andar

para ir haciendo una patria

sin dos casas y una sola

habitación para el alma.

Tenemos la misma sed

y un solo vaso de agua,

hambre de este mismo pan

que amasa el sudor de España.

Tenemos el mismo cielo,

la misma tierra esperanza.

Durmiendo descansas, sueñas

la muerte dulce y lejana

teniendo la tumba aquí

cien veces multiplicada.

Eternidad de las cosas

juanramonianas.

Contigo, Antonio Machado

vamos haciendo el camino

(ya muy corto) que nos falta.

 

CANCIÓN DE CALLE ADELANTE [31]

 

A Antonio Sánchez, en el día de su homenaje,

con admiración y cariño.[32]

 

I

 

Antonio Sánchez, nombre

erguido como un árbol

del viento de la vida

que sentimos al lado.

Lo mejor que tenemos

nos lo vamos gastando

entre vanas palabras

que perdemos quejándonos.

Reprochando la vida

que pisamos andando

entre asuntos y números

que nos tienen atados.

Pero yo siempre tengo

recuerdos en mi almario

de ese nido de ángeles

que Dios tiene en sus manos.

Donde se duerme el tiempo

soñando lo soñado;

cielo de esos poetas

de tu pueblo de Arcos.

Y pienso en el poeta

Mariscal. Lo encontramos.

Se moría de versos:

pálida luz en vaso.

Él me enseñó hace mucho

a conocer tus campos.

De ti supo del pueblo,

sin frontera, de Arcos.

 

II

 

Nosotros en la calle,

a veces, nos paramos

para hablar de mil cosas,

de nada, nos contamos,

como reloj, el tiempo

que se nos va volando.

Aunque siempre me quedo

contigo, Antonio, al lado,

diciéndote que tengo

un corazón amargo,

un corazón partido

en mil trozos, sangrando.

Y a ti, amigo mío

te tocará arreglarlo

otro día que estemos

los dos solos un rato.

Hoy te traigo estos versos

como si fuesen algo

que me quede contigo

momentos comulgando.

Alegremente brindo:

mi copa de vino alzo

por este hermoso día

de homenaje y abrazos,

para yo desearte,

felicidad, hermano.

 

HOMENAJE A FRANCISCO RODRÍGUEZ PERERA [33]

 

Hombre siempre te invoco y me perdono

porque pienso en Francisco franciscano,

te llamo a voces de silencio, hermano,

y te dejo conmigo en mi abandono.

Esta fiesta del libro en que razono,

en este espacio bajo, triste y llano

en que todo se queda tan humano

que recuerdo tu muerte y me emociono.

En esta tarde caída y abrileña

pura de tanto ser de melodías,

dura por ser extraña y extremeña,

está latiendo tiempos que amarías

y vestido te veo de estameña

andando campos de melancolías.

 

A LA MUJER GUADALUPANA QUE PERSONIFICA HOY, AHORA, A LA MUJER EXTREMEÑA [34]

 

Cómo le diría yo

a mujer guadalupana,

si me enredo entre recuerdos

como pájaro entre ramas

y no sé cómo decirle

ni por qué mi voz reclama,

que ser mujer extremeña

es ser lo mejor de España.

Cómo decírtelo yo

que tengo extremeña el alma.

Cómo te diría yo,

pobre poeta que canta,

aquello que ve y se siente

que, a veces, le cuesta lágrima,

que conserves para siempre

limpia y pura la mirada,

que la sal de tu sonrisa

llene de luz tu palabra.

Cómo te diría yo

que la nobleza se gana.

Cómo te diría yo

que tengas la frente alta

y que pases por la tierra

honestamente, que vayas

con tu ternura llenando

a los hombres de esperanzas;

y señalando caminos

y alegrando con tu gracia.

Cómo te diría yo

que el bien se pierde o se gana.

Cómo te diría yo

a ti, flor de la mañana

por hermosura y mujer

en la dulce paz del alba;

a ti, mujer extremeña

de la bienaventurada

Región que crece y se goza

dentro del cuerpo de España.

Cómo te diría yo

que vale lo que se ama.

Cómo te diría yo,

si soy apenas un paria

que ha pasado por su mundo

como por el río el agua,

que al pasar hay que dejar

lo mejor que tengas para

ejemplo de los que vengan

detrás, los hijos, la raza:

que alguna vez de ti digan:

era mi madre una santa.

Cómo te diría yo

que el tiempo es algo que pasa

… … … … … … … … … … … …

… … … … … … … … … … … …

Pero tú, mujer, no pienses

en esas cosas … y ama.

Porque Dios a fin de cuentas

generosamente paga.

 

A CARLOS CORDERO [35]

 

Dime tú, amigo Carlos,

si ese Cordero

de tu apellido es Cristo.

Que yo lo quiero.

Que yo lo quiero, Carlos,

a ver si pace

en la yerba del alma

que me combate.

Amigo mío, hoy vienes

entero y vero

con tu libro de Vírgenes

el abrazo sincero:

es como yo te busco

Carlos Cordero.

 

JUAN RAMÓN JIMÉNEZ [36]

 

I

 

Eres, Juan Ramón Jiménez,

universo mío:

amar, padecer.

A ti porque Dios nos oiga

abriendo las puertas

del amanecer.

Porque tus poemas,

en mi campo-patria,

vuelvan a crecer.

Porque tus poemas

vivan y persistan

en mi acontecer.

 

II

 

Quisiera ofrecerte

un árbol supremo

de viento y laurel.

Aunque no dispongo

de mayores cosas

que un blanco papel,

donde voy vertiendo

lo poco aprendido

sobre mi mantel.

Aromas, veredas,

silencios, misterios,

aceras de piel.

Y dentro de casa

leyendo te vuelo

en tu cielo fiel.

 

QUIJOTE CON TORO EN PLAZA [37]

 

A Francisco Quevedo [38]

 

A Francisco Quevedo,

doloroso y aquejado,

hecho polvo enamorado

y torero de su miedo,

porque el toro se ha plantado

en este ibérico ruedo

lídiale para un enredo

y hazle faena de agrado.

Saca ya espada, que el toro

está pidiendo su muerte,

por ver si las muertes hartan

en esta arena de oro.

Y que Dios reparta suerte

cuando la piel se repartan.

 

A JUAN RAMOS APARICIO  [39]

 

Para Juan Ramos, mi verso

tributándole homenaje

de admiración y cariño,

de amigo y de paisanaje,

de compañero en las letras

y en el arte

por eso de ser maestro

y enseñar al que no sabe.

Mi Juan Ramos Aparicio

tan cordial como la tarde

que amorosamente lleva

siempre una luz por delante,

de poesía y de bondad,

para alumbrarte

el camino recorrido

y el que falta por ganarse:

ése que sólo consiguen

ideales caminantes

que marchan alegremente

codo a codo con los ángeles.

Este Arroyo de la Luz

vivo corazón de Cáceres

te hace Hijo Predilecto

y su luz es más brillante

más pura, más sensitiva

en su extremeño paisaje.

Y no estar como árbol solo

cuando se está entre los árboles.

Mi abrazo, querido Juan

apretado y entrañable

y a este pueblo que te honra

porque sabe él mismo honrarse.

 

VENGO A VERTE, A ESTAR CONTIGO [40]

 

Vengo a verte, a estar contigo

de voz a verso, juntos

entrañablemente juntos,

anudados en el tiempo.

Recordando lo que fuimos

lo que somos y seremos

fugitivos de la calle

y de calles prisioneros,

quijotes en una tierra

y sin molinos de viento

y esta gente que me asombra

cada vez más, compañero.

¿Será la vida un poema

que se queda floreciendo

en el dolor de corazón

como si fuese un enfermo?

Querido Luis, si poco sé

menos entiendo,

sólo cosas de poetas

que nunca comprenderemos

y si te pones a pensar

se te golpean los recuerdos

y es para volverse loco

el hombre que está más cuerdo.

Tú estabas en Badajoz

yo andaba de pueblo en pueblo

como el Juan que tú cantaste

al que le dolía los huesos

cansado de tanto andar

como si fuera pordiosero.

Después, estuvimos juntos

hermanados sentimientos,

cruzamos caminos

en el tiempo.

Una cruz me regalaste

fundiendo el amor con hierro.

Se agolpa toda mi vida

en un pequeño momento.

Querido Luis, cuántas cosas,

cuánto bendito misterio,

cómo maduran los árboles

el fruto fiel de tus versos.

Mira, todo se ha quedado

silenciosamente quieto,

una tierra abandonada

donde iremos.

Es posible que sigamos

a los ladridos huyendo,

el gallo no cantará

en la esquina del momento,

que la historia de esta tierra

hecha de estremecimiento

se la inventan unos cuantos

para sus bajos deseos

y el gallo dice que no

amanecerá de nuevo.

Pero, amigo Luis,

nosotros y éstos

que significan la vida

lucharemos contra viento y marea

en favor del extremeño

aunque tengamos que dar

la vida que poseemos

y tengamos que juntar

esta tierra con el cielo.

Mi querido amigo Luis

ya sabes lo que te quiero

no puedo ir hacia atrás

porque si no nunca llego

hay que seguir adelante

compadre mío, compañero,

y recoger la cosecha

que tú sembraste de versos

donde yo te busco siempre

y donde siempre te encuentro.

Otro día más despacio

sin tanta gente

de nuevo vendré a verte

mutuamente nos leeremos

nuestros versos.

Franciscano, hermano Luis

no nos faltarán proyectos

ni vino con qué brindar

ni brazos abiertos

como yo para ti

siempre los tengo

en la palabra del poema

en el silencio.

Ya lo sabes, Luis

con mis brazos abiertos.

 

A LUIS ÁLVAREZ LENCERO [41]

 

Amigo, Luis, debes estar contento

vas por nuevo camino a nuevo día.

Levanta con tu pena a la alegría

exactamente igual que un alimento.

Mira, contempla, tu descubrimiento,

asombro de pasión-melancolía.

Todo para el amor: fotografía;

acaso, eterniza sólo un momento.

Y si vuelves, amigo, aquí te espera,

siempre te espera, Luis, Jesús Delgado

de esta tierra que tiene su manera.

Extremeño, contigo, tierra parda

en esto de estar solo y de buen grado

y a gusto como burro sin albarda.

 

A DON JAIME ÁLVAREZ BUIZA[42]

 

A don Jaime Álvarez Buiza que siendo amigo

de JDV le puso un oficio -saluda- oficial.

 

Pues, con tu atento saludo

llegó la cultura a casa,

esto casi siempre pasa

si llega un libro a menudo.

Cuando ya de nadie dudo

ni tomo la vida a guasa

se vuelve mi sal, potasa;

y no desato ese nudo

hecho quizás de argamasa

y con la ley del embudo.

Un problema narigudo

de nula bondad o escasa.

El cariño es una brasa

queda rescoldo sesudo

donde la amistad se basa,

luz y paz, para la masa

del pan que como y que sudo.

En fin mi Jaime barbudo

yo no te mando un saludo

sino amor como una casa

y un abrazo cojonudo

-(El mundo redondo es guasa.

Nunca será puntiagudo)-.

 

LA CALLE DE DON RAMÓN [43]

 

«Como a hermano mayor

te saludamos».[44]

 

Calle, verso de humana certidumbre,

que goza amor cuando se ahonda cielo,

y si dudas conversas con desvelo

mientras paseas la pena de costumbre.

Contigo don Ramón por este suelo

hablando de cualquier incertidumbre

algún asombro que de pronto alumbre

oro de atardecer en desconsuelo

de gente que viene y va, el caminante

de todas las historias sin mañana

Ramón Carande de aquí y de tu Bética,

recordada campiña en la ventana

y hermosa flor de vida tan gigante

que recubre este pueblo que es mi Mérida.

 

A JOSÉ LUIS [45]

 

A José Luis que un día me trajo sus poemas,

a lomos de la revista Corcel, hace casi

cincuenta años.[46]

 

Cabalgando en un Corcel

desde Valencia venía

con, su «soledad callada»,

sonetos de la bahía.

Pájaro de la albahaca

flor de limón y poesía

para secreta palabra.

Hoy, como siempre, vivía

entre las hojas del agua

en tiempo que me envolvía

mi recuerdo se bañaba.

 

UN ÁRBOL, UNA CRUZ [47]

 

«Y colgué en los verdes sauces la música que llevaba»[48]

San Juan de la Cruz

 

I

 

Un árbol. Una cruz

espíritu del árbol

en la cima de la montaña

más alta, vista, vara de nardo

(Y San Juan sigue subiendo)

perfilada, donde cánticos,

donde música colgada,

donde vienen a comer los pájaros,

donde tiembla el hombre y sube

y baja calvarios.

Y solo San Juan subiendo,

subiendo. Nunca ha bajado,

siempre se queda el amor

en la cruz del desengaño

escondido en el silencio

del amigo no encontrado,

de la «música callada»

en el morir subterráneo

que va debajo del alma

amargamente minándonos.

Que la soledad sonora

anda de puntillas campo

y todo silencio es agua

para la sed de mi cántaro.

 

II

 

Un árbol solo. Una cruz

de San Juan enamorado.

De qué madera la hicieron,

de qué árbol,

de qué madera la cruz

de Cristo crucificado.

¿Es del árbol de la vida?

¿De muerte que se ha ganado?

¿De qué madera seremos?

¿De qué árbol la de santos?

La que llevamos la gente,

la que lleva el solitario.

Ese latido de tiempo

de tristeza apresurado,

palabras para el poema

que hace el verso de mi báculo.

 

III

 

De qué madera será,

de qué árbol

cuyo fruto se quedó

en cualquier celda olvidado.

De qué madera será

la cruz de tanto cansancio.

De qué madera sería,

de qué árbol

la de San Juan de la Cruz

que fue poeta y fue santo.

 

NOTAS 

[1] Se trata de alabanzas y peticiones cantadas que las mujeres de Gata (Cáceres) dirigen a su Virgen del Puerto en la ofrenda anual de flores. Los ramos están formados por series de doce cuartetas (la mayoría, asonantadas). FAC 1940-1946, cuando JDV estuvo en aquel pueblo cacereño ejerciendo de maestro.

[2] Ed. ABC. FAC 1949-1952, porque son publicadas junto a “Canción del hijo pródigo” (PROEV). En 1974, JDV envió al alcalde de Jerez de los Caballeros un poema con el título de “Canciones” para el programa de Ferias, que formó con las dos primeras estrofas de “Otras canciones” (poema transcrito a continuación) y las estrofas I, IV, VII, IX y X del poema que nos ocupa. PMA, TI, SD, APJDV: “Me asomé de noche al río / y allá, en el fondo, veía / como una paz se encendía / de peces y escalofrío. / Yo en el Guadiana moría. / Yo en el Guadiana moría / sin saberlo, que es lo mío”. FAC lustro de 1960-1965 cuando JDV residió en Mérida.

[3] Estos versos recuerdan otros del poeta hindú Rabindranat Tagore («¡Corazón mío, silencio, / que estos árboles rezan!»), cuya sensibilidad fue muy apreciada por JDV.

[4] Los versos de la V parte de este poema aclaran el contenido de El secreto de los árboles de JDV.

[5] FAC 1949-1952, por las razones que se apuntan en la nota del poema «Canciones».

[6] Título de la letra de una canción que JDV escribió para el grupo folk Adarve, dedicada a José María, componente de este grupo que desgranó sus canciones de la tierra en numerosos escenarios de Extremadura, durante el segundo lustro de la década de los 70 y el primero de los 80. FAC 1979, cuando JDV se retira de la política y compone letra de canciones.

[7] Esta canción ha sido editada en la contraportada del libro Historia del Liceo de Mérida (1901-2001) de Fernando Delgado Rodríguez, hijo de JDV (Mérida, Boysu, 2001). CMA, APJDV con esta anotación: «Agrupación Folklórica Independiente ‘Los arrieros’ de Castuera» a la vuelta del folio, de lo que se deduce que esta canción ha debido ser interpretada por el grupo folklórico citado. FAC a partir de 1983, año cuando Mérida fue designada capital de Extremadura que, como tal, se cita en los dos últimos versos.

[8] PME, FCH 19-10-88, APJDV. La dedicatoria es otra muestra del aprecio que JDV sintió por este estudioso de la literatura de autores extremeños, al que dedicó la segunda parte de Un árbol solo e incluyó en la despedida de Huir.

[9] Canción popular de Alconchel, pueblo extremeño situado al lado de Olivenza en el suroeste de la provincia pacense junto a la frontera portuguesa y cerca de Santo Domingo de Olivenza. Aquí JDV adquirió una casa para retirarse y descansar lejos del ajetreo de la ciudad. Posiblemente la oyó cantar en alguna visita al pueblo.

[10] CME, FCH 1-9-79, APJDV. JDV creó la letra de esta composición musical para presentarla a un certamen convocado por la Junta de Extremadura con el fin de proveer a la región de un himno. La música es de Pablo Romero Aradillas.

[11] Himno del Club Deportivo Badajoz que, según  Manuel Pérez Lozano, consejero del Club, se presentó el 12-4-81 en el estadio El Vivero y fue cantado por José María Obreo con música de Pablo Romero Aradillas. FAC comienzos del año 1981. El hecho de que JDV compusiera este himno muestra su carácter polifacético y su gusto por este deporte, que lo llevó a ser cronista deportivo en alguna ocasión y a escribir sobre él («El balón», Hoy, 14-9-85).

[12] CME, SD, APJDV: Cambia el tiempo verbal en los vv. 2 y 4 del estribillo: «[…] / que su nombre llevamos con honor, / […] / la defendemos con ardor».

[13] Ed. programa de su presentación en Santa Marta de los Barros (Badajoz) el 22 de diciembre de 1990. El autor de la letra es JDV y el de la música Juan Pérez Ribes.

[14] Ed. Alcántara (Cáceres, nº 12, 1947) con motivo de la muerte de Tomás Martín Gil (2-9-47). El poema muestra el dolor que JDV sintió por la muerte de su maestro (fue su profesor) y amigo (fundaron la revista Alcántara). Además, JDV apreciaba su gran interés por Extremadura pues, aunque Martín Gil estudió Ciencias Exactas, mostró un enorme aprecio por la Arqueología hasta el punto de ser nombrado miembro de la Real Academia de la Historia. Póstumamente fue editada una selección de sus artículos sobre temas de Extremadura con el título de Motivos extremeños (1968).

[15] HR, SD, APJDV. FAC años 50 cuando fueron frecuentes las Fiestas y Juegos Florales.

[16] Ed. Alcántara (Cáceres, nº 102-104, 1956). El «trascacho» era una reunión literaria que fue creada en Badajoz por el escritor Arsenio Muñoz de la Peña y el periodista Antonio Santander de la Croix. Se celebraba en la taberna «El miajón de los castúos» de la calle Manuel Cancho Moreno. El primero se produjo a mediados de los años 50 y fue dedicado a Álvarez Lencero, Delgado Valhondo, Manuel Pacheco y Rodríguez Perera. La conexión de este trascacho con otros de España puso a JDV en contacto con los trascachistas de Barcelona a quienes dedica este poemilla.

[17] Ed. Gévora (Badajoz, nº 40, 29-2-1956). Juan Luis Cordero (Cáceres, 1882-1955) fue periodista, escritor y poeta. Su pundonor lo llevó a un acusado ascenso profesional, a ganar premios poéticos, fundar revistas y escribir bastantes libros de poemas como los titulados Mi torre de Babel, Clara Luna y Hojas del árbol caído.

[18] Esta nota del poeta muestra la estrecha relación que mantuvo con estos dos íntimos amigos de Cáceres.

[19] Ed. Hoy (Badajoz, 28-6-56) y Alcántara (Cáceres, nº 105-107, 1956). JDV ganó estos Juegos con el poema «Cantando a Extremadura. Cielo y tierra» (“Canto a Extremadura”, transcrito en “Y otros poemas”). Este poema y el siguiente fueron escritos por JDV para el acto de entrega de los premios, donde el poeta ganador debía hacer un elogio de la Reina y de las Damas del certamen.

[20] Tres años antes JDV había editado su primer libro de relatos titulado Yo soy el otoño (1953). Esta estrofa, donde se incluye una expresión idéntica (v. 3), ayuda a comprender el significado del título y del contenido del libro.

[21] Ed. Hoy (Badajoz, el 28-6-56) y Alcántara (Cáceres, nº 105-107, 1956, junto al poema anterior).

[22] PMA, SD, APJDV. El título se refiere a un homenaje dedicado a Pío Baroja, que se celebró en la biblioteca de la Económica de Badajoz. JDV participaría con este poema desde su retiro de Zarza de Alange, como se deduce de su final, porque apreciaba la concepción existencial y el dolor por los desfavorecidos del autor de El árbol de la ciencia. FAC próxima a la de celebración del citado homenaje (7-2-57).

[23] RO: Estos dos versos eran cuatro. RD: JDV los suprimió por su escasa calidad y los sintetizó en otros dos más líricos.

[24] PMA, SD, APJDV. FAC primer lustro de la década de los años 60 cuando JDV residió en Mérida y mantuvo una grata relación con este médico emeritense (de esta época es el poema «Las siete de la tarde» de El secreto de los árboles, que JDV también le dedicó a Sanabria y a su mujer).

[25] PME, SD, APJDV. FAC 1961-1969, por el contenido del primer versículo que es parecido al de las dos primeras estrofas del poema «Meditación ante un amigo muerto» de Aurora. Amor. Domingo (1961) y el contenido del tercero que remite a esta época. JDV conoció a César Vallejo (1892-1938), autor de Los heraldos negros, Trilce y Poemas humanos, a través de la lectura de la Antología de la poesía española e hispanoamericana (1882-1932) de Federico de Onís (Madrid, Centro de estudios históricos, 1934).

[26] «entrillar» significa «aprisionar oprimiendo».

[27] Dedicado a María del Carmen Morlensín, reina del II Certamen poético-literario de la barriada de San Fernando de Badajoz (1969), del que JDV fue mantenedor con un discurso (ed. Boletín municipal, 1969) que coronó con esta dedicatoria: «En ti, oh reina de estas fiestas, reina de la belleza, que representáis a la mujer pacense en su más alto grado». En la mitad introdujo un  fragmento del «Romance del prisionero» y un poemilla referido al Tajo: «Si Garcilaso en tu fondo, / guerrero sueña en Italia. / Si Garcilaso poeta, / río en cielo, llora y canta. / …………………. / ……………… / (Hierro y pluma van nadando / y el corazón en el agua)».

[28] En este verso y en el anterior se puede comprobar que JDV no olvidaba sus preocupaciones trascendentales ni siquiera cuando elaboraba un poema de circunstancias como éste.

[29] PMA, NMA: “Badajoz, 5 de junio 1970”, APJDV.

[30] Ed. Poesía hispánica (Madrid, nº 275, 1975) y Poesía (1988, p. 364). JDV también apreció a Manuel Machado, porque consideraba que tenía un valor parejo al de su hermano: «Manuel Machado nació un año antes que Antonio. Y un año antes que Antonio publicó su primer libro. […] Manuel Machado se sacude pronto esta especie de atmósfera [la modernista] y vuelve -si alguna vez fuese ido- a su gracia musical, a sus emociones, al aroma de la tierra y del aire de Sevilla. Elegante. Hondo. Popular. ‘Siempre profundamente andaluz'» («Manuel Machado: A cada uno lo suyo»: Hoy, 26-2-92).

[31] PMA, SD, APJDV. FAC segundo lustro de los años 70, cuando Antonio Sánchez debió recibir su homenaje. JDV tiene un relato titulado «Calle adelante» (Alcántara, nº 39, 1951).

[32] Fue un médico de Badajoz con afición por la cultura, que hacia 1950 puso a JDV en contacto con el poeta Julio Mariscal Montes del grupo Platero de Arcos de la Frontera, lugar de donde era natural Antonio Sánchez. Enseguida el poeta gaditano dedica a JDV el poema «Cangilón» (Poesía, p. 383), lo invita a participar en la revista Platero y establece una relación epistolar y personal con JDV, cuando éste viajaba a Cádiz para examinarse del segundo curso de practicante en Medicina y Cirugía. La nota del poema explica el motivo de su composición y de su contenido.

[33] PME, APJDV. Fue escrito por JDV para participar en el homenaje póstumo que se le dedicó al poeta Francisco Rodríguez Perera en su pueblo, Villanueva del Fresno, el 23 de abril de 1976 (FAC).

[34] Ed. Alcántara (Cáceres, nº 197, 1979).

[35] PMA, APJDV, dedicado por JDV en la Navidad de 1980 a Carlos Cordero, maestro de Guadalupe (Cáceres), con el que mantuvo una relación amistosa. Cordero en agradecimiento le dedicó póstumamente el poema «Esa figura ya desdibujada» (Badajoz, Kylix, nº 29, 1993).

[36] Ed. Manxa (Ciudad Real, nº 14, 1980), Gaudeamus (Zaragoza, 1981) y Poesía (1988, p. 370). JDV editó este poema en la revista zaragozana por mediación de su director Alberto Montaner Frutos, nieto de Eugenio Frutos. El aprecio de JDV por el autor de Diario de un poeta recién casado, le venía desde que leyó su obra poética y se sintió impresionado por su honda emanación y su mundo poético. En el artículo titulado «Moguer de Juan Ramón» (Hoy, 16-8-81), JDV transmite la profunda emoción que le produjo visitar su casa.

[37] Ed. Manxa (Ciudad Real, nº 14, 1980) junto a «El cerdo», «En la corriente del río», «Invierno» y «Soledad» y en Poesía, 1988, pp. 366-368.

[38] Dedicado al autor de El buscón y los Sueños, pues el contenido de este poema muestra una preocupación semejante por la situación del país a la que el poeta barroco expuso en poemas como el soneto «Miré los muros de la patria mía».

[39] Enviado el 27-3-82 a su amigo Juan Ramos Aparicio, para participar en su nombramiento de hijo predilecto de Arroyo de la Luz. Es poeta (A solas con mi alma, 1955) y tiene artículos a JDV como «La extremeñidad y simpatía de Jesús Delgado Valhondo» (Extremadura, 2-7-79). RO, CMA, APJDV: “quiero rendirte homenaje / de pleitesía y cariño, (vv. 2-3), “cordial como dulce tarde / en la amistad amorosa / de una luz que delante / lleva poesía y bondad / inmensa para alumbrarte” (vv. 10-14), “los caminantes” (v.18), “que marchan junto a los ángeles.” (v. 20), “en el costado de Cáceres” (v. 22), “en extremeño paisaje. / Y no estar como árbol solo / entre los árboles” (vv. 26-28). RD: Está más ajustada con los cambios introducidos por el poeta en los versos citados.

