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Autor: Administrador

Aurora. Amor. Domingo

 

AURORA. AMOR. DOMINGO [1]

 

CIUDADES-PALABRAS [2]

 

Vamos a inventar un mundo

con sólo decir palabras.[3]

Un mundo que cante y gire

en una nueva alborada.

Plantaremos muchos árboles

en el viento y en la entraña

de la luz. Que goce el cielo

un nuevo mundo a sus anchas.

Y que tenga Dios la tierra

soñándole la mirada.

Después bastará decir

cualquier cosa, y ya lograda

tendremos a la ciudad

con sus calles, con sus plazas,

con la gente que va y viene

de su corazón a lágrimas.

Limitaremos regiones:

Galicia: yerba mojada.

Cataluña y Aragón,

piedra y río en las espaldas.

Valencia, jarra de flores.

Uña de mar, Vascongadas.

Y Extremadura y Castilla,

editando nuestras almas.

Regiones que parirán

pueblos y pueblos sin mancha

de pecado original,

letra a letra; por ejemplo:

Andalucía, garganta,

gorgorito, grito y flor

en el patio y la ventana.

Ya está el espíritu campo

cuajando en la yerba casas.

Ya está la estrella en el aire.

Ya está la vida cercada.

Y el hombre -fracaso eterno-

con su historia meditada

y con su monotonía

de paredes hechas páginas,

que va leyendo y leyendo

cada día, cuando pasa

con su pan y su trabajo,

su cáncer creciendo entrañas,[4]

de este lado para el otro:

melancólica nostalgia.

Y va buscando la muerte

como quien busca almohada.

No hay que pensar en el hombre.

-Somos hombre, somos nada-.

Lo del hombre para Dios,

por ser un hecho de magia.

La ciudad es lo que importa.

Ciudades y más ciudades

con sólo decir palabras.

 

DOBLAR UNA ESQUINA [5]

 

Yo sé que en cada esquina

un ojo mira las pequeñas muertes,

que, cada vez que paso, siento

sus aldabazos en mis sienes.

Y sé que en cada esquina

el tiempo roto y triste duerme,

y un viento frío, que me queda

el alma llena de dobleces.[6]

Yo sé que en cada esquina

alguien me espera y me detiene:

mi corazón le da su bolsa

llena de sangre, casi siempre.

Yo sé que cada esquina,

que voy salvando en mis quehaceres,

es un paisaje que atravieso,

es que he pasado por un puente.

 

CIUDAD DE SIEMPRE [7]

 

Estoy pisándote, ciudad, el alma

de calle a casa, de la noche al día,

sin darme cuenta que me vas ganando,[8]

sin darme cuenta de mi tiempo y vida.

Estoy, ciudad, andando por andarte,

sin darme cuenta que la sangre es mía,

sin apenas saberte ni escucharte

la queja dulce de tu piedra fría.

Estoy, ciudad, en ti, sobre tu mano,

que introduce los dedos en mi herida,

y vas oyendo los latidos locos

a latigazos de melancolías.

Tantos años, ciudad, por ti muriendo,

por ti rezando solo mi agonía,

por ti dejando lo mejor que tengo,

de calle a plaza, de rincón a esquina.

 

LA CIUDAD DE LOS HOMBRES [9]

 

Pasan hombres. Los turbios

hombres que solos hablan,

quejidos entre dientes,

dolor en las entrañas.

Llevan sello en la frente

de dichas o desgracias,

tienen inconfundibles

señales en las caras.

Andan aires podridos

en medio de nostalgias.

No pueden con problemas

que solucionan lágrimas.

Triste ciudad de hombres,

de estos hombres que pasan,

como los ríos vidas

llenos de sucias aguas.

Da pena verlos siempre

pasar, tarde y mañana,

murmurando su vida,

masticándose el alma.

 

CIUDAD DE PIEDRA [10]

 

Primer  misterio: la luna.

Un Padre Nuestro a los pasos

de nadie por el silencio,[11]

de nadie por el espacio.

Ave María: la torre,

y Gloria Patri al palacio

y amén al hierro del aire,

espada del hijodalgo.

Segundo misterio: sombra.

Tercer misterio: el legajo.

Cuarto misterio: el convento.

El quinto: ventana y rapto.[12]

Desde la esquina al rincón:

santo, santo, santo y árbol.

(Un Credo para la piedra

y una Salve al campanario.)

La piedra: ora pro nobis.

(La piedra, la sombra, el arco.)

La piedra: ora pro nobis.

(El aldabón del lagarto.)

La piedra: ora pro nobis.

(La estrella bajo la mano.)

La piedra: ora pro nobis.

(Palmera, lechuza y gato.)

La piedra: ora pro nobis.

(Cuentas de piedra el rosario.)

La piedra: ora pro nobis.

(Imprevisto tanto y llanto.)

Ora pro nobis: amén.

Sobre la piedra, los años.

 

LA PRISA [13]

(FIEBRE DE CIUDAD)

 

Media vuelta a la llave,

mi casa está cerrada

y voy dentro creando

mi mundo y mis fantasmas.

Medito sobre cosas,

pongo delante el alma,

me confieso a mí mismo:

mi penitencia es larga.

Cuando escribo leyéndome

despierto de mi nada

y entonces voy con Dios

recorriendo la estancia.

Le enseño lo que escribo,

hablo de lo que haré mañana,

le cuento mil historias

que ya sabe y se calla.

Después, abro la puerta,

me suelta Dios, se marcha.

Yo ando por las calles

buscándolo. Son vanas

las vueltas que le doy

a la ciudad soñada.

Si alguna vez lo veo

va lejos, se me escapa.

 

AMANECER EN BADAJOZ [14]

 

Siento la luz latiendo debajo de mis párpados,

viene del manantío que brota de mi alma,

del amor a la vida abrazando mi cuerpo,

del corazón subiendo la escalera soñada.

Abro los ojos, nada; la luz es más profunda.

El muro de las sombras a mis manos agranda.

Voy buscando el milagro que presiento en noticias

de un nuevo sol vertiendo su dorada palabra.

Ya respiran los árboles en la luz de los pájaros,

en donde está la estrella dulcemente cansada,

en donde está el recuerdo llamando en todas partes:

catedral, río, puente, torre de la Alcazaba.

Resplandece en la sangre la claridad del día.

Ha despertado el aire remansos de nostalgias.

Solamente dos pasos, alargar los sentidos,

descubrir tras la noche Badajoz en el alba.

Huele el paisaje a limpio, a tierra y cielo limpio,

el silencio se rompe en trozos de mañana.

Dios me mira contento desde sus grandes horas

en el momento justo de abrir yo mi ventana.[15]

 

CÁCERES [16]

 

Cáceres, te recorro

misteriosa y lejana:

sueños, gestos, silencios cargados con mis años.

Tarde: violeta pálida.

Mi madre, mis hermanos.

Ya sólo Juan. Mi casa.

Los surcos de la luna. El aroma de siempre.

La calleja soñada.

Mis amigos: la frente

del tiempo: las espaldas

del tiempo. Las esquinas esperan la memoria,

y al final, la Montaña.[17]

Recorto cielos, torres,

rejas, sombras. El alma

del domingo. Vencejos que nacen de la piedra.

Dorada la espadaña.

Más cigüeñas y más

azul. Hundo miradas

en el fondo del aire, en la sangre vivida,

en las viejas palabras.

Cáceres vuela y vuelve

conmigo. A mi nostalgia

un niño cojo viene y alcanza la tristeza

al borde de mis lágrimas.[18]

 

MEDITACIÓN ANTE UN AMIGO MUERTO [19]

(FONDO DE CIUDAD)

 

Se escuchan las campanas y tu nombre,

fondo de la ciudad y de los huertos,

las espinas de sol en las estrellas,

la entraña amiga, el corazón adentro.

Se ve el dedo de Dios que enciende el alma.

Se deja descifrar Dios en silencios.

Se notan las señales de los vivos

en el oscuro aroma de los muertos.

Crucificadas tienes ya las manos

en las serenas albas de tu pecho

y el olvido en tu frente. Conjugando

vas el verbo morir por todo el cuerpo.

Te enfrían los paisajes de la sangre,

mineralizas tu mirar por dentro,

eres ofrenda de semilla y polvo,

el mármol y el suplicio de los huesos.

Se te llena la boca de raíces.

Te resumes en cuadro: tierra y cielo.

Vas arrastrando el paso de la sombra.

Vas floreciendo tu llorado tiempo.

Acaso, ¿sabes tú que estás dormido?

¿Sabes que ya deshojas a los sueños?

¿Que pesas en el mundo más que nunca?

¿Que se te hiela el ave de los besos?

Señalas cal y piedra, mueble y casa,

la madrugada gris y los bostezos,

cada paso de vida que tú diste,

cada suspiro que costó el aliento.

Tu sonrisa en el aire está encendida,

más cristal y más cierta de sucesos,

y tu bondad se queda en la fatiga

de la carne comida por el viento.

Estás donde te miro, donde siempre,

detrás de las esquinas del momento,

en todos esos sitios que estuvimos

andando juntos la luz y los recuerdos.[20]

También estás ahí, callado y tuyo,

midiéndote en el frío de este suelo,

sujetando murmullos y rosarios

y mundo de responso y de misterio.

Estás ahí, te miro, llegas pronto,

alma camino de poblados gestos,[21]

que nadie ha de creer que te contiene

al par la tierra dura y mi lamento.

Oh, muerto amigo, te pienso y te medito

y te vuelvo a llamar. Yo te confieso

que todo me es igual cuando te lloro,

que todo me es indiferente y bueno.

 

COMO SI FUESES UNA FLOR [22]

 

Como si fueses una flor,

desnúdate.

Sacúdete el rocío.

¡Enciéndete!

¡Enciéndeme!

Ven alba, suplicado rayo.

Nombre.

¡Ven!

Quiero verte venir

desde el principio de la carne.

Antes aún.

Te esperaré con los brazos abiertos,

pero no te abrazaré.

Seré la cruz.

Humana cruz clavada en tu camino.

Dejarás cuando pases el aroma de tu ternura al hombre.

Hombre crucificado en tu secreto,

clavado ahí, donde lo dejas,

para siempre.

 

PAISAJE DEL SUR [23]

 

El camaleón:

mínima prehistoria,

viejísimo son.

La mosca y la araña

se juegan el sol

sobre la espadaña.

Olivos y viñas,

el trigal. Amor

de tierra. Campiña.

En el caracol,

al revés, sonaban

palabras de Dios.

 

LEVÁNTATE Y ANDA [24]

 

¡Se cayó! Pobre chiquillo.

Iba de prisa, corría,

casi volaba la tierra,

casi no rozaba el día.

Lloraba. Salí a cogerlo.

-¿Te hiciste daño? Sufría.

-¿Dónde te duele? Sangraban

su cielo y su fantasía.

Dije: «Levanta. No llores».

«No llores tú, vida mía».

Me miró. La sangre, ¡nada!

Y el suelo no le dolía.

Salió corriendo otra vez.

Yo casi Dios. ¡Qué alegría!

 

EL FONDO [25]

 

Oscuras manos andan

el fondo de la fría

memoria de las cosas

que fueron tierra, mina.

La cara boca abajo,

apretada agonía

del silencio. La vida

que se esconde. La noche

en punto de partida.

Tiempo ahogado. Tiempo

sin voz. Luz negra, antigua.

Sobresalta la piedra

caída.

Profundo y misterioso

mundo del todavía:

algas y ese cadáver

incapaz de la orilla.[26]

 

MOTIVOS DE SOBRA PARA QUE PICASSO ME PINTE UN CUADRO [27]

 

¡El viento está tan frío!

La risa se ha parado.

No sé cómo empezar

a pintar este cuadro.

Ni el dolor que le pongo

a estos garabatos.

Ni de qué color pinto

el traje de los sábados.

La habitación del ojo,

dentro verde lagarto,

meditando el invierno

en su puño cerrado.

La angustia de sentirse

sin nadie mis abrazos.

El silencio que sella

con su fuego los labios.

La mano en la barbilla.

El corazón temblando.

De la sangre mi niño

me lleva ya arrastrando.

El mar es una lágrima

y, Dios mío, me baño

en ella tan desnudo

que sólo nos quedamos

la bendita tristeza,

los años que he gastado

y el hombro donde llevo

la cruz de los relámpagos.

¿De qué color la angustia?

Y, dime tú, Picasso:

¿de qué color se pinta

el alma del payaso?

Porque no valen cuentas

ni cuentos ni fracasos:

la sangre cuando vuela

es que la lleva un pájaro.

Nosotros en la tierra

clavados como el árbol,

hundiendo la raíz

en el mismo cansancio.

El huracán por cima …

Y también por debajo.

Y dentro de la sombra

nos vamos conjugando.

El verbo es el amor

y, después, nos odiamos.

¿De qué color se pinta

la mona en este caso?

Inventemos la rosa,

las tardes, el gusano,

el azul que se sube

a la mirada andando.

Y luego los bolsillos

de carne, mientras vamos

a pintar en la nieve

a Dios entresoñando.

 

EL SILENCIO [28]

 

Alguien anda la noche oscura,

noche crecida en la distancia;

escucho acobardado donde

vivo los misterios del alma.

Y miro dentro de mis ojos

a unas estrellas que se apagan:

caigo profundamente

dentro del mundo de la nada.

Ponen los pies sobre mis sienes;

luego, sobre mi pecho llaman.

No sé quién es, no puedo conocerlo,

no dice ni palabra.

Rasga mi piel y queda en carne

viva la angustia en mis entrañas.

No sé quién es: bajo mi oído

desesperadamente calla.

Tal vez es el latido de la sangre,

alguien, quien por mis venas anda,

alguien que por la noche oscura

secretamente doloroso pasa.

 

CIMA [29]

 

Subo a la cima azul de la mañana,

paso a paso mi cuerpo, buen anciano,

hasta dar con mis huesos en la desgana

y tirar la mirada sobre el llano.

Sobre la alfombra de la tierra el hombre

que viene y va de su misterio a cosas,

buscando el pan y deseando un nombre

que ponerle a la hormiga y a las rosas.

Mis versos, mis candiles, un manojo

de súplicas, de asombros y de pena.

Desde la cima de mi vino rojo

pienso que bebo de la sangre buena.

Desde la cima de la voz primera,

del claro día o de la luz pisada,

de peregrinos en la primavera,

vuelvo a pedir a Dios hoy su mirada.

Subo a mis horas agarrado al alma,

bajo a mi tierra donde arcilla dejo,

tiendo mis ansias por el mar en calma

y duelo en rocas pardas mi reflejo.

El pecho de la noche está partido

por la mitad. Ojo sin nadie mira,[30]

mano sin nadie, pasos del huido,

mundo de espalda que despierta y gira.

Sin darme cuenta qué montaña subo,

ando mi vida a costa de mi vida,

no más el corazón que se detuvo

a libar el amor que se suicida.[31]

Vamos, hermanos, subiremos juntos,

que el último escalón casi se alcanza,

que llevamos dolor y unos asuntos

y debajo del brazo la esperanza.

Está Dios escuchándonos, amigo,

pidamos que al final tengamos suerte,

un paso más y estamos al abrigo,

en lo alto del sueño con la muerte.

Ya van nuestras palabras ordenando:

detrás de los despojos yo distingo

a Dios sentado allí, como esperando

nuestro cansado rostro de domingo.[32]

 

 

NOTAS

[1] En 1958, JDV acaba el libro Ciudades (que luego titula Abriendo mi ventana) y en 1959 termina Pequeña angustia. Intenta editar el primero en Adonais y fracasa. Entonces funde los dos libros en Aurora. Amor. Domingo, pero tampoco consigue su edición en Índice. Ante esto, prepara una selección de poemas que titula Primera antología, donde incluye Aurora. Amor. Domingo. Su título es el único no original de JDV. Se trata del último verso del poema “Poeta” del libro Bonanza (1911-1912), que Juan Ramón Jiménez incluyó en su Tercera antolojía poética. JDV lo seleccionó como muestra de admiración al maestro, después de realizar una visita a su casa (JDV, «Moguer de Juan Ramón», Hoy, 16-8-81). Aurora. Amor. Domingo pasó desapercibido, pues ocupaba el último lugar de la edición (como le correspondía por orden cronológico) y tenía una presentación muy sencilla (en la portada pone simplemente el título, después aparece un dibujo en blanco y negro de Antonio Vaquero Poblador y le siguen los 16 poemas que lo forman).

[2] Ed. Alor (Badajoz, nº 41-42, 1956) y Entre la yerba… (1979). JDV no estructura visiblemente Aurora. Amor. Domingo, pero significativamente tiene dos partes. La primera acoge los nueve primeros poemas y la segunda, los siete restantes. Se distinguen porque la segunda padece en mayor grado la angustia sufrida por el poeta. La elaboración del libro estuvo condicionada porque en 1958, cuando JDV compone sus poemas, lleva destinado en pueblecitos veinticuatro años y añora fervientemente la ciudad.

[3] JDV utiliza estos dos versos como cita propia en el poema titulado “Las capitulaciones de un poeta” (ver en “Y otros poemas”).

[4] Estos últimos versos tienen una reelaboración parecida en «Todo cae» de Inefable …: «Hemos visto pasar hombres / que iban o venían / con cuentas en la boca / y cánceres rondándole los sueños» (vv. 27-30).

[5] Ed. Olalla (Mérida, mayo 1957), Euterpe (Buenos Aires, nº 35, 1958), Arriba y Entre la yerba … (1979). En Olalla, el poema está dedicado a Manuel Arce, director de la revista santanderina La isla de los ratones, lleva una anotación («del libro inédito Ciudades«), «y cada vez que paso siento» (v. 3) y «que sólo el eco me sostiene» (v. 4). En Euterpe lleva otra anotación: «del libro inédito Capital de provincia» y «sus latigazos en mis sienes» (v. 4). RD: Los ajustes indican que JDV no quedó conforme con estos versos y los moldea hasta dejarlos a su gusto. Ciudades y Capital de provincia son títulos que barajó para denominar al libro que luego titularía Aurora. Amor. Domingo.

[6] En los versos de esta estrofa, se encuentra el sentido del título de su tercer libro editado La esquina y el viento.

[7] Ed. Alcántara (Cáceres, nº 90-92, 1955), Arriba (Madrid, 7-9-58), Las provincias (Madrid, 28-9-58) -en las dos últimas ediciones con el título de «Cáceres, ciudad de siempre»- y Cáceres (28-9-58). Red. Historia y antología de la poesía española (Madrid, Aguilar, 1967), ABC (Madrid, 25-11-71), Poesía extremeña actual (II) (1978), Hoy y Entre la yerba … (1979). En Alcántara: «Estoy ciudad andando por tus nervios» (v. 5), «la queja dulce de su sombra fría» (v. 8) y «Estoy ciudad por ti, sobre tu mano / que introduce los dedos en mi herida / Llueve rosas de Abril, llueve la tarde / puras estrellas de melancolía» (3ª estrofa). RD: El poeta ajusta detalles concretos con los que no estaba conforme.

[8] A este verso y al segundo de la siguiente estrofa le falta «de» entre «cuenta y «que»: «sin darme cuenta de que me vas ganando, / […] / sin darme cuenta de que la sangre es mía». Pero el poeta se tomó la licencia de omitirlos para que estos versos no tuvieran una sílaba más que el resto.

[9] Ed. Cuadernos de ágora (Madrid, nº 7-8, 1957) y Canas de Dios en el almendro, donde es dedicado a José López Martínez, corresponsal de publicaciones españolas e hispanoamericanas, que dedicó a JDV numerosos artículos como los titulados «El poeta y los asombros» (Ya, Madrid, 18-1-70), «Jesús Delgado Valhondo y la simbología del árbol» (Todo, Méjico, 27-10-80) y «Aquel día en Mérida» (Hoy, Badajoz, 28-11-93). Red. Alcántara (Cáceres, nº 137, 1976), Mérida (septiembre 1976) y Entre la yerba… (1979). En estas ediciones suele aparecer con el título de «Ciudad de los hombres».

[10] Ed. Gévora (Badajoz, nº 25, 1954), Arriba (Madrid, 7-9-58), Cáceres (28-9-58), Las provincias (Madrid, 28-9-58), Alcántara (Cáceres, nº 145, 1965; con el subtítulo «Rosario”), Historia y antología de la poesía española (Madrid, Aguilar, 1967; no aparecen los vv. 17-20), Canas de Dios en el almendro (1971), Poesía extremeña actual (II) (1978) y Entre la yerba … (1979).

[11] En Cáceres, Gévora y Arriba: «de nadie por el misterio» y, después del v. 22, aparecen dos que no están en la edición de Aurora. Amor. Domingo: «La piedra: ora pro nobis. / (El cielo curvado y bajo)». RD: El ajuste del v. 3 evita la repetición de la palabra «misterio» que ya apareció en el v. 1 y la supresión de los dos versos citados quizás tuviera el fin de eliminar la repetición innecesaria de “La piedra: ora pro nobis” y de “bajo”, que aparecía en el v. 22.

[12] En Gévora: «El quinto: ventana y árbol». RD: «rapto» es un concepto que concuerda mejor con el misterio que ambienta el poema.

[13] Ed. Índice (Madrid, enero 1958), Entre la yerba … (1979) y en “Jesús Delgado Valhondo o la espiritualidad de un hombre cualquiera” del autor de esta edición (II Otoño literario … y solidario, Badajoz, Santa Marina, 2000). En Índice: «y dentro voy creando / […] / […] / delante pongo el alma» (vv. 3 y 6) y en Entre la yerba …: «y voy creando dentro» (v. 3). RD:  Los cambios en estos versos son un ejemplo de cómo el poeta probaba una y otra vez buscando la expresión más adecuada.

[14] Red. ABC (Madrid, 9-8-71) con el título de «Amanecer» (en Pulsaciones hay otro poema TI, DC), Entre la yerba … (1979) y RFF de Badajoz de 1983. Badajoz fue otra de las ciudades, junto a Cáceres y Mérida, de las que JDV dejó varias muestras de aprecio en verso y en artículos como «Calles (Badajoz, capital de provincias)»: «Me divierte pasear las calles de Badajoz. Ir descubriendo en ellas asombros. Doblar esquinas» (Hoy, 24-6-70).

[15] En Gévora (Badajoz, nº 46, 1956), el poema «Abriendo mi ventana», editado cinco años antes, ya apareció con los dos últimos versos idénticos (ver en “Y otros poemas”). En la revista de Feria de San Juan (Badajoz, 1967), estos versos presentan unas variantes con las que el poeta hace extensivo el amor de Dios a todos: “Dios nos mira contento desde sus grandes horas / en el momento justo que abrimos la ventana”. El artículo «Amanecer de abril» de JDV guarda un contenido semejante a este poema de Aurora. Amor. Domingo: «El mundo vuelve a nacer en el amanecer de cada día. […] Es un canto maravilloso a la vida esta mañana. […] Y abrimos nuestra ventana. Larga y ancha mirada para que el mundo crezca ante nuestros ojos. Y Dios nos mira contentos, esta mañana de abril, desde sus grandes horas» (Hoy, 13-4-61).