[40] Poema ST, TPV, grabado en cassette por la Cadena SER en Mérida. JDV se lo recitó a Lencero en el homenaje, que se le ofreció en su taller de forja en 1983, cuando ya se encontraba muy enfermo. Poco antes de comenzar a recitarlo, JDV le advierte a Lencero que se trataba de una reconstrucción de memoria de la RO, que se la habían estropeado con agua.

[41] PME, SD, APJDV. FAC 11-6-83, fecha del entierro de Lencero en Badajoz.

[42] Ed. Árrago (Badajoz, año I, nº 2, 31-5-2000) con la aclaración: «Poema inédito (y manuscrito) de Jesús Delgado Valhondo», FCH 9-10-85.

[43] PMA, SD, APJDV. FAC próxima al 21-3-88, cuando se le concedió una calle a Ramón Carande en la barriada de La Argentina de Mérida. Este intelectual (Palencia, 1887-Badajoz, 1986), padre del escritor Bernardo Víctor Carande, fue catedrático de la Universidad de Sevilla y residió largas temporadas en Almendral (Badajoz). Su labor de investigación sobre temas históricos-económicos se hizo famosa con la edición de su libro Carlos V y sus banqueros.

[44] Es una muestra de admiración por un intelectual que, aunque era de fuera, se sentía extremeño.

[45] Ed. Poemas del Homenaje-3, que fue dedicado a José Luis Cano por la Colección Portus Albus de Algeciras en 1991.

[46] La revista valenciana Corcel fue fundada en noviembre de 1942 y dirigida por Ricardo Juan Blasco. Se gestó en el bar Galicia donde se reunían Pedro Caba, Juan Cots, Pedro Sanjurjo, José Luis Hidalgo y José Hierro. JDV, como dice en el poema, conoció a José Luis Cano por unos poemas que editó en el primer número de la revista Corcel con el título de «Sonetos de la bahía» (1942), denominación con la que juega en el cuarto verso del poema. JDV, que se puso en contacto con José Luis Cano a través de Pedro Caba, le dedicó además el poema «La cicuta» de la ROEV.

[47] Ed. A San Juan de la Cruz. IV aniversario de su tránsito, Badajoz, Kylix, nº 21, 1991.

[48] vv. 11 y 12 del romance «Super flumina Babylonis» del poeta carmelita.

 

Fotografía cabecera: Alcazába árabe de Mérida

Poemas de carácter existencial

III

Y OTROS POEMAS

POEMAS DE CARÁCTER EXISTENCIAL

POEMAS EN CANCIÚNCULAS [1]

AMOR [2]

«De Bécquer a mí»[3]

I

¡Tus manos entre las mías!

manos blancas[4]

y finas.[5]

Yo besaba la punta de tus dedos

y tú a mi ingenuidad

le sonreías.

II

Al oído te decía,

con un misterio muy grande,

que te quería.

Era caliente mi aliento.

Tú murmurabas: -muy bajo,

dime muy bajo el secreto-.

Se iban cerrando tus párpados,

-yo sé por qué-, tú sin embargo

decías que era de sueño.

III

En tu boca me ofreciste,

como una fruta madura,

todo el amor que podías.

Prometí cederte el mío,

pero en el fondo de mi ser sólo se oía

una voz orgullosa de hombre loco:

-¡eres mía, eres mía, eres mía!-.

NANA [6]

«De Bécquer a mí»[7]

No pidas amor ahora.

Duérmete.

No pidas amor ahora.

Duerme con sueño tranquilo,

como sueña la amapola,

al sol, al viento, al olvido.

Deshójate en la aurora

por tu poder. Sé tú. Siéntete

a ti misma sola,

luego quizás te amaré.

Cuando se haga la noche

en ti. Cuando todo esté tranquilo,

¡quizás pueda ser entonces

de tu corazón dormido!

No pidas amor ahora.

Duérmete.

ALBA [8]

l canto de los grillos hacen temblar las estrellas

y los pozos secos.

Las hojas de los árboles se enteran de todo

y vibran como dedos, ……

-(Los lirios ya no están, se fueron para siempre

se fueron)-.

El horizonte incansable lanza manadas

de cuervos

-(¡Se despiertan tan temprano

los pájaros negros!)[9]

El cielo tiene las hojas de los lirios,

de los lirios muertos.

Huele el campo a campo y la flor a flor

y los árboles a viento,

(La noche queda dormida en el fondo

de los pozos secos).

MI PIE DESNUDO [10]

Nadan uvas en el río

que llevan trozos de luna.

Nadan ojos que me miran

y no me verán nunca.

Bebe el aire en las olas

(mi cuerpo es el aire …)

la virginidad del río.

Mi pie desnudo te siente

arena, sol, tarde, agua.

Mi pie desnudo te siente

como un trocito del alma.

SONRISA [11]

¡Qué mundo tienes, hombre,

metido en la cabeza!

Tu alma no es el sobre

de tu corazón …

(Sonrisa de cobre frío

entre dientes de cobre).

POEMAS DEL BORRADOR DE PULSACIONES [12]

Y LA SOMBRA DE LOS ÁRBOLES SE ALARGABAN [13]

Y la sombra de los árboles se alargaban.

Para dar más paz al campo, para hacer del campo un muerto

todas las fibras callaban.

Allí el jardín, aquí el olor de sus flores y el huerto

del amor. La hierba verde brillaba.

Tenía cerca, muy cerca de mí, un ciprés yerto.

La luna se deshace al llegar la madrugada.

Eché mis cuentas de la noche: solo en ti, solo en ti yo meditaba.[14]

ALMENDRO [15]

…… Y fue la luna de enero

que quedó su plenilunio

clavado en tus ramas secas

como una cifra de ceros.

De ceros que florecían

en la yema de tus dedos.

…… Y fue la nieve cogida

por las manos del almendro;

plumas de blancas palomas

mensajeras de luceros.

Canas de Dios enredadas

entre ramas y entre viento.[16]

…… Y son tus flores la blanca,

la blanca luz de los cielos.

Te respiro candorosamente pura

en el hojal del invierno.

En mis sentidos te siento

primavera primera de almendro.

El campo pone la mesa

y en la mesa un gran florero.

SAN JOSÉ

San José mira la vara

que le retoña en el aire.

San José nota que el día

florece más en la tarde.

El Niño Jesús lo llama,

mirando su cara, padre.

Él lo lleva de la mano

por un marzo petulante

de flores, nidos y pájaros;

de nervio, venas y carne.

¡Al Niño cuando fue hombre

marzo le bebió la sangre!

LIRIOS

Las campanitas del cielo

se cayeron en el campo.

El rocío le dio lágrimas

antes que tuvieran llanto.

Es mar azul y dormido

que Dios le tiende su manto,

la pradera de los lirios

¡Qué lago del camposanto!

CARRERA

De flores, aires y cantos

me voy hacer un collar

y después voy a pisar

teniendo descalzo el pie

en una carrera cruel

todas las flores de abril.

ROSAL

¿Por dónde ha entrado

la primavera en las ramas del romero?

¿Por dónde se fue el noviembre

que latía en el ciprés?

¿Por dónde entró en mi corazón podrido

este ardiente deseo de amarlo todo?

…. Y estaban llenas de besos de ángeles

-coros de color, gritos en coro-

las ramas de los rosales.

OTOÑO EN MI PRIMAVERA [17]

¡No sé por qué reías

si yo, otoñal ya, te hablaba en serio!

Tú creías que sólo para ti las flores florecían

que no tenía flores dentro de mi cementerio.

Debajo de mi solapa aún palpita

el corazón, en los dedos lo siento

cuando pongo la mano como invita

el estilo de hidalgo de otro tiempo.

Escucha, escucha atenta mi poesía

y que en tu oído sea huracanado viento.

¿No ves cómo la noche guarda al día

y al mar el caracol, donde llevaba el cuerpo?

Que tus ojos se cierren en los míos

al contacto caliente de mis versos

y tengas en la médula el frío

tembloroso de la emoción del beso.

Mi corazón palpita todavía

en el fondo arenoso del chaleco.[18]

(Pero, ¿qué digo? ¿Que mi corazón por ti latía?

Pues no señor, no era eso,

lo que sonaba es el reloj que yo había

heredado, hace tiempo, de mi abuelo).

MI CALAVERA

Hoy sin falta me encargo

la radiografía de mi cabeza,

quiero ponerla en mi despacho

que presida el trabajo sobre la mesa.

Hoy, sin falta, tendré las cuencas de los ojos

sin postales de paisajes y sin lágrimas,

mirando en el vacío, su vacío,

también habrá una sonrisa amarga

interminable, de granito, de cobre frío,

triunfando sobre la misma muerte

sobre mí mismo.

LUTO [19]

Yo tenía, como cualquiera,

un sombrero y una flor.

Al sombrero el viento se lo llevó.

La flor la fui deshojando ….

Ahora sólo me queda

el dolor en los dedos de la mano,

y una cinta negra

que me aprieta en el brazo.

PANORAMAS EN LOS CRISTALES. CUADROS [20]

Panoramas en los cristales. Cuadros.

Postales de colores. Tarjetas de soldados.

Árboles, montes, valles y huertos

en mis ventanas pintados.

Echo las persianas y cierro las puertas,

me encaro con los libros

que tengo en el despacho.

Novelas, novelas, novelas y versos

Historia, Filosofía, Críticos literarios …

………………………………………………….

Me ahogo entre tantos libros disecados

y vuelvo a abrir las ventanas para que entre

en mi habitación el campo.

PARDO, VERDE, AMARILLO [21]

Pardo, verde, amarillo

en el fondo del tambor.

Le da color a la tierra

el arado, la lluvia, el sol.

Tiene el campo remiendos

hechos por el labrador.[22]

ABRÍ TU BALCÓN Y MIRA [23]

Abrí tu balcón y mira

lo que tú creías un nudo

de la tarde con el sol,

es nido de golondrina

con cuatro picos agudos

en un solo corazón.[24]

HERIDO EL HUMO DE CHIMENEA [25]

Herido el humo de chimenea,

derrama sangre en los tejados,

globos de aire, las campanadas,

globos en el vacío de aletazos de pájaros.

En los cristales de mis gafas

golondrinas afilan su canto,

se deshoja, como una margarita,

la cigüeña volando.

Palpita el corazón de la tierra

dentro de un pecho de barro.

DENTRO DE UNA NUBE …

Dentro de una nube los pájaros cantan

y los olivares se deshacen en niebla.

Un tren pasa

como aguja que cose la tierra.

Las nubes, las hojas, el campo …

un momento callan,

y mi alma tiembla.

QUÉ PEQUEÑO ME ENCUENTRO CUANDO SIENTO [26]

Brindis desde aquí a mi gran amigo L. Mejías[27]

Qué pequeño me encuentro cuando siento

suspirar las estrellas en el cielo;

el alma va creciéndose en sí misma

y se seca como una hoja el cuerpo.

La noche debe ser el día de rodillas,

vestido de luto por el sol que ha muerto.

Por no ponerme triste me iré a casa

y haré a la luz eléctrica mis versos.

¡Que no quiero morir, es aún temprano!

¡Que se le rompa el reloj al tiempo!

¡Vivir, vivir, vivir y estar como yo estoy

tan alegre, tan dichoso, tan contento …

porque mi corazón palpita todavía

en el fondo arenoso del chaleco![28]

PUEBLO

Tan bonito, tan sereno.

Con sus casas, de geometría,

de cartón, de viento.

-(¡No parecía pueblo!)

Alacenas, con papeles de colores,

con mohoso silencio,

con olor a campo en embutido.

-(¡No estaba allí el corazón del pueblo!)

Tan limpio, tan bello,

como si Dios hubiese allí quedado

cristales al evaporar su aliento.

Dormía, soñaba, como sólo es capaz

de dormir y soñar un pueblo,

con la cabeza apoyada

en el cementerio.[29]

OTRA VEZ LA SOLEDAD [30]

I

¡Déjame en mis insomnios recordar!

No vengas como esta noche

con ese traje negro,

                               soledad.

¡Deja ya a mi compañera

dormir con serenidad …!

¡Mientras estemos los dos

no debes de venir más!

II

Si estoy solo, te deseo.

Con alguien tengo que hablar.

Pero, por Dios, no traigas

ese reloj en la mano

                                soledad,

(que suena a corazón de teatro

a corazón de metal).

DOMINGO DE RESURRECCIÓN [31]

Todos los pájaros se han citado

a comer en el cielo este domingo.

Se deshace en niebla de ceniza

la copa verde del olivo.

El sol al aire gris de la mañana

intenta pintarse de amarillo.

En una nube blanca navegan

cantando los pájaros a gritos.[32]

NOCHE VIUDA

Una cueva,

y más allá las flores, (si las hay), están a oscuras.

Yo entré sin luz en la mano, el corazón apagado

y el alma muerta (¡y bien muerta!) de ver un cielo sin luna.

Me acariciaba sensualmente las espaldas

y los hombros, (loca y en plena locura),

esta noche toda ciega, toda en duelo,

con su voluptuosidad desnuda.

Se le había muerto el día y la enterraron

aún con vida porque se quedó viuda.

CLAVELES

¿Que entran las flores en el cantar del campo

que su olor le emociona y tienen un temblor

flotante en sus hojas, una idea secreta

y sensibilidad de mujer rodeando su color?

¿Qué sentirán las flores en el silencio del campo

cuando el oído sobra y sólo quedan ojos

que huelen lo que ellos van creando …?

¿Y en la ciudad, qué pensarán las flores en las manos

en las manos abiertas del sol?

¿Qué sentirán los claveles rojos en mi ventana

que por sentir han puesto al aire el corazón?

EL CUERPO EN EL CAMPO. LOS OJOS EN EL CIELO [33]

Mensaje a L.F. para el más allá.[34]

I

El cuerpo en el campo. Los ojos en el cielo.

Los perros (feroces perros) mordiendo mi carne

que cortan a trozos y comen deprisa

detrás de los árboles.

En la boca llantos. En la boca risas.

Los perros palpan mi corazón, lo huelen y lamen,

y por fin -(fruta de venas)- me clavan sus dientes

de finos puñales.

Se abren mis músculos. Se abren las fuentes.

Entre la hierba los coágulos de sangre

parecen amapolas viejas y secas mordidas por labios

por labios que arden.

II

Despierto estoy. Mis ojos sin engaño

me ven, me tiran, me contentan. ¡Estoy despierto!

Aún siento, amigo del alma, dónde estuvo sembrado

y floreciendo el cuerpo.

No recuerdo bien todos mis pasos,

¡ni siquiera recuerdo bien todos mis besos!

Pero sé que vivo aunque a las sombras

alumbren ya mis huesos.

DESNUDÉ NO SÓLO EL CUERPO SINO EL ALMA [35]

Desnudé no sólo el cuerpo sino el alma

en la lluvia de agosto ya maduro.

Se llenó mi corazón con agua clara

(mi corazón maduro).

El tiempo de mis ojos se escapaba

resbalaba por mis nervios y caía

y su sombra era una sombra blanca

-(el tiempo se moría)-.

Mi sangre se vertía loca en la mirada

y las lágrimas se hacían en mis ojos

porque mis labios besaban a la nada

(la alegría se vistió de rojo).

EL VERSO [36]

A Manuel López Robles[37]

Despertaban las estrellas

al sonido de mis pasos.

Tienen sueños las hojas

bajo la sombra del árbol.

Y se ha quedado, todo

sin voz, sin ojos, sin manos.

Vuelven a oírse pisadas

en el olor del campo

de las estrellas que aún

se encuentran parpadeando.

(La palabra se murió

y quedó el verso flotando).

EL OLIVO

(mi Oración del Huerto)

El tallo del olivo es tierra del llanto

ya seca por el viento. La sombra

siempre tiene viva forma

que comulga mi ánimo.

La copa me ofrece en sus ramos

el sabor gris de la tristeza

y me invita a reposar, y el cerebro reza

la oración de los treinta y tres años.

Se va la vida pero queda el olivo,

tierra sobre tierra, de tierra el corazón

dirá mañana a todos, no exento de dolor,

que yo he llorado un día …

(que yo he llorado un día

y he besado su tronco al recordar a Dios).

SE HIZO ASÍ RUINA LA NOCHE

Los árboles se hicieron piedra dura,

cuando la noche tocaba la oración.

Ante el silencio blanco de la luna,

la montaña enseña a su dolor.

Se alza un monasterio de campo

con murallas sonando a perdón.

Mis manos cruzadas sobre el pecho

tenían en los dedos corazón.

Un ciprés ha salido a mi mirada.

Una cruz en las espaldas de Dios.

El fraile que en mí latía ha despertado

y pasea los siglos que durmió.

(A latín huele la hierba y el tomillo.

Mi alma en mis labios sabe amor)

Pasa una sombra con capuchón calado

y me dice: «Morir, hermano, habemos»;[38]

yo le digo: «Hermano, adiós, …

que yo de morir no hablo

porque las estrellas ya tocan a sol».

SE MURIERON LAS FLORES, Y EL JARDÍN [39]

Se murieron las flores, y el jardín

se convierte en camposanto,

Han huido los niños y los pájaros, …

y los pájaros ………………….

Han hecho una cruz, una cruz,

una nube y un árbol.

POEMAS DE LA REDACCIÓN ORIGINAL DE LA ESQUINA Y EL VIENTO [40]

DOLOR [41]

Quien aquello te decía

no era yo;

quien te miraba y miraba

no era yo,

porque yo no te veía.

Quien te hablaba de la vida

y del amor,

no era yo;

era más viejo que yo

y yo no te conocía:

         -¿dolor?-

Dolor o melancolía.

CIEGO [42]

Ciego:

por sentir al corazón palpitando

eterno, puro mío.

(Mi corazón, el reloj,

que sabe pegarle al tiempo).

Se acercan las cosas

que se iban con los ojos abiertos.

Tengo metido un pájaro, pío, pío, pío …

en el cerebro.

Una lluvia de estrellas

en mi universo.

Murmura oraciones

todo lo que llevo roto,

lagrimoso,

viejo,

metido entre pecho y espalda,

entre ceja y ceja,

entre alma y cuerpo.

(El reloj en un mundo

vacío, suave, seco).

Cierro los ojos: ciego.

Mi corazón, el reloj

en el fondo cariñoso del chaleco.

DÍA DE OTOÑO [43]

Unido siempre a mí, como destino

de luz sin luz, noviembre, tan humano,

tan humano[44] que fuiste como hermano

de esta piel que nos cierra tu camino.

Vivir la muerte en ti será mi sino,

ser en tu vientre el roce del gusano,

tenerte yo, noviembre, en esta mano

y beberte el silencio que adivino.

La flaqueza del vivir sostengo

entre los dedos del dolor ya mío

para el recuerdo puro en que me vengo.

Este día de otoño negro y frío

nadie podrá robarlo, que lo tengo

en la sangre gozando escalofrío.

COXALGIA [45]

La vida fuera, tras de los cristales

que encerraban mi cuerpo desvalido,

geografía sabida en su latido

ignorando la playa de mis males.

Horas pasan cercanas y fatales

royendo mi coxalgia y mi quejido,

entrega de momento dolorido

al canto de los cuervos ancestrales.

Cuando apenas siete años sostenía

sólo dolor y podredumbre ahogaba

mi despertar doliente a la alegría.

En la pierna la llaga me rezaba

terror de mi niñez y donde un día

Dios infinito entre mi pus brotaba.

LAS ESTRELLAS IMPALPABLES QUE VAGAN POR LA LUZ [46]

A Pedro de Lorenzo[47]

Me sangra la mirada en los espinos

que por los aires incesantes vuelan

en células de tierra que las velan

espíritus de vinos.

Espíritus de flores apagadas

que ven los ojos por detrás del ojo

en estrellas de alcohol que yo deshojo

casi mortalizadas.[48]

Tamiz el cielo de planetas leves

con polvo de metal me está cubriendo

el ansia sideral que estoy sintiendo

cuando en mi cara llueves.

Cal escapa de su esqueleto libre

como lágrima al viento que derrama

la vegetal cintura de la llama

para que eterna vibre.

Consumidas las aves en sus vuelos

son estrellas de luz que apenas roza

la mirada que eternamente goza

vaguedades de cielos.

Las hojas impalpables y amarillas

de este cuerpo ya muerto y no nacido

por las rizadas aguas del olvido

que rezan de rodillas.

Nos conducen tumbados (¡Hombres cero!) [49]

la tierra en sus espaldas por caminos

de las tres de la tarde en peregrinos

de envejecido cuero.

En barro primitivo nos quedamos

donde los nervios de los siglos pasan

por caminos que jamás amamos

con estrellas que abrasan.

En estrellas de clavos para herirnos

miradas turbias que definen lazos

en pasión alargada de los brazos

y sin ellos morirnos.

EL MAESTRO EXPLICA LAS VÍAS DE COMUNICACIÓN EN LA ESCUELA [50]

¡Un camino es una cuerda

para atarse el mundo al suelo!

Hay un camino en el cielo

para que nadie se pierda.

Rabiosa loba que muerda

la entraña. Ya no hay consuelo

para quien devora el celo

de un camino que recuerda.

Los niños doran la palma

del silencio. Confusión

dentro de su misma calma.

¡Un camino es la pasión

que tengo atada en el alma!

(Sólo oigo al corazón).

EL MAESTRO COMIENZA EXPLICANDO LAS NUBES Y TERMINA CERRANDO LOS OJOS [51]

Se espuma el aire y son nubes

volando olas, aves blancas …

Se van -adiós-, otras vienen

y constantemente pasan.

Se buscan, funden y se alejan

peregrinas, solitarias,

huelen mundos en estrellas,

juegan sus formas estatuas.

Pasan las nubes. Otoño

va desletrando[52] palabras:

camisa robada al mar;

puntillas, voces del agua.

Otras nubes van y vienen

-espuma, sueños del alma-

se congelan y su lluvia

me riega el dolor con lágrimas.

NO ES EL SOL [53]

No es el Sol,

es una ventana abierta.

¡Si lo sabré yo!

Es la ventana que tiene

para ver el mundo Dios.

Como yo,

que para ver al mundo asomo

mi corazón.

Como yo,

que entre la risa y saludos

quemo solo mi dolor.

Todo es azul y en el medio

la ventanita de Dios.

Los codos en la ventana,

como yo.

EL NACIMIENTO [54]

A mis sobrinos Juan Diego

y Luis María Delgado Bayo[55]

I

Poned el musgo verde

cernida harina,

el pastor y la oveja

que peregrina.

Y haga de río

el cristal bajo el puente

del caserío.

II

Ya la mula y la vaca

presienten flor.

¡Y su aliento calienta

con tanto amor!

Venid rezando

que sobre la paja carne

de Dios nevando.

III

La estrellita de plata

temblar quisiera,

ser en la noche oscura

blanca bandera.

José decía:

«Ya tenemos un niño,

Virgen María».

IV

Van cantando zagalas

por el sendero.

Van diciendo los niños:

«¡Cuánto te quiero¡»

Alba a caballo

que a diciembre le salen

flores de mayo.

V

Sobre todo ha quedado

silencio y sueño;

el Nacimiento solo,

duerme su dueño.

Por los caminos

Reyes Magos, pastores

y peregrinos.

VI

El cristal tiene gotas

del agua fría.

Levántate mi vida

que viene el día.

¡Corre al momento

a ver si andan los Reyes

del Nacimiento!

VII

Abre luz la mañana

como una bomba.

¡A cantar villancicos

con la zambomba!,

que está en el suelo

para que tú le cantes

el Rey del Cielo.

CANCIÓN DEL PASTOR [56]

A mi hijo Fernando[57]

El borrego se hizo nieve,

la mano nieve sosiega,

alegría el alma juega

bajo la pena que llueve.

Lirio de azules se riega,

tiembla todo y se conmueve,

apenas luna se atreve

entre el riachuelo y la vega.

Que ha nacido, porcelana,

detrás de la noche en criba

el ámbar de la mañana.

El aire en abeja liba

entrañas que el mundo gana

en un Dios de carne viva.

DIOS [58]

En las cosas, oh Dios, ayer estabas,

tu aliento denunciaba tu existencia.

Tierno en el aire de mañanas claras

y por las tardes de pasiones frescas,

eras ayer tan fácil como niño

que juega, entre los brotes, primaveras.

Tu blanco sueño he visto entre las cumbres

de montañas y de árboles y piedras

y en mis manos, Señor, besar mis manos

de niño puro que hacia Ti se entrega.

En las noches, recuerdo haberte visto,

creciendo y pálido, como si fueses hiedra,[59]

creciéndote en las sombras y creciendo

más allá del olivo y de la estrella.

Yo luchaba contigo en oraciones

y llenabas mi boca de pereza.

Mis ojos te buscaban y eras agua

y azul, ¡Dios mío! Tú, simplemente, eras.

Delicia de anidar sobre tu cuerpo

el alma con alburas siempre nuevas.

Unisonancia para mi oído a vientos

y saciedad para mi sed tu entrega.

Hoy, Señor, hoy te busco y no te encuentro

delante de mi ser, por estas venas,

por el aire, por mi pensar maduro,

por esta parda y campesina tierra,

por donde tú, mi amor, siempre decías

que Él marcaba perfecta la existencia.

Mi soledad, araña, está tejiendo

un silencio de nube ante tormenta.

Te busco en mundo de pájaro y de hombre,

de duda, de verdad y de conciencia.

No te noto, dolor para mí solo,

en este mi ascender por las tinieblas.[60]

Que mis ojos, Señor, mis ojos secos

abismos locos ven cuando te acercas.

Y mañana, Señor, la barca fija,

si tú, Señor, a mis despojos llegas

no me quemes los huesos con tus dedos

y bésame tan sólo en la inocencia

de los días de ayer cuando era niño

-y yo te descubrí por vez primera-.[61]

ORACIÓN [62]

…y por la tarde a dormir!

Y, ¿el sueño? ¿dónde está el sueño?

Luego viene la muerte, sinuosa, femenina, fría,

su destino hacia el mío.

Ella se ríe detrás de mi espejo,

ella niévase en mi cabeza, carcajada de arrugas.

Ella es tu ironía.

Levántame, como levanto a mi hijo

para darle un beso cuando viene asustado.

Levántame.

Polvo, no.

Aire.

Cógeme, Señor, por la cintura

para arrebatarme de la muerte y sube.

Para no sentir, la fuerza de gravedad en mi corazón.

Señor, la muerte implacable,

(la muerte).

No comprendes, Dios mío, que me da miedo la tierra.

La oscuridad de la tierra,

el gusano que roe,

la flor que no veré,

la luz y la belleza de este mundo tan abierto,

tan ancho, tan pleno.