[16] Ed. Índice (Madrid, octubre 1958), Alcántara (Cáceres, nº 123-125, 1959) -con el subtítulo «(Viejo país del alma»)-, ABC (Madrid, 30-7-71; con el título «Misteriosa y lejana») y Entre la yerba … (1979). Este poema ha sido musicado por el cantautor extremeño Miguel Ángel Gómez Naharro y lo ha convertido en una hermosa canción (tema nº 3 de su Paseo literario por Extremadura, Badajoz, Dodo Records, 1992).

[17] Se refiere al lugar elevado de Cáceres donde se encuentra el santuario de la Virgen de la Montaña.

[18] El sentido plástico de este poema es recogido por JDV en artículos como «Cáceres (viejo país del alma)»: «Cáceres tiene un cielo alto, azulean miradas, el aire es limpio como una página sin escribir para que en ella dibujen atardeceres de sábado los vencejos. Cáceres estrena cielo todos los días» (Hoy, 17-11-61).

[19] Ed. Alor (Badajoz, nº 43-44, 1956; con el subtítulo como título y viceversa), Índice (Madrid, 1958), Alcántara (Cáceres, nº 135, 1960), Ángelus (Zafra, nº 13, 1960), Historia y antología de la poesía española (Madrid, Aguilar, 1967; no aparece la antepenúltima estrofa), Canas de Dios en el almendro (1961), ABC (Madrid, 2-11-72), Poesía extremeña actual (II) (1978) y Entre la yerba … (1979). JDV explica indirectamente el contenido de este poema en el artículo “Campos”: «Escuchamos al campo. […] Debajo de cada piedra existe el drama o el amor. […] Y ya otra vez en la ciudad. […] En el fondo de la ciudad un hombre muerto» («Campos», Hoy, 26-7-59). También aborda el tema en el artículo «Manuel Monterrey» (Hoy, 8-1-64) y en su intervención oral en el homenaje a la poeta María Rosa Vicente, celebrado en Don Benito (7-9-72).

[20] En las dos últimas estrofas, JDV vuelve a incidir en el sentido del título de su tercer libro La esquina y el viento.

[21] En Alcántara: «camino-espíritu de poblados gestos». RD: Quizás este ajuste pretendiera eliminar el guión y hacer el verso más sugerente.

[22] RO: “Como si fueses una flor / desnúdate. / Sacúdete el rocío. / ¡Enciéndete! / ¡Enciéndeme! / Ven alba plena, suplicante rayo. / Nombre. / Ven. / Desde lejos verte venir. / Desde el principio de la carne. / Antes. / Yo esperaré con los brazos abiertos, / pero no te abrazaré. / Seré la cruz. Te dejaré pasar. / Seré la cruz. Humana cruz clavada en tu camino. / Ven. / Yo te veré venir. / Dejarás cuando pases el aroma de tu ternura al hombre. / Al hombre crucificado en tu secreto, / clavado ahí donde lo dejas / para siempre”, ed. Alcántara (Cáceres, nº 136, 1960) y Gévora (Badajoz, nº 68-82, 1960) con el v. 14 suprimido («Seré la cruz. Te dejaré pasar»), porque evitaba la repetición de «Seré la cruz», suprimía la expresión que le sigue por ser contradictoria con lo que dice tres versos más adelante: «Yo te veré venir» y, además, la cercanía de dos conceptos parecidos «dejar» y «pasar». RD: Resulta de más calidad, porque es producto de una síntesis que elimina elementos superfluos.

[23] Ed. Alor (Badajoz, nº 39-40, 1956) y Entre la yerba … (1979).

[24] RO: Ed. Olalla (Mérida, abril 1957), donde tiene el título de «El porrazo (levántate y anda»), la anotación «Del libro en preparación Pequeña angustia«, «su carne y su fantasía» (v. 8), «(La culpa es tan sólo mía)» (v. 10) y «El dolor, ¡nada! … Vivía» (v. 12). RD: El título es más lírico y los versos reelaborados ajustan ciertas expresiones que mejoran la calidad del conjunto. Red. Canas de Dios en el almendro (1971) y Entre la yerba … (1979).

[25] Ed. Cuadernos de ágora (Madrid, nº 46-48, 1960), Alcántara (Cáceres, nº 142, 1964), Entre la yerba … (1979) y Poesía (1988, p. 365).

[26] JDV siempre se sintió impresionado por la imagen del ahogado, pues la entendía como la muerte en el abandono más absoluto sin consuelo y sin amparo igual que cuando el ser humano es abandonado por Dios. Esta preocupación la manifiesta en repetidas ocasiones en su obra literaria como, por ejemplo, en el relato «Cuento de agosto (Un chico de luto)» de Ayer y ahora (1978) cuando dice por medio de su protagonista: «Estas sombras se nos hacían muertos que, también, flotaban, en un lago, como ahogados suicidas», p. 95.

[27] Ed. Hoy (Badajoz, 1958) y Gévora (Badajoz, nº 63-67, 1958) en el número homenaje a Pablo Ruiz Picasso, Mérida (septiembre 1959) y Entre la yerba … (1979). En Gévora: «Ni qué dolor le pongo» (v. 5); «y yo, Señor, me baño» (v. 22); termina en punto el v. 24; la estrofa siguiente comienza con mayúscula y va separada por un blanco de la anterior y «a la copa del árbol» (v. 52). RD: Estos cambios tienen el objetivo de hacer más precisas las expresiones reelaboradas.

[28] Ed. parcialmente en Hoy (Badajoz, marzo 1959) en una página donde los poetas extremeños homenajean a Manuel Monterrey, con la siguiente dedicatoria: «A Manuel Monterrey, amigo del silencio, con veneración». Sólo aparecen las dos últimas estrofas y la primera de ellas con el v. 2 distinto: «viva, en el frío, mis entrañas». RD: Quizás la modificación tuviera el objetivo de evitar tópicos y mejorar la redacción del verso. Red. Euterpe (Buenos Aires, nº 37, 1959). Red. completo en Entre la yerba … (1979) y Manxa (Ciudad Real, nº 14, 1980).

[29] Ed. Canas de Dios en el almendro (1971; dedicado a «Felipe y Pepita») y Entre la yerba … (1979). «Cima» es un poema clave en la obra lírica de JDV, pues describe el fracaso de su búsqueda de Dios. En el relato «Mastín, cállate; que ya la noche» de Cuentos y narraciones (1975) se localiza una versión en prosa de este poema fundamental “Cima”. JDV tiene otros dos artículos  «San Pedro de Alcántara clava su cruz» (Extremadura, octubre 1948) y «Subir» (Hoy, 9-11-63) sobre este tema.

[30] En Canas de Dios en el almendro: «por la mitad. Ojo, sin nadie, mira;». El añadido de las dos comas tiene el objetivo de conseguir una entonación más adecuada a lo que desea expresar el poeta.

[31] En Entre la yerba … (1979): «y libar el amor que se suicida». El cambio de «a» por «y» posiblemente se trate de una errata de imprenta.

[32] De entrada el título del libro, Aurora. Amor. Domingo, adelanta un contenido placentero pero, una vez conocida la angustia que encierra y que JDV pensaba titularlo Aurora. Dolor. Sábado, se deduce que su significado positivo es aparente: «Aurora» es sólo un momento necesario para desprenderse de la angustia padecida en la noche. «Amor» se refiere al que siente por Dios pero no es correspondido y, por tanto, es desamor. Y «Domingo” es una metáfora del final de su camino a la montaña, que no le ha proporcionado descanso sino angustia.

 

Fotografía cabecera: Plaza Mayor de Mérida

La montaña

LA MONTAÑA [1]

Para Adolfo Muñoz Alonso [2]

SANTANDER

A Alejandro Gago[3]

Labio de España, aliento

gris de mar y una espuma

del cielo que nos besa

con bendita ternura

en la tarde. Montañas

que nacen de la pluma

del día. Sueñan cuevas,

donde tiempos acunan,

noches eternas. Suda

verdes el monte. Ríos

y adiós. Piedras desnudas …

Acaricia las vacas

Santander en la bruma.

(Un caracol se esconde

bajo el pie de la luna).

NIEBLA [4]

A los hermanos Bedia[5]

Quise coger la niebla

-ángel de telaraña-

como si fuese un ramo

de flores apagadas.

Alcé los brazos sobre

unas supuestas albas.

Quise la nueva luz

y la nueva palabra.

Y sólo conseguía

ver mis manos mojadas,

hechas pájaros tristes

deshojadas en agua.

Quería coger nieblas …

Eran nubes cansadas

de volar que en la tierra

vertían sus nostalgias.

Como yo cuando vengo

de mi trabajo al alma

y me noto en la sangre

suelo de una mañana.

SHIRI-MIRI [6]

A Adolfo Muñoz Alonso[7]

Ángeles grises: agua.

Palabras ya caídas

sobre la hierba. Viento

mojado. Con la vida

va vertiéndose el cielo

casi tierra. Con alma

temblando. Por la herida

sólo Dios. Cierra el libro

que tiene abierto el mar

de madrugada. Día

que no nos ve.

Melancolía.

SUBIENDO LA MONTAÑA [8]

A Leopoldo Rodríguez Alcalde[9]

Cuántas veces yo me digo

agarrándome del pecho

que tengo un algo deshecho

y me pego y me maldigo.

Y cuántas veces mi lecho

de tierra me llama amigo,

y yo a la tierra bendigo

que tiene el cielo por techo.

Y cuántas veces consigo

lo que en el alma sospecho:

dolor de mundo. Y cosecho

hombre de penas conmigo.

DESDE EL MIRADOR DEL CABLE

(VÉRTIGO)

A Emilio Alarcos[11]

Cómo se tiende el alma,

cómo el alma se vierte,

comienza siendo un río

de vida en la corriente

y, después, se desborda

fresca de vientos verdes

y va inundando todo

lo que ve y lo que quiere.

Así, sin alma estoy,

vértigo de simiente

para ir cuesta abajo

si mi alma se pierde.

Estoy vacío y, luego,

me llaman desde siempre

allí abajo, en las sombras

un sueño, una vertiente.

No tengo ni una estrella

donde poder cogerme.

Vuelve a mí, alma mía,

que deseo tenerte.

………………………………….

………………………………….

Ha vuelto y voy bajando

despacio de mi muerte.

PICOS DE EUROPA

A Fernando Lázaro[12]

Ojos de Dios -¡qué cercanos

están de mí!- dentro miro

la transparencia del cielo

alto del escalofrío.

Echas tus barbas a nieblas

y tu cabeza conmigo.

Eres padre. Solo abuelo

cuando juegas con los niños.

Manos azules de Dios.

Manos de Dios sobre Cristo.

Tus manos que van nevando[13]

dedo a dedo en el vacío.

Cara de Dios -¡qué cercano

tengo ya tu aliento vivo!-

está sufriendo en España

por un mundo sin espíritu.[14]

Yo sólo puedo ofrecerte

a mi corazón podrido,

casi gusano y pañuelo,

casi nada y casi olvido.

Quisiera ser una roca

para quedarme contigo

en estos Picos de Europa

dentro de tu rostro lívido,

ser el alma de estos montes

acurrucada en tu nido,

dejarme la vida aquí

en vez de darla al camino.

DESFILADERO DE LA HERMIDA [15]

Yo me noto pequeña

criatura. Yo me siento

vencido ya. La sangre,

que de prisa despierto

en corazón, me llena[16]

de temor y misterio.

Al lado de estas piedras

se me alejan los cielos

soñando pesadillas

de abismos en el tiempo.

Monstruos que de mí beben

huellas de mal momento.

Una vena recorro.

No arribo mundos. Quiero

gritar: ¡Luz, aquí estoy,

toca mi voz, que puedo

todavía salvarme!

Es temprano y me muero.

Ya se enredan las nubes

en las rocas. El viento

enseña su garganta.

Yo cada vez soy menos

hombre. ¡Dios, qué me pasa!

Porque temor me rezo.

Miro las cumbres; piedras

altas, horas en vuelos.

Intento yo encontrarme

a mí mismo en el cuerpo.

Me palpo con las manos

y casi no me encuentro.

Me voy cerrando sombra

por el desfiladero.

La tierra de mi carne

se me va deshaciendo.

SANTILLANA DEL MAR [17]

A A. Fernández Pacheco[18]

¿Del mar o de la montaña

es Santillana del Mar?

Del mar nos dice su nombre.

El monte es sólo un cantar.

Rincones, sombras, esquinas

y piedras, siglo a sembrar.

Por las calles y callejas

almas puestas a secar.

Las horas cierran silencios

en Santillana del Mar.

CUEVAS DE ALTAMIRA[19]

(TRECE MIL AÑOS EN LA SANGRE)

A Carlos Muñoz[20]

¿Quiénes viven de mí? ¿Quiénes de sombra

me van llenando el alma que sospecho

a fuerza de vivir siglos y siglos?

¿Viejas historias? ¿Bíblicos lamentos?

En esta Cueva de Altamira vamos

oyéndonos la voz, reconociéndonos

más allá de la piel y de la carne:

signos de Dios escritos en el tiempo.

Alguien dibuja en los instantes toda

la vida que nos mueve desde dentro,

nos alumbra la noche con espíritus,

se mueven animales, nace el ciervo

y el caballo y el jabalí que loco

es un trozo de roca, oscuro viento,

herida que sangrando monte arriba

va señalando el alba de los sueños.[21]

Un hombre estuvo aquí -trece mil años-

mi primitivo hombre de misterio:

el arte le nació sin saber cómo

iba soñando caza y rozó cielos.

RECORDANDO LA COLEGIATA DE SANTILLANA DEL MAR

(LUZ DE SUEÑO)

A José Jurado Morales [23]

Cuando me busco los recuerdos

el alma mía me sorprende

con un dorado y dulce tiempo

lleno de días y de siempres.

Hojas que van, días que caen,

en mi sangre constantemente.

Un calendario de paisajes

donde el momento se nos muere.

Cuando regreso es que despierto

y un nuevo sol toca mi frente.

Matando sueños hiero noches:

por esa herida la luz viene.

TORRELAVEGA [24]

Campos verdes. Y montes

y nubes. Piedra vieja.

Fábrica roja. Luz

en caminos abierta.

Carretera adelante

y La Montaña acuesta …

y estamos otra vez

como el ave que vuela.

De un lado para el otro,

a derecha y a izquierda

y de frente y detrás:

siempre Torrelavega.

La mirada en el cielo

y los pies en la tierra.

TABERNA DEL RIOJANO [25]

Se reventó la cuba: sangre o vino

eran lo mismo: cuadro y carabela.

Taberna del Riojano en el camino.

Sobre la mesa la botella vela

el ser del hombre triste y sin destino.

Humo de mar que por la noche vuela.

El ángel se escondió bajo un molino

de risas entre dientes de la estela.

Un barco que va y viene peregrino.

El corazón de pronto me desvela,

-otro vaso de sangre con espino-

y bebo más y amén … y mi novela.

CAMINOS DE LA MONTAÑA [26]

A Pedro Bellón Uriarte[27]

Bajo el pie de Dios -en caminos-

crujen las hojas y los oros

de la tarde. Viento reuniendo

a nubes. Escucho al otoño

su corazón, cueva sombría

del agua oscura, hasta su fondo.

Son las seis de la tarde. Vivo

dentro del tibio sol. Recojo

carne de cielo bajo el alma.

Crisantemos difuntos. Poco

a poco se desnudan árboles.

Muere una golondrina. Noto

abrir sus alas en mi pecho.

Suspiro. Son las seis. Escombros

en los recuerdos. Hace frío.

Penas de Dios me quedan solo.

Hombre solo en el mundo. Sombra

sola de un vuelo misterioso.

BESANDO EL TROZO DE LA CRUZ DEL SEÑOR

EN SANTO TORIBIO DE LIÉBANA[28]

Besé la Cruz y llevo

los labios abrasados

de rosas y de voces

y de sangre en colmena.

Tengo, Señor, motivos

para estar de rodillas

constantemente orando

sobre mi corazón

y el tuyo, sobre brazo

que tiendes a la vida,

sobre el ala que dejas

en mis ojos, sobre llagas

que adhieres a mi carne.

Has entrado en mi casa,

has abierto tu mano

y ha caído ese clavo

que llevas, en mi alma,

alumbrando el paisaje

de mi noche de hombre.

PLAYA DEL SARDINERO [29]

Abre su caja el sol,

vierte diamantes:

viva luz donde juegan

color los ángeles.

La mar -¿bajo del cielo? [30]

sabiendo a sangre …

Ya le brota el aroma

de pez o carne.

De carne y viento azul,

de viento y baile.

Arcos iris caídos:

arena y tarde.

Tarde de cualquier Eva

que el mar alhaje.

La costilla, una ola.

Y ya tú naces.

Playa del Sardinero:

manzana al aire.[31]

SEPULCRO DEL INQUISIDOR CORRO [32]

Te dieron sepultura en una iglesia,

Señor Inquisidor, y entre tus manos

te pusieron un libro. Con la luna

tu perfil de rabino recortaron.

No puedes ser ya más, ni más ni menos,

tu carne, caramelo de alabastro,

te ha gastado una broma, cebo y duelo,

de punto muerto en confortado año.

Te acaricio, te miro, te mantengo

casi de corazón, trasluz cansado.

Pero te arranco pronto de mi sangre

me produces temor y me das asco.

Asco de muerto así, tan sin quererlo

con tu importancia y sin desenfados,

con tus esquinas en la cara enferma

de sabe Dios qué viento endemoniado.

«Aquí estoy yo», estás siempre diciendo

en la vendimia blanca del costado.

Y «aquí estoy yo», te digo y te repito.

«Aquí estoy yo», ya ves, casi a tu lado,

sin respirar siquiera tus rincones

ni apenas amargura de mis labios,

sacándote de mí como quien saca

del pozo de la historia lo soñado.

EN EL PUEBLO DE POTES [33]

I

… Y me estaré constantemente

en esta axila de la tierra

como si fuese un árbol solo,

clavada cruz, entre las piedras.

Esperaré tener la boca

fresca de nieves y de fresas.

He de tener todos los trinos

entre mis manos y mis venas.

Que yo he pasado por tu puente

como quien viene de la guerra:

a un lado el mundo que se marcha,

al otro el mundo que se queda.

II

Llevo la sangre recogida

en una cárcel de esperanza.

En corazón toda una tarde,

gris y tremenda, atravesada.

Y no seré yo quien quisiera

el desangrarme al arrancármela.

Estoy a gusto con mi suerte

y con mi historia y con mis nadas.

He de vivir en adelante,

llena de montes, a mi alma;

llena de nubes que me besan

alzando sólo la mirada.

SAN VICENTE DE LA BARQUERA [34]

Tiene la voz del mar cogida

en una eterna primavera.

En cielos vibra el arpa azul.

La luz se vierte por la hierba.

Alguien desciende de la nube

y, despacio, se nos acerca

para mirar en nuestros ojos

el pozo humano de la tierra.

El ángel de la tarde viene

abre sus alas y nos acuesta …

En nuestro sueño va naciendo

San Vicente de la Barquera.

PUERTO DE SANTANDER

A F. G. Carrasco [35]

Toda la mar delante.

El mundo es todo nuestro.

Una canción en labios,

adiós en los pañuelos.

Vámonos por el agua

para ganar más cielo

y descubrir la tierra

otra vez y de nuevo.

El corazón, un barco

que en la sangre mantengo.

¿El mundo donde estamos

es el barro del cuerpo?

Vámonos, alza el alma.

Dios está amaneciendo.

Santander a la espalda,

como cruz, me la llevo.

NOTAS 

[1] Este título, superficialmente, se refiere al nombre con que se denomina por antonomasia a Santander, pues cuenta las vivencias líricas de JDV en aquellas tierras altas. Pero, profundamente, es uno de sus símbolos capitales, pues el título representa su concepción de la vida y el lugar de su fracaso definitivo, porque Dios no se le manifiesta. En abril de 1957, JDV editó La montaña sin contratiempos en la Colección La cigarra de Santander. Esta rapidez mostraba las buenas relaciones entabladas en la capital cántabra durante su visita y el interés suscitado por su poesía. En la portada, las letras del título aparecen en color verde, igual que en la portada interior. La crítica detectó en La montaña un avance en la forma y una mayor modernidad. El libro mide 20 X 13´5 cms. y lleva dos dibujos a plumilla de Ricardo Zamorano. Uno representa «La Montaña» (aparecerá años más tarde en la portada de Un árbol solo -1ª ed.-) y otro el lugar donde se encuentra enterrado el inquisidor Corro (ilustrará años después la portada de Inefable domingo de noviembre).

[2] Catedrático de Filosofía de la Universidad de Valencia y director del Curso de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo de Santander, al que asistió JDV becado por el Ministerio de Educación Nacional. El Curso, que se tituló «III Conversaciones sobre Educación Primaria. Educación y Didáctica», fue organizado por el Servicio Español del Magisterio y se basó en ponencias como las tituladas «Didáctica de las Matemáticas», «Trastornos de audición y lenguaje» y «Las técnicas al servicio de la formación humana».

[3] Poeta, director de la revista santanderina El gato verde y una de las personas más importantes en la vida cultural de Santander durante la posguerra, que JDV conoció en su visita a aquella ciudad.

[4] Ed. Alcántara (Cáceres, nº 108-110, 1956), Alor (Badajoz, nº 45-46, 1957), Ángelus (Zafra, nº 13, 1960), Historia y antología de la poesía española (Madrid, Aguilar, 1967), Primera antología (1961) y Entre la yerba … (1979), donde el v. 7 dice: «quise coger la luz» y los vv. 13 y 14: «Quise coger la niebla … / eran nubes cansadas». En ambos casos se trata de ajustes que perfeccionan los versos citados.

[5] Fueron unos entusiastas impresores que alentaron el ambiente cultural de Santander durante décadas. La dedicatoria es un agradecimiento de JDV por la edición de La esquina y el viento (1952) y La montaña (1957).

[6] Ed. Alcántara (Cáceres, nº 114-116, 1957).

[7] JDV, aparte de la dedicatoria del libro, ofrece este poema al director del Curso agradecido por las atenciones recibidas cuando, en tertulias informales celebradas después de las sesiones, participaba como un contertulio más con la aceptación de los intelectuales más destacados como Fernando Lázaro, Emilio Alarcos o el mismo Muñoz Alonso, a pesar de que era el único maestro entre profesores de Universidad.

[8] Ed. Alcántara (Cáceres, nº 108-110, 1956).

[9] Poeta, crítico de arte y otra de las personas destacadas en el ambiente cultural santanderino de la posguerra, que JDV conoció en su visita a la capital cántabra. La Colección Tito Hombre publicó a Rodríguez Alcalde el libro de poemas Cancionero de Corbán (nº 10), que precede en orden de edición a La esquina y el viento de JDV (nº 11).

[10] JDV, en su artículo «Vértigo», reflexiona sobre el gusto del ser humano por esta sensación que lo pone al límite de su capacidad física y emocional: «El hombre se divierte aturdiéndose. Todo lo que le produce emoción, impresión, vértigo lo desea fervorosamente. Ama el abismo porque quizás el abismo sea una fórmula o una forma de la emoción. […] Pero el mayor vértigo es el que da cuando nos asomamos al interior del corazón humano» (Hoy, 21-5-59). Este artículo también contiene la descripción del tremendo vértigo que sintió cuando ascendió al Mirador del cable (Santander).

[11] Catedrático de Lingüística General de la Universidad de Oviedo, máximo representante español del estructuralismo lingüístico y autor de libros fundamentales como Fonología española (1950) y Gramática de la lengua española (1994). Asistió al Curso de Santander donde conoció personalmente a JDV, a quien ya había criticado positivamente El año cero en 1950.

[12] Catedrático de las Universidades de Salamanca y Madrid, lingüista, crítico literario, autor de manuales y del Diccionario de términos filológicos (1953), Estudios de Poética (1976), Estudios de Lingüística (1980). Valoró positivamente El año cero de JDV, a quien conoció en el Curso de Santander. Desde entonces mantendrá con él una relación epistolar a través de la que le enviará críticas muy alentadoras: «Hace años que te creo uno de los mejores poetas actuales» (carta a JDV, 1988, APJDV). En correspondencia, JDV le dedicará Los anónimos del coro (1988).

[13] Este verso recuerda a los vv. 6 y 7 del poema «Encinas y olivos» de La esquina y el viento: «Jesús tenía / las manos blancas y frías» y a los vv. 44 y 45 del poema «Jesús Delgado» de Ruiseñor perdido en el lenguaje: «y le cojo las manos / blancas, finas, frías».

[14] Esta referencia a la ideología de la época puede considerarse un desliz de JDV (que no vuelve a repetirse en su obra poética), pues cuidó sobremanera que sus reflexiones siempre tuvieran un sentido universal y un fondo aséptico.

[15] Red. Primera antología (1961) y Entre la yerba … (1979). En esta edición los cuatro últimos versos están separados de los anteriores por un blanco.

[16] RO: «en el corazón, me llena». RD: La supresión de «el» tiene la finalidad de adecuar la medida de este verso (octosílabo) con los restantes (heptasílabos).

[17] Red. Alcántara (Cáceres, nº 114-116, 1957).

[18] Es un nombre que sólo aparece relacionado con JDV en este libro. Debió ser, por tanto, otra de las amistades que consiguió en Santander. La facilidad con que JDV entablaba relaciones humanas procedía del alto valor que siempre dio a la amistad y de un poderoso don de gente, marcado por la simpatía y la afectividad. Este carácter sociable no fue óbice para que, interiormente, JDV sufriera unas hondas preocupaciones espirituales, que muchas veces aminoraba con esa extroversión e, incluso, con una asombrosa hiperactividad que lo llevó a intervenir como organizador o participante en numerosos proyectos culturales como el Curso de Santander.

[19] Yacimiento prehistórico situado en Santillana del Mar (Santander).

[20] Es otro nombre que sólo aparece relacionado con JDV en La montaña, por lo que debió ser otra de las personas con las que congenió durante su estancia santanderina.

[21] En su artículo «Una gruta prehistórica con su libro abierto al paisaje», JDV cuenta la impresión que le produjo contemplar las pinturas rupestres de la gruta de «La Calderita», cerca de Zarza de Alange: «‘La Calderita’ uno de los primeros libros extremeños, partida y manifiesto, de unos hombres que tuvieron deseos de expresar, de decir, de contar, de biografiar una inquietud espiritual, de pintar la palabra» (ed. Extremadura, 21-6-51, y RFF de Zarza de Alange, 1956).

[22] Red. Alcántara (Cáceres, nº 114-116, 1957).

[23] Fue director de los Cuadernos literarios Azor de Barcelona, donde JDV editó poemas en varios números. Jurado le dedicó el ensayo «Cuentos y narraciones de Delgado Valhondo» (Barcelona, Azor, 1976) y lo animó a que editara en El postillón. Cuadernos viajeros de poesía (Barcelona).

[24] Ciudad cántabra donde se celebra una de las ferias de ganado vacuno más importante de España y centro industrial de la provincia santanderina.

[25] Red. Primera antología (1961) y Entre la yerba … (1979), donde el v. 1 dice: «Se reventó la cuba: sangre y vino». Se trata de un leve ajuste que cambia la disyunción por una afirmación y, a la vez, consigue una construcción idéntica a «cuadro y carabela» del v. 2 con la que imprime mayor consistencia a la primera estrofa.

[26] Ed. Alor (Badajoz, nº 45-46, 1957), donde el título es «Otoño» y «en la tarde. Viento reuniendo» (v. 3). RD: El cambio de título es una adecuación al contenido del libro y el de “de” por “en” para hacer la expresión más lírica. Red. Mérida (septiembre 1962).

[27] Gobernador civil de Badajoz, que propuso a JDV como representante de la provincia para el Curso de la Universidad Menéndez Pelayo.

[28] Se refiere al monasterio de este santo que está situado en los Picos de Europa y conserva los Comentarios del Apocalipsis del Beato de Liébana.

[29] Lugar emblemático de Santander junto a la península de la Magdalena.

[30] Quizás “bajo” no lleve tilde por descuido y el verso sea “bajó del cielo”, pues si el mar sabe a sangre es por el reflejo del cielo cuando adopta tintes rojos.

[31] Posiblemente estos dos versos tiene su origen tonal en los dos últimos del poema “Encinas y olivos” de La esquina y el viento: “Cara o cruz: Moneda al aire”.

[32] Red. Primera antología (1961) y Entre la yerba … (1979), donde el v. 21 dice: «sin respirar siquiera los rincones». El cambio de «tus» por «los» puede tratarse de un desliz de la imprenta, pues «tus» concuerda con otros posesivos anteriores y, sin embargo, «los» rompe esa concordancia.

[33] Centro de la comarca de La Liébana (Santander) con un alto valor patrimonial, cuyo núcleo urbano fue declarado monumento histórico-artístico por la UNESCO en 1985.

[34] Puerto pesquero de Santander con industria conservera. Red. Primera antología (1961), Historia y antología de la poesía española (Madrid, Aguilar, 1967), ABC (Madrid, 22-1-69), Poesía extremeña actual (II) (1978), página poética del Boletín del militante  de Badajoz y Entre la yerba … (1979).

[35] Fue un inspector de la Enseñanza Primaria con el que JDV tenía amistad.

Fotografía cabecera: Vista desde el puente Lusitania de Mérida

La muerte del momento

LA MUERTE DEL MOMENTO [1]

 

PRÓLOGO

 

«Jesús Delgado Valhondo»

 

El poeta -uno de los poetas extremeños de más clara estirpe- entona sus dudas y misterios de soledades hondas, allá en lo alto de unos riscos, de Zarza de Alange, donde se asienta la casita y la escuelita de este maestro. Buen observatorio para medir su tiempo, auscultar sus mundos espirituales y contar o cantar sus diarias tribulaciones, más cerca de los cielos «por donde los astros van» donde a ciertas horas bajan los ángeles y el soñador Valhondo se permite preguntar al Señor.

En «Un día cualquiera», el lírico nos cuenta menudencias de su diario vivir familiar, casero. Otro día llora con sus alumnos el paso del cadáver del padre de un discípulo; pero la temática de esta colección de poesías -regalo de Jesús a Gévora– es el «más allá», es el tránsito temido y deseado en la barca de Caronte. La muerte del momento es el título de este manojo de Flores de Camposanto.

Sigue Delgado Valhondo la línea poética de Antonio Machado; pero la sigue sin ceder un ápice de sus propios sentimientos, de su recia, de su inflexible personalidad. Su lira es sin duda menos profunda y filosófica que la del autor de Los complementarios, pero tiene una energía nativa y una altivez tan arrogante que se reflejan en esa economía de florituras y de imágenes que le llevan a plasmar lapidariamente, en un rasgo de humor, de malhumor o de angustia, la carga emocional de su alma, que lanza como una flecha de indios al corazón del lector.

La acusación de este soñador emeritense, de raigambre romana y moruna, [se dirige hacia] problemas sin soluciones razonables, como los del Tiempo, de Dios y de la Muerte. Toda poesía tiene en el fondo un acento religioso:

 

 

Voy siempre buscando a Dios

y Dios va siempre delante

y solo soy caminante

de mi vida y mi dolor.

 

En todas estas poesías, verá el lector cómo Jesús Delgado Valhondo, va buscando siempre a Dios. Ya en la lucha por la vida, los hijos y la familia como en «Yo estaba allí sentado». Ya con el pensamiento fijo de su desaparición de su propia muerte: «Manos en silencio»:

 

 

Haz de silencios, mañana

cruzados sobre la muerte.

 

En «Un día cualquiera» musita el poeta las cominerías[2] de la vida; porque es «aquí» y «ahora» cuando sus sentimientos se despiertan ante el espectáculo que los rodea: hijos, mujer, discípulos. Y nos lo dice con toda su alma.

 

Pero sobrepasa a este quehacer diario, a estas protestas íntimas de lucha cotidiana, de pequeñeces torturantes de que está hecho el vivir, sobrepasa su constante  preocupación en la divinidad. Dios es su refugio, su consuelo; se dirige a Él, como a un amigo, como al Maestro, como a su protector, con la seguridad que exige el nieto al abuelo. «Habla, estamos solos»:

 

 

arráncame de mi cansancio y penas

dame tu mano ya, tu mano amada

y vámonos por el camino tuyo

alegremente al despertar el alba.

 

Estas poesías de Valhondo tienen profundas suavidades de un misticismo español a lo San Juan de la Cruz. Pero sus pasos no avanzan con la firmeza absoluta de aquellas voces de cantores de pasados siglos. A veces el alma del poeta se llena de estas inquietudes desanimadoras y su andar vacila, se nubla, se cubren sus sentidos con caudales de dudas en íntimos tormentos de dolor:

 

 

Que vagamos en noches todavía

y estamos, Señor, solos y hace frío.

 

La crítica de toda España, ha quemado muchos gramos de incienso alabando al poeta Jesús Delgado. No pretendemos descubrir uno de los valores poéticos más firmes de Extremadura. Nos agrada poderle dedicar estas líneas cargadas de admiración y de sinceridad. Y eso es todo.

 

 

Enrique Segura[3]

 

A Pedro Caba [4]

 

 

YO ESTABA ALLÍ SENTADO [5]

 

A Celso Bravo [6]

 

I

 

En el umbral sentado

de par en par la puerta

humilde franciscano

de mi paz y mi hacienda.

Yo temblaba de noche

ante un Dios de tormentas,

tenía el alma sencilla

de provinciano asceta,

el corazón a flor

y era un poco poeta.

 

II

 

Después tuve mujer

hijos[7] que me dijeran

¡padre!, a voces, a gritos

para que yo lo oyera.

Mucho he pensado, mucho,

en estas vidas nuevas,

en esta sangre mía

creciendo en mi presencia,

de tanto mirar tengo

que llorarlos con pena.

 

III

 

Hoy, buscando el pan diario,

como los hombres-fieras,

voy, vengo, lucho, mato

aunque el alma me duela.

Donde quiera que vaya

debo ganar mi presa.

El corazón a la calle.

Yo a ser hombre cualquiera.[8]

¡Dame, mujer, que es tarde

gabardina y cartera!

 

CANCIONES DE CAMINANTES [9]

 

I

 

-Caminante, ¿Dónde vas?

-Con la vida del camino

sin saber dónde posar

el alma, en eterno andar

como terrible destino.

 

II

 

-Caminante, ¿Dónde vas?

-Cortando espacio y canción

con tijeras de miradas

-(qué turbias las alboradas)-

y angustia de corazón.

 

III

 

-Caminante, ¿Dónde vas?

-Andar por andar, amigo,

por quedar el tiempo atrás,

camino que caminar,

camino que hacer conmigo.

 

IV

 

-Caminante, ¿Dónde vas?

-Voy siempre buscando a Dios

y Dios va siempre delante

y solo soy caminante[10]

de mi vida y mi dolor.

 

EL LENGUAJE DE LAS FLORES EN LA NAVIDAD [11]

 

A M. M. de San Pedro [12]

 

I

 

Yaro común, el ardor

y paz rezada de olivo,

corazón en ti cautivo

en mirto que juega amor.

Eglantina en el color,

música el cañaveral,

-atraviesa el sol cristal-,[13]

iris abre su mensaje

y Dios queda hecho paisaje

de perfume floral.

 

II

 

Guirnalda de varias flores

amor que derrota el frío,

flores nadando en un río

encadenan sus colores.

Carmonillas de dolores

murieron junto a la malva.

Abre de pronto una salva,

mielga de vida en la vida

y la carne es ya venida

antes de llegar el alba.

 

III

 

Aleluya es alegría;

silencio, la rosa blanca,

que vicio cizaña arranca,

sauce de melancolía.

Ha llegado en flor el día

de nacida caridad,

fresa la rica bondad,

y el Señor en su destino

que va buscando camino

dentro de mi soledad.

 

MANOS EN SILENCIO [14]

 

Mis manos -extrañas manos-,

extraños queridos seres.

Por un camino de ciego

tactan momentos latentes.

¡Qué soledad, qué serena

soledad reposan siempre!

Haz de silencios, mañana,

cruzadas sobre la muerte.

 

PASA UN ENTIERRO POR LA PUERTA DE LA ESCUELA [15]

 

A Santos Díaz Santillana [16]

 

¡Un silencio sepulcral

que va pasando el entierro!

Lejos ladra triste un perro

invisible amargo mal.

Un Pater Noster, cabal,

entra en la escuela. Yo cierro

ventana y puerta. El cencerro

del murmullo por la cal.

Cuenta cosas tan extrañas

el duelista. Bagatela

se discute. Frío y yerto

el cadáver es montaña

que se nos mete en la escuela

llenando todo de muerto.

 

PRIMER DÍA DE CLASE DEL NIÑO HUÉRFANO [17]

 

Vestido de negro viene,

la carne más sonrosada.

Una culebra enroscada

el padre que ya no tiene.

Serio, formal, se sostiene

en siete años y la nada

rodea el momento cada

suspiro que le contiene.

«Tu padre ha muerto y yo soy

tu padre ahora». Voz y lira,

dulcemente, dicen: «No».

En el libro abierto tira

la mirada. Sólo Dios

en la escuela es quien respira.

 

UN DÍA CUALQUIERA

 

«Por la señal » … Es de día

y hay que bien ganar el pan

y hay que mal gastar la vida.

Calle adelante. Café,

balcón y tos y oficina.

Cinco horas entre números,

periódicos y aspirina.[18]

Vuelta otra vez. Bendición

sobre garbanzos. Ironía.

Disgustos, inconveniencias

haber y debe de hormiga.

Sueño nublado. Café.

Arañas en las pupilas.

Crucigrama. Más y amén.

Y queja en la ventanilla.

¿De quién es la cara aquella

máscara que me adivina?

Todo el año es carnaval.

Todo es verdad y es mentira.

La cena. Otra bendición.

Bendición sobre sardinas.

Esquelas de defunciones.

Sucesos y más sucesos,

deportes y habladurías.

Hijos que ríen, que lloran

que duelen sus alegrías.

La paz del hogar. ¡La paz!

Latín y filosofía.

El más pequeño se queja;

termómetro, manos frías,

-¿Por qué se piensa en desgracias?-

Médico y penicilina.

Matemáticas al canto

sobre las economías.

Como una nube en la noche

pasa la melancolía …

Y, ¡Dios! qué pronto otra vez

vuelta a empezar … ¡Es de día!

 

OFRENDA [19]

 

A Francisco R. Perera [20]

 

Mira. Te traigo lluvia

en mis manos heladas;

vengo de lejos, traigo

frío de madrugada.

Mira lo que te traigo,

las purísimas lágrimas

rocío como pétalos

de deshojadas aguas.

Mira lo que te traigo

con la lluvia temprana …

Abre mis manos, coge

la fresca flor del alma.

 

VENDIMIA

 

Respiro este aire limpio

sin peso y sin heridas.

¿Será tan solo el hombre

un trozo más del día?

La luz está cayendo

como una inmensa firma

sobre el paisaje y pulso

de la hermosa campiña.

Va recorriendo venas

la tremenda alegría

de estar todo cercano

a pasos, a ojos vista.

¿Firmemente finito?

¿El amor se limita?

Se nos queda en las manos

las más grandes medidas.

Que bien se está mirando.

El tiempo que nos guía,

el río, el monte, el cuento

de las viejas encinas.

Nosotros parecemos

casualidad bendita.

¿Somos? Eso parece

porque el cuerpo respira,

porque bajo este cielo

tenemos voz pasiva

y una cuarta de mundo

que, a veces, nos lastima,

y porque el alma canta

y reza y se sublima

y andamos y eso es todo

y nada y nos vendimian

la sangre cuando quieren

venir por nuestra vida.

 

LA IGLESIA [21]

 

A Juan A. Cansinos[22]

 

No sé quién dijo: eres el barco

anclado siempre en la ladera,

mástil al viento, campanario.

Y por gaviotas, las cigüeñas.

Hora del alba anuncian ángeles

en las estrellas.

Abre el día y el cielo abre

de par en par todas las puertas.

La luz, avispa en la ventana,

mueve la casa y la colmena

y llega el barco, ave de oro,

dorada iglesia.

Entramos dentro, en mar amado

-el alba suena-,

rezamos solos, Dios nos mira,

alegre luz, cuando despierta.

Llegan almas, pálidas almas

-barco varado en la ladera-

tocan a misa y Dios desciende

hasta tocarnos la cabeza.

Barco varado -el viento pasa-

las mujeres llorando rezan.

Ha muerto el alba allá en el campo

en los árboles y en la yerba.

Barco de roca -el norte muerto-

entre azules que se lamentan.

Para embarcarnos es buen día

si Dios gobierna.

Pasan hombres, van al trabajo

-el colmenar- la vida empieza.

El corazón sigue en su sitio

y el alma siempre a toda vela.

El cielo abre puerta de lágrimas

valles de lágrimas para la tierra

y encalla el barco

de madrugada en la ladera.

 

MOMENTO DE VIDA [23]

 

Alta y extraña, brazos cruzados,

viendo pasar jugosa vida

en la ventana de mi tiempo,

como la espiga.

Siempre callada, misteriosa,

sol de yerba que alguno pisa

con pie descalzo, mano leve,

la carne viva.

Sé que me ve todo momento

tras esa niebla de sonrisas

y cuando quiero recogerla

es lejanía …

Sólo nos queda el dulce aliento,

su mirada furtiva,

y la amargura de que lleva …

de que se lleva la alegría.

 

HABLA, ESTAMOS SOLOS

 

I

 

Vengo para que digas

lo que quieras, Dios mío,

desnudo ya de todas

las penas y caminos.

Árbol seco que ignora

el hacha del destino.

La tierra de este cuerpo

paisaje, nube, grito,

amargura y nostalgia

del aire que respiro.

Vengo dispuesto a oírte

la voz del nombre mío.

 

II

 

Ya puedes ir diciendo tu palabra

y cuanto antes mejor, estoy contigo.

Estoy contigo y estamos, Señor, solos

en un aliento tuyo, confundidos.

Nadie llegó tan pronto, madrugada

del corazón nacido del abismo.

Acaba de decirme tu palabra

que se me llena el alma de quejidos

que vagamos en noches todavía

y estamos, Señor, solos y hace frío.

 

NOCHE EN EL ALMA [24]

 

Alma, tengo temor a la caída

de ese pozo secado por la nada,

de los años vividos en el tiempo

de la verdad de aquellas esperanzas.

¿Dónde, Dios, tu regazo para el sueño?

¿Dónde, luz, el dominio para el alma?

¿Dime, Señor, en dónde, dime, dónde,

ese potente mar de la alborada?

Quizás te ocultes de mí como yo oculto

el corazón, si el corazón me sangra,

como oculto las penas a mis hijos

bajo el duelo, Señor, de la nostalgia.

Hambrienta está de mí toda la tierra,

ansiosa está esperando mi llegada,

Señor, un hombre solo que maduro

debe caer en surcos que labraras.

Un loco abandonado de sí mismo,

un nadie de la vida, casi un paria,

esperando tus manos en la bruma

como al sol una cima de montaña

y me digas a mí, tu nuevo Lázaro:

«Estoy contigo, coge tu cruz y anda,

sepárate del borde del camino,

de tu pasión de muerte y de tus lágrimas

que tienes mucha vida todavía

y unos hijos pequeños en tu casa».

Espero me levantes, Señor mío,

de este suelo y dolor que tanto abrasa.

Tú que creas latiendo los paisajes

al levantar el cielo en la mañana

para espaciar tu espíritu grandioso

ante una infinidad de la mirada.

Yo te espero, Señor, humildemente

como paloma herida bajo el águila.

Arráncame de mi cansancio y penas

dame tu mano ya, tu mano amada,

y vámonos por el camino viejo,

amigo mío, a despertar el alba.[25]

 

EL CORAZÓN EN LA VIDA [26]

 

Para Arsenio Pacios[27]

«Dichoso el hombre a quien

 Dios castiga» (Job)[28]

Cómo estrujas, Señor,

mi existencia en tus manos

como si fuese un mundo

mi corazón amargo.

Cómo apuñas, Señor,

en mis momentos malos,

como si fuese roca

mi corazón amargo.

Cómo dueles, Señor,

en tiempo desbordado

por el camino incierto

de mi andar solitario.

Señor, aunque no pueda,

aunque esté destrozado

revolcándome en tierras

y me consuman años.

Tú sigue con tus dedos

animoso estrujando,

tú sígueme cogiendo

el corazón amargo,

hasta que no contenga

ni una gota de llanto,

hasta quedar vacío

silencioso y nostálgico,

hasta quedar en hoja

otoñal entre el barro

de cualquier madrugada

o cualquier camposanto.

Señor, cuando destiles

mi corazón amargo

de las últimas gotas

que me estén derrumbando

palpitará mi espíritu

en vuelo por tu espacio

en ansia de tenerte

eterno en el abrazo.

No importa el ir sufriendo

Señor, si son tus labios

los que nos van debiendo

la vida que dejamos,

si, luego, nos enciendes

la vida con tu cántico,

si los dos somos uno

en el Amor amado.

Tú sigue, Señor mío,

día a día apretando

como si fuese un mundo

mi corazón amargo.

 

TRONCOS TALADOS [29]

 

Los cuerpos derramados, atados a sus sombras

como troncos vencidos sin nombres en la tierra

van quedando un poniente litúrgico en la noche

y cosidos silencios en orillas opuestas.