¿No ves la angustia,

de mi corazón sufrido?

Te ríes por las mañanas

y arrugas la frente en las tardes pardas,

grises, negruzcas …

y luego, la noche, el silencio mío

sobre Ti.

La Nada abre las alas

y me picotea.

El alma abre las alas

y quiere arropar a Dios.

Y Dios se escapa.

PRESENTIMIENTO DEL DÍA PRIMAVERAL (RESURRECCIÓN) [63]

La noche me encierra dentro de su párpado oscuro,

(yo no me pertenezco), y un rastro de existencia

perfecto en su candor me tropieza el contorno

de la espera en perfume. Me roza el contenido

abismado de un mundo sin la experiencia exacta,

con la tiniebla dulce que Dios pone en su mano,

plenitud arrugada en semilla se ordena

y el alma sólo tacto que palpa la aureola

de cosas con sus ojos cegados e infinitos.

Aquí la libertad recogida en principio

de un corazón temprano, nacido de la llama,

edad donde el recuerdo no ha sido todavía

enfermedad del hombre, la concepción del sueño,

ni cauce de la entraña presentida del sol.

Un viento de crisálida late espiando venturas,

viento fidelísimo cerrando el horizonte.

Poco a poco me nacen los brazos y caminos

me desprendo del aire que me tiene cogido,

-araña en crisantemo- la pulpa de la carne.

Agrio momento eterno de la creación vivida

-el ayer no ha nacido porque nadie recuerda-.

El mundo en su principio se nota en las pupilas

que tiene por delante la aurora en el abrazo.

No me acordaba el frío de perder lo ganado,

los dientes en acecho, la sangre me defiende

y todo está tan cerca que lo tengo en la entraña.

Siento -amor- los almendros empapados en flores,

tus cabellos de sombra en mi trigal de carne,

siento -amor- los secretos presagiando angustia.

Yo seré lo que esperas, la mano que a tu espuma

la cogerá en latido, la sombra en tu cintura.

Yo por el aire limpio, tú por las aguas puras,

yo por el mundo mío, tú por la forma pálida

donde Dios encendía el alma del cadáver;

visiblemente sola el alma que madruga.

Y Dios besando todo para lucir su día.

POEMAS DISPERSOS

PODRÍA QUERERTE [64]

Cuando aquello lo supe, lloré.

Creía que nunca podría quererte

ni importarme nada de ti. Y casi no sé

por qué aquella noche de luna tan triste

… lloré …

Mis lágrimas fueron rodando a mi boca,

eran besos tuyos,

el frío en mis sienes y el frío en mi alma

eran besos tuyos.

No sé por qué fue

pero desde aquella noche, de luna tan triste,

te quiero sin saber por qué.

TÚ, MUJER, DIGO A LA TIERRA [65]

Tú, mujer, digo a la tierra, tú mujer

toma mi carne y tu sed apágala

haciéndome en tu color algo íntimo,

envenada sangre por tu pulsación.

Hazme tacto de las cosas umbrías

y mi mismo reloj y ese misterio

de las aguas en lunados aljibes

con núbiles desnudas y cadenas

y cuervos azulados y vigilantes.

Cadáver que flote, viajero mío

de no encontrar la sepultura seca.

Bajo yerbas, junto al agua, hecho árbol

confundiendo los lagos con el cielo.

Amor, amor, amor en esta muerte

de mi cuerpo, en esta vida que nace

por los nuevos sentidos de otra vida.

Amor a mi mujer que es ya la tierra

y mis huesos le sirven de candiles.

EL POETA [66]

Entre el vivir y el morir

está mi sueño y el agua

que me riega este camino,

sin nombre, de mis palabras,

ni roca, ni flor, ni hombre,

pozo, sí, de mi nostalgia.

(Pozo donde miran unos,

y otros beben … Todos pasan).

EL MAESTRO [67]

Meditando la lección

-el campo siempre delante-

el maestro. En el semblante

expone su condición.

Puedes leer la lección

-es una letra sangrante-

es latido palpitante

escrito en su corazón.

Cuenta a los niños la Historia

-sufre y reza un hombre puro-

es que sube una montaña.

Abre ventana a la gloria

-Mapa-Mundi sobre el muro-

entra el sol y da en España.

LA VI SOBRE EL RÍO [68]

La vi sobre el río lavando la noche

contornos de noche durmiente en las algas,

tenía la angustia latiendo en su seno

el fondo profundo de la madrugada.

La vi sobre el río lavando la niebla,

la niebla que vive de su misma baba

como una promesa de carne en las manos

por sombras de gentes, recuerdos de lágrimas.

La vi sobre el río lavando la estrella

que ausente de todo nadaba en el agua

perdida entre un bosque de peces que tiemblan,

hondo desvelado de intranquila lámpara.

La vi sobre el río lavando al otoño

y el gris del otoño le daba en la cara,

desnuda y silvestre, ceñida a memoria,

confundidamente dormida y lejana.

La vi sobre el río lavando la ropa

después sobre yerbas acostar el alba;

esperaba eterno tendido silencio

hecho mano sola que descansa lánguida.

Después fue tendiendo sobre yerba tierna

la ropa de nieve, clarísima y casta,

sudario del día, sandalias de luna

con el paso leve de las luces pálidas.

Yo también hoy pongo -que lave con llanto-

a secar las penas y a tender el alma,

como lavandera que al sol va dejando,

abierta a los vientos, su ropita blanca.

MIS MUERTOS [69]

Rodando tierra me llegaron

conozco apenas al primero

quizás fuese algún niño pálido

en mi cansancio bajo el sueño.

Han sido muchos, poco a poco,

si gota a gota, tiempo a tiempo,

sembrados colman de antemano

fríos otoños del cerebro.

Fueron amigos y familia

los que más tarde me cubrieron

y cada nombre va formando

el flanco oscuro de sus cuerpos.

Palabras suyas, despedidas,

me soplan siempre su aire negro

que mariposas en sus sombras

me van el alma recorriendo.

Con sus sonrisas y sus lágrimas

con sus quebrantos y tormentos

en transparente ayer rendido

donde yo mismo me condeno.

Cercanos todos si los busco

en noche larga de minero,

andante solo, peregrino,

de mundo mío aventurero.

Y van y vienen en mí mismo

cuántos, Señor, y cuántos llevo.

Lleno hasta el borde rebosando

y voy nevándome de muertos.

Son mis amigos y familia

que van constante recorriendo

el mundo gris donde recojo

todas las noches mis recuerdos.

MI CORAZÓN Y YO [70]

    Todos los días pongo mi corazón delante

para que vaya abriéndome caminos y contentos,

lo espabilo temprano, lo levanto en palabras,

anda -digo-, vete por nubes y momentos.

    Humano -bueno y qué-, mi corazón humano

con sus fiestas de sueños y de bondad a cuentos

marcha buscando siempre lo que jamás encuentra,

ama gozando siempre lo que jamás entiendo.

    Yo me enredo en asuntos, la cuenta y la aspirina,

el mundo día a día, tan bien y tan maltrecho,

este mundo por donde vamos a nuestras cosas

y que nunca acabamos de vivir y entenderlo.

    Cuando de noche vuelvo, rendida carne amarga,

cuando a mi casa vengo,

tanta ilusión me vuela tristezas a montones,

la amarillenta muerte del consumido tiempo.

    Luego, detrás, humilde, mi sangre en un puñado,

desbaratado ovillo de sombras y silencios

en un rincón oscuro, quinto espacio a la izquierda,

se me queda cansado como si fuese un perro.

EL LÁTIGO DE DIOS [71]

No desdeñes, pues, el castigo

del Omnipresente.

Job[72]

Clavada en tu madero, Señor, el alma sola

para que tú me azotes la sangre que me queda,

los días que he gozado, los años de mi historia

el recuerdo y la carne, la duda y la paciencia.

No se canse tu mano de azotarme la vida,

soy gozoso del roce de tu aliento sufrido

en las más tenebrosas y lesionadas islas

donde consumo el hambre y la sed de martirios.

Yo sé que hay primaveras en corazones sanos

donde la rosa es carne de tierra perfumada,

donde los días beben los rocíos intactos

y el cielo se levanta temprano en las mañanas.

Yo sé que el sol alumbra vertical y contento

todos los mediodías en donde el mundo canta

y que en las tardes dora por los montes abiertos

las profundas raíces de Dios en la palabra.

Y sé que la alegría es mensaje florido

que se pierde en sí misma y en la boca del hombre.

Y que alegría es verse por Ti, Señor, herido

y saber que tu voz contiene nuestro nombre.

Amo, Señor, tu mano airada y tan doliente,

como padre que azota al hijo más querido;

huracán y yo pájaro a bandazos de muerte,

beso, Señor, el látigo que me da tu castigo.

HOMBRE ENTRE TARDE Y MAR

I

Ya lo sé que hay que llegar

al final de este camino

que llevo encima al destino

y promesas por andar.

Conforme con este estar

mientras la espalda nos arde.

Sólo temo a quien me guarde

este corazón deshecho:

ayer latiendo en el pecho,

hoy rodando por la tarde.

II

Alma, vida y corazón:

¿Se terminará ya todo

cuando seamos el lodo

que revuelva el azadón?

¿Y morirá la pasión

de volver a despertar?

No, no puede esto quedar

en sólo dormir las cosas,

se pueden podrir las rosas

pero no secarse el mar.

III

Pescador de luna y llama

apagadas en el fondo,

mira el tiburón qué hondo

hace con noches su cama.

Mira la estrella en la escama

del pez que resbala cielo

y caída por el suelo

sangre del agua sin nombre.

Y tú porque eres el hombre

vertical en tu desvelo.

MILAGRO DE DIOS

(MEDITACIÓN) [74]

A José Luis Cotallo[75]

I

No sé por qué ni cómo es posible el milagro

de que no sienta el cuerpo pesando tierra y ángeles.

No sé por qué me quedo, solo, mirando nadas

y no siento los días rodando por mi carne.

No sé por qué si existo, si muero en este mundo,

si mi presencia es cierta y la pena ganándome,

me quedo sueño leve, tan ajeno a mí mismo,

tan lejos como nunca, tan hombre y tan sin nadie.

No sé por qué me extraño de mi misma criatura

que se me va elevando y en el alma desdoblándose,

de este designio simple de sol alborozado,

gozo de Dios que tiene su todo en mi paisaje.

Tengo la piel perdida como la luz o el agua,

el dolor o el aroma o la sombra o la tarde

y me encuentra de pronto hasta el rincón más íntimo

como lluvia infinita de flechas taladrándome.

Parece que Dios vive porque yo lo reclamo

y crea los latidos para mí del instante

y separa al momento para que yo lo viva

en nacidas esencias de abismos insondables.

Me llenan y cultivan sentidos del espíritu

hasta verme secretos que son indescifrables.

Un espacio que vive en aliento divino

sobre tumba de noche como el alba que nace.

II

Y pierdo la existencia terrena, encadenada,

y mi cuerpo es cribado por Dios en mí manándose

penetrando por todos los sitios de mi estancia

para ser el recinto donde Dios es el aire.

Pasan horas azules de miradas perdidas

en Dios, que quiere hacerme momento eternizándose,

y soy cuenca de río donde Dios es el agua

que va fluyendo siempre miel de Amor en la sangre.

MOMENTO EN RELOJ DE ARENA [76]

He gozado y sufrido muchas veces

y he vivido, Señor, en tu deseo

de pasar poco a poco, día a día,

las hojas simples de tu libro a tiempo.

Ir y venir de mar y ser el náufrago

y no encontramos cuándo, no sabemos

nada de este combate, vacilante

mi corazón en medio de los vientos.

Y ya el mañana y ya el reloj de arena

y ya el último grano del momento.

NO SÉ [77]

A Fernando Bravo

A José Canal[78]

No sé de dónde vendrán,

de qué vientos, tantas lágrimas.

Si voy midiendo mi historia

no es para llorar palabras,

ni para reír, si acaso

para mojarme en nostalgias

o quedarme serio y triste

ante la Vida o la Nada.

No es para llorar y lloro

y es que no sé qué me pasa,

no sé ni por qué hago versos

cuando más me duele el alma.

UN MOMENTO [79]

A Francisco Rodríguez Perera[80]

Un día más, ¡muy bien!, así se vive

un día más el sol nos ilumina

y somos el acento que camina

Dios de la sangre a lo que se recibe.

Un día más, mejor, en nuestra mina

de días y más días. Nos escribe

un día más el alma. Nos concibe

nueva rosa del día nueva espina.

Una espina de tiempo consabida,

una esponja de días al lamento,

un camino inseguro en la partida.

Somos simple veleta para el viento

clavada por los días de la vida

y todos estos días un momento.

LA VIDA [81]

Si siembro bondad en hombres

o crece mal o no crece.

Nos ha tocado rezar

Padre Nuestro y Miserere.

No vale cruzar los brazos

mirar sereno a la muerte

hay que luchar y esto cuesta

Padre Nuestro y Miserere.

No veo esto claro: sueños

y nadar contra corriente,

vivir, luchar y morir:

Padre Nuestro y Miserere.

LUZ [82]

«‘Luz’ -luz extremeña- es mi ofrenda a la memoria de José Mª Gabriel y Galán, un ramo de luz de este luminoso día, quisiera yo depositar en su tumba, en sus manos, en sus ojos secos para darle vida».

Dijo, Dios: luz. Y el espíritu

se llenó de luz amante

bendiciendo la mirada

secreta luz del instante.

Indecisa luz de trigo

serpenteando la tarde

de verde mar añorado,

de añorado pie del aire.

Luminoso monte abierto

desvanecido en el valle

anida luz -¡fulgor de pájaro!-

en la rama de los árboles.

Luz de flor y luz de piedra

y luz de Dios intocable

creciendo como el aroma

de incienso sobre los ángeles.

Luz de río cincelando

el agua, saltan, cristales,

y el sol se queda dormido

soñando en los arenales.

¡Qué aliento de luz intacto!

¡Qué bosque de luz quemándose!

Nube de luz, cabellera

blanca de amor, navegante.

Luz abriendo con sus dedos

el esplendor de la carne.

¡Qué noria de luz la vida

a cangilones de sangre!

LA ARQUITECTURA [83]

Aún doramos castillos en el aire

bajo polvo de tarde y de secreto

en cada cosa que encontramos siempre

despertando el latir de los recuerdos.

Melchor llegó con una arquitectura

-y tenía las barbas del abuelo-

y sus manos de ciego me encontraron

el más profundo gozo de los sueños.

¡La arquitectura! -la alfombra era azul-

fue casa, castillo, palacio, pueblo,

acueducto, puente, cruz de camino,

aire-arcos, arcos-luces, arcos-cielos …

…………………………………………………..

y quedé a mi infancia con mis años,

y eternicé la vida a mi momento.

Castillos en el aire: sumo y sigo.

Castillos en el aire: piedra y viento.

ADIÓS [84]

Hoy vuelvo a decirte

                                   ¡adiós!

con el pañuelo de mi sangre:

abro las puertas del olvido

y de las rosas por que pases.

Hoy vuelvo a decirte

                                    ¡adiós!

con el pañuelo de mi mano:

voy tierra adentro de mi vida,

en un misterio consagrado.

Hoy vuelvo a decirte

                                    ¡adiós!

como una luz de última llama,

como esa muerte que se esconde

tras los rincones de mi alma.

Hoy vuelvo a decirte

                                    ¡adiós!

con un pañuelo azul de cielo

y cierro páginas del libro

que todavía estaba abierto.

CIUDAD DESDE EL CAMPO [85]

Está el viento sonando lejanías

de campos, de campanas y de árboles

y de tierra que sopla entre sus dedos

el polvo gris o negro de las aves.

Se siente el mar allá en la bruma

allá en el cielo donde nace

y se sienten los ecos de los huertos,

de los cipreses y de los romances.

(Debajo de este verde la violeta

en secreto dolor hace y deshace

su aroma, su color y su armonía,

su humana condición de flor y carne).

Los caminos que van alzan al cielo

suspiros de pisadas caminantes.

Pienso: detrás de las montañas

están los hombres, las ciudades.

Gozo placer de soledad. Conmigo

está mi corazón lleno de sangre

y este silencio que de lejos viene

hacerme compañía y rodearme

el alma en un abrazo. Yo medito

en todos los murmullos, gritos, ayes

del hombre, de las cosas, los asuntos

y me encuentro a gusto por estar distante

de los seres que arañan las miradas

y que manchan mi vida de Verdades,

por ser en el momento el hombre solo

que está sobre su mundo siendo nadie.

SILENCIO TUYO [86]

Podías quedarte ahí

sentada eternamente,

hecha estatua de vida,

canción de vida,

algo donde pueda mirarte o escucharte

o pensarte

sin apenas quererte.

Una ventana donde asomarme

para ver pasar a alguien

que siempre espero

en tu silencio.

TIEMPO DEL AMOR [87]

Eres el tiempo

por donde no pasé.

Una isla de tiempo

por donde nunca anduve.

Por que pasé ya ciego

de otro tiempo

de otras músicas

de otros versos

de otros paisajes

de otro cuerpo

de otras cosas

de otros hechos.

Eres domingo desde donde miro

la tarde sostenida de vencejos.

Vas pasando por mi melancolía

como una pena ardiendo.

COMO SI HUBIESE SIDO SIEMPRE CAMPO [88]

Como si hubiese sido siempre campo

o de tierra florida, cara a cara,

soñaba labios y palomas. Cielo

en sus ojos abría la ventana.

Se le llenaba la boca de amapolas

de la sangre de flores y del agua.

Se perfumaba el aire con almendros

de febrero subiendo la montaña.

Unas manos de tierra sostenían

su cuerpo joven en la hierba mágica

y en las orillas de la tarde quieta

una lejana voz del valle hablaba.

Mi sombra le cubría; yo le dije:

«Mira mi sombra sobre ti». Temblaba.

Sintió el frío de mi sombra triste,

mi cuerpo sombra, vocación de araña.

Se estremeció. La vida es campo nuevo.

Ella era vida luminosa y clara.

Ella era campo que nacía carne

y le dolía yo casi en el alma.

Me alejé de su lado, tuve miedo

de no sé qué de mí, de todo y nada.

Sobre una piedra recordé mi tiempo,

altar alzado a juventud que pasa.

Altar alzado al sacrificio humano:

recordar el amor. Se deshojaba

el ángel que cogí bajo mis dedos

en unas margaritas de palabras.

Dios me puso el aliento sobre el hombro.

Sentí su cruz sujeta a mi nostalgia.

Me alejé penitente-peregrino

por el camino que me señalaba.

Mi sombra iba delante, atardecía

porque me daba el sol en las espaldas.

La noche estaba cerca

como una sombra que de Dios bajaba.

AQUEL RECUERDO … [89]

Como si hubiese sido aquel recuerdo,

aquella voz …

Como si hubiese sido la canción del agua …

Y ahora vienes de nuevo

arrastrándote en mi garganta, en mi boca,

escupiendo en mi lengua

como si fuese una palabra.

Te enredas hecha hiedra al muro de mis años,

donde yo voy sufriendo,

amando.

Hablando.

Diciendo adiós.

EL NÚMERO DOS [90]

Tú y yo vamos subiendo

el calor de la tierra a nuestros labios,

la raíz de la tierra a nuestros besos,

la dulce y vieja tierra de mis años.

Esta tarde has venido

como una sombra fantasmal del campo:

un puñado de sueños que vivía

dentro del corazón, casi en mis manos.

Casi en mis manos. Si las abro queda

nada y tristeza, nadie y llanto.

HEMOS LLEGADO [91]

Hemos llegado donde siempre,

donde siempre llegamos.

Nos sentaremos en la tumba

de silencios amados.

Minaremos los sueños

a ver si algo encontramos

que merezca la pena

de ser resucitado.

Y, luego los senderos,

las montañas que andamos …

Y, cuando nos cansemos

a la sombra del alma,

si quieres, nos quedamos.

MUCHACHA PENSATIVA [92]

Parece que te quedas perdida en un verano

de sabe Dios qué día en que la tarde fuese

un lago de misterio, una luz acostada

en llanuras inmensas que tus ojos sostienen.

Parece que te acuestas detrás de las palabras

cuando te estoy hablando, como si nada oyeses.

Te quedas silenciosa, recogida en la sangre,

cansada y melancólica, mirando vagamente.

Distante y sumergida, secretamente amada,

acariciada pena que en el alma se muere.

Te has tendido en un río de pensamientos ciegos

y te arrastra hacia el mar del sueño la corriente.

Yo quiero regresarte hasta la misma vida

y en mitad de tu sueño quiero tender un puente.

Muchacha pensativa, regresa que te espero,

no pienses más y vente.

SOÑADA AZUL [93]

«Dios está azul»[94]

Cielo. Viento. «Dios azul».

Vestida de azul llegabas.

Alto azul. Vuelo azul. Pájaro.

Silencio azul en las alas.

Lágrima azul y tus ojos

en la noche. Azul palabra.

Lo que se cansa de sangre

en el mar y en la montaña.

En luz un día vendrás,

en azul, amor, soñada.

Azul, hundiéndose azul

cada vez más en el alma.

AROMA [95]

Huelo mis manos, aroma turbio y fresco

que sube a mis sentidos paso a paso,

olor a ti, como si carne apenas

fuese el perfume donde te deshago.

Huelo en el fondo del recuerdo, tardes;

aquellas noches de caballos blancos

donde mis manos la caricia hablaban

de tu perfume femenino y cálido.

Le voy cantando tu fragancia al viento,

le voy diciendo tu perfume al pájaro;

le voy rezando a la memoria el beso,

olor a rosa en plenitud de labios.

A Dios le voy con estos cuentos míos

y alas me da para seguir soñando.

HE VISTO A DIOS [96]

He visto a Dios, como a vosotros

he visto a Dios, iba delante,

iba siguiendo a un hombre solo

un pobre hombre agonizante.

Corría Dios tras ese hombre,

corría yo para alcanzarles.

El hombre y yo nos fatigábamos

y Dios seguía imperturbable.

Al fin quedamos cara a cara

un tiempo viejo como antes:

otras historias, otra vida

se sustituían los instantes.

El que iba era yo mismo:

febril andar por encontrarme,

y Dios brotaba de la angustia,

árbol distinto entre los árboles,

hombre distinto entre los hombres,

viento distinto dentro del aire.

Luego, fue lago, me veía

reflejado sin encontrarme,

¡cualquiera sabe dónde fui

estando aquí siempre y constante!

El tiempo quieto se quedaba

sobre una piedra del paisaje

yo era esa piedra que Dios quiso

poner allí para sentarse.

HUYO COMO EL OLOR DEL CELO [97]

Huyo como el olor del celo

a la cueva de sombra sin futuro

y me doy de bruces con el muro

que me cierra.

Y por la noche me sentencio

preso en el cuerpo de las cosas

y en vez de huir a ti volvía.

Te escucho atento en mi silencio

allí mi celo en celosía

hago de amor ramo de rosas.

CIUDAD DEL AGUA [98]

Ciudad en carne viva,

deshechas alboradas

cayendo ya vencidas.

Agua.

Ciudad, mano de amiga,

sangre de viento y mapa.

Una cruz: golondrina.

Agua.

Ciudad del agua. Día

caído, turbio y malva.

Boca llena de risas.

Agua.

La sombra luz abría

en cristales de lágrimas.

Debajo suena fría

agua.

¡Corazón, -te lastima

abril en la ventana-!

(Dios manó por su herida

agua).

… Y Dios te bendecía:

«en el nombre del agua …».

La ciudad de rodillas

comenzó su plegaria.

EL DESCONOCIDO [99]

Estar y no saberlo

como el desconocido

que ayer, posiblemente,

se nos murió de tiempo.

Sin poder remediarlo,

el suicida que llevo

asomado en los ojos,

lleva el ansia infinita

de mi animal secreto.

CINE [100]

Vamos pasando el camino

árboles de polvo y viento,

por mucha prisa no somos

capaz de quitarnos cielo;

rodamos como película

en los palos del telégrafo …[101]

Nos salimos del telón

como el pájaro del vuelo.

CIRCO [102]

En lágrimas de estrellas

volatines de párpados.

(El águila se lleva

en el pico un lagarto.)

¿De dónde tanta nieve

redonda en el caballo?

La trapecista vuela

-corazón arruinado-

por una mariposa,

caleidoscopio alado.

¡Títeres!, van diciendo,

pluma y cobre los pájaros.

LA NADA [103]

La Nada es una cosa que hay allá dentro.

Olas. Muchedumbre cansada

que se da citas allí dentro,

en un lugar desconocido

para los hombres sin remedio.

Tiempos contados al instante

en gotas de momento.

Ese momento que es la nada

que va desvaneciéndonos.

Pronto acudimos a la cita

llenos de rabia o de silencio;

luego, dentro del mar

siempre dudando, siempre vamos

perdidos y siempre cayendo.

Nos damos citas en la música

escuchada, en el alma, lejos,

avanzamos en un camino

lleno de sombras y misterios.

Muchedumbre perdida,

mientras avanza, allá dentro.

QUEDARON SÓLO PISADAS [104]

Quedaron sólo pisadas,

por donde vas y no vuelves,

de un hombre. ¿Seré yo mismo

que ya me he ido sin saberme?

Extraño estreno en el alma:

sobre la vida la muerte.

Y sobre la muerte el mismo

muro que nos tapa siempre.

Frente a frente, copia exacta

-soy yo mismo-, frente a frente.

Y delante un libro abierto

donde tengo que perderme.

CALLE DEL AGUA [105]

Entre paredes dormidas

la voz del tiempo. Sonoro,

río que vas por encima;

por debajo, silencioso.

Entre la noche del agua,

oscura y tibia del fondo,

están los peces sedientos

que no saldrán de mis ojos.

De una orilla a otra orilla

está la vida en un soplo.

Y el que sopla nos arrastra

-vientos que empujan al tronco-

hasta no sabemos dónde

ni siquiera cuándo y cómo.

Ganancia de pescadores,

en el río, de hombres rotos

en río revuelto y solo.

NADIE OLVIDA[106]

I

Aquí nadie se olvida ya.

Ninguno olvida su pasado.

Una muralla crece y crece

y ahoga tiempo y mata espacio.

Sí, recuerdan perfectamente

todo aquello. Será cantado

como romance en plena plaza

ante toros descuartizados,

con un cartel de moscas tinto,

voz y puntero señalando,

aclarándole la memoria

lo que aprendió de llanto.

Si viene el viento y nos deshoja

la rosa blanca que llevamos,

no cabe duda, quedará

una señal, una palabra, un algo …

Una mancha de pueblo no se borra,

ni se olvida por tanto.

Manos conseguirán olvido

golpeando

porque el golpe encabrita a quien fustiga

lo mismo que a un caballo.

Nadie se olvida aunque lo veas

lo de la boca cosida a garrotazos.

Mientras la sed devore, tenga ansias

de justicia y de pan, no habrá descanso.

II

No olvida el pueblo judío.

Ni tampoco los negros ni blancos.

Ni el rojo ni el católico.

Ni los americanos.

Nadie se olvida

y pasan años y años y años.

Es terrible justicia bíblica:

ojo por ojo, diente por simiente

o pie por mano.

Recordar, recordar y vengarse:

que las aguas pasadas

si no mueven molino

van al mar a amargarse.

III

La historia de la humanidad

es llaga purulenta de paisaje,

religiosa y patriótica,

de arre, burro, arre.

¿Qué dirán si nos miran

las hormigas, las zorras, los caimanes;

el mar, el viento, la montaña

o aquello que aplastaste?

¿O seres invisibles

que cavan en tu vida

o el ángel de la guarda

(si son buenos los ángeles),

contemplando fusiles y cañones

entre nubes y lágrimas de gases?

Quejas y gritos bajo el suelo,

bajos fondos, bajos desastres.

Todo tan bajo que ya dudas

dónde está el mundo que pensaste.

Humildemente preguntamos:

-¿Dónde está el hombre?

Y de esto sí parece que se olvidan,

pues no contesta nadie

¡Qué pena da

y qué lastima

y qué dolor tan excitante!

Si nos contemplan otros mundos

daremos risas. Aunque

también dirán: “Pobres seres que abrazan,

aman, matan y tienen llaves”.

Por un pedacito de nada

venden su libertad

al primero que pasa por la calle.

Seguro que dirán: “Mejor será que olviden

que son imagen

de Dios. Mejor es olvidarse”.

Pero aquí nadie olvida nunca

jamás lo que le hacen.

HOY HE ROTO UN ESPEJO [107]

Hoy he roto un espejo

que tenía la luz en sus entrañas

y mi tiempo y miradas le latían

en un constante barruntar los seres.

Hoy he roto un espejo,

he roto una mañana vieja y mía,

algo de mi memoria o de mi sangre

que el ayer de la vida recreaba.

Hoy he roto un espejo.

¿Qué desgracia me ronda y me conmueve?

¿Por qué me quedo pensativo y solo?

¿Por qué cobarde y mínimo me asusto?

Hoy he roto un espejo

haciendo mil pedazos de los dioses,

hiriendo y maltratando a la viejísima

historia que heredé de pesadumbre.

No me avergüenzo, lo proclamo y grito:

¡yo soy un pobre bíblico que inocente

atado a no sé cuál playa olvidada

me encuentro sin poder ni libertades!

¡Hoy me ronda pasión de mala suerte,

hoy me colman tragedias que soñaban

desdichados del tiempo y la esperanza

resbalando la vida sobre el aire!

Deseo no volver sobre el recuerdo,

olvidar, oh Dios mío, para siempre

esta sal que me inunda con la risa

de demonios y sátiros sedientos.

He de borrar caminos con mis manos

y enterraré los trozos de cristales.

He de olvidar a fuerzas de palabras

que yo estaba encerrado en el espejo.

Pero, ¿por qué de mi cerebro salta

esa voz, ese rezo que repite

pacientes y lloradas letanías

en su dureza elemental de espacios?

¡Hoy he roto un espejo!

………………………………

Hoy he roto un espejo como día

luminoso en la fuente de mis años.

ORACIÓN PIDIENDO UNA NUEVA PALABRA [108]

A Nieves Luengo Martínez que pinta

en sus cuadros la palabra no pronunciada

todavía.[109]

Dame, Dios mío, la palabra justa,

el signo nuevo, la llamada clave,

el sentimiento nunca dicho,

lo que escondemos tras la frase,

esa música que escuchamos,

rumor de fiestas por la sangre.

La palabra de par en paz abierta

siendo jugosa fruta del paisaje,

la que sube del corazón al labio

y allí se queda desnudándose.

Voz de amor para besar

la primavera inexplicable.

Dame, Dios mío, la palabra nueva

para poder nombrarte.

ESTABAS [110]

Un mal día te dicen,

simplemente que estorbas.

Que tus manos y tu voz

ya no sirven de nada.

Que comes el pan de otro,

bebes el vino de otro,

ocupas el lugar de otro.

(Y el otro está detrás

empujándote con ansias).

Ser vela que se apaga

y que la cera es sangre.

El vértigo te cubre

sin resistencia apenas.

Lo poco que te queda

se lo están repartiendo,

como buitres.

Míralos

siempre a Cristo

despojan.

EN LA CORRIENTE DEL RÍO [111]

Quisiera tener aquel tiempo

que no recuerdo exactamente.

Hago memoria y todo esfuerzo

es una carta que se pierde.

Nunca consigo lo que quiero.

Aprieto manos sobre sienes,

me estallan sueños y no puedo

coger la imagen que se vierte

en otra vida, en otro sitio,

que no recuerdo exactamente.

Detrás del mar se enreda el río

y a mí me arrastra la corriente.

INVIERNO [112]

Llueve y tibia ceniza

cruza veloz el agua.

Salgo a la calle. Y voy

sin saber qué me pasa.

El mediodía parte

el aire y su fragancia:

el aire para el vuelo,

el olor se queda en casa.

Salgo a la calle. Voy

buscando y no hallo nada.

JOVEN SOÑADA EN SALÓN DEL SIGLO XIX [113]

Siempre es así. Mañana tengo cita

con tiempo que nació de mi extrañeza

en ropa por vivir. Una tristeza

palidece el salón de la visita,

historia de hace un siglo, en la pereza

de un piano, una consola, carta escrita

a una joven que rosa se marchita

en el anochecer de su belleza

cuyo silencio anida tumba abierta,

latido oscuro de melancolía,

vacía luz de la esperanza muerta.

Misterioso dolor de mi alegría.

Un amor que soñando me despierta:

alguna cosa de su vida es mía.

ATARDECÍA [114]

A veces, la prostituta

sobre la esencia de su muerte,

pregonaba lujuria

al amparo de su pureza

hecha cisne de lluvia.

Se cruzaba la tarde por las calles

como santo que vuelve a las andadas.

Resbalaban sol de luz eléctrica

las aceras:

espejos de cielos sucesivos.

Entre cortinas de agua

lúgubres muchachos

caían de su cansado aliento.

Las miradas recorrían

vocablos de testigos

y andaban paredes

y cerraban ventanas,

una a una,

para que no se desvelase el amor.

Y, luego, nadie.

Y, después, envejeciendo

era violeta que se apagaba,

debajo de la hierba,

a escondidas de Dios.

Todo era destino,

pasión de tiempo,

para ella.

Vivía en el umbral

de una puerta sin casa

desde donde ofrenda

mujer que muchas noches,

filtrándose en manos recordadas,

era ternura de caricia.

Llenaba vacíos de su tiempo

si miraba lugares donde estuvo.

Emoción extasiada

entre harapos de cielo.

Suplicada criatura.

Trasluciente desnudo.

Limosna que nadie recogía.

Le dijo una compañera

que Cristo era muy guapo

y que en su dulce mirada

cabía el mundo entero.

Ella se lo creía.

Por delante pasaba

un cine de memorias y hospedajes.

Con su sonrisa

el ángel azul del lápiz

dibujaba muñecos.

Sucesivos círculos abrían

la bellísima tristeza de la tarde.

Despertó mirando hacia

otro sitio

y Dios sin su alegría

era un hombre que regresaba

del trabajo

que ya nadie conoce.

Encerrada en su alcoba,

haciendo de su cuerpo,

establecimiento oxidado del espacio.

Almacén de sinfonías

para quienes escuchan atentamente

la lluvia a punto de caer.

Sigue filtrándose

entre dudas de despojos.

Las miradas la encuentran

en la habitación del rato

para vivificarla vértigo

y esculpir su figura

-rosada carne-

borrando el panorama que la enmarca.

Cuando sólo esté escrita,

para poder leerla

entre líneas de árboles,

filtraciones del color tan sólo,

música tan sólo,

será poema de amor

que huye al ser leído.

UN MOMENTO DE ALEGRÍA QUE ENCONTRÉ EN LA CALLE,

SIN SABER CÓMO, EN LA CALLE LO PERDÍ [115]

A Bernardo Víctor Carande [116]

Alegra vieja vida mi albedrío

un ayer que gané y que ahora gozo,

tactos en rama, trino, nido, pozo

de aroma, pluma, beso, escalofrío.

Anido verbo, verso, todo y trozo,

oculto existencial, campo baldío,

claror que al día lo quedó vacío,

yerba de mar en musical sollozo.

Alegra nueva vida aunque lastima

tanta luz, casa y voz, en su agonía,

historia, mi canción, leyenda y huella,

y nadie con la gente que camina.

Y es mi gente torrente y me atropella

en plena calle el nombre y la alegría.

LOS EXTRAÑOS CLAVELES [117]

Nunca quise mirarte al fondo de los ojos,

delirio de encontrarme con algún desencanto

en el placer del miedo al enjugarte el llanto

que hacia dentro manaban tus antiguos enojos.

Los extraños claveles, como la sangre, rojos;

drama de amanecer, cuando yo me levanto,

que nos tapa el profundo conocer del espanto

que por debajo había, tus míseros despojos.

El amor insaciable para tu boca-beso

que nos invita a vida abierta al erotismo

en ardiente deseo de un grandioso suceso,

la excitante corriente que arrastra al heroísmo

en confuso juzgarme y quedar en ti preso

de misteriosa muerte al verterme en tu abismo.

SONETO DE LA DUDA QUE ME VIVE Y QUE ME MATA [118]

Lleno de dudas voy, recorro tiempos

por el mundo dorado de mis dudas,

con vírgenes hermosas que desnudas

son mármoles de ciegos contratiempos,

extraña claridad, en mí saludas

al hastío del pueblo, desatiempos,

sacrificio silente, pasatiempos

de crucigrama, en letras que me anudas

al aire de un ciclón de pesadumbre,

tirando como bestia de este carro

de vanidad y envidia al que me ata

el pan de un dios de sueño y dulcedumbre

y un puñado de nadas, sólo barro,

la duda que me vive y que me mata.

EL OTRO DÍA [119]

Siempre fue

el otro día.

Ha sucedido todo cuando menos pensábamos.

Ha florecido la noticia

en el hombre constante

-¿mañana?-

del corazón amando

la vida

del otro día.

Cuando la muerte

en el mar sosegado

de noche sin orilla

se extendía

con pereza de siglos

cabalgando las horas que perdía.

No habrá mañana en la viña.

No habrá agua en la fuente.

No sabremos suponer a la alegría.

Quedará nuestro vino añejo

en la bodega de la melancolía.

(Sólo hay ya

el otro día)

No es la cárcel de un momento,

ni siquiera una casa, una lumbre,

una amante, un perro que nos conozca.

Nadie nos da la bienvenida.

Ni siquiera un pañuelo

nos indica lejanía.

Un ir caminando

peregrino

hacia una sabiduría.

Un alba nueva y limpia.

Una luz, una virgen, una sonrisa.

Pero estamos ya metidos

de lleno

en las aguas y milagros

del otro día.

Esperamos un tren para irnos

pero no ha llegado

ni llegará todavía.

No vendrá jamás.

Nuestra esperanza

se ha quedado muy lejos

y amarilla,

como ese campo que supura

por todas sus heridas,

como ese rastrojo

que pisábamos ayer.

Así vamos.

Un hombre cree ir hacia adelante

y siempre está detrás como escuchando

una voz que le diga

dónde está la verdad

de su vida.

¿Dónde está la verdad de la mía?

Un paso

y es el ayer quien se avecina.

Mañana

es el otro día.

SU NOMBRE HUBO PRESENCIA[120]

Su nombre hubo presencia

beata madrugada.

Huida, campanada,

rastrojo de clemencia.

Una estancia cerrada,

cárcel de la paciencia,

palabra de sentencia

en la ropa, mirada,

nadie puede acusarte

máscara de la infancia,

sonora de alegría

vas a cualquiera parte,

deshojando fragancia

de aquella rosa mía.

NOVIEMBRE [121]

A Ricardo y a Marcela[122]

Crisantemo sonoro en la ventana

de noviembre y lucero. Calle y llueve

sobre tiempo que lento pasa y mueve,

arrastrando su miel, esta mañana.

¡Cuánto duele la vida, su relieve

y secreto fragante, dulce nana

de la carne entrañada, la manzana

de inagotables Evas, flor y plebe!

Sola mi madre va arrullando niebla

en cielo bajo de ceniza lleno.

Vuelve mi dulce amor y me contagio

de costumbre y de llanto. Se despuebla

la luz libre del fuego. Me encadeno

a la tabla sombría del naufragio.

NOTAS

[1] La fecha aproximada de composición (FAC) de estos poemas se sitúa a mediados de la década de los años 30 (excepto los dos primeros), después de la elaboración de Canciúnculas.

[2] PMA, HSC (a la vuelta PMA «Nana»). Por el tono romántico y la calidad media de sus versos, debe ser uno de los primeros poemas escritos por JDV. FAC 1930, antes de la confección de Canciúnculas.

[3] Esta anotación indica el interés que, en sus comienzos, sintió JDV por el poeta romántico. Idéntica anotación aparece en el poema «Nana».

[4] Las manos blancas aparecerán en el v. 7 de «Encina y olivos» de La esquina y el viento, el v. 11 de “Picos de Europa” de La montaña y en los vv. 44 y 45 del poema «Jesús Delgado» de Ruiseñor perdido en el lenguaje.

[5] En el último poema citado en la nota anterior se localiza una expresión parecida: «Me mira, me sonríe / y le cojo las manos / blancas, finas, frías» (vv. 43-45).

[6] PMA, HSC. FAC 1930 por las mismas razones apuntadas para fechar el poema “Amor” (PMA, a la vuelta de la misma HSC).

[7] Nota idéntica a la del poema «Amor».

[8] PMA, VCC. Ed. Intimidad poética (Alicante, nº 2, 1943).

[9] La imagen de los pájaros negros, que recuerda la película «Los pájaros» de Hitchcock, volvería a ser empleada en el poema «Jesús Delgado» de Ruiseñor perdido en el lenguaje como metáfora de malos presagios (vv. 160-164).

[10] PMA, VCC. «El baño», PT. FAC 1935.

[11] PMA, VCC. FAC 1935.

[12] FAC entre 1939, una vez terminado y encuadernado Pulsaciones, y 1945 cuando JDV tiene preparado El año cero e intenta editarlo. Algunos de estos poemas fueron incluidos en la edición de Hojas húmedas y verdes (1944) y otros en la de El año cero (1950). Los poemas excluidos de estas ediciones son editados a continuación en su orden original.

[13] ST, TPV, PMA verticalmente en la parte superior de la portada interior del poemario donde aparece el título del libro, el subtítulo («Poesías») y la firma del poeta con el nombre y los dos apellidos.

[14] En el BP, después de este poema están los titulados “Enero”, “Febrero”, “Marzo”, “Abril”, “Mayo”, “Junio”, “Julio”, “Agosto”, “Septiembre”, “Octubre”, “Noviembre” y “Diciembre” (ver nota poemas TI El año cero), “Noche” (ed. nota poema anterior) y “Nota del viaje” (ver nota de “La estación” de Hojas húmedas y verdes).

[15] En el BP arriba de su título pone «Poesías de primavera», denominación genérica en la que se incluye este poema y, teniendo en cuenta sus contenidos, los siguientes aunque no indica hasta cuál. JDV tuvo la intención de incluir en El año cero varias series como ésta, que no sería incorporada al libro finalmente (sólo incluyó la de los meses del año).

[16] Los últimos seis versos ayudan a entender el título de la segunda antología de JDV, Canas de Dios en el almendro (Sevilla, Ángaro, 1971).

[17] “Primavera en mi otoño”, PT.

[18] Estos dos versos vuelven a ser utilizados por el poeta al final del poema «Qué pequeño me encuentro cuando siento», transcrito más adelante.

[19] Los dos versos finales son parecidos a sus correspondientes en el poema «Dolor» de Hojas húmedas y verdes: «[Como una compañera] / fuerte me aprieta en el brazo / una cinta negra”.

[20] ST, TPV.

[21] idem. Los dos últimos versos sustituyen a otros dos que en el original están tachados y, sin embargo, contienen una imagen muy original: «Le ha dado de color al campo / con lápices de colores, Dios», que el poeta debió cambiar porque la idea ya aparecía en el v. 3.

[22] En el BP, a este poema le sigue el titulado “Dolor” (ver nota poema TI Hojas húmedas y verdes).

[23] ST, TPV.

[24] En el BP, después de este poema va el titulado “A la orilla del mar” (ed. Hojas húmedas y verdes).

[25] ST, TPV.

[26] idem. Aparece debajo del título de la tercera parte de Pulsaciones, «Angustia hecha flor», aunque no hay datos que indiquen si fue para aprovechar el espacio en blanco o porque el poeta quiso titular de ese modo este poema.

[27] Esta es la tercera vez que JDV muestra su aprecio por su íntimo amigo, pues anteriormente ha usado una cita suya en el poema «¡Dejadme morir!» de Canciúnculas y le ha dedicado el poema «Noche» de La esquina y el viento.

[28] Estos dos versos ya los ha utilizado en el poema «Otoño en mi primavera» (vv. 17-18) y volverá a emplear una expresión parecida en los dos últimos versos del poema “Ciego” (ROEV).

[29] En el BP, a continuación van los poemas “Paisaje de Castilla” (ed. El año cero con el título “Paisaje castellano”) y “Castillo” (ed. nota poema TI Hojas húmedas y verdes).

[30] Continuación del poema de Pulsaciones titulado «Soledad», pues también trata en un tono parecido este tema y, además, incorpora la preocupación por el tiempo.

[31] «Domingo de abril», PT.

[32] En el BP, después va el poema “Mañana vieja” (ed. nota Hojas húmedas y verdes).

[33] ST, TPV.

[34] La iniciales «L.F.» son las del poeta León Felipe, seudónimo de Felipe Camino [Galicia] (Tábara, 1994-Méjico, 1968), que sufre un injusto olvido aunque es el autor de poemarios tan significativos como Versos y oraciones del caminante (1920-1929) y ¡Oh, este viejo y roto violín! (1968). JDV apreció en él su verso directo, sincero y natural.

[35] ST, TPV.

[36] Ed. Intimidad poética (Alicante, nº 2, 1943). HP, FCH 20-2-46, APJDV: aparece suprimido el artículo “las” (v. 7).

[37] Manuel López Robles, poeta del grupo onubense de Pedro Garfias, mantuvo correspondencia con JDV e, incluso, fue a Gata a visitarlo: «Cuando he regresado, he pensado en la trascendencia espiritual de mi visita. Tu casa, cálida y acogedora; tus libros queridos […]; tu doncella de cuento de Zohengrín, con una sonrisa en sus ojos esquimales; tu hijo mayor pensativo como un ángel, tu esposa digna de ti, y tu charla ¿Qué más puedo traer de la visita a un poeta que esos recuerdos imborrables, de poesía?» (La Alquería -Huelva-, 7-3-44, APJDV).

[38] «Morir habemos» es también el título de un poema de La muerte del momento.

[39] ST. TPV.

[40] Fueron compuestos por JDV entre 1949-1951, según se deduce de datos extraídos de su epistolario. El índice de la RO es el siguiente: Prólogo de Eugenio Frutos titulado «La poesía personal de Jesús Delgado Valhondo» (ed. al comienzo de la RP), I (“A mi hermano”) “Madrugada” (ed. RP), “Velándome sueños” (ed. RP), “Dolor” (NRP), “Muerte” (ed. RP), “Atardecer” (ed. RP), “Noche” (ed. RP), “Encinas y olivos” (ed. RP), “El espacio” (ed. RP), “Ciego” (NRP) y “Los años” (ed. RP). II (“A Magdalena Leroux. A Enrique Pérez-Comendador” ) “Fecundidad” (ed. HHV), “Día de otoño” (NRP), “Coxalgia” (NRP), “Árbol nuevo” (ed. HHV), “Mi sombra ” (ed. RP), “La cicuta” (ed. ¿DPA?), “El recuerdo” (ed. La MM), “Las estrellas impalpables que vagan por la luz” (NRP). III (“A Pedro Caba”. Cita de José María Pemán: “El ‘existencialismo’, por lo menos el literario, no significa otra cosa sino esa ansia de retorno hacia lo puramente vital”) “El maestro explica las vías de comunicación en la escuela” (NRP), “El maestro comienza explicando las nubes y termina cerrando los ojos” (NRP), “El maestro en vez de explicar las minas piensa en voz alta” (ed. RP), “Pasa un entierro por la puerta de la escuela” (La MM), “Primer día de clase del niño huérfano” (ed. La MM), “Ha nevado” (ed. RP), “No es el sol” (NRP). IV (“A Antonio Rodríguez-Moñino”), “El nacimiento” (NRP), “Canción del pastor” (NRP), “Nana de la niña tonta” (ed. RP), “Canción del hijo pródigo” (ed. RP), “El lenguaje de las flores en la Semana Santa, en la Navidad” (ed. La MM), “Dios” (NRP), “Oración” (ed. RP), “Oración” (NRP), “Oración del enfermo” (ed. RP) y “Presentimiento del día primaveral (Resurrección)” (NRP).

[41] NRP quizás porque JDV no lo consideró suficientemente maduro por las rimas en -ía y la reiteración de “yo”.

[42] NRP posiblemente porque el reloj como metáfora del corazón es una imagen tópica y como medida del tiempo ya lo había empleado en algún poema de libros anteriores.

[43] NRP tal vez por falta de espacio, pues JDV lo editó el mismo año en Gévora (Badajoz, nº 2, 1952).

[44] En Gévora: «cordial» para evitar la rima interna que, en el mismo verso, se establecía entre «humano» y «hermano”.

[45] NRP. Llama mucho la atención que este poema fuera excluido de la RP, porque su contenido es fundamental para entender la relación que existe entre la imperfección del ser humano y el origen de las preocupaciones existenciales, que sintió JDV desde su infancia por sufrir la poliomielitis. Quizás la supresión se deba a que el poeta pensó que era tarde para exponerlas, pues había sufrido la enfermedad muchos años antes. Ed. “Jesús Delgado Valhondo o la espiritualidad de un hombre cualquiera” del autor de esta edición (II Otoño literario … y solidario, Badajoz, Santa Marina, 2000).

[46] NRP, posiblemente por su larga extensión.

[47] Nació en Casas de don Antonio (1917), estudió bachillerato en Cáceres donde entabló amistad con JDV. Fue poeta (Tu dulce cuerpo pensado, 1947), fundador de Garcilaso, donde JDV editó poemas por su intermediación, novelista (Santa Lila de la Luna Lola, 1935, coproducida con Leocadio Mejías, Diario de la mañana, 1983) y ensayista (Fantasía en la plazuela, 1953 y 1974, Extremadura, la fantasía heroica, 1961 y Capítulos de la insistencia, 1975).

[48] CMA, SD, APJDV: esta estrofa es distinta: «El alma de las flores en el viento / brilla el aroma dulce de su vida / como la luz que salta en esta herida / de donde vengo y siento». Lo mismo sucede con los vv. 3 y 4 de la penúltima estrofa: «por caminos que tanto nos abrasan / que tanto los amamos». Se trata de una versión anterior que JDV reelaboró en dos momentos. RD: Cambia la 2ª estrofa por su contenido tópico y por eludir la rima interna del verso final («vengo-siento») y los versos citados de la penúltima, por contener una anáfora no muy afortunada (“que tanto … que tanto …”).

[49] Esta expresión es idéntica al último verso del poema «La venta» de El año cero.

[50] Ed. Alba (Vigo, nº 8, 1951). NRP, quizás porque JDV debió pensar que era suficiente con la muestra dejada en la RP de esta parte (“El maestro en vez de explicar las minas piensa en voz alta” y “Ha nevado”), que dedicó al maestro y a la escuela.

[51] NRP por la misma razón que el anterior.

[52] Es un vocablo que tiene el sentido de «quitando letras a las palabras» o «desgranando palabras».

[53] NRP tal vez por la reiteración de las rimas agudas, que marcan excesivamente el tono del poema.

[54] NRP posiblemente por su extensión y porque JDV consideraría que bastaba con los ejemplos de poemas navideños que dejó en la RP. Ed. Mérida (nº 52, 1953), donde el v. 6 de la 2ª estrofa (“que sobre la paja hay carne”) introduce el verbo que faltaba, pero no evita que el verso sea octosílabo. CME, APJDV: no aparece estructurado en partes; tiene una estrofa más («Gallo de luz y oro / que grita y mella / a la noche la entraña, / paz en la estrella. / …….. Y más pastores»), que se situaría entre la V y VI estrofa del poema transcrito, y los dos últimos versos de la última estrofa dicen: «Que estrella claro el día / como una bomba»; quizás se trate de una versión anterior. RD: JDV organizó el poema en partes, porque debió pensar que resultaba largo sin una estructuración, y aprovechó para ajustar los versos reelaborados.

[55] Hijos de su hermano Juan por los que JDV sentía un gran aprecio. A Luis le dedicó además el artículo «El sobrino» (Hoy, 5-5-63) y a Juan Diego otro titulado «Plantas medicinales» (Mérida, RFF, 1965). El poema no aparece en la RP.

[56] NRP por las razones apuntadas anteriormente para los poemas navideños suprimidos.

[57] Fernando Delgado Rodríguez, maestro y periodista, es el segundo hijo de JDV al que le unió un profundo cariño. Fernando le ha dedicado a su padre emotivos artículos póstumos en los que muestra una dolorosa nostalgia por su ausencia («Mi padre ha muerto», Extremadura, 28-7-93, «Mi mejor compañía», Extremadura, 24-7-97). Como el poema que acompaña esta dedicatoria no fue incluido en la RP, la dedicatoria también fue excluida.

[58] NRP posiblemente debido a su larga extensión.

[59] CME, SD, APJDV: «creciendo y pálido como las yedras»; parece ser una versión anterior. RD: El ajuste debe tener el objetivo de intensificar el símil.

[60] CME: «en falso descender por las tinieblas». RD: La reelaboración corrige un error conceptual, pues el camino hacia Dios es ascendente.

[61] CME: «y descubrí tu luz con mi presencia». RD: El cambio ajusta el verso a un sentido más acorde con el contenido de los versos anteriores.