Chocando con las olas, las ausencias resuenan

y el mar es sal de cuerpos segados por la luz.

Los troncos se padecen en hombres ya vencidos

y Dios los va bogando desde su barca azul.

 

COMO UNA PIEDRA AL MAR [30]

 

Como una piedra al mar

y cielo y mar adentro

voy cotidianamente

de mi vida cayendo.

Desvelada noticia

en espuma de anhelos,

crepúsculo brotando

peregrinaje incierto;

un corazón, tan solo

un corazón que trémulo

a la vida convierte

en bruma de misterio.

Ha llegado el instante

y la llamada espero

que me diga en la noche:

«¡Levanta, estás despierto!».

Pero el grito no llega[31]

y abismos voy venciendo

furtiva piedra sola,

bajando por el mar,[32]

en Dios latiendo.

 

SIEMPRE HAY ALGUIEN [33]

 

Me están mirando siempre

desde dentro del aire

unos ojos que tienen

mirar inexorable,

hiriendo mi conciencia

ellos van acusándome

de no sé qué pecado

en que jamás pensase.

Mirando afán de estrellas

es el muerto a quien nadie

le cerrase los ojos

justos, ciertos, constantes.

No sé qué tienen estos

ojos inolvidables[34]

ni de quién son que siempre

fijos, están mirándome

cara a cara la vida,

paso a paso mi instante,

clavados en mí como

si ellos manaran alguien.

(A veces he pensado

si es Dios purificándome).

 

EL RECUERDO [35]

 

¡Ya lo sé! Se ha muerto como pájaro frío

detrás de hojas secas que aliento no tenían

y un silencio de pozo me rozaba la aurora

de tu presencia cierta.

La espuma coagulada -de amor te florecía-

estremece tu boca con el sueño continuo.

Era el mar diminuto con las aguas dormidas

por tus labios brotando.

Tú te has muerto. Yo estaba conteniendo el suspiro

en mi pecho creciente. Pasaban nubes blancas,

pasaban nubes negras, pasabas tú robada,

ajena a los dolores.

Tu ausencia me reposa la amarga y silenciosa

orilla de la vida, caliente de sentido,

desnuda y afilada, puñal de mi secreto

que siempre me pregunta.

Ya sé que es imposible buscar olas perdidas,

la sangre de tus labios, el grito en tu garganta,

la humana certidumbre de tu presencia justa

momento tras momento.

Tu cadáver flotando por delante del aire

y tus cabellos lacios que la sombra humedece.

Tu cintura en el viento, tus manos en el libro

comunión de la vida.

Pero has muerto escuchada por la luna naciente,

por mi amor ya crecido de poemas y cantos

y has quedado el recuerdo bajo el ala del campo

para mí siempre abierta.

Te llevo en mi silencio, te llevo en mi murmullo,

en un llamar constante del ruiseñor al verde

del verde a la paloma, del ciprés a la rosa,

de la lluvia a la tierra.

Así se martiriza mi tiempo en el espacio

en rueda de molino para mi pena sola.

«¡Ha muerto!», me repiten los nombres de las flores

los nombres de las cosas.

Ha muerto como mueren atardeceres míos

en el alma a diario. Muriendo siempre altura

estarás en mi vuelo, como espacio infinito

se me muere en los ojos.

¡Te has muerto de repente queriendo mi recuerdo

matarte poco a poco!

 

VELÁNDOLE EL SUEÑO AL HOMBRE DORMIDO EN EL CAMINO [36]

 

Hombre dormido cara al cielo

ya sin codicia y sin historia

ya sin saberlo estás muriendo

o soñando a tontas y a locas.

Duerme sobre todo el camino,

muere silencios que te agotan

que por la tierra de tu carne

rueda la sangre como rosa.

Tienes en la noche dormida

bien sepultada la memoria[37]

que las estrellas siempre caen

por no poder con las auroras.

Tú duerme la muerte pequeña,

calle secretamente a solas

como metido en esa mínima

incertidumbre de tu alcoba.

Que eres altar y yo, vigilia:

que eres horizonte que goza

el más allá de las montañas

en la mentira más hermosa.

Yo velaré tu sueño, amigo,

tú no temas, duerme y reposa,

que nadie vendrá ¿sabes?, ¡nadie!

a deshojarte en tu persona.

 

MORIR HABEMOS [38]

 

A Leopoldo de Luis [39]

 

I

 

Nos buscamos ávidamente

desde la piel a lo más dentro

y nunca conseguimos, nunca,

el descifrarnos los misterios.[40]

Desconocemos dónde estamos

(no tenemos remedio)

nuestras ansias son devoradas,

cada latido, por el tiempo.

Todos con la misma pregunta

de par en par abriéndonos[41]

la mendigante llaga

en el hablar y comprendernos

¿Quiénes somos? ¿Por qué existimos?

¿Dónde, Señor, iremos?

Nunca sabremos nada

mar insondable de momentos.

 

II

 

La rama seca del otoño,

árbol de Dios, toca en el cielo

y nuestros brazos cuando claman

tan sólo luz baja del suelo.

Tenemos nombre, nos han dicho,

que somos hombres repitieron

miles de voces, miles de años:

letanía: morir habemos

miles de siglos en un cero.[42]

Que somos tierra, lo sabíamos,

y que soñamos, lo sabemos,

y que sembramos nuestros días

en nuestros campos de recuerdos;

nieve caída de Dios Padre

del mismo Dios de nuestros juegos

en el cadáver que convoca

en su desnudo los silencios.

 

III

 

Hoy, no; posiblemente pronto,

mañana mismo lo sabremos

porque resbala nuestra vida

en lluvia y barro los cimientos.

Quizás mañana tendrás rosas

en la mirada del desvelo

y puedas verte sin los ojos

allá en el fondo del lamento

y ser testigo de que tienes

encima sangre y mundo entero

y el ciprés, con nubes altas

arraigado en mitad del pecho.

 

IV

 

Habrá que contar en el fondo

uno por uno nuestros huesos

mientras la cima de la aurora

rompe símbolos y secretos.

Debemos hacer muchas cosas

antes de estar metidos en el muerto

que llevamos a rastras en la vida

cobardemente trémulo.[43]

Quizá yo mismo esté temblando

cuando escribo estos versos

como la rama desgajada

por las tormentas y los vientos

y tema dormir, por si acaso

una mañana no despierto.

Siempre tengo las mismas dudas

las dudas que todos tenemos;

yo sólo sé que andamos

y que morir habemos

hasta muy pronto, hasta luego.[44]

 

CUANDO QUIERAS, SEÑOR [45]

 

A Baldomero Díaz de Entresoto [46]

Cuando quieras, Dios mío, cuando quieras

que tengo en Ti mi corazón latiendo

la puerta abierta a tu palabra siempre,

la luz temblando pavorosa dentro.

Estoy, Señor, contigo, dócilmente

acabado, tu voz reza mi credo,

esperando, Señor, que tú dispongas

de todas estas muertes que padezco.

Cuando quieras, Dios mío, cuando quieras

que tengo buen sabor de tierra en cuerpo

y he reído y he llorado muchas veces

y existo vivo, si vivir es esto,

de estar aquí, por tu mirada y súplica,

de estar aquí bajo tu mano quieto,

de estar aquí por el paisaje como

sombra que deja abandonado el cuerpo.

Cuando quieras, Dios mío, cuando quieras

de sobra sé que no tengo remedio …

esta vida es así, vamos andando

hacia ese mar de noche y de silencio.

Y Tú serás la luz, lanzada orilla,

en esa historia que empezar de nuevo

por el camino de la vida al alma

a ser en Dios sentencia del momento.

Cuando quieras, Dios mío, cuando quieras

que tengo en Ti mi corazón abierto,

la puerta abierta a tu palabra sola

y yo aterrado y confundido dentro.

 

LA MUERTE DEL MOMENTO [47]

 

A Fernando Hernández Gil [48]

 

El alma tengo herida

de verme, Dios, clavado en lo que quiero,

del tiempo por la vida,

del tiempo donde muero

sangrando los desgarros que te infiero.

El alma es la creciente

tempestad que en mi tierra se derrama,

ebrio rayo viviente,

loca lengua de llama,

queja amarga en la sangre que te clama.

El alma que me vive

como pájaro en nido su agonía,

Señor, hoy te recibe

y espera la alegría

de verse madrugar en nuevo día.

El alma está ganándote

como el azul del cielo la mirada.

El alma está libándote,

de tanto amor hallada,

abeja de la miel de tu alborada.

Y cuánto alegra el alma

si ciegamente en su virtud te toca,

como goza la calma

la oración de mi boca

que el aire ha de morir sobre la roca.

Corazón que me mueve

por única verdad en que te siento,

la muerte que me llueve,

la muerte del momento[49]

besarme como al árbol besa el viento.

 

 

NOTAS

[1] El título expone la fuerte preocupación que siente JDV porque el tiempo se le va descontando pausada pero inexorablemente y cada vez le queda menos para hallar a Dios y obtener respuestas. El proceso de edición de este libro es largo pues JDV lo intenta en 1953 y no es hasta 1955 cuando encuentra acogida en la revista Gévora de Badajoz, que se lo edita en el número 32 (después de intentarlo en La isla de los ratones, Neblí, Mirto y laurel, Dabo y Alor, adonde lo envía con el título de Hombre entre tierra y mar). Pero, a pesar del sentimiento tan sincero y conmovedor que JDV vierte en su nuevo libro, recibió escasas opiniones de él por la corta tirada de la revista. De La muerte del momento se conserva la redacción original, que es un librito fabricado artesanalmente por el poeta. Tiene las pastas de color violeta, la portada es la primera página del libro (contiene los datos manuscritos con lápices de colores) y los poemas están mecanografiados. Su medida es de 21´60 X 15´8 cms. y tiene 48 páginas. La transcripción de este libro se ha realizado siguiendo el original y, cuando ha sido necesario, se ha recurrido a la edición de Gévora.

[2] “Menudencias”.

[3] Enrique Segura fue el crítico literario de la revista Gévora (Badajoz, 1952-1961), en cuyo apartado bibliográfico comentó o reseñó 255 libros que llegaron a la sede de la publicación pacense. JDV ya le había mostrado su afecto dedicándole el poema “Olivos” de El año cero.

[4] Esta dedicatoria, que no aparece en la RO pero sí en la edición de Gévora, es otro ejemplo del enorme aprecio que JDV sentía por su maestro, crítico y amigo. Como se vio obligado a suprimir la tercera parte de la RO de La esquina y el viento y la dedicatoria a Caba, ahora compensa la supresión con creces al dedicarle el libro completo que, además, contiene un fuerte contenido existencial como la parte suprimida del libro anterior.

[5] Ed. Alcántara (Cáceres, nº 72-74, 1953). Llama la atención que los poemas de este libro estén en un solo bloque, cuando formalmente se detectan dos partes de once poemas cada una (la primera, hasta «Momento de vida» y, la segunda, el resto). En la primera predominan los versos de arte menor y, en la segunda, los versos de arte mayor y las combinaciones de varios metros con alteraciones en la rima.

[6] Nacido en Garrovillas (Cáceres), era abogado y fue juez de instrucción en Badajoz, donde mantuvo con JDV una grata amistad.

[7] JDV emplea una expresión parecida en el v. 74 del poema «Jesús Delgado» de Ruiseñor perdido en el lenguaje: «Tengo mujer. Tengo hijos».

[8] La autodefinición de “hombre cualquiera” es la descripción más sencilla y trascendente que hizo JDV de sí mismo, indicando su conciencia de ser humano anónimo, común, imperfecto y finito.

[9] La temática de este poema recuerda la del titulado «Caminante» de Canciúnculas, que presenta una elaboración semejante en los tres primeros versos de la segunda estrofa: “Caminante. ¿Dónde vas? /-Voy cortando el espacio / con tijeras que formo /de luces de mis ojos”.

[10] “soy” debía llevar una coma detrás para que «caminante / de mi vida y mi dolor» actúe en aposición indicando su caminar solitario, porque Dios no lo acompaña.

[11] PROEV, donde tiene el título de «El lenguaje de las flores en la Semana Santa, en la Navidad», NRP. Ed. Gévora (Badajoz, nº 4, 1952) con el título reducido. En el artículo «El lenguaje de las flores», JDV describe el significado de las flores e indica el origen de este poema (Hoy, 7-4-59).

[12] Esta dedicatoria, que no aparece en la RO del libro pero sí en Gévora, va dirigida a Miguel Muñoz de San Pedro, conde de Canilleros, a quien JDV ya dedicó el poema «Oración» en la ROEV pero no en la RP (quizás pretenda ahora subsanar este lapsus). Fue un estudioso de Extremadura (Cuadernos de Arte. Cáceres, 1954, Extremadura: (La tierra en la que nacían los dioses), 1961). Dedicó dos artículos a JDV, después de escucharlo recitar en la II Asamblea de Escritores Extremeños («Hemos oído a un poeta», Extremadura, 22-2-50, «¡Hemos leído a un gran poeta!», Hoy, 25-2-50).

[13] Este verso en la RO de La esquina y el viento lleva una coma detrás de «sol», quizás para separar los dos sustantivos.

[14] RO: Ed. en Arcilla y pájaro (Cáceres, nº 1, 1953) con el título de «Mis manos»: “Mis manos -seres extraños-, / hojas de carne viviente // en los caminos del ciego / por los momentos de siempre. // Nerviosa caricia al mundo, / tierra del grito impaciente, // canción apagada en vientos, / azul de viento entre nieve. // Haz de silencio, mañana, / cruzadas sobre la muerte”. RD: Es una reelaboración sintetizada de la RO, práctica realizada por JDV para conseguir una poesía cada vez más esencial. Red. Homenaje. A Jesús Delgado Valhondo, Mérida, IFP Emerita Augusta, 1994. JDV también reflexionó sobre esta parte fundamental del cuerpo humano en su artículo «Las manos” (Hoy, 16-1-60).

[15] Ed. Alba (Vigo, nº 8, 1951). PROEV, NRP, quizás por esto lo editara en su siguiente libro. Red. Primera antología (1961) y Entre la yerba … (1979), donde aparece con las estrofas separadas por espacios en blanco y «Cuenta cosa tan extraña» (v. 9). La supresión del plural se debe a que en singular esta expresión es más intimista e imprime un contraste mayor con los comentarios intrascendentes de los acompañantes («Bagatela / se discute»).

[16] Maestro y periodista, con el que JDV entró en contacto cuando estaba en Zarza de Alange. En Mérida fueron compañeros de trabajo, colaboraron y organizaron actividades culturales y mantuvieron una estrecha amistad mientras JDV residió en su ciudad natal de 1960 a 1965.

[17] PROEV, NRP, que JDV editó en la primera ocasión que tuvo. Red. Primera antología (1961) y Entre la yerba … (1979), donde este sonetillo aparece con las estrofas separadas por espacios en blanco.

[18] El contenido de estos dos versos aparece sintetizado en el v. 77 del poema «Jesús Delgado» de Ruiseñor perdido en el lenguaje que dice: «Cuentas y cuentos». El estilo conciso y contundente empleado en este poema es el que JDV utilizará treinta y dos años después en el libro mencionado.

[19] Ed. Alor (Badajoz, nº 20-21, 1953) con el título de «Mi ofrenda de Navidad» y Mérida (1954) con el título de «Ofrenda de Navidad».

[20] Francisco Rodríguez Perera nació en Villanueva del Fresno (Badajoz, 1901). Fue profesor, poeta y creador de la revista Alor (Badajoz, 1950-58), que editó 54 números y tuvo una amplia difusión en Hispanoamérica. Perera fue, además, miembro destacado del ambiente cultural de Badajoz. Editó dos poemarios: Rex (1946) y Alba del gozo (1954) y unos diálogos de contenido filosófico denominados Sobre los valores humanos (1963). La relación entre Perera y JDV data de 1950 y su aprecio mutuo puede comprobarse en sendos poemas dedicados: «A Jesús Delgado Valhondo» de Rodríguez Perera (Poesía, p. 382) y «Homenaje a Francisco Rodríguez Perera» de JDV (ver en  “Y otros poemas”).

[21] Ed. Gévora (Badajoz, nº 20, 1954), donde se estructura en nueve estrofas de cuatro versos, separadas por espacios en blanco, y Alor (Badajoz, nº 26-27, 1954): «rezamos tristes, Dios nos mira» (v. 15); «Barco varado que pesa al mundo» (v. 25); «y el alma sola a toda vela» (v. 32) y «Flor de campanas en el aire, / limpio cristal donde penetra / esta mañana dócilmente / y Dios, su barco y sus dolencias. // Estas dolencias de la vida / que el corazón sólo las sueña» (versos nuevos añadidos al final). RD: Las variantes son producto de ajustes expresivos y del esfuerzo de síntesis del poeta. JDV explicó el contenido de este poema en su artículo «Badajoz y el mar» (Hoy, 11-2-66).

[22] Juan Antonio Cansinos Rioboo fue un apasionado por la cultura, organizador de actividades culturales (sobre todo, en la Económica) y alentador de otras como la creación de la revista Gévora (Badajoz, 1952), a cuyo grupo fundador perteneció. Su entusiasmo se vio recompensado con el nombramiento de Consejero de Cultura. JDV, que apreciaba la pasión de Cansinos, le dedicará más tarde la primera parte de El secreto de los árboles.

[23] RO: Ed. Alor (Badajoz, nº 18, 1953): “Alta y extraña, brazos cruzados, / viendo pasar a su sonrisa / en la ventana de mi tiempo / como la luz, como la espiga. // Siempre callada, misteriosa, / sol de yerba que alguno pisa / con pie descalzo, mano leve, / la carne viva. // Los vientos altos, nube a nube / y flor a hojas en mis vigilias. / Sobre los hombros cruz de cruces / y bajo el alma me moría. // Sé que me ve todo momento / tras esa sombra de la vida / y cuando quiero recogerla / es simplemente lejanía.// Sólo nos queda el dulce aliento / de su mirada fugitiva / y la amargura de que lleva / de que se lleva la alegría”. RD: Es, como se puede comprobar, una reelaboración sintetizada con la que el poema gana en lirismo. En el libro de relatos El otro día (1990) hay una narración titulada como el poema y con un contenido enigmático que también se refiere a la monotonía de la vida y a la espera interminable de algo que la cambie.

[24] Ed. Mérida (nº 3, 1953), Alor (Badajoz, nº 24-25, 1954), donde aparece distribuido en estrofas de cuatro versos (como en la edición anterior) y el v. 23 dice: «sepárate del borde del abismo». RD: El poeta suaviza la carga negativa de «abismo» sustituyéndolo por «camino» y establece una relación coherente con el poema titulado «Velándole el sueño al hombre dormido en el camino», que se encuentra también en La muerte del momento, y con la cita de Machado: «Al borde del sendero / un día nos sentamos», que presidirá «Soledad habitada» de Un árbol solo.

[25] RO: «y vámonos por el camino tuyo, / alegremente al despertar el alba», los dos últimos versos. RD: Cuando JDV regalaba un ejemplar de Poesía, en el acto corregía ambos versos de la manera transcrita. Incluso en ocasiones cambiaba “amigo mío” por el nombre de la persona a quien iba a regalar el libro.

[26] Ed. Alcántara (Cáceres, nº 53-55, 1952): «como si fuese un monte» (v. 3). RD: El cambio de “monte” por “mundo” tiene el objetivo de hacer la expresión más trascendente.

[27] Catedrático de Filosofía del Instituto de Enseñanza Media de Cáceres. JDV lo conoció por la relación amistosa que mantenía con su hermano Juan. Ambos congeniaron por el mutuo interés que sentían por los temas filosóficos.

[28] Job 5, 17 (2ª parte). En esta cita el poeta muestra su convencimiento de que a Dios se llega a través del sacrificio y de la superación de las pruebas que le pone en el camino de la existencia para, finalmente, merecer el premio de la eternidad.

[29] En Gévora (Badajoz, nº 28, 1955) aparece este poema distribuido en dos estrofas de cuatro versos, separadas por un blanco.

[30] Ed. Intus (Salamanca, nº 7-9, 1951), Primera antología (1961) y Entre la yerba … (1979). RO: Ed. Hoy, pero no como un poema de JDV sino de una joven que se lo plagió: “Como una piedra al mar / mi amor se va hundiendo / voy cotidianamente / de mi vida cayendo / desvelada noticia, / en espumas de anhelo. / Desesperadamente / salvar mi amor intento / todo se hace camino, / peregrinar incierto, / un corazón tan sólo, / un corazón que, trémulo, / a la vida convierte / en bruma de misterio, / y yo no sé querer / porque vengo sediento / y en el fondo del mar / vengo cayendo, / amor prohibido / vengo sintiendo. / Me ahogo / pero no digo ‘te quiero’. / Ha llegado el instante, / a la llamada espero / que me grite en la noche / ‘levanta, estás despierto’, / pero el grito no llega, / abismo voy venciendo, / furtiva piedra sola / bajando por el mar, / en Dios latiendo”. RD: Es posterior por su mayor elaboración y síntesis (tiene diez versos menos).

[31] En Entre la yerba … (1979): «Pero la voz no llega». Se trata de una corrección del poeta, que atempera su ímpetu y convierte la expresión en más íntima.

[32] En Gévora: «Bajando un mar». Quizás esta reelaboración persiguiera el objetivo de adecuar la medida de este verso a la del siguiente para terminar el poema con idéntico ritmo.

[33] Ed. Alcántara (Cáceres, nº 45, 1951), Primera antología (1961) y Canas de Dios en el almendro (1971).

[34] En Primera antología: «ojos inabordables», que es una reelaboración del poeta para adecuar el adjetivo al contenido que viene desarrollando.

[35] Ed. Alcántara (Cáceres, nº 1, 1945). PROEV, NRP posiblemente por su larga extensión.

[36] Ed. Poesía española (Madrid, nº 19, 1953): «que sin saberlo está muriendo» (v. 3). RD: La reelaboración pudo tener la finalidad de formar la anáfora «ya …ya …» para incidir en la falta de esperanza del ser humano que, perdido Dios, no tiene pasado, presente ni futuro. Red. Poesía española (Madrid, nº 32, 1954) y Poesía (1988, p. 352).

[37] Este verso y el anterior en Gévora dicen: «Tienes la noche dominada / bien sepultada en la memoria». Se trata de un ajuste para indicar que el poeta ha olvidado cómo dominar su temor en la noche y, como consecuencia, ahora sufre fuertes intranquilidades. Pero, técnicamente, la reelaboración es de peor calidad porque establece una rima interna (dominada-sepultada).

[38] RO: El poema así se titula pero JDV posteriormente tachó «habemos». No obstante, cuando el poema fue editado en Gévora aparece con el título completo. En Poesía española (nº 32, 1954) el título va seguido por la siguiente anotación: «Por este poema me metieron en la ‘Cárcel de papel’ de La Codorniz”. Red. Poesía (1988, pp. 354-355).

[39] Sd. Leopoldo Urrutia de Luis (Córdoba, 1918), que dirigió en Madrid la Colección Mensaje y fue discípulo de Aleixandre (de ahí su relación con JDV). Es poeta (Alba del hijo, 1946. Con los cinco sentidos, 1970), en el que late una fuerte preocupación por la situación inestable en que se debate la sociedad y el mundo.

[40] En Poesía española los dos últimos versos dicen: «y nunca conseguimos nada, / no desciframos el misterio». RD: El ajuste quizás tuviera el objetivo de establecer la anáfora “nunca … nunca,» para subrayar la desorientación sentida, pero el poeta se ve obligado a forzar la siguiente expresión que resulta poco afortunada (“el descifrarnos los misterios”).

[41] En Poesía española: «-gritos- de par en par abriéndonos». El añadido de «-gritos-» tiene como primer objetivo conseguir que el verso sea eneasílabo como otros del poema. RD: El poeta finalmente se decide por dejar el verso heptasílabo igual que otros versos del poema.

[42] RO: Este verso no aparece. RD: Fue añadido a pluma por el poeta a la derecha del anterior.

[43] En Poesía española los tres últimos versos dicen: «desde la vida y desde el viento: / ¿por qué cuando se dice: ¡muerte!; / hay tantos hombres trémulos?». RD: La reelaboración construye una expresión más adecuada con los versos periféricos.

[44] RO: «yo sólo sé que andamos / ¡Señor! y que morir habemos», dos últimos versos. RD: El poeta posteriormente, a la derecha del último verso citado, añadió a pluma este verso final con el cual indicaba irónicamente que tendría más tarde que volver a insistir en este enigma. En Poesía española aparecen dos versos menos y una redacción distinta en los ocho últimos versos: «y tema dormir y a las noches / y estar humanamente muerto. / Siempre tengo las mismas dudas, / las dudas que todos tenemos. / Vamos, eso es lo único justo. / -¡Señor!- y que morir habemos». RD: El ajuste es una señal de que JDV no quedó conforme con el final del poema y realizó arreglos posteriores, aunque de peor calidad. Red. Entre la yerba … (1979).

[45] Red. Álamo (Salamanca, nº 5, 1965): «La puerta abierta a tu palabra exacta» (v. 3), «Y Tú serás la paz, lanzada orilla» (v. 21), «en esta vida que empezar de nuevo» (v. 22) y «que tengo en Ti mi corazón latiendo» (v. 26). Estos cambios intentan perfeccionar el poema. Red. parcialmente en Homenaje. A Jesús Delgado Valhondo (Mérida, IFP Emerita Augusta, 1994) y en “Jesús Delgado Valhondo o la espiritualidad de un hombre cualquiera” del autor de esta edición (II Otoño literario … y solidario, Badajoz, Santa Marina, 2000).

[46] Fue registrador de la propiedad, escritor (Motivos de Extremadura, 1933. Portugal, sugestiones de un país forastero, 1970) y poeta (Versos de ayer y de hoy, 1950). Díaz de Entresoto estableció una relación amistosa con JDV cuando coincidieron en Mérida y le dedicó el artículo «Un nuevo libro de Jesús Delgado Valhondo» (Mérida, nº 24, 6-6-53).

[47] Red. Entre la yerba … (1979).

[48] Fue magistrado de Trabajo en Cáceres y asistía a la tertulia de la rebotica de Juan, donde congenió con JDV. En Entre la yerba … la dedicatoria a Hernández Gil es sustituida por la cita de estos dos versos: «El aire se serena / y viste de hermosura y luz no usada», que pertenecen a la «Oda a Salinas» de Fray Luis de León.

[49] En su relato «Mientras abre sus hojas la flor de la mañana» de Cuentos y narraciones (1975), JDV dice a través de su protagonista: «Quisiera escribir sobre los calendarios. Es un buen tema para hacer un breve y jugoso ensayo, puedo hablar algo del tiempo. De cada día que vemos pasar. De la muerte de cada momento», p. 74.

 

Fotografía cabecera: Vista nocturna del puente Lusitania de Mérida

La esquina y el viento

LA ESQUINA Y EL VIENTO [1]

 

[PRÓLOGO [2]

 

«La poesía personal de Jesús Delgado Valhondo»

 

Hubiera podido escribir «existencial» en vez de «personal», siguiendo la corriente de moda. Pero no lo he hecho, en primer lugar, porque la moda ha trivializado la palabra limándole sus aristas más significativas, como a un canto rodado, y desposeyéndola, así, de su más honda resonancia; y, en segundo, porque, como sostiene Heidegger, toda poesía auténtica es existencial, en cuanto testimonia y funda el ser en la experiencia concreta de un hombre entero y en cuanto descubre, a esta luz del ser, al existente que yace, hosco y extraño, en las tinieblas de la tierra.

Pero es claro que si toda poesía auténtica es existencial, este calificativo servirá para unir y no para diferenciar, y lo que yo quisiera es, justamente, destacar lo que tiene la poesía de Jesús Delgado de intramuradamente personal, de cosa suya, cocida en su sangre y expresada en el esguince particular de su figura y de su gesto. Esta isleña significación no la torna hermética, como una isla no es, ya de antemano y por serlo, inabordable. Pero la hace individual y sorprendente.

El mismo título del libro ya lo es. Ya tiene ese giro de cosa tornada, de revuelo en torno a una arista, de agudeza penetrante y destaca contra la embestida de lo informe: «La esquina y el viento».

El libro aparece dividido en cuatro partes, pero nada afecta tal división a su unidad esencial. La temática no difiere de unas partes a otras y se centra siempre sobre este existir del ser y esa huida del ser en el ámbito de existente concreto. Cierto que esta temática es «existencialista», en el sentido lato y general de la palabra, pero no por vinculación a ningún existencialismo extemporáneo, sino porque la experiencia individual del poeta y el aire de nuestro tiempo hacen vivir y respirar estos problemas. Las dos primeras partes apenas si tienen otra diferencia que la métrica, de metros cortos, predominantemente en la primera, y largos en la segunda. La tercera tiene como temática externa la experiencia escolar que el autor vive, y donde la escuela se desrealiza -o se realiza más profundamente- en el ámbito de la poesía. En la cuarta parte, el tema de Dios, que ha sido motivo constante a lo largo de los otros, se queda solo, dando, su alto tono final y subrayando cuál es la fuente suprema de esta poesía. El tema religioso adopta dos modalidades: la ingenua del villancico y la canción, y la angustiada de un hombre que vive cara a cara consigo mismo, en la más impresionante autenticidad, y cercado por los embates de nuestra época.

Lo sorprendente proviene de la intromisión de las experiencias cotidianas en medio de un tono lírico elevado. Dos ejemplos bastarán:

 

En la madrugada está

no sé qué luz de llamada,

sueño en el alma, arrastrada

con lata al rabo, a ladrar.

 

 

La estampa desgarrada, de pueblo, que evoca al perro ladrando y arrastrando la lata estruendosa, rompe el suave llanto lírico, dándole una consistencia real y humana que no lo rebaja en modo alguno. En otro lugar escribe:

 

En la escuela un niño pinta

a Dios con barba y flequillo

-dos riñen, tiran la tinta-,

Dios es abuelo. Un chiquillo

pone en la nieve una cinta

de orín caliente, amarillo.

 

 

Esta profunda humanidad, que alienta en los versos, es lo que trae a esta poesía los temas del existencialismo actual. El dolor y la angustia son motivos constantes. ¡Ese dolor «más viejo» que el mismo poeta! ¡Simiente de melancolía, nube que se quiere hacer gusano, que roza el vientre de la tierra!

 

 

Cuando apenas siete años sostenía

sólo dolor y podredumbre ahogaba

mi despertar doliente a la alegría.

 

El «Árbol nuevo» es visto como ser angustiado que se pierde en la tierra parda. La propia sombra es una «amarga bruma», un «insoportable compañero muerto». Todo el poema «Oración» es expresión de esta angustia:

 

Señor, la muerte implacable,

(la muerte)

¿No comprendes, Dios mío, que me da miedo la tierra?

La oscuridad de la tierra,

el gusano que roe

la flor que no veré,

la luz y la belleza de este mundo tan abierto,

tan ancho, tan pleno.

¿No ves la angustia

de mi corazón sufrido?

 

 

El tema de la muerte como generadora de angustia, que aquí se explicita, va implícito en otros poemas, pero acaso en ninguno de modo tan impresionante como en los «sonetos octosílabos», de tema escolar, «Pasa un entierro por la puerta de la escuela» y «Primer día de clase del niño huérfano». La presencia impresionante del cadáver, que impone su frialdad de cosa mineralizada, se logra plenamente al final del primer soneto:

 

 

Frío y yerto

el cadáver es montaña

que se nos mete en la escuela

llenando todo de muerto.

 

En el desvelo de la vida, la muerte angustiadora puede ser, sin embargo, un reposo:

 

 

Ya sé quién eres, conozco

esa manera de abrir

de par en par mi cansancio,

muerte que vienes al fin.

 

Esta poesía humanísima, ni endiosa al hombre ni le cosifica. Le trae palpitante, con sus dudas, sus caídas, sus goces y sus esperanzas. A veces un vacío desolador:

 

 

La tarde me está robando

y tierra de tierra quedo …

…………………………………

Se van apagando nubes,

pisa la noche mi cuerpo,

y yo no sé de mí nada

sino que me estoy muriendo.

……………………………………..

La tarde lleva algo mío,

segado, que yo no veo;

yo noto que estoy vacío

como los árboles huecos,

que hasta Dios quiere escapárseme

vacilante de secretos.

Frente a este vacío, la plenitud de la fecundidad:

La noche entre los frutos se estremece,

la tierra misteriosa abre su mano

y abre la tierra porque la obra empiece

un vientre sensitivo por humano.

y también la alegría del canto ingenuo de los villancicos:

Alba a caballo,

que a diciembre le salen

flores de mayo.

 

Y, más profundamente, el contraste entre el Dios de la infancia -tan claramente ofrecido- y la nebulosa fe del hombre. Pero Dios va dentro del poeta; es «historia y sangre de sus años». El último canto es la alabanza del amor en la gloria divina del día, con su ambigüedad de placer y angustia:

 

Siento -amor- los almendros empapados de flores

tus cabellos de sombra en mi trigal de carne.

Siento -amor- los secretos presagiando la angustia.

……………………………………………………………………

Yo por el aire limpio, tú por las aguas puras,

yo por el mundo mío, tú por la forma pálida,

donde Dios encendía el alma del cadáver,

invisible tan sólo al perro que madruga.

Y Dios besando todo para lucir su día.

 

 

La presencia de Dios en el mundo se trasmuta en la vivencia del paisaje. El poeta vive en un medio rural donde el agreste paisaje es la voz más reveladora:

 

 

Tu blanco sueño he visto entre las cumbres

de montañas y de árboles y piedras …

  

Estos elementos del paisaje son la elocuencia de Verbo para el poeta, con los seres vivos elementales, y, especialmente, los niños, Dios. El paisaje y el corazón del poeta viven en la comunidad de la creación. 

 

Eugenio Frutos

(octubre de 1949)]

 

 

I [3]

 

A mi hermano[4]

 

 

DESPUÉS DE LA TORMENTA [5]

 

A Eugenio Frutos[6]

 

Hemos nacido nuevamente

por el paisaje que nos alza

en resurgir de bautizados

con la raíz de la palabra.[7]

Ya gozamos el agua pura

en la copa de la alborada

y el aire limpio y luminoso

abre a los ojos nuevas páginas.

Llovida yerba sueña trémula

júbilo y beso en cada lágrima:

yo soy el árbol que regresa

del huracán a la esperanza.

 

MADRUGADA [8]

 

Sí, la madrugada ya.

Ya vino la madrugada

no sé de dónde sacada

ni de qué fondo de mar.

Que si el caballo se va

y el gallo tiene alborada[9]

entre la yerba pisada

queda noche por pisar.[10]

En la madrugada está,

no sé qué luz de llamada,

sueño en el alma arrastrada,

con lata al rabo, a ladrar.

Aliento de mi cristal,

mi frío de madrugada,

(secreto de mi verdad

la dulce espina clavada),

viene haciéndome llorar.

 

LOS AÑOS [11]

 

«Gastamos más que gano

-le digo al compañero

que llevo recogido

entre la espalda y pecho-

y no es posible, ¿sabes?,

que pueda sostenerlo».

«¡Que gastamos los años!,

años que yo no tengo».

 

EL ESPACIO [12]

 

No tanto espacio, no.

(Estoy cansado).

Me sobra ya dolor.

La muerte del espacio

es cuando no sea yo

y esté todo en mis brazos.

No tanto espacio, no,

me sobra con las manos

para mi corazón.

 

VELÁNDOME SUEÑOS [13]

 

Ya sé quién eres, conozco

esa manera de abrir

de par en par mi cansancio

muerte que vienes, al fin.

¿Que no hay nada, sólo polvo,

delante y detrás de mí …?

¿Que sólo sueños y sueños …?

¡Y yo sin poder dormir!

 

SILENCIO DE MONTE [14]

 

A José Hierro[15]

 

Más que las rocas y el cielo,

más que polvo de camino,

sobre mis hombros y tiempo,

dueles, silencio viejísimo.

Más que la sombra y la llama,

más que viento bajo y frío,

pesas, silencio de monte,

en el alma donde vivo.

Silencio de cal y canto,

losa que tapa el abismo

donde apretado de sangre

mi corazón ha caído.

 

ENCINAS Y OLIVOS

 

La luna deja cadáveres

justos de color. La sombra

limita. Alguien me nombra

dentro de los encinares.[16]

Pero, están los olivares

más allá. Jesús tenía

las manos blancas y frías.[17]

¿Cara o cruz?: ¡Moneda al aire![18]

 

MOMENTO [19]

 

A Víctor F.-Corugedo[20]

 

Canta la luz su alegría …

Vena rota en la que siento

mi despertar soñoliento,

cumbre y cruz de serranía.

La flor, mi melancolía;

hoja de acero, mi aliento.

Espada y flor por el viento

de la madrugada fría.

Vuela el corazón sediento

al tiempo, a beber el día,

y se llena el alma mía

a rebosar del momento.

 

ATARDECER [21]

 

A Ramón González-Alegre Bálgoma[22]

 

I

 

La tarde, fruta rendida,

como yo entre noche y sueño,

me está dorando los ojos

con soplos de cementerio.

La tarde me está robando

y tierra de tierra quedo,

que yo no puedo marcharme,

yo no puedo …,

en la sangre años mirando

tan hundidos, tan inciertos,

que temblando estoy y no sé,

y yo no sé por qué tiemblo.

Se van apagando nubes,

pisa la noche mi cuerpo

y yo no sé de mí nada

sino que me estoy muriendo.

 

II

 

Se están cayendo los ángeles,

naranjas hechas de viento,

y una sed de queja ronda

lo que me queda de eterno.

La tarde lleva algo mío,

segado, que yo no veo;

yo noto que estoy vacío

como los árboles huecos,

que hasta Dios quiere escapárseme

vacilante de secretos.

La tarde lleva algo mío

que con ella va cayendo

-hundiéndose va en su frío-

descaradamente muerto.

 

NOCHE [23]

 

A Leocadio Mejías[24]

 

Tristeza pace alegría

y alma mi carne viviente.

Yo si voy a ser simiente …

seré de melancolía.

Que tengo la mano fría

y el corazón que me siente.

¿Qué clase, yo, de simiente

sino de melancolía?

Esta noche eterna y mía,

bajo la entraña latente,

quiere echarme hecho simiente

sólo de melancolía.

¡Que venga, que venga el día![25]

 

MI SOMBRA [26]

 

A Antonio Rodríguez-Moñino[27]

 

Del despacho a la alcoba, sólo espuma

de mar y de distancia donde vierto

la intranquila fragancia que me suma.

De la alcoba al despacho, siempre incierto,

arrastrando mi sombra, amarga bruma,

insoportable compañero muerto.

 

CANCIONES [28]

 

I

 

El corazón viene y va

desde las cosas a mí

como barquito en el mar.

 

I

 

El recuerdo para ti

puñado de corazón

de sangre para vivir.

 

III

(No era un cementerio, no.

Érase un cielo de otoño

que me lo soñaba yo).

 

NANA DE LA NIÑA TONTA [29]

 

¿Dónde estará mi hermanita

para que le arrulle yo?

¡Ay, que no!

Que tengo que irme volando

a dormir al Niño-Dios.

Ea, ea, ea …

mi canción …

Entre la mula y la vaca

la carne tierna hecha flor.

(Caperucita y el lobo,

los enanitos y yo).

Ea, ea, ea …

¡Ay, que no!

Tengo a mi hermana llorando,

bruja de mi corazón.

 

CANCIÓN DE NAVIDAD DEL HIJO PRÓDIGO [30]

 

Tan cerca a Dios lo tenemos

que si se duerme, mejor,

el sueño le velaremos.

Si se despierta, mejor,

así los ojos le vemos

y se nos quema el dolor.

 

HA NEVADO [31]

 

A Pedro de Lorenzo[32]

 

Sobre mi frente el cristal;

detrás, abierta mañana

que tiene dentro una cana

de Dios, la nieve y la cal.

Está goteando sal

tardía luna serrana

y una niña en la ventana

se sueña ser mineral.

En la escuela un niño pinta

a Dios con barba y flequillo

-dos riñen, tiran la tinta-.

Dios es abuelo. Un chiquillo

pone en la nieve una cinta

de orín caliente, amarillo.

 

EL MAESTRO EN VEZ DE EXPLICAR LAS MINAS SUEÑA EN VOZ ALTA [33]

 

Pozos vacíos de ángeles

rebosan jugos de sombra,

humedad, sudor de voces,

evocación de las cosas.

Mineral dormido en soles

plegaria de luz se torna;

ojos ciegos encerrando,

en su mina, la memoria.[34]

Queman dioses el espíritu:

carbón del alma. Palomas,

las cenizas aventadas …,

mañana, sueños, aromas.

Minero: la mina mía

está oscura y melancólica,

¡qué noche sin ser de noche

goteándome las horas!

Minero: tengo en el alma

angustias de minas hondas,

yo soy muy poco y yo soy[35]

minero de Dios a solas.

 

ORACIÓN [36]

 

¡Buenos días, Señor, porque te quiero

y has hecho que despierte tan temprano!

Buenos días, Señor, aunque por simple

no merezca este día ser nombrado.

Buenos días, Señor, a ti el primero

que eres historia y sangre de mis años.

 

ORACIÓN DEL ENFERMO [37]

 

A Arturo Benet [38]

 

¡Señor! ¡Dios mío! Tengo miedo

y no me colma tu esperanza,

me sujeto cobardemente

a la tierra que nos separa;[39]

acorralado por la vida

entre la pared y la espada,

en las vigilias y en los sueños,

en tu misterio que me llaga.

Ya sé que un día moriremos

que tú si quieres nos alcanzas

en todo instante, tienes manos

llenas de luz que nos abrazan.

Tiempo sobra para sentarnos

eternamente cara a cara,

deja en suspenso

esa tu voz que me reclama.

Mira el paisaje de mi vida

donde miserias atenazan.

Palpa este campo que me espera

y escucha atento mis palabras.

Todos los días son iguales

y son iguales nuestras ansias,

pero no importa, yo deseo

ir tramo a tramo por tu escala.

Ir recordando con amigos,

gritar del tiempo sobre canas,

ver cómo crece mi familia,

sentir amor bajo mis alas.

Espera un poco, partiremos,

espera un poco que mañana …

Que yo, Dios mío, sólo pido

un rato más en la jornada.

 

II

 

A Enrique Pérez-Comendador

A Magdalena Leroux [40]

 

ANGUSTIA [41]

 

De tanto ser, angustia:

por tanta ansia de día

entrañando la noche

en existencias íntimas.

Entre olvidos pisados

y las frases perdidas

el asco que me duele

brutal bajo la risa.

De tanta angustia soy

el fondo de mi vida,

este ir cuesta abajo

cuando me creo arriba.

 

TIEMPO [42]

 

I

 

¿Era yo mismo el que vivía

mi juventud indiferente

y una niñez que entre unos ecos

en mi recuerdo se sostiene?

¿Era yo mismo el que vivía

o era otro ser que se me pierde,

tras esa niebla de los días,

con su vivir independiente?

 

II

 

Habré gastado muchos años

sin saber cómo ni con quiénes.

Yo no pensaba que pudiera

gastarse tanto inútilmente.

A manos llenas tengo dadas

las alegrías, los placeres …

Nunca pensaba que pudiera

perderse todo inicuamente.

 

III

 

Hoy sólo tengo un alma triste

y un corazón que amargo siente

al revolcarse por el cuerpo

como en la tierra la serpiente.

Hoy se me escapan los momentos.

Hoy como ayer, hoy como siempre.

(La eternidad sólo ha nacido

en el camino de la muerte).[43]

 

SOMOS LA ROCA QUE NO CRECE [44]

 

Somos la roca que no crece,

somos la arista tenebrosa,

el sacramento de la tierra

en una mar devastadora.

Y, somos más, la luz del día

en la ventana de la aurora,

luz que no ve, paso de ciego

en manantío del aroma.

Y, somos más, somos los muertos

que llevamos en nuestra fronda

enriqueciéndonos la sangre

y marchitándonos las horas.

¡Que no se olvida sepultando

ni aunque cerremos nuestra boca!

Son nuestros muertos el anhelo

de nuestra vida misteriosa,

los que nos hunden y nos llaman

y como tiempo nos devoran.

Somos el alma que contiene

una presencia melancólica.

 

OH MUERTO MÍO [45]

 

¿En qué rincón o cueva está tu vida?

¿Debajo de qué sombra tu mirada?

¿En qué profundidad está enterrada

tu risa luminosa, sorprendida?

Oh cotidiano muerto, cruz soñada,

serena soledad de ti nacida,

ardiente brasa que me tiene herida

la memoria, la voz y la alborada.

Te busqué en las esquinas y en el viento,

en las horas y cumbres de tu frío

y en el muro rocoso del lamento.[46]

Y eres el paso del escalofrío

y eres el mar que en la nostalgia siento.

Oh presencia y dolor, oh muerto mío.[47]

 

MUERTE [48]

 

Estoy soñando a Dios

-durmiendo solamente-

debajo del dolor.