[62] NRP quizás por evitar la edición de dos poemas con el mismo título y, teniendo en cuenta la falta de espacio, suprimir el de más larga extensión.

[63] Poema suprimido de la ROEV quizás para utilizarlo posteriormente en Un árbol solo, que es la RO de los dos últimos versículos de “Soledad habitada” (segunda parte), donde presenta una elaboración parecida.

[64] Ed. Cristal (Cáceres, nº 3, 1-12-1935), firmado por “Jesús De-Val” (Jesús Delgado Valhondo). Cristal fue dirigida por Alberto Juliá Martínez en Cáceres desde el 1-11-35 al 15-7-36. Publicó 18 números. Su grupo fundador estaba formado por José Ibarrola Muñoz (director), Eduardo Guerrero Oyonarte, Pedro Lumbreras Valiente, Diego Silva Alcántara, José Trujillo Peña y Antonio Hernández Gil, que dio cuenta de los avatares por los que pasó esta publicación en una ponencia del I Congreso de Escritores Extremeños (Actas, Cáceres, Centro de Estudios Extremeños, 1981.

[65] Ed. Intimidad poética (Alicante, nº 3, 1944).

[66] Ed. Alcántara (Cáceres, nº 13, 1947).

[67] RPE ABC, SD, APJDV. FAC 1949-1952, espacio temporal que media entre la primera noticia de que JDV comienza a elaborar La esquina y el viento y la fecha en la que Hierro le pidió que redujera el número de poemas de la RO, pues “El maestro” recuerda a los tres PROEV que tienen como protagonista a esta figura docente. Aparte JDV dedicó al maestro artículos como el titulado «Mira ese maestro» (Hoy, 27-11-58) y «Oposiciones» (Hoy, 8-7-59), donde destaca la importancia de los maestros para los pueblos y la mala situación económica en que viven.

[68] Ed. Alcántara (Cáceres, nº 38, 1950).

[69] Ed. Humano (Valencia, nº 2, 1950), revista dirigida por Pedro Caba.

[70] Ed. “Jesús Delgado Valhondo o la espiritualidad de un hombre cualquiera” del autor de esta edición (II Otoño literario … y solidario, Badajoz, Santa Marina, 2000, pp. 13-25). La RO se la envió JDV en una carta a su amigo Fernando Bravo, Zarza de Alange, 23-4-51, APFB. Se trata de un poema fundamental para conocer la personalidad espiritual de JDV e imprescindible para entender plenamente su poética y su lírica. De ahí que sorprenda sobremanera que no lo incluyera en alguno de sus libros.

[71] Ed. Gévora (Badajoz, nº 9, 1953).

[72] Libro de Job 5, 17 (2ª parte). «El látigo de Dios» debe ser un poema que JDV compuso para incluir en La muerte del momento pues, aparte de su tono y de su contenido, en este libro hay un poema titulado «El corazón en la vida» que lleva una cita del Libro de Job que es la primera parte del versículo 17: «Dichoso el hombre a quien Dios castiga».

[73] Ed.  Alor (Badajoz, nº 19, 1953).

[74] Ed. Alcántara (Cáceres, nº 63-65, 1953).

[75] El mismo JDV, en «Escritores extremeños: Hoy, José Luis Cotallo Sánchez» (Hoy, 22-7-64), traza una semblanza de esta persona, que nació en Cáceres el 2-6-22. Hombre culto, gran orador, rector del Seminario Diocesano de Cáceres y, en 1949, director de los Servicios Culturales de la Diputación cacereña, que organizó la II Asamblea de Estudios Extremeños y creó la Colección de Estudios Extremeños. Cotallo fue un buen escritor con un gran sentido poético de la vida y autor de ensayos como El beato Juan de Ávila y Vivir en cristiano.

[76] Ed.  Arcilla y pájaro (Cáceres, nº 3, 1953).

[77] Ed. Alcántara (Cáceres, nº 69-71, 1953).

[78] Amigos íntimos de JDV, con los que fundó la revista Alcántara en Cáceres. Ya les había dedicado sendos poemas en El año cero: «Mayo» a Fernando Bravo y «Cáceres» a  José Canal.

[79] Ed. Alor (Badajoz, nº 18, 1953).

[80] JDV dedica este trascendente poema al director de la revista Alor donde lo publica. Por estas fechas el poeta emeritense se encontraba preparando la edición de su libro La muerte del momento y lo intenta en esta revista de Badajoz pero, a pesar de la buena relación que mantenía con su director, la edición no se llevó a cabo.

[81] Ed. Alor (Badajoz, nº 26-27, 1954).

[82] Ed. Alcántara (Cáceres, nº 81-83, 1954).

[83] Ed. Alor (Badajoz, nº 33-34, 1955).

[84] Ed. Alcántara (Cáceres, nº 117-119, 1957).

[85] Alor (nº 49-50, 1958).

[86] idem (nº 51-52, 1958).

[87] ibidem.

[88] ibidem.

[89] ibidem y Alcántara (Cáceres, nº 136, 1960).

[90] idem Alcántara.

[91] ibidem.

[92] Ed. Mérida (septiembre 1960) y RFF de la barriada de San Fernando (Badajoz 1961).

[93] Ed. Alcántara (Cáceres, nº 136, 1960), Hoy y revista de las Fiestas de la barriada de San Fernando (Badajoz, 1961) con el título simplificado («Azul») y «Lágrima azul y sus ojos» (v. 5), «en azul, hora soñada» (v. 10). RD: Las reelaboraciones de los versos citados vienen a ajustar ciertos momentos del poema.

[94] Es una cita que JDV utilizaría más tarde en su artículo «El Guadiana»: «El Guadiana se nos queda temblando en la sangre. Es casi tarde. El cielo, azul. Alto azul. ‘Dios está azul’. Azul, el agua. Todo es lo mismo: Dios» (Hoy, 25-8-66).

[95] Ed. Hoy (Badajoz, 29-3-60).

[96] CME, SD, APJDV. FAC 1960-1969. Por los enormes deseos de hallar a Dios se deduce que es un poema elaborado por JDV para uno de los libros de su etapa de angustia (Aurora. Amor. Domingo, El secreto de los árboles o ¿Dónde ponemos los asombros?). Los vv. 5-8 son parecidos a los primeros versos de la 2ª estrofa del poema “Volver es no llegar” de IDN.

[97] PMA, SD, APJDV. Es un poema aún en borrador, que ha sido reconstruido gracias a que el poeta indica con números el orden de los versos. FAC 1960-1969 por la desorientación y la falta de libertad personal, que expresa de una forma desconsolada y el uso del concepto “muro” como metáfora para materializar estas aflicciones.

[98] Ed. Alcántara (Badajoz, nº 140, 1962). RO ed. Alor (Badajoz, nº 49-50, 1958): “Ciudad del agua viva, / cierva de la alborada / bajo lluvia vencida. / Agua. // Ciudad del agua amiga, / sangre de cielo y mapa, / voz de la golondrina. / Agua. // Ciudad del agua. Días / grises, mundo y palabras / boca llena de risas. / Agua. // Ciudad. Melancolía / de calles y ventanas, / la sombra luz abría. / Agua. // Ciudad de rosas frías. / Abril: plumas mojadas / Dios manó por su herida / agua. // Ciudad. Dios bendecía. / Agua. / Agua”. Por su temática posiblemente fuera escrito para uno de los dos libros que componen Aurora. Amor. Domingo. RD: Se nota que se trata de una versión posterior, porque contiene el desencanto sufrido por el poeta nada más integrarse en el ambiente urbano.

[99] PMA, SD, APJDV. FAC 1968. JDV lo escribió en una cuartilla con el membrete del II Congreso de Estudios Extremeños celebrado ese año en Cáceres, al que asistió y en donde participó leyendo y comentando sus versos.

[100] HR, APJDV. Ed. junto a «Circo». FAC 1970, atendiendo a su temática desencantada.

[101] En el poema «Viaje en tren» de Canciúnculas, JDV también usa la imagen del telégrafo cuando, en los dos últimos versos, dice: «En los hilos del telégrafo / escribe música Dios».

[102] HR, APJDV. Ed. junto a “Cine”. FAC 1970, en la misma época que este poema por coincidir en la concisión del título y en su tono descorazonador.

[103] PME, SD, APJDV. FAC 1970, por su similitud temática con el titulado “De esta calle nunca jamás saldré” de La vara de avellano, que también trata de la desorientación existencial de los seres humanos.

[104] Ed. Poesía española (Madrid, nº 211, 1970) y Poesía (1988, p. 358).

[105] PME, SD, APJDV. FAC comienzos de los años 70, cuando JDV elaboraba La vara de avellano, libro con cuyo contenido coincide su preocupación por el paso del tiempo y, sobre todo, su crítica solapada contra aquellos semejantes que se aprovechan de la indefensión de los demás.

[106] CME, FCH 17-3-72, APJDV. RO del poema “El mundo-gente” de La vara de avellano.

[107] PME, SD, APJDV. FAC 1975-1979, porque es un poema posterior a «Ese espejo» de El secreto de los árboles y «La vara de avellano» del libro del mismo título, donde JDV plantea el tema del espejo.

[108] PME, SD, APJDV. FAC 1979 en una fecha próxima a la edición del artículo citado en la nota siguiente.

[109] Después de exponer en Badajoz esta pintora cacereña (afincada en Madrid), JDV le dedicó el artículo «Meditar sobre la pintura de Nieves Luengo»: «Cada cuadro de Nieves Luengo posee un virtuosismo de recitación. Saber escucharlo es tan importante como saber verlo. […] Pinta lo que oye Nieves Luengo. […] ¡Cuántas ventanas abre en los cuadros Nieves Luengo! Asomarse a ellas es un placer. Nos ofrece un mundo por el que andar y meditar» (Hoy, 19-11-78).

[110] Ed. La poesía de Jesús Delgado Valhondo (tesis doctoral), cuyo autor es el de esta edición (Cáceres, Universidad de Extremadura, 1999, p. 109). Su contenido muestra el desencanto con que JDV afrontó su jubilación (19-2-79), pues se notaba aún con fuerzas y lucidez y, sin embargo, pensaba que oficialmente se le consideraba un ser inútil. FAC próxima a la fecha de su jubilación. En un artículo titulado «Jubilado, ¡nunca!» (Hoy, 16-6-64, que edita quince años antes de su jubilación), lanza una crítica contra la jubilación de personas, que se encuentran en el cénit de su capacidad intelectual.

[111] Ed. Manxa (Ciudad Real, nº 14, 1980) y Poesía (1988).

[112] ibidem. En Alor (Badajoz, nº 22-23, 1954) poema TI, contenido semejante y algún verso idéntico: “Bajo el cielo las nubes / cruzan y rezan agua / dulce, constante, pura / lluvia para nostalgias. // Sobre el verde del huerto / se vierte la mañana / en niebla fría y viento … / Cae sobre el cuerpo el alma. // El mediodía parte / la luz y su fragancia / va subiendo a mi boca / de nuevo en la manzana. // Salgo a la calle y voy / sin saber qué me pasa”. RD: s

Se observa un esfuerzo de síntesis que incide positivamente sobre su lirismo.

[113] PME, SD, APJDV. FAC 1984, pues el tono de este poema es parecido a los que JDV editó en Ruiseñor perdido en el lenguaje y había confeccionado sobre esta fecha.

[114] Ed. Alor novísimo (Badajoz, nº 3, 1985). RO del poema “Jaula de atardecer” de Los anónimos del coro.

[115] Ed. Alor Novísimo (Badajoz, nº 13, dic. 1987-enero 1988). Este poema debió ser uno de los que JDV pensó incluir en la segunda edición de Ruiseñor perdido en el lenguaje, que luego no realizó.

[116] Escritor residente en Almendral (Badajoz) y creador de la revista Capela. Boletín de información personal de un hombre que vive en el campo (1956-1960 y 1978-1984). Fue director de Nuevo Alor y Alor Novísimo. Poeta (Manuel conmigo, 1953), novelista (Suroeste, 1974, El guerrillero erudito, 1980), autor de un libro de viajes (Viaje y estancia andaluza, 1980) y de cuentos (Cuentos de medio ambiente, 1981). Carande dedicó a JDV el artículo titulado «Valhondo, el ser» (Hoy, 7-8-93).

[117] PME, SD, APJDV. Este poema y el siguiente también debieron ser de los que JDV pensó incluir en la segunda edición de Ruiseñor perdido en el lenguaje, que luego no realizó. FAC 1987-1990.

[118] PMA, FCH 12 de marzo de 1988, APJDV.

[119] PME, SD, APJDV. FAC en una fecha próxima a la edición de su último libro de relatos, que tituló como este poema, El otro día (Badajoz, Menfis, 1990). RO: Poema “Otro día”, ed. Alcántara (Cáceres, nº 159, 1970): “Ha florecido la noticia / del hombre constante en el tiempo / pagado en monedas de vida, / con pereza de siglos / sin saber si ganaba o si perdía. // ¿No cuajará mañana en la viña? / ¿No tendremos agua en la fuente? / ¿No sabremos suponer alegrías? / Seguramente tendrás vino añejo / en la bodega / de melancolías. // No tiene cárcel el momento, / ni siquiera casa, ni lumbre, / ni amante, ni perro que nos conozca. / Nadie nos da la bienvenida. // Es un ir caminando / peregrino hacia una sabiduría. / Una virgen, la luz, una sonrisa … / Deshojamos la margarita / de los sí y los no de la cita. / Todo queda tan lejos, / papel de flores amarillas, / un campo que supura / por todas sus heridas, / los pisados rastrojos / de un mediodía del ayer. / Que va delante se imagina / y siempre está detrás como escuchando / una voz que le diga / algo. / (Incluso que le maldiga). // En el silencio espeso, / un cansancio, / una fatal e inmensa lejanía. // Esperamos, como todos, un tren / para irnos … / Pero no ha llegado todavía”.

[120] Es un poema escrito para Huir por la concisión del lenguaje, el tono contundente y el uso del sonetillo, detalles que JDV empleó sólo en este libro. No debió ser incluido en Huir quizás por su carácter descriptivo. FAC 1990.

[121] Ed. monográfico «Jesús Delgado Valhondo» (Hoy, 28-11-93) con dos erratas en el v. 9: «Solo mi madre va arrullando niebla» (falta de concordancia) y en el v. 13: «la luz libre del fuego. Me encadena» (errata que dejaba suelta esta rima y la del 2º verso del primer terceto: lleno-encadena). CME, APJDV, SD: “de la carne entrañada en la manzana” (v. 7) y “de inagotables Evas, flor de nieve!” (v. 8). RD: El ajuste del primero tendría el fin de hacerlo más sugerente y del segundo de evitar un tópico “flor de nieve”. Este soneto debió ser uno de los que JDV pensó incluir en la segunda edición de Ruiseñor perdido en el lenguaje, que luego no llevó a cabo.

[122] Se trata de Ricardo Senabre y de su esposa, por quienes JDV sintió un gran afecto. A RS ya le dedicó Los anónimos del coro.

Fotografía cabecera: Acueducto romano de San Lázaro o Rabo de Buey de Mérida

Huir

HUIR [1]

PRÓLOGO [2]

«El milagro de huir donde volvía»

Creo que la muerte de Jesús Delgado Valhondo nos ha dejado un poco huérfanos y un mucho desnortados. Porque Jesús era un hombre bueno, un poeta excelente y un factor de cohesión extraordinario. En torno a Jesús Delgado la vida se hacía más fácil, sencilla y llevadera. Él era la voz pronta, el genio vivo, la risa fresca y al mismo tiempo la sensibilidad más pura, el corazón más cálido, la palabra más exacta. A Jesús se le quería porque sí. No había que darle vueltas. Cuando se enfadaba y cuando se reía, cuando te contaba alguna vieja historia -siempre bellísima y llena de ternura- o cuando despotricaba como un niño porque veía una injusticia o un desafuero. Jesús era Jesús. Pasear con él por Badajoz, por Cáceres, por Guadalupe, por Mérida era siempre un ejercicio de sabiduría popular, de exaltación de lo extremeño. Mi vida está llena de recuerdos y de alegrías al lado de Jesús. En su voz las leyendas y memorias de los viejos pueblos cobraban un matiz especial: las noches de invierno con su luna aterida y sus escarchas acuchilladas adquirían profundidades insospechadas, del mismo modo que si relataba el verano todo se irisaba de luces y de vida, de parva de eras y canciones de trilla.

Tengo con él una espina: un artículo que pensé dedicarle -y que nunca escribí- tras una tarde inolvidable de la primavera de Badajoz. Pregonamos casi al alimón la Feria del Libro y toda la ciudad olía esplendorosa, limpia y sensualmente, a los cinamomos en flor. Me enlazó en su charla la magia de estos árboles con el otro olor íntimo y humilde, casi pobre, pero vibrante de puro emotivo, de los viejos volúmenes, los desportillados, queridos y enmohecidos libros de lance … Hace poco se lo decía a Antonio Colinas, estudioso de árboles y de flores: ya de por vida la presencia del cinamomo cada primavera me traerá en sus aromas el nombre de Jesús Delgado. Y me gusta que sea así. Como sé que cada persona que lo conoció y lo trató, lo quiso extraordinariamente y guarda de él un rosario de anécdotas. Desde Antonio Zoido a Manolo Pecellín, desde Martín Tamayo a Jaime Álvarez Buiza desde Pedro de Lorenzo a Ángel Sánchez Pascual, desde Robles Febré a Mediero, desde Juan José Poblador a Ángel Campos … Por eso la muerte de Delgado Valhondo nos ha dejado un poco desnortados. Perdidos. Él era un aglutinante magnífico: unía a todos. En su risa, en la magia de su palabra poética, en la maestría de su enseñanza, en el cariño de sus reproches, en el juicio atinado sobre personas y obras, todo en él era cohesión y cordura. Incluso en sus salidas de tono. «Son las cosas de Jesús …» decíamos todos; pero, en el fondo de nuestro corazón, meditábamos profundamente sus palabras de sabio. Y repasábamos el poema deficiente o nos arrepentíamos del desdén hacia el compañero o disculpábamos la punzante soberbia del fatuo y, al rato, como por ensalmo, ante cualquier mostrador de la más inhóspita taberna, el alma se serenaba con un buen vaso de vino de pitarra mientras discurría chispeante aquella voz de Jesús cauterizadora y torrencial, desbordante y vivísima … Era un hombre sin aristas y en una tierra áspera y ruda, como la nuestra, ese don -como sus lealtades y su ternura- era impagable.

Ricardo Senabre, que lo conoció bien, nos ha dicho esta verdad: «Se nos fue Jesús, pero nos dejó a Delgado Valhondo. (…) La muerte no ha cortado nada: ha dilatado la figura de Jesús Delgado Valhondo, la ha proyectado hacia ese ámbito eterno e intemporal donde viven las grandes creaciones del espíritu». Sí, se nos ha muerto Jesús; pero nos ha dejado a Delgado Valhondo. No es fácil la pérdida del amigo, del hermano mayor, del guía generoso y bueno al que acudías constantemente. Miro una de sus cartas, enmarcada en mi despacho, y quiero hacerme a la idea de que Jesús ya no está entre nosotros; pero no puedo … Muchas veces en los últimos meses he llegado a descolgar el teléfono para hablar con Joaquina, esa mujer mágica, generosa, dulce y buena que le dio a Jesús las horas más bellas de su vida, e inmediatamente vuelvo a colgar porque no tengo fuerzas suficientes para sentirla sola, sin Jesús al lado. Sí, Jesús ha muerto; pero nos ha dejado a Delgado Valhondo. Así han ido pasando los meses …

Y resulta que aquí tenemos un libro inédito de Delgado Valhondo. Un libro hermoso y breve con este solo verbo como título: Huir. Un libro que es una confesión y es una despedida. Dieciséis poemas con el nombre de su numeración como dieciséis aldabonazos de testamento. Como dieciséis gritos para cornearnos la sangre.

Crepúsculo. Me hundo.

No tengo escapatoria.

Sobre el alba llovía.

Yo no sé si Jesús Delgado llegó a saber que se moría. A veces, hace años, en las largas noches de vino y confidencia, como en un susurro, Jesús te hablaba de la muerte. Se le llegaban a humedecer los ojos. Te contaba sus achaques, confesaba su amor a Joaquina y el cariño profundo a sus hijos; pero, en seguida, se recomponía, volvía el gesto o el vozarrón extremado y caluroso … y allí no había pasado nada. Pero ya, en los últimos meses, cuando los alifafes empezaron a sucederse, su  actitud cambió. Se daba a sí mismo ánimos de vida, derrochaba  afecto hacia los suyos, ordenaba papeles y pulió estos poemas. No sé si intentó sortearla, pero yo creo que era la primera vez que empezaba a distinguir con claridad la cara de la muerte.

Y como todos voy

a una luz que me esconde

para siempre jamás.

Supe vagamente de este libro por Antonio Salguero Carvajal, un hombre fervoroso de Jesús, que está trabajando a conciencia sobre su vida y su obra y que, entre otras tiene en marcha la edición de la correspondencia, interesantísima, de nuestro poeta. El 8 de marzo de 1993 visité a Jesús en su casa. Al día siguiente yo tenía que intervenir en el Aula de Poesía “Enrique Díez-Canedo”. Pasé la tarde con ellos. Jesús estaba un poco abatido porque se había fracturado el brazo derecho y eso le impedía escribir, lo que le exasperaba sobremanera. Hablamos de todo. Y salió a relucir el libro. Tanto Joaquina como yo intentábamos no centrarnos en el asunto porque Jesús insistía en que Huir era una despedida de la vida. Y aquella tarde Jesús estaba un tanto deprimido y triste. Cambiábamos sutilmente de tercio; pero, al rato, él volvía sobre el libro. Y recordaba la nota con que encabeza el poema «Cinco»: «‘Me voy, me decía Luis Álvarez / Lencero, antes de morir’. / Y se fue. / ¿Dónde habrá ido?». Recuerdo que, en otro momento de la conversación (porque saltábamos de un tema a otro con más ánimo de entretenimiento que otra cosa), me confesó que el libro quería dedicárselo a Ángel Campos. Le dije que me parecía muy bien y aprovechando el cambio hablamos de Ángel y de Pecellín y del Aula Díez-Canedo y de mi recital del día siguiente. (Por cierto, se tuvo que aplazar a mayo porque aquella misma madrugada yo hube de regresar urgentemente a Madrid ante un agravamiento súbito de Don Juan de Borbón. A uno de los primeros sitios adonde llamaron desde ABC para buscarme fue, precisamente, a casa de Jesús Delgado porque sabían que yo había pasado allí toda la tarde). Cuatro días después, el viernes 12 de marzo, en la página 14 del diario Hoy Ana G. Delgado le hacía a Jesús una espléndida entrevista sobre Huir. Todo lo que Jesús quería decir y yo había sorteado estaba allí, en la página del periódico, de nuestro periódico.

Voy porque hay alguien

que me está esperando.

No sé quién es

pero me está esperando …

«Su mujer, Joaquina -lo cuenta Ana G. Delgado-, rompe el silencio y le dice que puesto que este nuevo libro es la huida tendrá que escribir uno titulado la llegada. Ante esta sugerencia él afirma: ‘La llegada que la cuente San Pedro'». Puro Jesús Delgado Valhondo, radical y tierno.

Tú mismo te respondes

cuando triste te vas.

Nunca jamás ahondes.

Nunca es siempre jamás.

Con este libro se cierra el capítulo de la obra lírica de uno de los poetas más sinceros y auténticos en lengua castellana. Sobre su vida y sobre su producción literaria se han escrito ensayos lúcidos. Hace, sin embargo, falta el gran estudio de la muerte en Delgado Valhondo. La muerte como misterio y como constante lírica. Incluso como referencia reiterada -«nosotros somos la tumba de los nuestros. Nos entierran a cada uno en el cariño de los otros»- en entrevistas o confesiones particulares. Coincido con Senabre -y lo he recordado públicamente más de una vez- en que es preciso analizar a fondo su obra porque «faltan interpretaciones adecuadas que hagan patente el riquísimo mundo interior, la profunda coherencia y los extraordinarios hallazgos líricos de este poeta esencial, cuya obra ha alcanzado ya categoría perdurable»[3]. Del mismo modo es necesario que vea la luz tanta correspondencia recibida y enviada (Jesús ha sido uno de los últimos cultivadores del género epistolar) y una biografía. Hay que contar la vida y las anécdotas -tan ricas y variadas- de este hombre bueno, amigo irrepetible, amador de los asombros y de las cosas pequeñas; que todos sepan cómo fue este poeta misterioso y claro; meditador y religioso; silencioso y extrovertido. Hay que contar sus alegrías y sus tristezas, su pasión por el paisaje y su lucha amorosa con la palabra escrita. Que las nuevas generaciones cuando reciten sus versos conozcan también la categoría humana de aquel hombre singular que fue nuestro amigo.

Durante semanas, meses, me ha acompañado este libro. Incluso me lo llevé a América y hasta me permití leer sus poemas a amigos escritores de la otra orilla en inolvidable tarde habanera, como en su poemario inefable y de noviembre.

Me arrincono para verme distante,

hablando solo. Me engaño.

nos dijo en un autorretrato. También yo me he arrinconado muchas veces para escribir estas palabras. Y no podía. Éste es un libro trémulo y estremecedor. He necesitado ir hasta Mérida y ver llegar allí la primavera.

Tengo la tierra. Vuelve sola

la muerte vieja del camino.

En su lápida se lee: «Ya soy tierra extremeña». Florecía hermosamente el camposanto. El cielo azul, los lirios encendidos, tibio el romero y el ciprés desnudo. Cantaban los pájaros. Era una mañana impresionante. Volví a leer Huir:

La emoción del paisaje me la llevo

y al hombre que me implanta y me soporta

y al milagro de huir donde volvía.

De su puño y letra, al frente del poemario, recogió Jesús este verso de Juan Ramón: «Me llevo lo que dejo». Sobre las amapolas cruzó una golondrina. Y entonces comprendí que Jesús Delgado Valhondo no ha muerto.

Santiago Castelo[4]

A Carmen y Ángel Campos [5]

Me llevo lo que dejo.

J.R.J.

Huir no es escapar. Pero solamente huyendo

se escapa.

José Bergamín[6]

UNO [7]

Es mi vida asomada

a oscura luz de nido,

existencia de huido,

azahar de la nada.

El recuerdo dormido

vuelve de madrugada

a la noche ganada

al dolor y al olvido.

Me busco y me confundo,

aurora de la infancia

de la que soy perdido:

en el mar de tu mundo

creciendo la distancia

busco lo que no he sido.

DOS

Formas del huir

J.R.J.

Una circunferencia

de sueños la jornada,

ropa sucia, apagada,

en rincón de dolencia.

Hizo estación celada,

manantial de ausencia,

ramas de somnolencia,

murmullo sin llegada.

Libre yo, vagabundo,

jardín de mi memoria

que silencio envolvía.

Crepúsculo. Me hundo.

No tengo escapatoria.

Sobre el alba llovía.

TRES

Y ellos, ¿dónde están?

Los de la fotografía, claro,

¿dónde ríen, lloran, gozan, penan,

duelen, y comen y aman y juegan

y se cansan?

Los de la fotografía. ¿Dónde han ido? [9]

Sin darme cuenta elijo

beata que rezaba,[10]

cuando se descalzaba

era madre sin hijo.

El tren se desgranaba

en tiempo de escondrijo,

sin encontrar cobijo

un viajero lloraba.

Desnudo otoño era

habitación de infancia

que asombro todavía.

Ay de aquella pantera

que vuelve a la fragancia

pasajera del día.

CUATRO

Huye el fuego, avanzando [11]

Huye antes que te guarde

la otra incertidumbre,

música de la lumbre

quemándose en la tarde.

Lejos queda la cumbre,

monte que alegre arde

en cielo rojo, alarde

de inmensa muchedumbre.

Huye conmigo el día

y la noche me esconde

hecho ovillo de alfombra.

Nadie me dice dónde

llegué. Nadie sabía

que se murió mi alondra.

CINCO

«Me voy, me decía Luis Álvarez

Lencero, antes de morir«.

Y se fue.

¿Dónde habrá ido? [12]

Se perdió la partida

entre tanta alborada

porque no pasa nada

sino carne vivida.

¡Qué ternura ganada

entre gente perdida!

amor que se suicida

en sueño de escapada.

No sabes lo que escondes

ni, luego, lo que harás.

Tú mismo te respondes,

cuando triste te vas.

Nunca jamás ahondes.

Nunca es siempre jamás.

SEIS [13]

Todavía es tarde para huir.

Luis Landero[14]

Nunca sabré quién soy

perdido en no sé dónde

que siempre está de más.

El triste del comboy.[15]

Si lo nombra responde

soy hombre nada más.

A cualquiera le doy

lo que tengo y ahonde

que poco encontrará.

Voy sin saber que voy

a un verso que me esconde

doloroso y detrás.

SIETE [16]

A Jaime Naranjo[17]

La vida es una huida,

busca nada ganada,

corral, carne encelada,

secreto de la vida,

de la vida apagada,

de la vida encendida,

querida requerida

que si odiada es amada.

Hombre que solo soy

cuerpo de no sé dónde

olvidado y atrás.

Y como todos voy

a una luz que me esconde

para siempre jamás.

OCHO

Dormida sangre de amapola

con voz al hombre en el camino.

En el alambre queda el trino

de golondrina sin farola.

Debo seguir al peregrino

que me ha cubierto de aureola.

Tengo la tierra. Vuelve sola

la muerte vieja del camino.

Duerme la piedra luz vacía,

la calle avanza hacia la puerta

y abre la página del día.

Río de sombras cruza la huerta,

mieles de menta y de avefría,

beso la seda de esquina incierta.

NUEVE

La huida victoriosa

José Bergamín [18]

Huyo para librarme

de este largo cansancio.

Todos juntos, en mí mismo

vencidos, a mi lado.

«La huida victoriosa»

se consuela de encargo.

Luz primera del alba.

Olivar sin su campo.

Huyo de aquél que es ido.

No lo conozco bien.

Lo dejé suicidado

sin saber los porqués

en la encina del toro

un mañana de ayer.

Luz detrás de la vida

dime: ¿de mí qué fue?

Nadie contesta. Todos

dudan. Y yo también.

DIEZ

Huyo para esconderme.

Uso mortal bufanda

que me abriga del tiempo

frío de madrugada.

Huyo para perderme.

Dentro de la palabra

verso moraba el hombre.

Musical nota pálida.

Un aquel me desnuda,

el otro me suplanta.

Pero queda algo mío

que eternamente pasa

como el agua del río.

Uno más. No comprendo

en absoluto nada.

ONCE

 

Huye, que sólo el que huye escapa.

Fray Luis de León [19]

Me fundo aroma con quien quiero tanto

y con quien quiero tanto me destruyo.

Tengo tristeza a mano. Me construyo

pájaro y viento. Mi secreto llanto.

Cuántas colmenas. Hueca voz de espanto.

A compasión del otro me recluyo.

Niño. Mujer extraña. Me diluyo

en un árbol de hiel y miel y canto.

Huyo para escapar de lo que debo

a la vida que no fue ni acaso importa

que merezca la pena. Me moría.

La emoción del paisaje me la llevo

y al hombre que me implanta y me soporta

y al milagro de huir donde volvía.

DOCE

Me dijo: «Te dejo, me voy a un ballet«. [20]

La vida es una página

del libro de otra biblia

que escribieron los hombres

en el tiempo al pasar.

Una bruma de ocaso

que se bebe la tarde,

lenta niebla su imagen

que intento desvelar.

Después, sola, sin mundo,[21]

será huida obligada

su ballet, lluvia y rosas,

misterio por llegar.

Me descubre el paisaje

mientras buscaba un cuadro.

Seguía ella bailando.

Sombra y luz del pinar.

La contemplaba vuelo

fugaz del nuevo día

siempre olvidando algo

que se quedaba atrás.

TRECE

En la encina del monte

a mí mismo me espero. [22]

Historia de leyenda

en mí siempre creciendo.

La busco entre mis años,

no consigo entenderlo.

No consigo entrañarme

en aquello que quiero.

Se me va de las manos

la cruz del universo.

Me parece la vida

un desdichado encuentro,

tormenta entre los árboles

el hombre y sus espejos.

Los dos en una pieza

interpretando el tiempo.

Oigo la sinfonía

de espacio prisionero

allá donde la huida

es situación del tiempo.

CATORCE

Los tallos de la lluvia

a mi tiempo entretiene,

lo llena de tristeza,

de tarde de septiembre,

dulce, amoroso sur,

nardo de luz creyente.

Mi barco de papel

navega bajo el puente,

abandonado sueño

soplado por la gente.[23]

Me reflejo en el agua.

Me lleva la corriente.

El mar está esperando,

sed de agua, a que llegue.

QUINCE

Me pongo en el breviario

escrito y acostado.

Mi vida ocupa el sitio

de pájaro enjaulado.

El viento sueña lejos,

escucho lo olvidado

que no entiendo, es beso

que se quedó sin labios.

Un nadie siempre es alguien

oscuramente raro.

Sin darme cuenta huyo

de no sé qué, de algo.

Palabras del espejo

reflejaban fracaso

de vida y flor desnuda

de un tal Jesús Delgado.[24]

Y DIECISÉIS [25]

Se está haciendo tarde. [26]

Voy porque hay alguien

que me está esperando.

No sé quién es,

pero me está esperando.

¿Una interrogación?

No sé quién es,

pero me está esperando.

No sé quién es

ni lo que quiere,

pero me está esperando.

(¿En la ventana de la tarde?)

Sólo sé que me está esperando.

Y cuando llegue

me seguirá esperando.

Siempre me estará esperando.

Por eso voy,

porque me está esperando.

[DESPEDIDA]

Al terminar este poemario, esta huida, yo quiero recordar a mi amigo el poeta y escritor José María Osuna, que se me murió casi sin darme cuenta; a Jaime Álvarez Buiza a quien, ni él sabe que lo quiero como a un hijo; a Ángel Sánchez Pascual que le pasó lo que a mí, quiso poetizar la política y lo echaron como a mí; a Pecellín a quien me hubiera gustado darle clases de lo que no sé de poesía, y a ese dios, más o menos pequeño, que somos cada uno de los hombres, y a don Nadie, que es un tío que siempre está en candelero y que a mí me hace mucha gracia y mucho bien.

NOTAS

[1] Es un título que se refiere a la huida como liberación de la existencia, cuya ingratitud ha llevado al poeta al agotamiento emocional y a no tener otro deseo que volver a sus orígenes para reintegrarse a la tierra de la que había partido. Huir fue publicado póstumamente el 23 de abril de 1994 por la editorial pacense Del Oeste Ediciones, en su Colección de Poesía Los libros del oeste. La tirada tuvo 1000 ejemplares. El libro fue reeditado por la misma editorial en el año 2002. Huir es un libro estremecedor con tan alta calidad humana, espiritual y lírica que puede ser considerado, sin lugar a dudas, uno de los poemarios más trascendentes de la poesía española del siglo XX.

[2] El prólogo de José Miguel Santiago llama la atención sobre la urgente necesidad de estudiar a fondo su persona y su obra: poesía, libros de relatos, artículos periodísticos, crónicas, pregones de Ferias y Semanas Santas, prólogos, ensayos, letras de himnos y canciones, intervenciones orales, críticas de libros, epistolario y semblanzas. Cinco años después de exponer Santiago Castelo esta necesidad fue editada la tesis doctoral La poesía de Jesús Delgado Valhondo del autor de esta edición, que contiene un detenido análisis sobre su lírica (Cáceres, Universidad de Extremadura, 1999). Ahora queda por estudiar el resto de su obra literaria, que guarda auténticas joyas del buen decir.

[3] Este texto es del ensayo «Jesús Delgado Valhondo en su lírica esencial», que se encuentra incluido en Escritores de Extremadura de Ricardo Senabre Sempere, Badajoz, Diputación Provincial, 1988, pp. 271-293.

[4] El prólogo descubre la estrecha relación humana, espiritual y lírica que Santiago Castelo mantuvo con JDV, que le había dedicado la primera parte de la 2ª ed. de Un árbol solo.

[5] Huir está dedicado a Ángel Campos (y a su esposa), que fue el artífice de su edición. Es profesor, director de la revista hispano-lusa Espacio-Espaço escrito, poeta (La ciudad blanca, 1997. El cielo casi, 1999. La semilla en la nieve, 2004) y coordinador de Abierto al aire: antología consultada de poetas extremeños (1971-1984), 1984. Después de la muerte del poeta coordinó el monográfico «Jesús Delgado Valhondo», donde editó el ensayo titulado «Más conocido que estudiado» (Hoy, 28-11-93).

[6] Con la primera cita, el poeta indica que, a pesar de la angustia padecida, su existencia no ha sido nula y en su huida lleva las vivencias de ser incardinado en un paisaje concreto, las experiencias de ser humano consciente de haber existido y la ilusión de volver a su origen (ver poema “Once”). La cita de José Bergamín expone la realidad de que no le queda más remedio que huir, pues ha agotado todos los recursos para entender los enigmas que lo abruman y, sin embargo, no ha conseguido comprender nada.

[7] JDV concibió anticipadamente Huir como el final de la estructuración de su obra poética, de ahí que se distribuya en dieciséis poemas, que se corresponde con el número de libros que componen su obra poética (exceptuando Las siete palabras del señor que él consideraba un poemario circunstancial). También se detecta un deseo docente de presentar sus reflexiones en poemas breves y de distribuirlo en tres partes que resumen los momentos cruciales de su vida espiritual: 1ª)La infancia, el pasado y los recuerdos («Uno», «Dos» y «Tres»). 2ª)La madurez, la conciencia de su imperfección, su soledad, su fracaso y la necesidad de huir («Cuatro» … «Quince»). 3ª)Su huida definitiva («Y dieciséis»).

[8] Posiblemente esta cita sea una reelaboración realizada por JDV del último verso del poema 140, que pertenece a «Madrugada» de Piedra y cielo, libro de poemas de Juan Ramón Jiménez: «Mariposa de luz, / la belleza se va cuando yo llego / a su rosa. / Corro, ciego, tras ella … / La medio cojo aquí y allá … / ¡Sólo queda en mi mano / la forma de su huida!».

[9] Pregunta dolorosa y nostálgica que recuerda el Ubi sunt? clásico, indicativa de la preocupación del poeta en los últimos momentos de su existencia por saber dónde están los que han muerto y adónde va a ir él.

[10] Este verso se encuentra explicado en el artículo «La beatas», donde JDV las defiende: «[La beata] Busca en el templo la soledad, la paz, la serenidad espiritual que falta en la calle y en el hogar. Está ahí huyendo del aislamiento» (Hoy, 3-11-62). La beata es otro de los seres desvalidos que JDV defendió de las críticas de sus semejantes.

[11] El sentido de esta sugerente frase se encuentra desarrollado en el poema: El poeta, como el fuego, cuanto más huye más se acerca a su origen (y a su extinción) aunque, como dice en la segunda estrofa del poema, al mismo tiempo se aleja de las respuestas que se encuentran en la cumbre de la montaña habitada por Dios.

[12] Es otra versión más próxima y personal del Ubi sunt? Ahora el poeta habla de su amigo Luis Álvarez Lencero al que, antes de morir, le oyó este comentario donde parecía indicar que sabía el lugar al que iba. Este enigma es la duda más angustiosa sufrida por JDV en su etapa crepuscular. El contenido de esta cita fue adelantado en el poema «¿Adónde?» de Los anónimos del coro: «Hay quien dice: ‘Me voy’. / Y se va al mirarnos / con nosotros dentro / por un camino oscuro / y sin saber si llegan» (vv. 7-11).

[13] Red. “Jesús Delgado Valhondo o la espiritualidad de un hombre cualquiera” del autor de esta edición (II Otoño literario … y solidario, Badajoz, Santa Marina, 2000).

[14] Con esta cita de Landero el poeta quiere mostrar su tremenda desorientación y justificar que huía porque estaba convencido de que nunca iba a conseguir siquiera autoidentificarse, huyera en su momento o a destiempo.

[15] Esta palabra, que aparece escrita de esta manera en la redacción original del libro, es cambiada (teniendo en cuenta que no afecta al sentido) por “convoy” en la 2ª ed. quizás para evitar que se confunda con un error ortográfico.

[16] Red. Homenaje. A Jesús Delgado Valhondo (Mérida, IFP Emerita Augusta, 1994).

[17] Exconsejero de Cultura de la Junta de Extremadura por el que JDV sintió un gran aprecio, como muestra el hecho de que sea la única persona a la que dedica un poema de Huir. Fernando Delgado Rodríguez, hijo del poeta, habla de la estrecha relación que los unía en su artículo «Jaime Naranjo» (Extremadura, 17-3-94).

[18] Esta cita de Bergamín es una forma culta que tiene JDV para justificar su huida (popularmente se expresa diciendo: «una retirada a tiempo es una victoria»), pues ya ha comprobado que es inútil seguir con su lucha espiritual y es más inteligente huir a un lugar conocido (sus orígenes) que acabar perdido en el vacío (la nada). Sin embargo, es pura ironía pues la huida no es producto de una victoria sino de un monumental fracaso: «Voy a tener que irme de viaje. Ir de viaje es huir un poco. No recuerdo quién habló de la huida victoriosa. Pero eso debe ser cuando lo que se deja uno atrás le importa un bledo» («El magnetófono» de El otro día, p. 86).

[19] Esta cita, que es el último verso del poema «Las sirenas» de Fray Luis de León, es otro punto en el que se apoya el poeta para tomar su decisión definitiva de huir, porque no existe otra manera de escapar de su angustia existencial.

[20] Según el poeta, esta frase se la dijo “una mujer pero, aunque he intentando acordarme muchas veces, no logro recordar quién fue. Pero sí me acuerdo de que me dijo con mucha seguridad que se iba a un ballet, y se fue sin más». De esta manera el poeta volvía a insistir en este asunto que tanto le preocupaba, pues sentía la angustia de saber si había algo que indicaba su destino a una persona para tranquilizarla y, sin embargo él, que se encontraba en el término de su vida, no había recibido aún ese mensaje confortador.

[21] Tanto en la primera como en la segunda edición este verso es pentasílabo por el olvido de “sola,”.

[22] En este verso JDV advierte que, dicho todo, vuelve al refugio de su soledad, es decir, a la soledad de «árbol solo» (que, ahora más que nunca, se siente), pues siempre tuvo la conciencia de que, ante la muerte, no había más compañía posible que la de su soledad. Esta idea ya aparece al comienzo de su obra lírica en el poema «Soledad» de Pulsaciones. Por otra parte, resulta significativo que identifique su soledad con la encina, el árbol típico de su paisaje, pues indica que vuelve a la tierra, es decir, al origen de donde partió. RO: La cita que encabezaba este poema era: «Si alguna vez lo veo, / va lejos, se me escapa», versos finales del poema «La prisa (Fiebre de ciudad)» de Aurora. Amor. Domingo.

[23] La imagen del «barco de papel», como metáfora de los recuerdos de la infancia perdida, JDV posiblemente la conociera al leer «El jardinero» de Tagore: «[…] Hoy, nublado y largo día de julio, meditaba sobre esos juegos de la vida en los que siempre perdí. Regañaba a mi destino por tanta maldad cuando, de repente, recordé el barquillo de papel que se me fue en el agua del arroyo” (capítulo 70).

[24] De nuevo JDV utiliza su nombre y primer apellido de “hombre cualquiera” con un sentido simplificador (antes lo empleó en el poema “Jesús Delgado” de Ruiseñor perdido en el lenguaje).

[25] El precedente de este poema se encuentra en El secreto de los árboles con el título de “Sé que estás esperándome”, compuesto treinta años antes.

[26] Finalmente, el poeta siente la necesidad de huir de una vez por todas.

[27] Poeta, médico y amigo sevillano de JDV, al que ya le ha dedicado “Dorada mediocridad» de El secreto de los árboles.

[28] Poeta al que ya le ha ofrecido «Noche con mujer dormida en el paisaje. Y no llegar» de Ruiseñor perdido en el lenguaje.

[29] Profesor, poeta, investigador y amigo al que JDV ha brindado Inefable domingo de noviembre e Inefable noviembre.

[30] Profesor, investigador y amigo a quien JDV ha dedicado la 2ª parte de Un árbol solo (2ª ed.) y el poema «Canción para Manuel Pecellín» (ver en «Y otros poemas»).

Fotografía cabecera: Monumento de «Las siete sillas» de Mérida

Los anónimos del coro

LOS ANÓNIMOS DEL CORO [1]

A Fernando Lázaro Carreter

A Ricardo Senabre Sempere [2]

«He vuelto a ver los álamos dorados

……………………………………………….

Estos chopos del río, que acompañan

con el sonido de sus hojas secas.»

Machado [3]

«… entre las quietas hojas amarillas,

a una música inmensa,

como un incendio de pesar sin fin.»

J. R. J.

I [4]

EL OTOÑO ES UN ÓRGANO QUE TOCA, SOLEMNEMENTE DIOS [5]

DESDE ANTES [6]

I

Alguien estuvo en este mismo sitio

que ahora ocupo.

Noto su vacío suceso rodeándome.

Acaricio lo que todavía queda

del cuerpo del hombre de la historia.

Tiene peculiar forma y manera de existir.

Secreto contacto con el contorno que le abraza

como una enredadera inagotable de creencias.

Pasea meditando canciones y discursos.

Se pliega con mantos de aureolas,

al borde de la mañana,

rosales y cipreses.

(En columnas caídas y anudadas de pies

las lagartijas del tiempo toman sol.)

Por los pasillos de la sombra

entran en la nostalgia

mensajes y gestos de los que perduran

de aquel entonces

en el fondo del sonido. Alguien

sigue ahí, donde lo miras.

(Luego, va, se esconde.)

II

Muchos vuelven en busca de sus bocas

cerradas en las estatuas del camino.

Otros escudriñan notas que perdieron

en el concierto de las ruinas.

Los amantes se arropan

con la capa rojiza de la estela

que va dejando el día.

En el rincón inmenso del ocaso

-todo se vuelve rincón del momento-

queda el misterio que nunca floreció

que nunca supo subir hasta la vida de su muerte.

[LOS ANÓNIMOS DEL CORO] [7]

I [8]

Arrancan del fondo,

húmedo mármol, la estatua.

Sudado y sucio

tronco de vida.

La fantasía de septiembre

late en momento

de miel y sol de espuma.

Dudas arbóreas

dejan ramas de aire

a los curiosos murciélagos del día.

(Acaba de pasar)

El paisaje abre sus páginas

por donde empezamos a leer

hace miles de años

el cuento de nunca acabar.

Los dioses vuelven la cara

al estrado del circo.

Caminan torsos lumínicos

en túnicas violadas

de encendidos aromas.

Polvos de cenizas se acumulan

en pliegues de figuras convocadas

por el tiempo olvidado entre las piedras.

Bajan hasta el renunciamiento

las sagradas estampas del relámpago.

El crepúsculo proyecta su película.

Y el recodo ciñe un cielo que caído

en labios entreabiertos de la tarde

se realiza jardín amado en la ventana.

II

Todavía la estatua

continúa superficies floríferas.

Para elevarse necesita

fantástica demencia,

fabricación de esencias

en el molino de la vida.

Surtidor se proclama

el aire golpeado de retornos.

Y, de pronto, surgen

intrigas de presentimientos.

Aunque aún falta mucho

para que se perfilen las caras

de los hombres anónimos del coro.

EL TÚNEL

I

Al túnel de la alcantarilla

bajaron sombras en busca de cuerpos,

intimidad de la tierra,

que fueron pasillos de tremenda persecución.

Sombras acosando insistentemente

espacios no habitados

en la profundidad del nombre.

(Cueva recóndita para albergar anhelos.)

Entramos en nuestro menesteroso

y dramático misterio al contemplarnos.

Vagamos en un cauce que nos lleva

a la peregrina ambición, de día festivo,

que estrenar en fiesta inverosímil.

Cuerpo comulgado, en su desnudo,

corriendo alcantarillas

para alcanzar anhelos que extendemos

a la misericordia de cualquiera

que vaya en busca de la luz,

siempre lejos,

inalcanzable a nuestras manos.

(Todo está posiblemente en el mismo sitio.

Nosotros somos quienes nos alejamos.)

II

Acosadas palabras, balbucientes palabras,

se quedan derretidas en su tinta sonora.

Quedamos absorbidos por la súplica

de encontrarnos con la emoción

de encender la otra luz,

aquélla que está consternada,

en nuestro propio cuerpo.

Y conseguir volver

a la calle empinada

de la nieve a galope de la montaña.

III

Despertaré creyendo

y volveré a olvidarme de que he creído.

Buscaré mil pretextos

para tener la fe en algo que me sostenga.

Cuando consiga desentrañar asuntos,

que me preocupan contemplándome,

me sentaré a la orilla de la celebración

a escuchar el órgano del otoño

mientras el incienso

va dorando un retablo

de palabras antiguas.

PALACIO DE SENTIDOS

I

Miro mi fotografía

y me echo a temblar

como si resucitase en invierno.

Miro donde coinciden inquietudes

de inconfesables trasfondos

del instinto.

(Mirando mi fotografía

me compadezco de satisfacciones

que laten detrás de todo odio.)

Nadie me conoce

ni siquiera el que sale

a entornar la puerta

de un desconcertante palacio de sentidos.

II

Es lo mejor que puede sucederme.

Lo otro es un vivir cambiando palabras

que, por temor a lo ignorado,

se repudian a sí mismas.

Me reconozco hombre solo

en el paseo, dentro de Dios,

para ocultarme,

me aventuro.

Sólo un rato;

pero eterno.

III

Le quito el polvo al día

y se vuelve a empañar.

Es imposible la dulce

alma del candor de esta mañana.

Anida engaños de esperanzas.

No caigo en el recuerdo

de una imagen concreta

al volver de mis copias.

Tener el sitio personal

que nunca encuentro

donde lo busco

para bajar al tacto,

secreto de las cosas,

relicarios de abismos,

en lo más hondo de las murmuraciones

seres fantasmales

acariciando sorpresas

de la luz enterrada

en el sepulcro del amor.

Y a ciegas ando.

Me reconozco otro,

quizá, vecino impenetrable,

novela embarazada de consuelos.

Amor lastimando formas

en réplica a una misteriosa

vivencia enternecida

encerrada en casa

durante mucho tiempo.

Belleza muerta y sin aristas,

cuerpo resplandeciente,

donde me ahogo todos los días.

Confusas incursiones

por esa sensación

que tengo para llevarme

no sé bien a qué sitio

donde todo está a punto

según dicen

como una hoguera

de flores y sucesos.

EL DOLOR DEL JARDÍN [9]

La tristeza se apoya

en la espalda del jardín.

Se desvanecen definiciones

de paisajes infinitos

que pasan, delante de nosotros,

en bando de palomas asustadas.

Agobios de miradas llenan

la espesura arbórea del momento.

Tiemblan futuros frutos

reservados a huecos de unas manos

que piden limosnas de misericordias.

Preguntan.

¿Quiénes?

Nadie responde

porque faltan palabras.

El cielo es puro encaje

entre la codicia del refugio.

Tiembla el canto de un jilguero

como lámpara mágica.

(Se ha muerto un pájaro

porque alguien llora

entre las plumas del soplo del suspiro.)

II

SE FUNDEN SIGLOS EN UN SOLO DÍA [10]

¿ADÓNDE?

 

A Francisco Muñoz[11]

Se funden siglos en un día

y caben en un rato.

Porque todos tenemos

la misma edad ante la muerte.

Vas como si fueses al paraíso de las flores

en el arriate de los encuentros.

Hay quien dice: «Me voy».[12]

Y se va al mirarnos

con nosotros dentro

por un camino oscuro

y sin saber si llegan.

Y quien se va con el que tiene

que dar un recado a la mujer del otro.

Estoy seguro de que la he visto antes

jugando entre la gente.

¿Es la esmeralda

que sacaron del abismo del espíritu

y se hizo pez en el acuario

de la habitación del mar?

Vagamos con noticias sensacionales

por el tiempo que nos falta

y que echamos de menos

buscando el rastro de quienes nos espían

el placer común de todo hombre.

Y sus milagros.

LA ESCENA

I

No sé desde cuándo estoy

en esta casa de paredes rotas

expuesto a los que me observan

y critican, desde la calle,

imitándome.

                Nadie respeta

mis desvelos ante el terremoto

de la desolación,

por donde yo paseo, entristecido,

los secretos del miedo.

Si pudiera correr la cortina

de este escenario de mi vida

la función no se haría jamás

en esta casa de muñecas.

Aunque no respondo a nadie

-ni siquiera a mí mismo-

me hacen desfilar

por delante del otro.

Me exhibo -pobre y duelo-

en las ansiosas miradas

de anónimos que esperan

que la escena se convierta,

para la eternidad,

colorines del rubor,

en importante tragedia

de suelos asesinados.

(¡Qué dolor padece mi alegría!)

II

No importa que la noche venga

apagando luces y encendiendo emociones.