Estoy soñando amor

-durmiendo carne ausente-

quemándome de Dios.[49]

 

NOTAS

[1] Este título recoge las preocupaciones que provocan el discurrir del tiempo y la nostalgia por el pasado en el ánimo del poeta. JDV lo empieza a escribir en 1949. En abril de 1951 lo termina e intenta su edición en Alor de Badajoz y en la Colección Adonais, pero no lo consigue. En febrero de 1952 entra en contacto con José Hierro, que dirigía la Colección Tito Hombre de Santander, donde el libro será editado el 20 de noviembre con el nº 11 de la Colección y una tirada de 136 ejemplares. Alarcos Llorach, Lázaro Carreter, Pedro Caba, Gabriel Celaya, entre otros, dedicaron a JDV palabras elogiosas sobre este libro, cuya poesía calificaron de transparente, verdadera y sentida. La redacción publicada (RP) de La esquina y el viento no es la redacción original (RO), pues Hierro pidió a JDV que la redujera porque excedía de la extensión normal. Pero esta explicación no convenció a Ángel Sánchez Pascual que, en la Introducción de Poesía (1988), calificó la RP por Tito Hombre como mutilada por la censura. La edición que se transcribe es la publicada por Tito Hombre. Los poemas excluidos de la RO se han recogido y anotado en “Y otros poemas”.

[2] Se incluye el prólogo de la RO (entre corchetes), para que el lector conozca las reflexiones que, sobre su conjunto de poemas, realizó Eugenio Frutos y, además,  pueda saber de qué base intelectual surgió la RP.

[3] La diferencia entre la RO y la RP es patente: La RO contiene el prólogo de Eugenio Frutos y 35 poemas. En cambio, la RP no tiene prólogo y está formada por 23 poemas, de los que sólo 15 pertenecen a la RO; el resto son poemas nuevos. La RP lleva un dibujo de Magdalena Leroux.

[4] Se trata de su hermano Juan, que JDV consideraba un padre al ser varios años mayor que él. Juan era químico, profesor del Instituto de Cáceres y regentaba una farmacia, en cuya trastienda se reunía la intelectualidad cacereña de ideas republicanas y se celebraba una tertulia en la que JDV estableció estrechas relaciones con sus componentes. Cuando JDV se encuentre en Trevejo, Gata y Zarza de Alange, Juan será el que lo mantenga en contacto con el exterior enviándole libros y revistas de alcance nacional e información sobre lo que sucedía en el ambiente cacereño. Juan murió en 1970 y JDV sufrió un trauma emocional que reflejó en la elegía incluida en La vara de avellano.

[5] No incluido en la redacción original (NRO). Ed. Índice (Madrid, nº 1, 1952), Alor (Badajoz, nº 17, 1953), Primera antología (1961) y Entre la yerba … (1979).

[6] Posiblemente JDV, que no le dedicó a Frutos ningún poema en la RO quizás por descuido, lo haga ahora para subsanar el desliz y agradecerle el prólogo que encabezaba la RO (aunque en la RP se viera obligado a suprimirlo).

[7] En Alor (Badajoz, nº 17, 1953): «y la raíz de la palabra». La reelaboración imprime mayor trascendencia a la estrofa.

[8] Ed. Alcántara (Cáceres, nº 43, 1951), Ángelus (Zafra, nº 13, 1960), Primera antología (1961) y Entre la yerba … (1979).

[9] El verso anterior recuerda al v. 4 del «Romance sonámbulo» («y el caballo en la montaña”) y éste a los dos primeros del «Romance de la pena negra» («Las piquetas de los gallos / cavan buscando la aurora”) de Federico García Lorca.

[10] De estos dos últimos versos, JDV sacó el título de su tercera antología “Entre la yerba pisada queda noche por pisar”, Badajoz, Universitas, 1979 (1ª ed.), 1994 (2ª ed.).

[11] Incluido en la redacción original (IRO): tiene dos partes y “el poder sostenerlo» (v. 6). RD: La reelaboración es un arreglo del poeta, que rectifica una expresión no muy ortodoxa. Ed. Primera antología (1961), el nº 21 de El correo literario, Alminar (Badajoz, nº 2, 1979), Entre la yerba … (1979) y Hoy (Badajoz, 22-5-88 y 28-11-93). La importancia de saber aprovechar bien el tiempo la expuso JDV años después en su artículo «Hablar por decir»: «Creo que es digno de admiración el que sabe consumir bien sus años. El que sabe comulgar, uno a uno, todos los momentos de su vida. Porque hay quien a los veinte años es viejo ya» (Hoy, 3-2-59).

[12] Ed. Alcántara (Cáceres, nº 22, 1949).

[13] Ed. Alor (Badajoz, nº 9-10, 1951).

[14] NRO. Red. Mérida (septiembre 1967).

[15] NRO. JDV aprovecha la inclusión de este poema en la RP para dedicárselo a José Hierro en agradecimiento por la edición del libro. Hierro fue uno de los poetas más importantes de la poesía española del siglo XX, hecho que se le reconoció con la concesión de prestigiosos premios como el Cervantes (1998). Nació en Madrid (1922), pero enseguida se trasladó a Santander donde editó sus primeros poemas en Tierra sin nosotros y Alegría (1947) que fue Premio Adonais. De vuelta en Madrid publica otros poemarios como Cuanto sé de mí (1957) y Cuaderno de Nueva York (1998, Premio Nacional de Poesía). Su lírica se mueve en la frontera entre el intimismo y la solidaridad.

[16] RO: «cáncer de los encinares». RD: El cambio de «cáncer» por «dentro» evita una palabra tabú.

[17] Las manos acompañadas de los calificativos «blancas» y «frías» aparecerán además en una imagen del v. 11 del poema «Picos de Europa» de La montaña («Tus manos que van nevando») y explícitamente en los vv. 44 y 45 de Ruiseñor perdido en el lenguaje: «y le cojo las manos / blancas, finas, frías». También en el v. 4 del poema “Noche” de este libro se localiza la mano relacionada con el frío: “Que tengo la mano fría” y en el v. 2 del poema “Ofrenda” de La muerte del momento: “en mis manos heladas”.

[18] RO: No aparecen los signos de interrogación ni  los de admiración. RD: Con ellos el poeta dota al verso de mayor expresividad. JDV volverá a emplear una expresión parecida en el último verso del poema “Playa del sardinero” de La montaña, cuando dice: “Playa del sardinero: / manzana al aire”.

[19] NRO. Red. Alor (Badajoz, nº 18, 1953) con el título de «Un momento» y Mérida (septiembre 1967). RO ed. Intus (Salamanca, nº 7-9, 1951): “Abre la luz su alegría, / vena rota en la que siento / mi despertar soñoliento / en árbol de serranía … // … Y de mañana sediento / -cruz y alba me vivía- / voy llenando el alma mía / a rebosar del momento. // ¡Ay, canción de primavera / encadenada en mi herida / que ni me sabrá siquiera! // En una rama esparcida / caricia de aire latiera … / mi corazón en la vida” (en La muerte del momento hay un poema titulado “El corazón en la vida”).

[20] Codirector de la Colección Tito Hombre junto a José Hierro y Aurelio G. Cantalapiedra, a quien en agradecimiento JDV (mantuvo correspondencia con él sobre asuntos técnicos y administrativos de la edición) le dedica este poema que no aparece en la RO. Corugedo era poeta y editó en el nº 7 de la Colección Tito Hombre Canciones sencillas.

[21] Red. Primera antología (1961): «-hundiéndose va en su sangre-«, penúltimo verso. Posiblemente sea una actualización del poeta que, cambiando «frío» por «sangre», quiso expresarse con más exactitud. Red. en el nº 21 de El correo literario (Madrid). PMA, TI, DC sobre el título de la primera parte de Canciúnculas: “Rojo, morado, violeta; / colores de atardecer / -¿Me das un beso mujer / para sellar la paz nuestra? // Las golondrinas manchando / de puntos negros, la tarde … / -Para mañana el recuerdo / de los colores que guarde / dentro de mi corazón. // Violeta, morado, rojo … / tristeza de atardecer / dolores para mis ojos”. FAC 1935. PMA, TI, APJDV, dedicado a Enrique Sánchez de León, político extremeño que llegó a Ministro de Sanidad con la UCD: “Pero qué será de mí / cuando se acabe la tarde / y tenga forzosamente / que en la mirada acostarme. // Y no pueda verte nunca / sino lejos, tan distante, / donde el recuerdo se junta / con el olvido y los árboles. // No quiero que se me vaya / este puñado de instantes. / Los que vengan no serán / ya seguramente iguales. // Y lo pierdo, como suelo / perder cosas, en mi calle; / ésa que va desde el alma / hasta la casa que sales. / Y luego vienen preguntas / y no me contesta nadie”. FAC entre 1977 y 1979 cuando JDV mantuvo contacto con el político, para que proporcionara empleo a los minusválidos de la ANIC.

[22] Escritor gallego que se relacionó con JDV en Madrid y le dedicó el artículo «Delgado Valhondo en su Extremadura» (ed. El faro de Vigo, Pontevedra, 7-10-69). González-Alegre era un poeta al que la Colección Rocamador de Palencia, donde JDV editó El secreto de los árboles, le publicó Los poemas del pavor y la piedad (nº 24). «Atardecer» es un poema incluido en la RO de La esquina y el viento sin dedicatoria.

[23] Red. Entre la yerba … (1979).

[24] No es la primera vez que JDV cita a este querido amigo (ya lo hizo en el poema “¡Dejadme morir!” de Canciúnculas). También JDV lo recuerda en su artículo “Puestos de tebeo”: «Cuando yo muchacho -nos cuesta bastante creerlo a estas alturas-, con otro escritor ahora célebre [Leocadio Mejías], puse un puesto de tebeos, de cuentos, de relatos de aventuras, de tirios y troyanos, de ladrones y policías, de misteriosas leyendas. Y de novelas también» (Hoy, 23-1-60).

[25] RO: Este verso no va separado por un blanco del anterior.

[26] Red. Gévora (Badajoz, nº 6, 1953), Euterpe (Buenos Aires, nº 36, 1959), nº 21 de El correo literario, Primera antología (1961), Poesía extremeña actual (II) (1978) y Entre la yerba … (1979). En Gévora: «la intranquila fragancia de la luna» (v. 3). Con esta reelaboración, el poeta imprime al verso y a la estrofa el misterio de la luna y aclara el sentido de este verso que antes era impreciso.

[27] Bibliógrafo de fama internacional, nacido en Calzadilla de los Barros (Badajoz, 1910). Algunos títulos de su extensa bibliografía son Historia de la Literatura extremeña (notas para su estudio) (1942), Poesía y Cancioneros (1968 y ss.)  y Los poetas extremeños del siglo XVI (1980). JDV lo conoció en la tertulia de la rebotica de su hermano Juan y desde entonces se mostraron un mutuo aprecio: Moñino valoró la poesía de JDV y éste lo consideró un erudito de primera categoría, al que dedicó la IV parte de la RO, que luego se vio obligado a cambiar por el poema «Mi sombra».

[28] NRO. Red. Primera antología (1961), ABC (con el título de «Viejas canciones») y Entre la yerba … (1979).

[29] Red. Primera antología (1961) y Entre la yerba … (1979).

[30] RO: Tiene el título de «Canción del hijo pródigo”. Ed. RFF de Zarza de Alange (Badajoz, 1952), el nº 21 de El correo literario y en la revista Mérida (1953).

[31] Ed. Espadaña (León, nº 45, 1950), en «Jesús Delgado Valhondo» de Jesús Martínez Fernández (Medicina y cirugía auxiliar, mayo 1954), Ángelus (Zafra, nº 13, 1960), Primera antología (1961), Historia y antología de la poesía española (1967), Canas de Dios en el almendro (1971), Poesía extremeña actual (II) (1978) y Entre la yerba … (1979).

[32] RO: JDV le dedicó el poema «Las estrellas impalpables vagan por la luz», NRP. RD: En compensación le dedica el poema «Ha nevado», que en la RO no tenía dedicatoria.

[33] RO: En el título dice «piensa» en vez de “sueña” y está dedicado a Gregoria Collado (inspectora de Enseñanza). RD: El cambio en el título es un ajuste para hacerlo más lírico y no lleva dedicatoria. Red. en el nº 21 de El correo literario (Madrid), página poética del Boletín del militante de Badajoz, Ángelus (Zafra, nº 13, 1960), Primera Antología (1961), Canas de Dios en el almendro (1971) y Entre la yerba … (1979).

[34] RO: Los dos últimos versos dicen: «En la memoria labrada / la vida campo reposa». RD: La reelaboración ahonda más en el sentido de los dos versos anteriores.

[35] RO: «yo soy muy poco, yo soy». RD: Con el cambio de la coma por «y» el poeta evita el corte expresivo que se producía antes.

[36] RO: No lleva las estrofas separadas por espacios en blanco y está dedicado a Miguel Muñoz de San Pedro. RP: Este poema aparece sin dedicatoria (quizás por olvido del poeta o desliz de la imprenta) y JDV le dedica el PROEV «El lenguaje de las flores en la Navidad» que, NRP, editará en su libro siguiente, La muerte del momento. El poema “Oración” es publicado en Alor (Badajoz, nº 1-2, 1950), Espadaña (León, nº 45, 1950), Hoy (Badajoz, 21-3-52), Historia y antología de la poesía española (Madrid, Aguilar, 1967), las tres primeras antologías de JDV, Poesía extremeña actual (II) (1978), El pozo de la comunidad (Mérida, nº 5, 1983) y en Homenaje. A Jesús Delgado Valhondo (Mérida, IFP Emerita Augusta, 1994). En Pulsaciones aparece un poema TI, DC. En “Y otros poemas” se halla transcrito el poema “Buenos días, Señor, a ti el primero”, cuya base es este poema de La esquina y el viento.

[37] Ed. Alcántara (nº 34, 1950), RFF de Zarza de Alange (1962), Historia y antología de la poesía española (1967), Primera antología (1961) y Entre la yerba … (1979).

[38] Crítico catalán de Arenys de Mar (Barcelona), que valoró epistolarmente la poesía de JDV y en el artículo «Poesía sencilla y espontánea», ed. Solidaridad nacional (Barcelona, 26-3-50).

[39] RO: Lleva punto final y el siguiente comienza con mayúscula.

[40] RO: JDV dedica la segunda parte de la RO a este matrimonio de artistas. RP: Vuelve a dedicársela pero altera el orden de la dedicatoria, pues nombra primero a Pérez-Comendador y después a su esposa posiblemente para ajustarse a la convención social de la época. Eran un matrimonio de artistas con prestigio internacional, que JDV conoció a través de su hermano Juan. Él nació en Hervás (1900) y fue un reconocido escultor a nivel europeo. En Extremadura tiene obras como el monumento al Guadiana (Don Benito) y la estatua de San Pedro de Alcántara (Cáceres). En Hervás, sobresale el entierro de Cristo en su panteón. Magdalena Leroux, que regaló a JDV el dibujo ilustrativo de la edición de La esquina y el viento, nació en París y fue una reconocida pintora que expuso en España, Europa y América.

[41] NRO. Ed. Álamo (Salamanca, nº 7-9, 1951), Alminar (Badajoz, nº 2, 1979), Entre la yerba … (1979) y Hoy (Badajoz, 22-5-88 y 28-11-93). En Pulsaciones, poema TI, DC.

[42] NRO. Red. Alcántara (Cáceres, nº 13, 1981) sin la división en tres partes y Entre la yerba … (1979).

[43] Los cuatro últimos versos anuncian el siguiente libro de poemas de JDV, explican su contenido y adelantan su título, La muerte del momento.

[44] NRO. Red. Entre la yerba … (1979).

[45] NRO. Red. Gévora (Badajoz, nº 7, 1953), Primera antología (1961), ABC (Madrid, 2-11-72), Poesía extremeña actual (II) (1978) y Entre la yerba … (1979). En las ediciones citadas en 2º, 4º y 5º lugar el v. 8 dice: «la memoria, la voz y la llamada». El poeta debió cambiar «alborada» por «llamada», porque esta palabra encaja mejor con «memoria» y «voz».

[46] Los versos de esta estrofa explican que el origen del título del libro se encuentra en la preocupación de JDV por la muerte.

[47] RO: Este verso aparece entre signos de exclamación. RD: Posiblemente fueron suprimidos para evitar el exceso de sentimentalismo, pues el deseo de JDV era finalizar el poema con una entonación cargada de sugerencia. Posteriormente vuelven a aparecer estos signos en la reedición de Primera antología .

[48] Red. Primera antología (1961), ABC (Madrid, 2-11-72), Entre la yerba … (1979) y en la esquela mortuoria que la AEEX dedicó a JDV en el periódico Hoy (24-7-93) haciendo público su pesar.

[49] En el relato «Como pasamos la noche bajo el sueño» de JDV encontramos otra redacción de este tremendo deseo de hallar a Dios cuando uno de sus personajes siente idéntico anhelo: «Una voz interior le empapaba el alma, como una lluvia fina y constante empapa la tierra seca, como el pino se empapa de verde, como mis ojos se empapan en todas las madrugadas de Dios» (Yo soy el otoño, Cáceres, Cuadernos Alcántara, 1953, p. 9).

 

Fotografía cabecera: Puente Lusitania de Mérida

El año cero

EL AÑO CERO [1]


PRESENTACIÓN

 

Aquí tienen ustedes un poeta personalísimo y despreocupado, de voz muy rica. En sus poemas hay pocos conceptos, y los que hay, los indispensables para el armazón del poema, son curvos, plásticos, blandos. Es poeta impuro.

Todo para Jesús Delgado se da en imagen viva, en trasposiciones sortílegas, gracias a la gracia de una visión mágica del mundo. Todo está hecho criatura. A enero le dice el poeta:

 

Cógeme esta noche en peso

mi corazón,

pero calla su secreto.

 

Y en otro poema, «Mayo», no hay una sola expresión que no sea imagen sencilla y espontánea, no preparada con alambres como las jaulas. Y noten ustedes en cualquiera de los poemas de este libro la sencillez y originalidad en los temas, y la ternura con que acaricia las cosas más humildes, sin azorinismos, más bien con dobladas ironías. ¡Qué frescura en sus palabras frutales! ¡Y qué entrañas populares, hondamente interpretadas, suenan aquí! Cuando vuelve uno de tanto poema puro, ¡todavía!, de tanta sequedad conceptual, sin fertilidad, ¡qué húmeda y gozosa tierra umbría la de estos poemas! Como todo poeta de verdad, todo lo escribe con ardor de sangre precipitada. Nada importa que no se oigan rugidos ni voces roncas. Aquí mana la poesía del único canchal de donde mana fresca y limpia, del corazón.

Esta poesía es jonda y el poeta me parece que es de Mérida. Se le notan anhelaciones inciertas, dolores metafísicos traspuestos sobre las dulces colinas del corazón. Todo lo andaluz tiene un complejo jondo que es la pena; también este poeta la tiene. Pero una pena que canta él solo, por lo bajo, para llorarla mejor. Yo me lo imagino con una varita de olivo, una vástiga, caminando nervioso por las veredas del sueño, cantándose sus versos que nadie hasta ahora le ha jaleado, porque él mismo no creía que cantaba para los demás, y porque sólo ha publicado los poemas mediocres que ha escrito, pues selecciona mal. Y selecciona mal, porque su modestia le hace creer que los poemas ajenos son mejores que los suyos. Y leyendo a los demás, ha estado a punto de desnaturalizarse. Yo he tenido que rechazarle algunos poemas que, bellos y encantadores en su primera redacción, los ha echado a perder después por retocarlos con vistas (u oídas) a algún poeta de los que por ahí jalean.

El mismo título de este libro es originariamente El año cero. Lo quitó y le puso este cursi lugar común hodierno: Dolor y gozo del aire. Le he aconsejado que vuelva al título antiguo. No sé qué hará. Pero si sigue leyendo así a los demás, tendrá que dedicarse a la cría del conejo, que es también tema poético. Y perderemos todos un poeta con gracia y personalidad, pues cuando escribe con su despreocupación natural, dice estas cosas:

 

Ha dejado olor a sapo

la cola de la tormenta …

El sol está evaporándose

como una gota de pus …

o esta deliciosa estampa que vale por cien poemas de los puros:

Por la carretera abajo

empujados por la tarde,

el alcalde y su señora

gorda y fría,

con cuatro niños delante …

 

Es poeta de paisajes; todo en él es retina. Y olor. En cambio, tiene escasas imágenes acústicas. Tiene voz de campesino, pero con una última despreocupación irónica que le libra del lirismo facilón. En Delgado Valhondo, hay un deje de burla, un trasfondo amargo, mezcla de despreocupación y chirigota, que da a entender que su melancolía es real, quiero decir de rey. Es la melancolía jonda, de califa o faraón, que se desdobla en burla y soledad o soleá. La melancolía de este poeta es una infantilidad de vuelta, suavemente vieja. Su fuerza está en su acento de gitano insolidario y errabundo, numismático de muchos amaneceres sin sueño. Y en el fondo, ingenuidad y sencillez. Hay poemas aquí, de pensamiento poético tan inesperado y nuevo, que maravillan precisamente por eso, por su novedad y su falta de malicia. Esta poesía huele a naturaleza y no a historia, a Historia literaria. No como esa otra que para tener gracia de flor necesita pasar por las antologías de los amigos y los audaces. ¡Y pensar que este poeta ha estado a punto de echársenos a perder por la lectura nociva de tanta antología cómoda y chatunga! Jesús, ¡ojo a las lecturas!

 

Pedro Caba [2]

A Gabriel Celaya y Juan de Leceta [3]


 

AIRE [4]

 

A Arsenio Gállego[5]

 

Ser aire, molino, aire

para que muelas mis manos

y hagas el pan de mi sangre,

como los besos, molino,

del corazón a la tarde.

Para la nube, ser aire,

para esa nube que pasa,

para ese seno sin nadie,

para que me beba justo

la respiración del ángel.

Para el tacto de tu baile,

para limpiar a la luna,

para pegarme en jarales,

para verterme por todo

el poema del paisaje.

Ser el poema, molino,

que entrega a tus aspas aire.


 

ENERO [6]

 

Cógeme esta noche en peso

el corazón,

¡pero calla su secreto!

Deja siempre en mí la duda,

como el beso

que ella nunca me dio.

 

FEBRERO [7]

 

Todo el viento lleva ahora

aroma de mi dolor.

A ti te huele a limón

y a mí me huele a tu boca.

A ti te sabe a mi amor

y sabe a carne de roca

en mis labios, corazón.

 

MARZO [8]

 

(Victoria de Samotracia) [9]

Tu falda jugando en el aire.

Tus cabellos tirados al aire.

Toda tú (más que carne

hecha espíritu puro),

desperfumándote.

 

ABRIL [10]

 

Abril juega con mis ojos

como juega con los pinos.

Dios en abril uno solo

uñas se corta en los grillos.

El sol se juega caminos

en olas color de caña.

(Cierra ya la casa, araña,

que yo estoy dentro y dormido.)

 

MAYO [11]

 

A Fernando Bravo[12]

 

Con agua fresca del cielo

se lava el campo la cara.

Cabezas de viejas muertas

parecen las nubes blancas.

Un ángel se despereza

y tiende al aire sus alas.