Ahí está y seguirá estando

la muchedumbre oracional

mientras continúo vaciándome a chorros[13]

por cumplir la sentencia

a la que me condenan mis hermanos.

Entre bromas y risas

me reparten entre ellos

como si fuese un Cristo de juguete.

Nunca encuentro la salida

que me libere de mí mismo,

incluso, en los demás.

Casi me desesperan las verdades.

(Me voy conmigo mismo

a beberme un vaso de vino

a la taberna del Apóstol.)

III

La muchedumbre es barro,

conmovedoramente apretado,

con olor a tierra recién llovida.

Y jarra llena de llanto.

Se manifiesta y se sucede

sin saber el nombre del hombre.

La palabra queda sin proclamarse,

sin existencia investigada

y late, invisible, inaudible música

que nunca va a concebir el rato;

pero, que está ahí, en el sigilo

del otro que te escucha.

(Extraño pensamiento

que un desconocido

pone en la estantería

de la casa perdida

en la distancia.)

Se pasaba la mano por la cara,

acariciando la crisálida de su ser,

espiritual e inalterable.

Haciéndose de sí mismo

solitario refugio de recuerdos

hacia una vida interior

de monje de clausura,

de material de vivencia,

hasta dar con el límite

escandaloso de su vida

en la mentira del principio.

(Y del fin.)

III

LA ESCALERA DE LA PALABRA [14]

LA VOCACIÓN DE LA PALABRA

A Fernando Pérez Marqués [15]

Amé y ahora me asombran

las palabras llenas de nostalgias

que nunca conseguí pronunciar.

Me duele lo que no amé.

Esto pasó hace la mar de vocaciones.

O está ocurriendo en este instante

porque antes no hubo tiempo para nada.

O estoy construyendo

una nueva vivienda

donde habitar futuros del pasado.

EL VOLUMEN DE LA PALABRA

El temblor del color

dora el tiempo.

El espacio se cierra

en su canción de luz.

Nos conformamos cada mañana

con la frase del verso.

(Ideas y volúmenes de palabras.)

Y nace la escultura

ocupando el lugar,

inventado cada día,

donde antes estábamos

nosotros solamente.

EL PENSAMIENTO DE LA PALABRA [16]

 

A J. A. Zambrano[17]

Los pájaros volvían,

al hueco de una mano

de sol, a la última rama.[18]

Se quedaban en el viento,

de las rosas del mar,

en los tactos perdidos.

Cambiábamos paisajes

de mágicas ilustraciones

por brazos de olas

para subir al vuelo.

Contemplamos brisas de amor

latiendo entre sus labios.

Muy tarde ya, de noche,

evaporándose las estrellas,

descubrimos los besos

trémulos del silencio.

Y simbolizamos con nombre impresionable

la ilegible imaginación

de la palabra.

PALABRAS DE AYER

A Santiago Corchete [19]

Quizá mañana vuelva

a ser presencia justa

y ocupe, con vosotros, el sitio

hecho ceniza azul de nueva playa.

Para que os encontréis convocados

por aquéllos que añoran

la memoria perdida.

Porque será terrible evocar

pasados varios siglos,

algo de lo que aquí ocurrió

cuando vivíamos.

LA VOZ

Me suena raramente la voz.

Como si otro pronunciase

lo que yo he aprendido,

hilo a hilo, de memoria.

Algo me traiciona.

Me escandaliza la palabra,

contradictoria vivencia,

sumergida dentro de mí.

Me desconozco en esta

nueva versión de mi concierto

del vuelo acariciante,

expresión denunciada,

en un interminable sermón

de otra montaña.

Me duele la voz cuando se apaga

secretamente en la garganta,

cuando se encierra en un silencio

que es imposible oír.

EL SONIDO DE LA PALABRA

Antes existió el poema.

Era mutismo contemplativo

o de libro cerrado.

O escoria arrinconada de un paciente.

Meditación del solitario.

Alegría sin socializar.

Acaso, la palabra muda.

O era antes.

Cuando no hacía falta

palabra alguna para deducirse.

Cuando la piedra cristalizaba

luna y mediodía.

Cuando la yerba era la idea

de la alfombra.

Cuando el nombre era noche cerrada

y un ángel

desvaneciéndose florecía.

Mucho antes debió ser.

Sabe Dios cuándo.

LOS PRONOMBRES PERSONALES [20]

YO

Está en el escondite

la primera persona:

el hombre que solfea

la calle y la oficina,

el hombre donde muerdes

las flores del camino,

élitros de teléfono,

el libro que se cierra

aburrido de sueño.

Desconocido yo

en mí mismo encerrado

cadáver donde vivo

un presente que dudo

si existo solo siempre.

Ha nacido el diálogo

al verme en la presencia

de palabras abiertas

donde pueblas espacios

y latidos: silencios.

Dulce rincón caliente

de amable compañía.

Frente a frente. Contento

hermano mío. TUYO

es voz que nos une

definitivamente.

ÉL

Hablaremos los dos

y él quizá nos entienda

y le dará más vida

a la continuación

si índices señalan

ese lugar común

donde luego morimos

paisajes y maneras.

La culpa es siempre suya.

La novela y el humo.

La cara medio oculta

de las cosas lejanas.

El encuentro a la vuelta

de sorprendente esquina.

IV

JAULA DE ATARDECER [21]

«Se  puso  detrás  de  Él,  junto  a  sus pies,

llorando,  y  comenzó  a  bañar con lágrimas

sus  pies  y  los  enjugaba  con  los cabellos

de su cabeza, y besaba sus pies y los ungía

con el ungüento»

(San Lucas 7, 38)[22]

La prostituta se sentó,

en una piedra a la orilla del camino,

a esperar.

No sabía lo que esperaba.

Ni a quién.

Ella siempre esperaba.

Designio de su manera de vivir.

(Nadie le dijo que Cristo

jamás volverá a sentarse

en el salón de su casa.)

Pacientemente hacía encajes de bolillos

con las flores que le nacían

en la yema de los dedos,

iguales a las que la gente pisa

en la cuneta del sendero dormido.

Hasta que un viento la derribó.

Fue a caer en la roja

vertiente del crepúsculo.

Pasó mucho tiempo por sus horas.

Cuando pudo apenas levantarse

se encontró entre sus manos.

Dolida. Engañada. Tenebrosa.

Intentaba detenerse

y caía de bruces.

El silencio,

como si fuese un hombre,

la golpeaba sin piedad.

Y volvía al fin,

aturdida y maldita,

donde antes.

La mujer seguía en la esquina

eternizando sus prodigios,

grito cuajado de sorpresas,

mercancía de cuerpo almacenado,

la venta al por menor de ratos sueltos.

(Se le notaba en la cara

que había estado muerta;

pero, ella, evitándose, lo ignoraba.)

Le dolían los pies

-no le cabían-

y el santo, arrastrando la tarde,

al tropezar con ellos

los besaba.

(Eran las cuatro de la tarde

de un nueve de agosto

en la Cibeles.)

Espiaban miles de seres.

Acusada no sabía de qué,

desde dentro, desde fuera.

Miles y miles.

Hubo un instante

que pertenecían los ojos

a una sola persona

desleída en interpretaciones

de la tragedia humana.

Extendiéndose aún más allá

como luz inexistente

entre miles de anónimos

en el coro del pueblo.[23]

Bajó el amanecer a verla.

Había envilecido su piel

y le cubría un purísimo azul

en jaula de alborada.

Liberándose nacía virginal.

Nuevos deseos.

Permanente ascensión.

Recreábase niña y volvía,

milagrosamente,

a ser, blanca nieve del aire,

enajenada imagen de sí misma

en la enamorada angustia de su sitio.

Arropaba la niebla al desaliento.

Indiferente pasaba el hombre

sobre el santo y sobre la mujer.

Sin darse cuenta de la existencia,

del alma de las cosas,

pasaba invariablemente

por el mismo sitio,

humillado,

huyendo de su mismo veredicto

como aquel provinciano del caballo.

Le dieron un pañuelo

para que limpiase sus lágrimas.

Y fue nueva Verónica en los caminos

de hombres perseguidos,

de hombres indignos,

de hombres profanados,

de los de mala voluntad.

De vencidos con los brazos cruzados.

Ella los consolaba,

les enjugaba penas y agonías,

les daba de beber,

como samaritana,

y les buscaba lecho

para la noche antigua

que embarga todo sueño.

Nueva Magdalena.

La bíblica criatura

convocada por Dios

para la vida

de los suburbios de los hombres.

A veces, la mujer,

sobre la esencia de su muerte,

pregonaba obscenidades

al amparo de su pureza

hecha cisne de lluvia.

Se cruzaba la tarde por las calles

como santo que vuelve a las andadas.

Resbalaban sol de luz eléctrica

las aceras:

espejos de cielos sucesivos.

Entre cortinas de agua

lúgubres muchachos

caían de su cansado aliento.

Las miradas recorrían

vocablos de testigos

y andaban paredes

y cerraban ventanas,

una a una,

para que no se desvelase el amor.

Y, luego, nadie.

Y, después, envejeciendo

era violeta que se apagaba,

debajo de la hierba,

a escondidas de Dios.

(Sucesivos círculos abrían

la bellísima tristeza de la tarde.)

Despertó mirando hacia

otro sitio

y Dios sin su alegría acostumbrada

era un hombre que regresaba

del trabajo

enriquecido de pobrezas.

Le dijo una compañera

que Cristo era muy guapo

y que en su dulce mirada

cabía el mundo entero.

Ella se lo creía

mientras pasaba

un cine de memorias y hospedajes.

(Con su sonrisa

el ángel azul del lápiz

dibujaba muñecos.)

Todo era destino,

pasión de tiempo,

para ella.

Vivía en el umbral

de una puerta sin casa

desde donde ofrenda

mujer que muchas noches,

filtrándose en manos recordadas,

era ternura de caricia.

Llenaba vacíos de su tiempo

si miraba lugares donde estuvo.

Emoción extasiada

entre harapos de cielo.

Suplicada criatura.

Trasluciente desnudo.

Limosna que nadie recogía.

Se fue haciendo muy tarde

para empezar de nuevo.

La diadema de flores y brillantes

que encontró en el almario[24]

se la puso mirándose al espejo

de aquel entonces.

La frente, de la niña que fue, sangraba

y a sus labios, playa y libido,

llegaba el sabor salino del mar.

Su túnica, blanca y azul,

oleaje de viento parecía.

Luz enferma y alcoba.

Resentimiento de delirio.

Hospital de otra tarde.

Morada de tierra sobre los párpados.

Se sucedían los momentos tan deprisa,

tan alucinantes,

que no hubo espacio para ella

y se quedó fuera de su casa.

FÁBULA DEL RECUERDO

I

Muriéndose abrazaba a su padre.

Y el padre le decía:

«Espera: yo, primero».

Sonreía la niña y contestaba:

«Te enseñaré el camino

que tú casi no ves».

Y el padre preocupado repetía:

«nunca me quiso Dios

porque no sé olvidarme».

La niña, amanecer prodigioso,

nevaba almendros fuera.

FÁBULA OLVIDADA

II

Le preguntaban:

«¿Qué es para ti la vida?».

No sabía cómo decirles

que se enclaustraba diariamente,

que inventaba su asilo,

que a su pequeña casa

llamaban menesterosos.

Su precio de persona.

Su dolorosa llaga.

Su alegría de todos.

Daba más que tenía.

El Padre Nuestro

se le había olvidado.

Sólo un sabor

a suelo

le quedaba.

Se oye viento oculto

en el ventanal.

Corre el agua de la noche

bajo la mano de la tierra.

Submarina pena nos invita a seguir

el transcurrir del hombre sumergido.

Florece el agua en los ojos del ciego.

¿Qué secretos nos dicta

solemnemente,

entre raíces,

el ahogado cuerpo del que se huye?

Lo que está oculto

sigue invitándonos

a conspirar en la opinión del otro.

Pero, ella,

entonces,

cuando menos la espera

surge del fondo de las cosas

como flor silvestre

enamorada de la libertad.

Encerrada en su alcoba

hacía de su cuerpo

establecimiento oxidado del espacio.

Almacén de sinfonías

para quien escucha atentamente

la lluvia a punto de caer.

Sigue filtrándose

entre dudas de despojos:

crepúsculo para una barca

como pantera en el cañaveral.

Miradas la encuentran

en la habitación del rato[25]

para vivificarla vértigo

y esculpir su figura

-rosada carne-

borrando el panorama que la enmarca.

Cuando sólo esté escrita,

para poder leerla

entre líneas de árboles

vaivén del color tan sólo,

música tan sólo,

será poema de amor

que huye al ser leído.

EN ESTE PEQUEÑO CEMENTERIO DE LA ALDEA [26]

III

En este pequeño cementerio de la aldea,

habitación íntima del campo,

recóndita almohada del silencio,

todo está desnudo

y en presencia de Dios.

Se miran entre sí alegrándose

al reconocerse vecindario.

Entre la hierba brilla

un rocío de lágrimas.

(A Carmen le pusieron un clavel de tela.

A José una corona de crisantemos.

A la señora Rosa una dalia de papel.

Y a ella, una prostituta,

un manojo de olvidos amarillos.)

Cada vez que lo miras

se hace más pequeño

el cementerio de la aldea.

Las paredes se pliegan

en silencioso libro de oraciones.

Como todos se conocen

se apretujan floreciendo intimidad

-y ella-

hasta llegar a confundirse

-ella también-

en el osario del amanecer

cuando la primavera y la caricia.

* * * [27]

(Al poeta le gustaría sumergirse

en un anochecer

confundido en el alba.)

NOTAS 

[1] Este título es una metáfora del triste papel que las personas corrientes se ven obligadas a representar en la existencia como seres sin identidad, y una reivindicación de la dignidad que les corresponde en el concurso de la historia. JDV se inspiró en el teatro romano de Mérida, un lugar histórico donde sentía palpitar a los seres que lo habitaron y experimentaba la unión con sus raíces más profundas: “Cuando el hombre siente bajo sus pies y sobre su espíritu ruinas históricas […] siente con toda intensidad una emoción histórica […] una evocación sublime. Un sentimiento religioso que le capacita para ver y escuchar el tiempo que se marchó» (“Ruinas”, Hoy, 5-4-62). En 1988, el libro es publicado entre las páginas 315-346 de Poesía. JDV no recibió opiniones dignas de reseñar de este libro (excepto la de Ricardo Senabre que lo calificó de «hermoso de verdad») por pasar desapercibido al final de la recopilación (como le correspondía por orden cronológico).

[2] Son dos intelectuales, que apreciaron la poesía de JDV y lo animaron con sus opiniones alentadoras. En la nota del poema «Picos de Europa» de La montaña, que JDV dedica a Fernando Lázaro, se informa de dónde procedía su buena relación. Ricardo Senabre fue catedrático de la UEX donde ejerció un fructífero magisterio y propició estudios sobre autores extremeños, que han contribuido decididamente a la reconstrucción de la historia literaria de Extremadura. Su aprecio por JDV se materializó en el seguimiento del final de su trayectoria y en ensayos donde insistió en la necesidad de estudiar su personalidad y su poesía («Jesús Delgado Valhondo en su lírica esencial», en Escritores en Extremadura, 1988, «Sentir y decir», Hoy, 28-11-93). Y el agradecimiento del poeta al profesor se observa en la dedicatoria de Los anónimos del coro y de dos poemas: «Noviembre» y «Badajoz» (ver en “Y otros poemas”).

[3] Se trata de los vv. 1, 7 y 8 de la parte VIII de «Campos de Soria», un poema fundamental de Campos de Castilla de Antonio Machado. Esta cita y la siguiente de Juan Ramón Jiménez adelantan el ambiente enigmático en que se va a situar JDV en este libro tratando de leer entre líneas los mensajes subliminales, que capta en esa frontera entre la realidad (presente -teatro romano-) y la sobrerrealidad (pasado -idea del gran teatro del mundo-), en donde ahora se posiciona para desentrañar los misterios indagando en los seres humanos y en el entorno, que se le hacen presentes envueltos en sonidos, aromas, colores, claroscuros, silencios elocuentes.

[4] La variedad temática y la descompensación estructural del libro delatan que sus cuatro partes no fueron compuestas para formar un todo unitario y que fueron reunidas precipitadamente para aprovechar la ocasión de publicarlas en Poesía bajo un título, Los anónimos del coro, que les imprimiera la unidad que les faltaba.

[5] Este título continúa la línea significativa iniciada en las citas anteriores: Cada estación del año conlleva una nueva gama de sonidos; por su ambiente gris y triste, el otoño parece un inmenso órgano con notas melancólicas, cuya solemnidad sólo puede salir de una interpretación magistral de Dios. En este ambiente, invadido por la pena de sus reiterados fracasos, se encuentra el poeta intentando frustradamente interpretar ese mensaje.

[6] RO: Ed. Nuevo Alor (Badajoz, nº 2, 1983) TPV: “Alguien estuvo en este mismo sitio / que ahora ocupo. A mi lado acaricio / lo que todavía queda de un cuerpo / sin distancia y con historia. / Tiene forma y manera de existir, / secreto contacto con el aire, / escucha siempre su silencio. / A veces lo noto pacientemente pasear, / pliegues de mantos y aureolas, / al borde de la mañana / entre rosales y cipreses, / entre columnas caídas y anudadas de pies / y por los pasillos de la sombra / entrar en la nostalgia de quien mira. // Muchos vuelven en busca de sus bocas / cerradas en las estatuas del camino. / Otros escudriñan notas que perdieron / en el concierto de las ruinas. / Se arropan los amantes / con el manto rojizo de la estela / que va dejando el día. / Y entre rincones / -todo se vuelve rincón del momento- / queda el misterio de la vida / que nunca floreció / que nunca pudo subir hasta su muerte”. RD: Está más elaborada y estructurada.

[7] En Poesía este poema no tiene título, posiblemente por un descuido de la imprenta. Como no se dispone del original para restituirlo, ha sido titulado con esta supuesta denominación, teniendo en cuenta sobre todo los últimos versos del poema.

[8] La primera parte de este poema fue editada independientemente ST en el periódico Hoy (Badajoz, 22-5-88).

[9] Ed. Alcántara (Cáceres, nº 3, 1984).

[10] Quizás este título proceda del final del v. 12 del poema «Rubaiyat» de Jorge Luis Borges, incluido en su libro Elogio de la sombra, que dice: «un siglo es un momento». Con este título JDV advierte que continúa sintiendo una gran preocupación por el paso del tiempo. Así al primer poema de esta parte, «¿Adónde?», que comienza idénticamente al título, le añade un segundo verso («y caben en un rato») para acentuar más aún esa angustiosa intranquilidad, que ya fue expuesta por él en la supuesta segunda cita inicial de IDN e IN: «Todo / es sólo un día, / apenas un rato».

[11] Actual Consejero de Cultura y Patrimonio de la Junta de Extremadura, que se relacionó con JDV cuando trabajaba en los Servicios Culturales de la Diputación de Badajoz, le resolvía algún asunto de su departamento o espontáneamente entablaba conversación con él sobre la tarea cultural de la Diputación y temas del momento. Entre ellos se estableció una estrecha conexión que se tradujo en la dedicatoria de este poema y en el empeño que Francisco Muñoz puso en la edición de Poesía de JDV (1988).

[12] En el poema «Cinco» de Huir, JDV aclara este verso en la nota que precede al poema: «‘Me voy, me decía Luis Álvarez Lencero, antes de morir’. Y se fue. ¿Adónde habrá ido?».

[13] Este verso recuerda a otro del poema “Jesús Delgado” de Ruiseñor perdido en el lenguaje (“Me muero a chorros, Jesús Delgado”, v. 247) y a expresiones parecidas, que se pueden localizar en otros momentos, ya citados, de su obra literaria.

[14] Este título preside un grupo de poemas donde JDV explica el proceso que ha seguido con el fin de desentrañar el enigma de la palabra, para conseguir la transmisión de sus sentimientos con la misma sutileza y exactitud que los captaba su conciencia. El poeta va desgranando escalonadamente los aspectos que intervienen en la configuración de la palabra en una progresión deductiva hasta llegar a las más simples y esenciales, los pronombres personales, intentando averiguar el misterio de los conceptos originales, dominar el lenguaje y traducir el significado de la existencia (JDV explica este proceso en «La palabra y la golondrina», Mérida, 9-5-53).

[15] Maestro y escritor (San Vicente de Alcántara, 1919-Madrid, 1993). Secretario de la Revista de estudios extremeños y activo participante en el ambiente cultural de Badajoz. Realizó estudios históricos y literarios sobre Extremadura como “Extremadura en Azorín” (1972) y “Trasuntos literarios de Mérida” (1973) -algunos fueron incluidos en De Extremadura. Cuatro esquinas de atención (1980)-. Editó también el ensayo Espejo literario de Extremadura (1991) y el libro de viajes Postales de andar extremeño (1994). Mantuvo una estrecha amistad con JDV y le dedicó varios ensayos como «Carta a Delgado Valhondo» (Hoy, 7-3-64) e «Inefable noviembre» (Nuevo Alor, nº 1, 1983).

[16] Ed. Alcántara (Cáceres, nº 3, 1984).

[17] José Antonio Zambrano (Fuente del Maestre, 1946). Poeta que ha editado libros como Canciones y otros recuerdos (prologado por Ricardo Senabre, 1980), El libro de las murmuraciones (1984), La noche de los lirios (1989), Como una presunción (1994) y Después de la noche (2000). Sintió intensamente el magisterio de JDV y le mostró su aprecio en poemas como los titulados «Poema para Jesús» (Poesía, pp. 394-395) y «Esta noticia ahora» (Kylix, nº 29, 1993).

[18] En Alcántara (Cáceres, septiembre-diciembre 1984), los vv. 2 y 3 dicen: «al hueco de una mano de sol, / a la última rama». RD: El recorte del v. 2 es una adaptación de su medida a la de los versos colindantes.

[19] Poeta salmantino (Ciudad Rodrigo, 1937) afincado en Badajoz, es autor de una poesía intelectual, pulcra y trascendente. Entre sus libros destacan Proceso de la luz (con prólogo de JDV, 1985), En la ciudad del viento (1999) y Cuaderno del Paisaje (2000). También tiene ensayos como Educación y ecología (1990) y Delio en la poesía española del siglo XVIII (1994). Corchete mantuvo con  JDV una grata relación, que se ha manifestado en esta dedicatoria y en emotivos artículos, donde destaca con agudeza el valor de su poesía («Poeta y rebelde», Hoy, 22-5-88, «Sin Jesús, con Jesús», Hoy, 27-7-97).

[20] Ed. Litoral (Málaga, nº 115-117, 1982) y Hoy (Badajoz, 7-3-85).

[21] Con este título el poeta quiere dejar plasmada la imagen de la cárcel en que, metafóricamente, se encuentran encerradas las prostitutas en el momento de poner a la venta su cuerpo cumpliendo inexorablemente, como si de un designio supremo se tratara, su ingrato papel en el gran teatro del mundo. RO: Ed. Alor novísimo (Badajoz, nº 3, 1985) con el título de «Atardecía», que se puede consultar en “Poemas dispersos” de “Y otros poemas”, porque su larga extensión no permite recogerlo en esta nota. RD: Tiene mayor calidad porque su contenido está más elaborado y la parábola se expone con más nitidez.

[22] JDV encabeza la IV parte del libro con esta cita de San Lucas con el fin de recordar que Jesucristo no rechazó a la prostituta. Esta enseñanza de Cristo aceptando a un ser descarriado, que muestra humildemente su arrepentimiento, es la que desea sembrar el poeta en los receptores intentando cambiar el concepto que generalmente tienen de estas mujeres que, aunque comercian con su cuerpo, son personas con sentimientos y como tales merecen ser tratadas. Por tanto, “Jaula de la atardecer” es una reivindicación de la dignidad humana de las prostitutas.

[23] Los cuatro últimos versos contienen la razón del título del libro.

[24] Esta palabra, que ya fue empleada en el soneto “Temo al mendigo que bendice” de Ruiseñor perdido en el lenguaje, aquí tiene un doble sentido: espiritual (como en el poema citado) y real, pues también se puede entender que la protagonista encuentra la diadema en su armario.

[25] En Alcántara (nº II, XXXIX, 1983) se dice que JDV en la II Feria del Libro de Mérida recitó poemas de La habitación del rato, que es el título original de «Jaula de atardecer» y JDV concibió en la larga temporada que pasó en el hospital militar de Badajoz junto a su hijo Fernando en 1959. Este hospital estaba situado junto al barrio de las prostitutas y JDV iba a una antigua iglesia convertida en taberna, donde se encontraba con ellas y llegó a congeniar, pues comprendió que eran seres humanos con los mismos anhelos y pesares que los demás, y pobres actrices que, en contra de su voluntad, estaban representando un triste papel. La noticia de la revista cacereña y este hecho confirman la hipótesis de que, al menos, esta parte no fue compuesta para incluirla en Los anónimos del coro.

[26] Ed. Alor Novísimo (Badajoz, nº 1, 1984) con el título de «Entrañable cementerio de aldea»: «Y a ella, por prostituta» (v. 13) y no aparece la reflexión final que va entre paréntesis. RD: La reelaboración del v. 13 evita el encuentro de «por/pros-» y el cambio de «por» por «una» aclara el sentido que era ambiguo y podía ser mal entendido. La meditación entre paréntesis indica el deseo de evasión de la dura realidad, que le supone al poeta la reflexión sobre el triste final de la prostituta.

[27] Estos asteriscos, que así aparecen en Poesía, llaman la atención, pues no es un signo propio de la expresión poética. No obstante, JDV posiblemente los usara para separar con claridad los últimos versos a modo de reflexión final y paralela al discurrir del poema (recurso que ya ha empleado en varias ocasiones).

Fotografía cabecera: Puente Nuevo de Mérida

Ruiseñor perdido en el lenguaje

RUISEÑOR PERDIDO EN EL LENGUAJE [1]

I

JESÚS DELGADO [2]

Estuve en otro sitio.

Otra manera de vivir, acaso

otra forma,

otro corazón soñado,

caminos sin terminar,

cruzados.

Lo que siempre he visto.

Lo que nunca he andado.

Fantasmas. Espejos.

Retratos.

Paso páginas del libro de mi historia

lleno de estampas y veranos.

Entro en mi celosía.

Salgo. Me libero.

En la calle me quedo retazos

de hechos, biografías.

Universos soñados.

Una levísima sonrisa,

un gesto, el tacto,

una alameda en el paisaje de la calle

que da al campo.

Muy triste. Muy lejano.

Un pensamiento. Unas ofensas

de lo que está acabando.