Van las hormigas de entierro.

Al verde le salen lágrimas.

Con un manojo de yerbas

bendigo las sierras altas.

(Con agua fresca del cielo

se lavó el campo la cara).

 

JUNIO [13]

 

Golondrinas siegan aire;

los cuervos siegan dolor.

¿Quién columpia a las abejas?

Tábanos duros me colman

de zumbido el corazón.

¿Quién me está buscando siempre?

Como una fruta exprimida

está goteando Dios.

 

JULIO [14]

 

Ha dejado olor a sapo

la cola de la tormenta.

Las peñas duras y abruptas

se hacen blandas, y la hierba

y las flores y los árboles se gozan.

(Y el ánimo se destempla.)

Una moza rubia crece

hinchando pecho y cadera

con su aliento.

………………….. Huele a serpiente

y a virgen ………..

En la ventana, una vieja

limpia el polvo a Santa Bárbara

y apaga, después, la vela.

 

AGOSTO [15]

 

Los surcos de los montes

son señales de llanto viejo.

La tierra se envejece

sola, como un lagarto lento.

Carreteras, caminos, senderillos,

las canas del llano.

Resbala la siesta grande

por la palma de la mano.

Una cigarra siega el fémur

de la luz, que bebe el campo.

 

SEPTIEMBRE 

 

¡Pintor!

Píntame el pensamiento

de este crítico momento

de dolor.

Y házmelo eterno.

 

OCTUBRE [17]

 

(Tocan la lira del campo viejo

manos pálidas de otoño

enredándose en los vientos.)

El Sol está evaporándose

como una gota de pus.

(En horizonte amarillo

están clavando la tarde

sacros golpes de martillo.)

 

NOVIEMBRE [18]

 

¿Por qué duele tanto el monte

escalofríos del aire?

¿Por qué ese temblor en cosas

que no tocará ya nadie?

¿Por qué gimen hoy las lanzas

gozos de cañaverales?

¿Por qué no hay constantes rosas

escritas en los rosales?

¿Por qué esta tragedia mía,

sin nombre, de mi paisaje?

¿Por qué el ciprés y la nube?

¿Por qué estoy llorando, madre?

 

DICIEMBRE [19]

 

Las cinco de la mañana

están segando olivares.

Cornetín que anuncias alba

y ves que no viene nadie.

¿Qué le pasó anoche al gallo

que no regresó del baile?

¿Quién se metió en el romero

que está chorreando sangre?

El cinco es el cornetín

de bronce que pesa el aire.

 

PARA TI LAS MARGARITAS [20]

 

Para ti, las margaritas;

para mí, los pensamientos;

para ti, todo el cantar;

para mí, su sentimiento.

Un crepúsculo otoñal que traiga silencio y sombra,

para mí.

Un amanecer de campanillas de plata y cantos de alondra,

para ti.

La humedad y la tristeza de todos los lamentos,

para mí.

Los olores y canciones de todos los huertos,

para ti.

Para ti, las margaritas;

para mí, los pensamientos.

 

NOCHE COCIDA [21]

 

(Barrio de San Mateo de Cáceres) [22]

Un color de luna enferma;

dolor de luna cansada.

Una mujer crece y llora

detrás de cada ventana.

¡Cuánto me pesa esta noche

cocida y gorda en el alma!

A estopa negra me saben

sobre la boca las lágrimas.

Ay, corazón tú te vas

deshaciendo gotas claras

exprimido por la mano

poéticamente vana.

Ay, corazón, tú te vas

y me quedarás en nada.

La calleja -¿quién ha muerto?-

del arco de Santa Ana

tiene espíritu de bruja;

hiedra que se quiere alga,

grillos hierve que te hierve

creciéndose a mis espaldas.

La torre se da respeto

sobre su sombra alargada.

Abierta está la leyenda,

pero es mejor no tocarla.

-¿Secretos tiene el amor?-

No lo sé, tú mira y calla;

mira, mira, mira, miraaaaaaaaaaa

que ya se sube en el alba

Facundo con su farol

y el monago a su campana.

Al venir la madrugada

pierde las canas

la luna

y se queda como una

aceituna.

(Aceituna sevillana.)

 

EL RELOJ DE MI ABUELO [23]

 

El reloj de mi abuelo

tiene la fiebre en el péndulo.

Tic, tac, tic, tac,

tic, tac, tic, tac.

………………………………………..

¡Ciento veinte pulsaciones!

ni una menos ni una más.

Rrrrrrasssss.

Un crujido.

Dan, dan, dan.

Tres suspiros.

El péndulo, como una mano,

con galones de oficial,

presume. Un, dos, tres, ¡aro! …

………. Triunfal.

Tic, tac, tic, tac,

tic, tac, tic, tac.

………………………

¡Ciento veinte pulsaciones,

ni una menos ni una más!

 

NOCHE DE CALENTURA [24]

 

Después de leer, aquella noche,

«Las Galgas», de P. Caba.

¡Apaga la luz!,

que todo su color rojo

se ha metido en mis ojos.

¡Ay! …

¡Escaleras tan pendientes

y yo rodando por ellas!

……………………………………………….

¡Enciende!

y mira si tengo rotas las piernas.

La sombra de la pantalla

forma círculos que crecen

en el techo, y estallan

en las paredes.

Ese clavo ha dado en piedra

y no entra más

a pesar

del martilleo constante de mis miradas.

¡Cómo se retuerce el clavo

en la pared y en mi alma!

Otra vez las sombras pardas

de un perro que llora

(a un gato la cola

se le eriza sola)

y una vieja cabra

desriza la barba

y la alarga

por la estancia toda.

…………………………………

¡Apaga!

¿Quién me empuja por los hombros

para meterme en la tierra

y taparme con escombros?

…………………………………

¡Que me ahogo!

¡¡Enciende!!

Mañana,

(¡ay! … ¿cuándo será mañana?)

ponedme un velo

¡blanco!

-¡No!-,

verde.

-¡No!-,

azul.

Eso es, azul como el cielo.

 

OLIVOS [25]

 

A Enrique Segura[26]

 

Llenas de angustia y ceniza

las copas de los olivos.

Llora luna, lengua seca,

sobre la tierra el camino.

Caminos … y yo aquí quieto

consumiendo veinte siglos.

Treinta y tres años tenemos

los dos en el mismo sitio.

Eternos treinta y tres años

de madrugada y de frío

que sabe a tiempo pasado[27]

de abril, de beso y deicidio.

En esta noche, mirada,

en espejo de cuchillo,

sangre sudabas y yo

agua para los sentidos.

El corazón, en la mano,

más que corazón es lirio.

Me saben los olivares

a tu noche, Jesucristo,

a momia de tronco pardo,

a la luz de tu quejido,

a soledad incendiada

en la cascada del río.

Abro alas para irme

y nunca volar consigo.

Abro alas para irme

y roto rezo contigo.

Quiero volar y me quedo

solo, mirando caminos.

……………………………………..

(Caminos y yo aquí, quieto,

consumiendo veinte siglos.)[28]

 

DÍA NUEVO [29]

 

(¡Si llego a matarme anoche! …)

Todavía tiene el cielo

una luna limpia y clara,

cuando un ruido colmenar

empieza a mover las casas.

(Veo aquella nube gris

como hoja de navaja.)

Mientras los dedos de Dios

están secando mis lágrimas,

se me ciñe dulce el viento

fresco de la madrugada.

(El Sol pasará muy pronto

de ser azahar a naranja.)

¡Si llego a matarme anoche!

Si llego a matarme anoche

hoy no respiro esta alba

que sabe a fruta madura

que sabe a fresca manzana.

 

ESTACIÓN DE FERROCARRIL [30]

 

La estación, bajo un álamo,

de cantos que reverdecen

tiene tres niñas que esperan

que alguien de ayer se las lleve.

Arrastran un tren las miradas

de las tres hijas del jefe.

Bajo un álamo,

de pájaros que se pierden,

la canariera amarilla

se torna de color verde.

 

PASEO [31]

 

Por la carretera abajo,

empujados por la tarde,

el alcalde y su señora,

gorda y fría,

con cuatro niños delante.

 

AL SEPULTURERO [32]

 

Quien dijo mal del sepulturero

no supo bien lo que dijo.

Si mientras tapa una fosa,

si mientras tapa algún nicho,

el sepulturero canta

es porque sabe su oficio.

Yo ya le tengo encargado

que me cante un fandanguillo.

 

A LA ORILLA DEL MAR [33]

 

Van de la mano cogidas

cejas volando al azar.

(¡Si las sardinas volasen

qué tremendas puñaladas

tendría que sufrir la tarde!)

Tienen todas las esquinas

marineritos de sal.

(¡Hermosa y linda está el agua

con sus banderas de pinos

y puntillas en la enagua!)

Lamen los gatos la luna

en los tejados del mar.

(¡Temprana luna de enero

quién te pudiera besar

en el claro azul del cielo!)

Filtran las puertas mujeres

de piedra, escamas y cal.

 

LA VENTA [34]

 

I

 

Árbol, colina, canción …

El campo da a luz las ventas

con el calor de las siestas

cuando se seca el dolor.

¡La ventera es la mejor!

Húmeda de olor a cienos,

flores de trapo los senos,

pasea su condición.

 

II

 

Se van deshojando eras

y sólo queda el color …

y sólo queda el olor

a bestia de la ventera.

 

III

 

Todos somos carreteros

lamidos por los caminos,

labradores, campesinos,

hombres ceros.[35]

 

LA BRUJA [36]

 

La bruja tiene una lanza

de lengua de lagartija.

La bruja tiene un camino

sembrado todo de ortigas.

La bruja se baña en luna

en un rincón escondida.

(La bruja tiene un querido

y no quiere que se diga.)

 

CANTE JONDO [37]

 

I

 

Espiral del cante jondo

taládrame el corazón.

«Porque te quise yo un día …»

Espiral del cante jondo

¡ya me has roto el corazón!

 

II

 

¡Y OLÉ!

Cantaré los caracoles

por si puedo convencerte.

…………….. Y olé ……………

Te diré lo que te quiero

y hasta dónde puedo quererte.

Esta noche cantaré los caracoles

…………….. Y olé.

 

LUNA EN EL BARRIO DE SAN MATEO DE CÁCERES [38]

 

A Manuel López Lago[39]

El callejón está oscuro

y tiene miedo mi alma

de yo no sé qué secreto

de rejas de tus ventanas.

El callejón medio oscuro,

la luna lame un rincón.

Yo no sé por qué secreto

tiene miedo el corazón.

El callejón medio claro,

la luna parece un signo.

Yo no sé por qué secreto

tengo miedo de mí mismo.

 

¡AY, QUIÉN FUESE CORAZÓN! [40]

 

Se cayó la luna al pozo

y está nadando dormida.

¡Ay, quién fuese pescador

para cogerla en seguida!

Las ranas están cantando

dulcemente una oración.

…………………………………..

¡Ay, quién fuese corazón!

 

CAMPOSANTO [41]

 

Borra el nombre cementerio

y escribe el de camposanto.

Una rosa bebe olor de tierra.

Un ciprés pincha su encanto

que sangra. Una cruz

pide caricia a una mano

de madre.

Un ángel se hace de mármol.

La tarde consigo va desgranando

gorriones y canarios …

Una sepultura húmeda

me hace saltar, y en lo blanco

de la cal, me enredo el alma

y el rezo se me hace canto.

Golpes de pecho:

santo, santo, santo.

Ritmo del corazón:

campos, campos, campos.

Borra el nombre cementerio

y escribe el de camposanto.

 

AUTOPSIA [42]

 

Se murió envenenado

-tres meses bajo la tierra-

y hubo que desenterrarlo.

(Huele a culantrillo[43] verde

el pozo del camposanto.)

Bajo un ciprés le pusieron.

Le pican pájaros blancos

en vocales de concierto

que nunca había pronunciado.

Cuatro dobleces le hicieron

para volver a enterrarlo

-pergaminos para hacerse

su escritura el escribano-

y como a carta cualquiera

al buzón del mundo echaron.

 

LA IDEA [44]

 

La idea fue perdida

al decir yo palabras.

(Esta noche yo quiero

cosas sin pronunciarlas.)

Nublado yo te dejo

porque lluevas mañana.

 

AMANECER [45]

 

A Manuel Gutiérrez de la Fuente[46]

 

Estás dentro de la luna

mañana de primavera.

Te respiro verde y fría.

¡Rompe la esfera del día!

-(Sus pedazos eran hojas

blancas, verdes, amarillas,

azules, violetas, rojas.)

 

AMANECER EN LA CATEDRAL [47]

 

Anhelante de color

rompe el alba las vidrieras

de la catedral. Un son

de campanas matinales

-espuma de luz- entró.

El retablo es todo el cielo

dentro del pecho de Dios.

(En el patio los naranjos

coronábanse de sol.)

 

MEDITACIÓN [48]

 

Un ciprés se saca punta

en el airecillo frío.

A las montañas lejanas

alguien da con difumino.

Cerca de mí un árbol solo

me está incitando al suicidio.

 

NANA A LA PRIMAVERA

 

Desnúdate aire

que viene la cigüeña

a acostarse.

-(¿Los timbres de los árboles

la despertarán?)

Trae la lechuza en el pico

dormida luna de yeso

por el olivar.

-(En los pinos nacen

procesionarias

para alumbrar.)

Te tienes que acostar

que la hiedra tiene

patas de araña

y te secará.

Hormigas bajo jilgueros

llorando están.

Te tienes que acostar.

 

SILENCIO

 

Me cuece dentro el silencio

de mi pisar amarillo.

¡Qué sencillo!

Qué sencillo es el silencio.

Voy deshaciendo el ovillo

(por esta tierra en capullo

de gusano)

y he dado con el hermano.

Me cuece dentro la sangre

y me cuece dentro

un hambre de convento.

Yo te siento,

Dios mío, entre los hermanos,

en sus manos,

mientras deshago estos vanos

deseos de amarlo todo …

(y era lodo).

Y eran lodo los humanos.

 

SOLEDAD [49]

 

A Félix Valverde[50]

 

I

 

¡Aunque esté entre muchedumbre

qué solo me encuentro!

¡Quiero gritar, y grito!,

pero es que grito hacia dentro.

¡Quiero golpear, y siento

golpes en el corazón!

 

II

 

Te sacaré de paseo

y te agarraré del brazo

para presumir contigo,

soledad.

Te hablaré de mis cosas y me quejaré

y tú me consolarás.

Sin darme cuenta te besaré

y tú me besarás.

Si alguien pregunta, por preguntar,

con quién hablo,

tú te callarás

que yo le contestaré

que voy con mi

soledad.

 

III

 

Me quiero casar contigo,

soledad.

Serás toda para mí;

cuando vengan tus amantes

les tienes que contestar,

que ya no puedes salir.

(Se casó la soledad.)

 

IV

 

Cuando yo muera, soledad,

te tienes tú que morir.

¡Déjate de eternidad!

Cuando vean el entierro

quizás alguno dirá:

-Nadie con el muerto va.

Es que no saben que viene,

conmigo, la soledad.

Cuando la tierra nos echen

no te vayas a marchar.

¡Déjate de eternidad!

y éntrate dentro de mí,

soledad.

 

POZO [51]

 

¡Qué dolor cuando te miro,

pozo de dolor cargado!

No devuelvas mis palabras

desolado.

Contesta a lo que pregunto

claro.

«Hoy he visto un niño

en la cuna de tu agua

aprisionado.»

-¡No!

-¡Sí, y tu causa es criminal!-

 -¡No!, lo abracé porque sentía

ansias de maternidad.

 

OTOÑO MÍO [52]

 

Árbol solo, en el día

largo, de mi destino.

(Voy perdiendo todo

lo que me sobra

para ser de mí mismo.)

Hoja a hoja -¡alegría!-

me estoy quedando mío.

 

SUEÑO

 

¿Qué araña me está chupando

que yo sin querer me vierto?

¡Qué niebla, Señor, la niebla

que está sobre mi cerebro!

¡Ay!, cómo juega conmigo

Dios solitario y secreto.

 

PEREGRINO [53]

 

A Manuel Monterrey [54]

 

Por el ancho camino de mi tacto

confusamente ciego

voy palpando penumbras y tinieblas

en la memoria -para mi tormento-

que me queda de ti viva, segura

y muda en el cerebro.

Peregrino de mí por esta vida.

Que peregrino, Dios, cuando esté muerto,

sólo de Ti seré, que hacia Ti voy

en zumo de misterio.

(¡Y me dices, amigo, que yo soy

amante del silencio!)

Peregrino, sí, por el camino ancho

de éste mi paisaje arenoso y seco,

por donde incierto voy todos los días

robándome secretos.

Peregrino por este andar ansioso

de ir más allá, donde comienzo

y la carne tiene sabor a barro

y la sangre a recuerdos.

Ir andando del corazón al alma …

(Y me da pena y vuelvo.)

-(Esta carne me pesa todavía)-

Ir andando por donde lamo sueño,

por la congoja sola

que me busco en peregrino dentro.

 

NOCHE [55]

 

A Antonio Zoido [56]

 

La roca muerta crece en voz para la noche

y un cuerpo de gigante se lo sueña la forma.

Con las olas del viento sus cabellos se sueltan

en arenas playeras sin sentido de espacio.

Las encinas abrazan las lechuzas venidas,

ansia larga en la espera, como siglo estirado.

Los trigales vigilan el momento presente

para labios impuros.

Verdad la luna llena con música de sapos

robada entre los juncos de la orilla del día.

Amanecen los cuerpos bautizados de noche

por el ala del ángel ganada en el abismo.

En esquinas de cuatros, por sombras proyectadas,

en la piel de la tierra, cicatriz de la nube,

las inmóviles aves de actitud perezosa

se lamentan agudas.

He confundido el cuerpo con la tiniebla virgen,

con la carta secreta sobre el seno del mundo,

las manos en profundas cosas que se apagaron,

al mirarlas en duda, soñando lo infinito.

Expectación secreta de la noche en el campo,

sonidos que persiguen simientes de sonidos:

los sombríos sigilos de la espera en la rama

y sombríos sigilos para ver el infierno.

Los temores se nutren de mi carne naciente,

siendo verdad la luna sobre el paisaje mío.

La inmensidad me extiende la sangre dolorosa

y de pronto me encuentro por la tierra vertido.

 

¡SEÑOR! ¡¡SEÑOR!! [57]

 

A Manuel Terrón-Albarrán[58]

 

I

 

En el cielo, Señor, tan alto cielo,

tan alto corazón, tan puras aguas

para esta sed de Ti que me amanece,

para este día en que supura el alba.

¡Mi vida!, desterrada de la vida,

es un cristal herido por el hacha,

de soles se ilumina, falsos soles

que ciegan, sin querer, mis esperanzas.

A tu nombre mis ojos y mis brazos

en oración, Dios mío, se levantan,

que quisiera tocarte como el árbol

te toca en primavera con las ramas.

 

II

 

Escucharte de azul amanecido

por esta lejanía solitaria,

que caminos se cortan y aparecen,

aunque lejos, detrás de las montañas.

Escucharte, Señor, dentro, en mi sueño,

tu voz sobre mi voz en lluvia plácida,

beberte el aire, tan querido y dulce,

jugo amoroso en flor, de tus palabras.

Te veo cada día, cada noche,

en todos los instantes, pues me labras.

Pero, Señor, si intento yo cogerte,

eres la luz que de mi mano escapa.

Crece en mi sed el ansia por quererte

y la lengua se me hace pura llama.

Esta pasión por Ti, que a Ti me lleva,

es cofre abierto de palomas blancas.

Si -viento- intento olerte

como perfume por el cielo pasas.

Y yo me quedo en mis instintos solo

temblando y loco, bajo costra amarga.

 

MÉRIDA [59]

 

A Mahizflor[60]

 

Mérida, ¿dónde has ido

que no te siento?

Contrarias nuestras vidas

se nos están perdiendo.

(Duerme la estatua, frío,

sobre su tiempo;

arco de puente y río,

dolor de sueño).

Tú te mueres de joven

y yo de viejo.

Mérida, yo te piso

y tú ¡qué lejos![61]

 

TIERRA [62]

 

Ya sé que soy manantial

de la semilla que espera,

dolor de mi primavera,

mi carne en barro filial.

Misterio de ese sitial

eterno de mi sentido,

acogedora de olvido,

mano en tierra requerida,

cuando se vaya la vida

como pájaro a su nido.

 

AGUA[63]

 

En agua nace el ahogado

y la garganta le nace

llena de un placer que hace

cielo del blanco costado.

Del mar está enamorado

y quiere en la playa, roca;

los ojos tienen la loca

serpiente del alga fría.

Él dijo: ¡el agua es ya mía!

Y, murió seca la boca.

 

CÁCERES [64]

 

A José Canal [65]

 

El campo cerca y severo.

El pueblo remoto, huido.

Todo el paisaje es oído

que escucha un rugido fiero.

El pueblo marcha ligero,

los palacios van en coche.

La luna sirve de broche,

y árboles sirven de espuelas.

Y las torres son ya velas

apagadas de la noche.

 

LA MANZANA [66]

 

He mordido la manzana

¡y era cuerpo de mujer!

que yo me soñaba ayer.

Cómo suena el caracol

que tengo por corazón

amargo como la hiel

cuando me suena tu voz.

No sé

si era manzana o mujer

o, acaso, sólo sabor,

o el olor

lo que me decía: ten.

(Ahora puedo explicarme

por qué entre la ropa blanca

-en tu cintura ya el aire-

has guardado una manzana

para perfumar tu carne.)

 

LA NARANJA [67]

 

-El mundo, como naranja …

Risa del mundo sin nadie,

como pájaro sin alas

y sin sangre.

-La naranja, como mundo …

Da la naranja a la tarde

risa amarilla y jugosa

dulce y grande.

-¿El mundo? ¡No! La naranja,

sin alas, tirada al aire.

 

UVAS

 

Ea, ea, ea.

Las doce, niña,

a la cuna.

¡Ay!, del aire que gotea

luna.

Ea, luna.

Me faltan dedos,

me sobran uvas.

(Doce amantes le cuento

hoy a la bruja.)

 

EL MEMBRILLO [68]

 

El espejo nevado;

tu pañuelo.

El barroco hecho espuma;

tu pañuelo.

Donde tus dedos escriben,

tus dedos.

Ya viene volando el día

en que secará tus lágrimas

y estará la alcoba fría.

Y otro día,

allá en el fondo del arca

se habrá quedado amarillo.

(Tu pañuelo que fue alba

ha madurado en membrillo.)

 

CIRUELAS CLAUDIAS [69]

 

Jugo de aire y de río,

-niña, la enagua-

en la sonrisa del agua

se arruga mejor el frío.

(¡Ciruelas claudias!)

Y no era monja ni niña

ni, acaso, amada.

¡Adiós!, que pronto vuelvo

por tu palabra.