Me recojo en mí mismo,

en Jesús Delgado,

y pienso si he sido niño,

me busco y no me hallo,

a oscuras, a medias, en las fotografías

ese niño que fui. Un extraño.

Juego.

Me canso.[3]

Me arrincono para verme distante,

hablando solo. Me engaño.

Mi novia, primavera,

abril y mayo.

Sus cabellos son rubios,

sol hilado,

de oro

ensortijado,

en ellos meto los dedos.

Juego. Me canso.

Me mira, me sonríe

y le cojo las manos

blancas, finas, frías.[4]

Amo.

Beso sus labios

rojos, dulces, frutales.

Amo.

Juego. Me canso.

Estreno juventud

camisa y un esclavo

que siempre llevo

de escapulario.

Estudio. Pienso.

Juego. Me canso.

Los que fueron permanecen

a mi lado,

mis padres, mis hermanos.

Creo que soy un milagro.

Recuerdos.

Me quedo

solo.

Un árbol solo

a veces, aislado.

Soy joven

me construyen.

Juego. Me canso.

Soy hombre

-otoño, invierno-

que tiene trabajo.

Me levanto

temprano.

Tengo mujer. Tengo hijos.

Leo. Bebo vino.

Hago versos. Amo.

Cuentas y cuentos.

Me divierto. Me entristezco.

Canto.

Voy y vengo de casa al trabajo.

Vivo. Muero.

Me acerco. Me distancio.

Juego. Me canso.

Voy al museo

cuento cadáveres y santos.

Marcos sin cuadros.

¡Cuántos cadáveres flotando!

El aire es espeso,

aceite gregoriano.

La memoria me regala

y me quita lo bailado.

Se me juntan inefables devociones

con resabios.

Lápidas. Lacrimógenos

con llanto evaporado.

Esculturas.

Mantos.

Juego. Me canso.

Hay muchos más cadáveres.

Contando no doy abasto

de aquí para allá en otra sala

y en otra, vagando.

Carne de barro.

Cántaros.

Saludos olvidados.

No hay cielo ni tierra.

Rezos amontonados.

Juego. Me canso.

Una pena se queda como dudando

y ponen música alegre

y todo se queda temblando

de miedo,

de historia,

de sangre que han derramado,

incorpóreo, invisible,

desnudos sacrificados.

Silencio, sobre la música,

dolorido, temblando.

Un tremendo mundo roto

de espectáculos.

Vitrinas. Urnas.

Misterios disecados.

Piedras dormidas.

Voces. Palabras.

Gritos colgados

de angustias,

de clavos.

Se multiplican y crecen los cadáveres.

Los cuento como a ventanas.

Juego. Me canso.

Sangre de romanos.

Visigodos labrados.

Árabes y jardines.

Cenefas y retamas,

arcos.

Árboles indecisos.

Espíritu de bosque.

Paredes. Cuadros.

Imaginas. Te engañas.

Mides con un triángulo

asomándote a los hombres

y vuelves desengañado.

La frente, el mármol.

Aromas robados.

Transcurren días

como si fuesen años.

Pasan años como si fuesen siglos alados.

Como si fuesen fallidos entusiasmos.

Nombro cosas.

Juego. Me canso.

Juego y me hago daño

con las cartas en blanco.

Y me hago daño

en el alma de antes.

Qué raro

es todo esto que a mí me pasa.

Que a mí me está pasando.

Veo la película.

Juego. Me canso.

Llegan miles y miles,

millones de pájaros,

a beber en mi vaso.

Es una nube negra que se mueve

hacia un inagotable ocaso,

horizonte inmenso

para saltarlo.

Miles y miles

de pájaros. [5]

Intento contarlos.

Juego. Me canso.

Una noche. Una novela.

Un sentimiento imaginado.

Poca locura. Nada.

Miles y miles de pájaros

dormidos

en un país lejano.

Cuando despierten

todo habrá pasado

recogerán vuelos

olvidados.

Se volverán niños.

Lo he soñado. Cuando venga el nuevo día

si viene,

nos habrá descubierto rezando.

Por si acaso

nos pondremos a salvo

de los buenos

y de los malos.

Barajan.

Juego. Me canso.

La muchedumbre vaga sin remedio

tiene los instantes contados.

Los momentos a gotas

de rostros olvidados

de perdidos momentos eternos

y dudados.

Llego a mi puerta, llamo.

Y yo mismo me abro.

Entro, no sé si es mi casa

o es aquella otra que habité

no sé cuándo.

Encuentro un muerto a media altura

para no tropezar me agacho.

El muerto puede ser

un ángel que se quedó volando.

Un insecto gigante, una gris porcelana,

un vino santificado,

una ilusión a medio vuelo,

una razón que así ha quedado.

Pero es un hombre muerto

por la noche velado.

Se lo llevará el alba

como a los fusilados,

como a los pájaros.

Me entretengo mirándolos.

El muerto es un anciano,

un amigo que me está esperando

para irnos a pasear

un rato.

Vuelven a trabajar las cartas.

Juego. Me canso.

Me falta tiempo.

Lo he perdido hablando.

Afirmo.

Niego.

Pierdo.

Gano.

Soy un hombre bueno

del pueblo llano.

Sopeso el corazón.

A las gentes abrazo.

Por las plazas del mundo

dudosamente ando

y me quedo con niños

en la aurora jugando

y uno me dice: «¿por qué estás llorando?».

Me mira y me pregunta si me duele algo

y que por qué soy un solitario.

Nadie sabe quién soy.

Yo, tampoco.

Borrón amargo.

Me publico

en cristales pisados.

Vuelvo atrás la cabeza.

Me tropiezo. Me caigo.

Soy viejo.

Me muero a chorros, Jesús Delgado.[6]

Se resume la vida

y cabe en un pequeño espacio.

De nuevo barajan.

Juego. Me canso.

II

POEMAS DE AMOR PARA LA MUERTE [7]

ESTA MAÑANA

Busco el ayer para volver contigo

y comulgar de nuevo con tu aliento.

Estar varado en la pasión me siento

oculto barco mar de mi castigo.

Nupcias de Dios-Amor es mi alimento.

A bandazos la duda que bendigo.

Enamorado estoy. Loco persigo

alas de vuelo que derrama el viento.

Quedé llagado por aquella pena

de fiebre en la memoria. No se gana

la muerte que nos vive y nos condena.

De balde nos la dan. Una ventana

encierra en su interior una azucena

que huele a ti y a sol esta mañana.

TEMO AL MENDIGO QUE BENDICE

Temo al mendigo que bendice

mendrugos que le da la gente.

Y temo al tigre que demente

de yerba y sol se contradice.

Al que medrando sueños siente

la claridad del día y dice

que todo le es igual. Predice:

muerte es amor, sencillamente.

Muerte llorada en las almenas

de mi castillo legendario.

Amor que de labios me llenas

la vida entera del almario.[8]

Llevo mi cruz hecha de penas

y subo solo a mi calvario.

TU NOMBRE

Se desdibuja en beso tu estatura,[9]

vaga niebla de sueño desvelado,

en capricho de sombra inacabado,

una roca con alma de escultura.

Generosa la reja del arado

ha quedado la tierra sin altura

y miras y no ves si es noche oscura,

si el cielo sin labrar es monte alado.

Nítida alba naciendo de soñar

en el día de luz que nos asombre

ante una vieja vida que estrenar

voy buscando el fantasma del pronombre

solitario secreto del altar

levantado al silencio de tu nombre.

TE CONOCÍ CUANDO OLVIDÉ NOMBRARTE

Te conocí cuando olvidé nombrarte,

siempre en mi vida fuiste calentura

de la imaginación. Dulce hermosura

en el trono del tiempo al recrearte.

Te conocí, de pronto, al anunciarte

que detrás del espejo tu cintura,

callada vocación, cabalgadura

de noches desbocadas al llevarte

en esta soledad que eres tú misma[10]

que enajenas en mí la primavera

en ramos caudalosos que trasluces

al contemplarte en el raudal del prisma,

loca pasión del ser donde quisiera

consumirte en la muerte a que me induces.

LIBRO MI CORAZÓN PARA LA DUDA[11]

Añoranzas de luz que me traía[12]

no sé qué excitación en un alarde

de recuerdos y amor, la Virgen arde[13]

en los labios del mar. Ya mediodía.

Ala de vieja luz aquella tarde

en la que tu cansancio requería

de toda mi ternura y mi poesía,

de aquello que temí por ser cobarde.

Libro mi corazón para la historia

que nadie ha de leer. Y yo he de irme

sin saber dónde está la primavera.

Paloma que me arrulla la memoria,

palabras del olvido en que morirme

y no saber la pena de quién era.

ROSAS EN EL OCASO [14]

A Juan Manuel Rozas[15]

Cierra la noche sombras. Pronto, el día

vendrá. Cantará el gallo. Roto el cielo.

La tierra madre quiere ser consuelo

de nueva luz y de simiente mía.

Y volverá la muerte a ser el suelo

triste misterio de melancolía.

Un ángel de oración que alcanzaría,

después de haber soñado, mi desvelo.

Tengo mudas palabras en las manos.

No sé qué hacer con ellas. ¿Paz de huerto

donde encerrarme a cultivar mis cosas?

Olas rizan trigales con humanos

ayes, alondras, gozo al descubierto[16]

de un inefable atardecer de rosas.

CIMA DE LIBERTAD [17]

Cima de libertad, enamorada mía,[18]

con árboles de viento caídos en el río.

Agua, camino abajo, rayo negro, bravío,

brotando en roca viva a mi sombra deslía

en una niebla absurda de toro y poderío.

Amaba lo creado. Amaba y me moría

de amor en el silencio. Y el silencio tenía

el dolor de mi amada para agrandar el mío.

Almas, ahora, cayendo del cielo de la vida,

el aire las recoge en un rincón perdido

de la tierra hacia dentro, allá donde la herida

sangra y es tan profundo como el primer olvido

de la mujer que fuese la dulce entretenida

del tiempo que ha ganado el último latido.[19]

ÓRGANO DE OTOÑO

Otoño. Catedral. Luz de la aurora

el retablo dorado de los álamos.

Santos umbrales. Dios abre sus párpados

deja mirada azul, escrutadora,

desentraña horizontes de relámpagos

y orquesta con trompeta trovadora

en la sala del campo donde mora

el ciego del concierto de los pájaros.

Hijo pródigo del momento eterno

llenando están de lagos los olvidos,

de niebla el corazón para tenerte.

Pronto clamor de campo en el invierno

me cubrirá de ahogados los sentidos,

me llevará el otoño hacia la muerte.

ÁRBOL SOLO

A Manuela Trenado [20]

Pueblo hueco. La plaza transparente.[21]

El aire escalonado, los peldaños

de luz a luz, subiendo por mis años,

lejos, despacio y amorosamente.

Torpe mi niño. Ingenuos desengaños.

Piso caídos tiempos. Mi inocente.

Pobrecito. Vive y está yacente.

Cambia dolor por juguetes extraños.

Cierra la noche el agua de la plaza.

En los arcos sin río se ha dormido

la invisible pasión que hoy me atenaza

en el niño que fui, con el que he ido

por el mundo de dueño y me amenaza

dejarme en árbol solo y aburrido.

ME ENAMORÓ LA MUERTE DE MANERA

Me enamoró la muerte de manera

que nada yo veía sino muerte.

Un motivo especial para quererte.

Esperanza que nace enredadera

donde el amor por ciego no te viera[22]

llevar lluvia florida, sostenerte

en vilo la mirada, contenerte

bella crueldad de enjambre en primavera.

Es posible que Dios cobre su mano

para limpiarme el cerco de tu ausencia

que conservo vistiéndome la herida,

tenebroso rubor de una existencia,

de viejo caracol con mar lejano

celoso en el oído de la vida.

ORTIGAL OSCURO [23]

A María Joaquina[24]

Antes de volver la espalda, sentirme[25]

solo y darme de bruces con el muro

de las lamentaciones, yo te juro

que llegaré rezando a convertirme

por mi muerte de amor en un futuro

de absurdas alegrías para abrirme

una tumba en el campo y decidirme

en las constantes de ortigal oscuro.

Sólo seré milagro caminante

enfermo de aventuras. Prisionero

de las pequeñas cosas, mendigante.

Al despedirme al borde del sendero

levantaré mirada sollozante

para decirte adiós y que te quiero.

NOCHE CON MUJER DORMIDA EN EL PAISAJE. Y NO LLEGAR [26]

A Jaime Álvarez Buiza[27]

Oh toro, estopa y son, oh triste duelo

en la alcoba de un oscuro hospedaje.

Campos de no nacer. En el paisaje

busca misa luciérnaga en el suelo.

Bosques de espantos. Vibra la salvaje

sensación de la bruma y muere el cielo

del mar. Tiempo sin fondo. Desconsuelo

de un ruiseñor perdido en el lenguaje.[28]

Dentro sólo inefable melodía,

mujer, vertido abril, medio olvidada,

donde nadie entrará, ni el nuevo día.

De puerta más allá tampoco nada

había y no llegar estremecía

honda noche y mujer por mí soñada.

NOVIEMBRE OTRA VEZ [29]

A Juan María Robles Febré [30]

Cielo caído a tierra húmeda sabe,

carne y mármol, escondido planeta,

ocultado noviembre en la violeta

con aroma de ayer bajo la llave

del recuerdo que brota en una quieta

rama de luna y huertos, posa el ave

de la imagen palabra, su voz cabe

en mi amarga dramática careta.

Miércoles de una envidia no gritada

sostenida en la llama como vino

tinto a la sombra de miradas tristes

en un secreto alegre de alborada.[31]

Pisas descalzo rosa con espino

y no sabes si existes o no existes.

ME ESTÁN LLAMANDO DESDE ÁFRICA

A Ricardo Sosa [33]

Yo ya sé del olor de los camellos

del desierto aire, del sudor de negra

a cántaro del agua donde alegra

el sol un nuevo día en sus cabellos;

la palma de su mano verdinegra

pasión de esfinge, mieles y destellos,

ciega arena, selva de dioses bellos

hechos entre la luz que se reintegra

a templo que escondido en un concierto

escucha el universo de una herida

en una extraña estancia de algo muerto

y donde es ayer y es hoy, todo es ida[34]

y siempre igual, distinto, fiel, incierto

misterioso poema de mi vida.

NOTAS

[1] Este título indica la desorientación de JDV que, después de su lucha frustrada con la palabra para desentrañarla y convertirla en un medio de autoconocimiento, se encuentra perdido en los entresijos del sistema de signos que ha empleado para expresar sus inefables intranquilidades. Metafóricamente puede ser traducido como «poeta perdido en la vida, desorientado y solo». JDV no tuvo problemas para editar este librito, pues Juan María Robles Febré se lo publicó en sus Cuadernos Poéticos Kylix nada más conocer su existencia en febrero de 1987. Ruiseñor perdido en el lenguaje es el número 2 de la Colección, tiene sólo 32 páginas y unas medidas de 19´5 X 11 cms. La tirada fue de 250 ejemplares numerados y firmados por el poeta.

[2] El título de la primera parte es significativo porque así firmó JDV sus primeros libros y, ahora igual que antes, omite el segundo apellido por sonoro cuando, más que nunca, desea parecerse un «hombre cualquiera» (delgado). Este sencillo nombre convertido en título, por tanto, anuncia un retrato de sus señas de identidad espiritual a modo de repaso retrospectivo de su existencia (de ahí que el poeta lo recitara cuando deseaba realizar un compendio de ella). En este recorrido irá desgranando las intranquilidades sufridas y justificando el estado espiritual, desencantado y escéptico, que es característico de esta etapa de su existencia y de su lírica. El poema será reeditado por Robles Febré como cierre de la Segunda antología Kylix (Badajoz, nº 41, 1996).

[3] En el relato «José y Joselito» de Cuentos (1986), cuando Joselito le confiesa a José que desea ser hombre como él porque «Estoy muy cansado de ser niño», éste le contesta: «Más te cansará ser hombre». Finalmente, ambos protagonistas deciden volver a la situación inicial y uno le dice al otro: «Los dos deberíamos volver a ser lo que éramos: hombre y niño. -Y jugamos a ser hombre. -Y jugamos a ser niño», pp. 42-43. Juego y cansancio son, para JDV, los dos extremos de la existencia: El ser humano juega a ser lo que no es y desea ser el otro. Al final agotado de ser quien no es y de intentar ser el otro, termina rendido.

[4] Este verso recuerda a los vv. 6 y 7 del poema «Encinas y olivos» de La esquina y el viento («Jesús tenía / las manos blancas y frías») y al v. 11 del poema «Picos de Europa» de La montaña («Tus manos que van nevando»).

[5] De esta imagen, que se refiere a la película «Los pájaros» de Alfred Hitchcock, existe un antecedente en los vv. 9 y 10 («(¡Se despiertan tan temprano / los pájaros negros!)») del poema «Alba» de JDV (ver en “Y otros poemas”).

[6] Doce años antes de editar Ruiseñor …, JDV había publicado el relato «Jacinto» en Cuentos y narraciones (1975), donde el protagonista usa esta expresión: «Me muero. Me estoy muriendo a chorros», p. 71. Más tarde Enrique, el protagonista del relato del mismo título de Ayer y ahora (1978), también «se muere a chorros», p. 102. En Los anónimos del coro, el verso 32 del poema “La escena” dice: “mientras continúo vaciándome a chorros”. Con esta hipérbole el poeta quiere indicar que la vida no se le escapa gota a gota como antes (recordemos su libro La muerte del momento) sino que ahora la vida se le va a borbotones.

[7] Este título, que contiene recuerdos nostálgicos y malos presagios, también resulta elocuente pues, en la última etapa de su existencia, el poeta desencantado hace un último intento por superar la idea de la muerte con el amor, tomando como modelo a Quevedo y como forma el soneto para imprimirle más trascendencia. Pero al final descubrirá que no existe manera de eludir a la muerte. A través de dos cartas de Ricardo Senabre (RS), una del 20-5-84 y otra del 30-5-84 (APJDV), se sabe que la elaboración de los sonetos es bastante anterior a la publicación del libro (1987) y que su redacción definitiva fue realizada por JDV poco después del intercambio de poemas y cartas con el profesor, cuyas apreciaciones se recogen en las notas siguientes.

[8] En Poesía: «La vida entera del armario». Esta variante es una simple errata, pues no tiene sentido y el poeta debió usar “almario” como un término creativo que significa «lugar donde se guardan sentimientos espirituales».

[9] RO: «Se desdibuja en la noche tu estatura». RS: Advirtió a JDV que este verso era dodecasílabo. RD: El poeta cambió «la noche» por «beso» para convertirlo en endecasílabo como el resto de los versos.

[10] En Poesía: «en esa soledad que eres tú misma». «esa» debe ser una errata, porque «esta» hace la soledad más presente y cercana, que es lo que pretende el poeta.

[11] En Poesía: Este título es «Libro mi corazón para la huida». La palabra original sería «duda», que aparece claramente expresada en los vv. 11 y 14, aunque también sugiere la idea de huir en el v. 10: «Y yo he de irme».

[12] RO: «Añoranzas de amor que me traía». RD: El cambio de “amor” por “luz” imprime mayor lirismo al verso.

[13] RS: Advierte a JDV que este verso sólo sería endecasílabo si se hacía hiato entre «que» y «arde», pero no aparece «que» sino «la Virgen». RD: La advertencia de RS llevó a JDV a buscar una palabra, que encajara significativa y métricamente, y eligió este sintagma para que el verso midiera un endecasílabo.

[14] Red. Hoy (Badajoz, 28-11-93). La RO de este poema debe ser el poema titulado “Rosas de atardecer” que, mucho después, sería editado en Árrago (Badajoz, 4-10-2000): “ojos. Canta el gallo, Se rasga el cielo” (v. 2), “Quiere la tierra madre ser consuelo” (v. 3), “con el misterio que tanto temía” (v. 6) y “Un ángel de oración alcanzaría” (v. 7). RD: Las reelaboraciones ajustan determinadas expresiones a la exactitud con que deseaba exponerlas el poeta.

[15] Ciudad Real, 1936-Madrid, 1986, fue catedrático de la UEX desde 1978 hasta su temprana muerte. Sin embargo, en tan corto espacio logró un fecundo magisterio y una relación fructífera con el ambiente literario extremeño, que llegó a JDV. Era especialista del Siglo de Oro y de la Generación del 27 (El conde de Villamediana, 1966, La generación del 27 desde dentro, 1974) y poeta (De la consolación y de sus dioses, 1984, Ostinato, 1986, Discurso manual, 1990).

[16] RO: «ayes, alondras, el gozo al descubierto». RS: Advirtió a JDV que sobraba una sílaba y éste quitó el artículo «el».

[17] Red. Hoy (Badajoz, 28-11-93).

[18] RS: Sobre este verso hace a JDV una objeción y éste, posteriormente, le remite otro: «Cima de libertad insaciable», pero RS le previene de la mayor calidad del primero. RD: JDV lo deja como estaba en un principio.

[19] RO: «del corazón ganando el último latido». RS: Llamó la atención del poeta sobre el uso ambiguo del gerundio «ganando», porque podía referirse a la «dulce entretenida» y a «corazón». RD: JDV evitó el gerundio con la forma verbal compuesta («ha ganado») y solucionó la ambigüedad con una oración de relativo, que claramente se refiere a «tiempo».

[20] Profesora en la EPA de Mérida. Es autora del ensayo Aproximación a la poesía de Jesús Delgado Valhondo (Mérida, Editora Regional de Extremadura, 1994), cuya elaboración propició el agradecimiento del poeta con esta dedicatoria.

[21] RO: «Pueblo hueco. Plena plaza transparente». RS: Le alaba la asonancia «pueblo-hueco» y la aliteración «plena-plaza» y le advierte que «transparente» no encaja y el verso tenía una sílaba más por lo que debía cambiarla por «silente”. RD: JDV optó por dejar «transparente» y cambiar «plena» por «la» para evitar que el verso fuera dodecasílabo. El poema «Árbol solo» fue editado en Árrago (Badajoz, 11-10-2000) con el título de «La plaza», que recoge la sugerencia de RS en el v. 1: «Pueblo hueco. Plena plaza silente» y cambia en el v. 3 «años» por «sueños»: «de luz a luz, subiendo por mis sueños».

[22] RO: Este verso debió tener otra elaboración, porque RS le sugiere que quite «una», pero esta palabra no aparece ni se puede encajar en el mismo verso de Kylix. RD: El verso original, por tanto, tendría problemas de medida y JDV lo alteró.

[23] Red. en A Jesús Delgado Valhondo. Homenaje (Badajoz, Kylix, nº 29, 1993).

[24] Se trata de la esposa del poeta, a la que previamente le ha dedicado ¿Dónde ponemos los asombros?, Inefable domingo de noviembre e Inefable noviembre.

[25]  RO: «Antes de volver la espalda, de irme». RS: Le advierte el encuentro de la «e» de «de» y la «i» de «irme», que «puede resultar un tanto forzado». RD: JDV lo soluciona cambiando la dos últimas palabras del verso por «sentirme». Por lo demás, la opinión de RS sobre el libro fue muy positiva: «Como es habitual en ti, tienes un admirable sentido del lenguaje y encuentras la forma inesperada, pero exacta, la adjetivación insustituible. […] es un ramillete de sonetos tan hermoso como fragante» (carta a JDV, Cáceres, 20-5-84, APJDV).

[26] Ed. Alor novísimo (Badajoz, nº 8-9, 1986): «había. Y no llegar estremecía» (v. 13), que JDV debió reelaborar para evitar la pausa detrás de «había». Red. Hoy (Badajoz, 22-5-88) y Antología 25 Kylix (Badajoz, Kylix, nº 25, 1992).

[27] Poeta pacense, al que JDV mostró su aprecio incluyéndolo en la despedida de Huir. Ha editado libros como los titulados Tarde de siempre (1978, 1980 y 1996, con prólogo de JDV), Espera inacabada (1988) y Desconsolada espera (1996). El aprecio de Buiza por JDV se puede localizar en poemas («Jesús», Hoy, 22-5-88, «Rapsodia en dos tiempos», Hoy, 28-11-93) y artículos (“Un año sin Jesús», Hoy, 23-7-94, «J.D.V.», Hoy, 23-7-97).

[28] Esta estrofa acoge las razones del título del libro que aparece, a modo de consecuencia final, en el último verso de la estrofa, indicando la desorientación del poeta.

[29] Red. Hoy (Badajoz, 22-5-88).

[30] Sacerdote (Huelva, 1918) con una gran pasión por la poesía. Fundó la revista Jaire, intervino en la creación de la emeritense Olalla y creó los Cuadernos Poéticos Kylix (1986) y la Colección Poética Uziel (1998). Fue un poeta con títulos como Badajoz siempre (1982 y 1989) y Cántico universal (1995). Mantuvo con JDV una estrecha relación, que se manifiesta en esta dedicatoria y en que Febré le editara Ruiseñor… en Kylix y cerrara este proyecto editorial con el poema «Jesús Delgado» (nº 41, 1996), le dedicara varios poemas como «De la espera al encuentro» (Kylix, nº 29, 1993) y artículos como «Jesús Delgado Valhondo» (Alminar, nº 44, 1983).

[31] En Poesía: En este verso cambia «es» por «en» («es un secreto alegre de alborada»). Se trata de un error del impresor de Poesía, porque es la preposición «en» la que encaja perfectamente en el significado.

[32] Red. en Antología 25 Kylix (Badajoz, Kylix, nº 25, 1992) y Hoy (Badajoz, 28-11-93), donde el v. 9 dice: «a templo escondido en un concierto». Es otro error, pues este verso tiene diez sílabas al faltarle «que» por descuido.

[33] Profesor y autor de Hacia los seres apasionados (1992), con el que JDV congenió por su carácter abierto y solidario. Sosa recuerda esta dedicatoria en su artículo «Un soneto de Jesús» (Extremadura, 27-7-93), publicado varios días después de fallecer JDV al que define con estas palabras: “[…] un hombre bueno, un buscador infatigable, una sensibilidad agudísima, un creador exigente, un comunicador incontenible y un ser extremadamente vivo”.

[34] Esta idea fue expuesta sintetizada («Ayer es hoy») en el v. 26 de la elegía “A mi hermano Juan” de La vara de avellano. Después Inefable … se inicia con la cita de Borges «Hoy es ayer», que es el pensamiento anterior expuesto a la inversa. Y este verso de Ruiseñor perdido en el lenguaje es la idea completa (antes sólo apuntada) que, hasta ahora, el poeta se había resistido a concluir.

Fotografía cabecera: Puente romano de Mérida