 

CANCIONES [70]

 

Catedral: las tres en punto.

Cantan canónigos lentos.

El latín en tinta china,

volando como murciélago.

Mariposea un sacristán

-centauro- de vela a viento.

Adelgazando está siglos

un Cristo flaco y moreno.

(Me explico que Carlos V

se sintiese a veces muerto.)

Se me está quedando lacio

el corazón, y el cerebro.

(Cantan canónigos, cantan.

Y yo la vida me miento.)

 

PAISAJE CASTELLANO [71]

 

He visto un molino de viento

y, ¡qué lástima!,

le faltaba

don Quijote.

Y, giraban sus aspas,

sin llevar a Rocinante

ni a la lanza

ni a la mirada

de Sancho el escudero.

¡Este paisaje, de la tierra castellana,

sin duda, está mal hecho!

 

SUEÑOS

 

I [72]

 

Un toro cerca de todo;

todo es el toro en la siesta.

¡Mi cuerpo lleno de lodo!

Gritan: ¡Despierta! ¡¡Despierta!!

Y yo sueño, sueño, sueño …

Y el alma cierra la puerta.

 

II [73]

 

La perdiz está temblando

estando ya disecada,

¡que plumas de gavilán

tiene el plumero del guarda!

¡También disecado yo!

Y con plumero de cuervos

me limpian el corazón.

 

III [74]

 

Con una guitarra atada al cuello

por esas calles de Dios.

-¿Dónde vas?

-No lo sé, soy ciego

y he perdido el corazón.

 

IV [75]

 

Una noche

que cavé su sepultura

entre un rosario de huesos

que iba dorando la luna

me quedé todos sus besos.

 

V [76]

 

A caramelos de cera

saben las nubes del cielo.

La flor despidió el olor

y ahora sabe a terciopelo.

Y yo me gusto a mí mismo

seco y simple, cano y muerto.

 

FIEBRE [77]

 

Rodeando mi cama

mis hijos con el médico.

-Yo quiero estar de luto,

dice el pequeño.

Y presume cuando pasa

ante el espejo.

Hacen guardia

a mi carne en el perchero,

mi gabán, mi bufanda

y mi sombrero.

 

DOLOR FLORIDO [78]

 

A Jorge Campos[79]

 

Ha venido más amor

manándome por su acento

campos y campos y Dios.

Si ya tengo a mi canción

herida de mi lamento.

¿A qué has venido si yo …?

… Si yo todo estoy abierto

de florecido dolor.

 

 

NOTAS 

[1] JDV tenía preparado El año cero en 1939 pero no lo publica hasta once años después, porque resultaron fallidos sus intentos de edición en las Colecciones de Poesía de Índice, Adonais, Fantasía (Madrid), Proel (Santander) y Halcón (Valladolid). Sin embargo, Gabriel Celaya se lo edita sin problemas a comienzos de 1950 en su Colección Norte. El prólogo es de Pedro Caba, quien decidió el título del libro, que indica un punto de partida. Por las numerosas opiniones positivas recibidas por JDV (hasta 1953), se deduce que El año cero produjo un impacto en el mundo de la poesía. Gabriel Celaya se encontraba especialmente satisfecho, poética y económicamente, con el resultado del libro. Las letras de la portada están impresas en tinta azul, igual que la cruz egipcia que la adorna y la relación de libros editados por la Colección Norte en la vuelta de la contraportada. La medida del libro es de 16´7 X 11´7 cms. JDV vuelve a firmar sólo con su nombre y su primer apellido.

[2] El contenido del prólogo resume la tarea orientadora que ejercía Caba sobre JDV en dos frentes: Una, defendiendo su poesía por directa, sincera, fresca y personal y, otra, recomendándole que no se apartara de su propio camino y que cuidara las reelaboraciones.

[3] Son los seudónimos con que firmaba Rafael Gabriel Juan Múgica Celaya Leceta, el poeta más representativo de la poesía social junto a Blas de Otero y autor de libros como Paz y concierto (1953) y Cantos iberos (1955). Mantuvo un compromiso extraordinario con la poesía, que creyó un medio para cambiar la sociedad, hasta su muerte en 1991. JDV con esta dedicatoria le agradece su interés por editarle El año cero. Los poemas aparecen dispuestos lineal e intuitivamente, según creyó JDV que podían enriquecer el escaparate antológico de su poesía. El libro comienza con poemas del paisaje (los dedicados a los meses del año), sigue con textos que contienen preocupaciones espirituales (los de libros anteriores), continúa con poemas donde el poeta se dirige a Dios (poemas extensos) y se cierra con otras composiciones del paisaje, donde el poeta queda lleno de intranquilidades (poemas dedicados a las frutas y últimos poemas).

[4] Red. Alcántara (Cáceres, nº 43, 1951). El año cero es una selección de poemas de Canciúnculas, Pulsaciones, su borrador y Hojas húmedas y verdes más los siguientes poemas nuevos: «Aire», «Olivos», «Autopsia», «La idea», «Nana a la primavera», «Silencio», «Otoño mío», «Sueño», «Peregrino», «Noche», «¡Señor, Señor!», «Mérida», «Tierra», «Agua», «Cáceres», «La naranja», «Uvas», «Ciruelas claudias», «Canciones», «Fiebre» y «Dolor florido».

[5] Era catedrático de Matemáticas en el Instituto El Brocense de Cáceres. Congenió con JDV en la tertulia que se celebraba en la rebotica de la farmacia de su hermano Juan. Gállego fue un poeta prolífico que compuso decenas de libros, pero no publicó nada en vida. En 1971, fue editada una antología de sus poemas titulada Soria y Cáceres, mis amores, que lleva un prólogo de Gerardo Diego. Arsenio Gállego dedicó a JDV un soneto (ed. Poesía, p. 378).

[6] Red. Primera antología (1961). PBP, TI y la segunda estrofa parecida en sus tres primeros versos: “¡Que no descubran los sabios / el final del Universo! // Que dejen en mí la duda / como el beso / que ella nunca me dio. // Que dejen siempre / la duda latente / en mi pensamiento”.

[7] Red. Alcántara (Cáceres, nº 43, 1951) con el título de «Aire»: «A ti te sabe a dulzón» (v. 5), que cambia un concepto abstracto por otro acorde con el verbo que emplea el poeta en el verso. PBP, TI, DC: “Si yo pudiera llenar / el espacio entre las flores / piedras, árboles y estrellas. // Si yo supiera volar / como vuela la cigüeña ……. / Ir meciéndome en el aire / sin que se mueva el azul. // Si yo pudiera volar ……. / Si yo pudiese ser luz ……. // ¡Quién pudiera ser / la oración que rezas tú!”.

[8] PBP, red. Primera antología (1961).

[9] Este subtítulo se refiere a la estatua denominada «Victoria de Samotracia» del siglo IV a. C., cuyo descubrimiento se produjo en 1863 en la isla griega de Samotracia, que está situada al norte del mar Egeo. Actualmente se expone en el museo de Louvre de París. Posiblemente la contemplación de esta bella escultura en alguna ilustración fuera lo que indujo a JDV a escribir este poema. 

[10] PBP, TI, DC: “Quién pudiera …… / besar en la frente / a la primavera. // Mañanita de abril / quién pudiera …… / cortarte un trozo y comerte / antes de que el sol saliera”.

[11] PBP sin dedicatoria, ed. Alcántara (Cáceres, nº 22, 1949) y Gévora (Badajoz, nº 1, 1952).

[12] Fernando Bravo nació en Garrovillas (Cáceres) en 1906. Fue abogado, periodista, poeta y arqueólogo en Cáceres. Amigo de JDV con el que fundó en 1945 la revista Alcántara, editó libros de poemas navideños (Navidad, 1967, Villancicos, 1970, Nabidad, Felizitación de …, 1980). Bravo mostró su aprecio a JDV dedicándole artículos como el titulado «Ese corazón al viento …» (Hoy, 22-5-88) y el poema «Fracaso» (Kylix, nº 29, 1993).  JDV le ofreció a su amigo el poema «No sé» (ver en “Y otros poemas”). Víctor Gerardo García-Camino ha editado el estudio titulado La poesía de Fernando Bravo en 1999.

[13] PBP, TI y primera estrofa semejante: “Una golondrina siega aire / y una pena un dolor. // Seca los trozos del verde / los dedos amarillos del sol. // ¿Quién columpia a las abejas? / ……………………………………… / Martillea el silencio mi reloj”. Ed. Alcántara (Cáceres, nº 9, 1947).

[14] PBP: Lleva el subtítulo de “(Después de la tormenta)”, «y las flores y los árboles reverdecen» (v. 5), «(y el ánima se destempla)» (v. 6). Ed. Alcántara (Cáceres, nº 9, 1947), aunque con el título de «Junio» posiblemente por error del autor o de la imprenta. RD: Con los cambios mínimos introducidos en este poema de El año cero, el poeta hace más patente la personificación y más espiritual la alteración que produce la tormenta en la naturaleza y en su emoción cuando pasa. Red. Primera antología (1961) y Entre la yerba… (1979).

[15] PBP: “Los surcos de los montes / son señales de llanto. // La tierra se envejece. // El cielo está muy bajo. / Caminos y más caminos, / canas del campo. // Triste resbala la siesta / del monte al llano”. RD: Tiene más calidad, porque es producto de una reelaboración del poeta y, por tanto, está más trabajada.

[16] Es el poema «Dolor» de Canciúnculas, donde no llevaba el primer verso entre exclamaciones ni iba separado por un blanco del resto. PBP con el título de “Septiembre” y el subtítulo “(Dolor)”. En estos lugares, además, el último verso dice “Y hazlo eterno”. RD: El poeta posteriormente introduce “me” para hacer la expresión más personal. Red. Primera antología (1961).

[17] PBP, TI, DC: “No esperéis árboles de mí, / que en vuestros cuerpos desnudos / grave mi nombre / (Lo escribí en un cristal / que yo empañé con mi aliento. / Salió el sol, y lloró). / Lejos, muy lejos se oye / los besos que al río cede el viento. / A mis pies el último grillo / del campo ya muerto. / Dentro de mí un absurdo / y quimérico silencio / quiere estallar, sin saber cómo, / en gritos histéricos”.

[18] PBP que lleva el subtítulo «(pena)»: “¿Por qué llora hoy el monte? / ¿Por qué llora el caminante? / ¿Por qué lloran las cosas? / ¿Por qué gimen las lanzas de los cañaverales? / ¿Por qué no hay rosas / en los rosales? // ¿Por qué lloro yo, madre?”. RD: Es una muestra más del buen trabajo de lima realizado por JDV en bastantes RO de poemas, que reelaboró porque era consciente de lo que suponía su edición en el libro donde tenía puestas sus esperanzas de poeta novel. Muchos años después, en 1993, JDV escribiría un soneto con el título de “Noviembre” dedicado a Ricardo Senabre y a su esposa Marcela (ver en “Y otros poemas”).

[19] Red. Primera antología (1961). Dos PBP, TI, DC: 1) “¡Qué nieve tan fría / está cayendo en mi alma! / ¿Qué poder me cubriría / del frío de la nevada? / …………………………… / ¡Tu última canción / el último latido / del corazón!”. 2) “Se curvaba la tarde / encerrando a las cosas. / Un espejo diabólico / imitaba las formas. // Se carece de infinito. / La curva se hace una coma / y el punto se hace una luna, / (entre dos nubes asoma). / -¿Es un árbol, una piedra, / un monstruo, es mi sombra?-. / Las nubes roban la luna. // La curva se cierra toda”. El título de este poema, que se encuentra manuscrito arriba del poema «Cántaro» de Pulsaciones, era «Diciembre (Noche)» pero luego JDV lo denominó con el subtítulo. Lleva una dedicatoria «A MMR», Manuel Molina Rodríguez, autor de la introducción de Hojas húmedas y verdes, a quien JDV deseaba agradecer el interés por su poesía.

[20] Poema de Pulsaciones, PT «Sinfonía».

[21] Este poema tiene idéntico el v. 1 y los de la estrofa final y parecidos los cuatro últimos versos de la penúltima estrofa a un poema que, con el mismo título, fue incluido en Canciúnculas y posteriormente editado en Alcántara (Cáceres, nº 20, 1949). El poema publicado en El año cero, de mayor calidad que en las ediciones anteriores, sería reeditado en ABC y Primera antología (1961).

[22] En “Y otros poemas” se incluye un poema con el título de “Barrio de San Mateo”.

[23] Poema de Canciúnculas: «Un quejido» (v. 9) y “…… El oficial / tiene una pierna de palo. / Un, dos, tres, aro, / tic, tac, tic, tac”, vv. 18-21 (suprimidos). RD: La primera variante introduce una expresión más coherente con el contenido de dos versos más abajo: «Tres suspiros» y, con la supresión, el poeta evitaba el alargamiento innecesario del poema. Red. Primera antología (1961) y Entre la yerba … (1979), donde no aparecen los vv. 16 y 17.

[24] Poema de Canciúnculas: El v. 18 es ahora los vv. 18 y 19, y los versos finales reducen los cuatro colores originales a tres, posiblemente por considerarlos excesivos. La inclusión de este poema de Canciúnculas (que no se conocía, porque el libro no se editó) en El año cero posiblemente estuvo motivada por la anotación que lleva sobre la novela de Pedro Caba en agradecimiento a las orientaciones del filósofo.

[25] Ed. Alcántara (Cáceres, nº 2, 1945) y RFF de Zarza de Alange (Badajoz, 1950).

[26] Fue un apasionado de la cultura, que participó en muchos proyectos literarios (actividades de la Económica, páginas literarias en El correo de la mañana y El noticiero extremeño, sección crítica en Gévora, dirección de la Revista de estudios extremeños). Además, escribió biografías (destaca la de Eça de Queiroz), publicó cuentos, ensayos, una novela (Amor entre ruinas) y un poemario (Ríos al mar). Mantuvo con JDV una grata relación que se materializó en el prólogo de La muerte del momento y en ensayos como «Flor natural y fuegos artificiales» (Hoy, 24-6-56).

[27] “parado” en RFF de Zarza de Alange, quizás por descuido de la imprenta teniendo en cuenta la redacción de este verso en la edición de Alcántara. Aunque también es razonable pensar que el poeta introdujo ese cambio para establecer la coherencia con el v. 2 de esta estrofa: “los dos en el mismo sitio”.

[28] APJDV, HR, el último verso dice: «de rodillas ante olivos)», que se trata de una reelaboración posterior a la edición del poema en El año cero para evitar la reiteración del v. 6.

[29] Poema de Hojas húmedas y verdes, que ahora tiene un verso más: «¡Si llego a matarme anoche!» (v. 1). Este verso añadido se trata de una decisión afortunada, porque de este modo el poeta destaca desde el principio el incumplimiento positivo de su arrebato momentáneo (en Hojas … sólo aparece por primera y única vez en el verso 13). Los vv. 6 y 7 están reelaborados pero, al contrario que la modificación anterior, quitan valor al poema porque son menos directos y sugerentes que los de Hojas … («(es una nube gris / la hoja de una navaja)»). También el v. 10 ha sufrido una modificación (ésta vez de mayor calidad, pues el poeta le imprime más lirismo): «conforta nervios el aire» en Hojas … Red. Primera antología (1961), donde el v. 1 pasa a ser el subtítulo: «Día nuevo (¡Si llego a matarme anoche!)».

[30] PBP, PT «Nota del viaje», ed. Hojas húmedas y verdes con el título de «La estación»: «Álamo: pez en arcilla. / Pájaro, ¡ay! que se pierde» (vv. 7 y 8). RD: La reelaboración evita los vocativos, que rompían la linealidad del tono enunciativo del poema. Estos versos en El año cero son producto de la fusión de los correspondientes en el PBP («Bajo un álamo / de pájaros que reverdecen») con una frase de los versos de Hojas … («que se pierden» por «que reverdecen»). Red. Gévora (Badajoz, nº 1, 1952) con el título de «La estación de ferrocarril»: «que alguien de allí se las lleve» (v. 4).

[31] Ver nota de este poema en Hojas húmedas y verdes.

[32] Poema de Pulsaciones, donde tiene el título de «El sepulturero». Ed. Corcel (Valencia, nº 2, 1942) y Mérida (septiembre 1962).

[33] PBP, ed. Hojas húmedas y verdes (1944).

[34] Poema de Hojas húmedas y verdes donde los vv. 2 y 3 (II) son más sugerentes: “y sólo quedan color … / y solo queda el olor”. Red. Primera antología (1961) y Entre la yerba … (1979).

[35] Esta expresión vuelve a aparecer en el v. 25 del poema “Las estrellas impalpables que vagan por la luz” de la RO de La esquina y el viento (ver en “Y otros poemas”).

[36] Poema de Pulsaciones, ed. Corcel (Valencia, nº 2, 1942) y Primera antología (Badajoz, Diputación Provincial, 1961).

[37] Poema de Pulsaciones, ed. Alcántara (Cáceres, nº 17, 1949). RD: Tiene el v. 3 distinto al original («Porque me ve en decadencia») y sucede un hecho curioso: El poeta le ha añadido una segunda parte, que es el poema «Carmen Romero» de Canciúnculas, con la única novedad de que le ha añadido: «¡Y OLÉ!” (v. 1).

[38] Poema de Pulsaciones, que se titula «Salida de luna», ed. Nueva España (Madrid, nº 37, 1940).

[39] Amigo de JDV que, en correspondencia a esta dedicatoria, le dedicó el poema «Soneto a Jesús Delgado Valhondo por su amable dedicatoria de El año cero» (ed. Poesía, p. 379).

[40] Poema de Pulsaciones, ed. Nueva España (Madrid, nº 37, 1940).

[41] Poema de Pulsaciones: «La tarde / conmigo va desgranando / el rosario ………..» (vv. 9-11), «de la cal, me enredé el alma / y el rezo se hizo canto» (v. 14-15). RD: Las leves alteraciones introducidas en la versión de El año cero ajustan el poema pues, por una parte, introducen un dato real en la irrealidad que vive el poeta y, por otra, le imprimen actualidad adaptando los tiempos verbales al presente y, a la vez, los hace concordar con los verbos anteriores corrigiendo así un falta de concordancia.

[42] Ed. Alcántara (Cáceres, nº 28, 1950), Primera antología (1961) y Entre la yerba … (1979).

[43] El “culantrillo” o “culandrillo” es un helecho que abunda en zonas húmedas y sombrías. Aquí JDV la usa relacionada con un pozo y también en el v. 9 del poema “El tonto del pozo” de La vara de avellano.

[44] Red. Primera antología (1961) y Entre la yerba … (1979): «(Esta noche yo dejo» (v. 3) y «Nublada yo te quiero» (v. 5). Con estos cambios, el poeta es más consecuente con el contenido de los versos anteriores.

[45] Es el poema titulado «Otro amanecer» de Hojas húmedas y verdes: «-(Sus cristales eran hojas» (v. 5). RD: El cambio de «cristales» por «pedazos» tiene el objetivo de suprimir una metáfora en un poema cuya finalidad no es estrictamente lírica. En Pulsaciones hay un poema con TI, DC.

[46] «Amanecer» es el segundo poema dedicado por JDV a este poeta y amigo, pues ya le ofreció «Amanecer en la catedral» de Hojas húmedas y verdes.

[47] Ed. op. cit.

[48] Poema de Pulsaciones, que presenta variantes en Hojas húmedas y verdes (1944): «Cerca de mí un árbol seco / me está invitando al suicidio» (vv. 5-6). RD: Con el cambio de «solo» por «seco» el poeta fija definitivamente su idea de soledad. Y con la sustitución de «incitando» por «invitando» expresa una sutil variación conceptual: El árbol seco lo arrastra al suicidio, a la nada; en cambio, el árbol solo le ofrece el suicidio como una salida liberadora a sus preocupaciones. “Meditación” también tiene variantes en Hoy (22-5-88): «En las montañas lejanas / debo tener algo mío» (vv. 3 y 4). Quizás esta alteración se debe a que el poeta creyó que los versos originales eran más plásticos que líricos, y los alteró por un contenido más personal que justifica mejor los versos finales.

[49] Poema de Pulsaciones, ed. Alcántara (Cáceres, nº 32, 1950).

[50] Félix Valverde Grimaldi (Mérida, 1897-1970) fue el decano de los poetas emeritenses, con el que JDV mantuvo contactos frecuentes mientras estuvo en Zarza de Alange y Mérida. Grimaldi dirigió en su ciudad natal el periódico Adelante y la revista Olalla, que editó seis números en 1957. También fue autor de dos libros de poemas titulados Alas de España, serie de romances con prólogo del famoso aviador García Morato (1938), y Félix. Panoramas íntimos con prólogo de Santos Díaz Santillana (1958).

[51] Poema de Pulsaciones.

[52] Red. Primera antología (1961) y Entre la yerba … (1979), donde su título es reducido a «Otoño». El poeta debió suprimir el posesivo, porque se repite varias veces en el poema que, además, termina con «mío» y establecía una rima innecesaria.

[53] RO: Ed. Alcántara (Cáceres, nº 26, 1949): “Con mis ojos por el ancho camino / contando con miradas y con besos. / Por el ancho camino de mi tacto / confusamente ciego / de ir palpando penumbras y tinieblas / en la memoria -para mi tormento- / que me queda de ti viva, segura / y muda en el cerebro. // Peregrino de mí por estas ansias / que en el pulso fatal me está latiendo / amor en la pasión y nada larga / donde pongo el deseo. // Peregrino de mí por esta vida. / Que peregrino, Dios, cuando esté muerto / sólo de Ti seré, que hacia Ti voy / en zumo de misterio. // Hoy las conchas me suenan a la orilla / del mar último y del aire primero, / al murmullo que prendió al pecado, / a castañuelas por un fondo negro, / lejano y nunca visto por los ángeles, / como seres de espejo. // (¡Y me dices, amigo, que yo soy / amante del silencio!) // Peregrino de conchas y medallas, / de Crucifijo, que se marcha lejos”. RD: Ajusta ciertos momentos que adolecen de escaso valor lírico como sucede en la estrofa final.

[54] Poeta modernista (Badajoz, 1887-1963), relojero con aficiones literarias, director de la revista Gévora (Badajoz, 1952-1961) y poeta (Mariposas azules, 1907, Lira provinciana, 1910, Medallones extremeños, 1945 y 1949). Monterrey mostró su aprecio por JDV en la dedicatoria de un “medallón” y en dos poemas («Poeta …» -ed. Poesía, p. 381- y «Carta lírica particular» -APJDV-). La estima de JDV se observa en esta dedicatoria y en el emotivo artículo titulado «Manuel Monterrey» que el poeta emeritense le dedica póstumamente (Hoy, 8-1-64).

[55] Poemas TI, DC ed. Alcántara (Cáceres, nº 9-10, 1951) y La esquina y el viento (1952).

[56] Nació en Zafra en el año 1913. Maestro, inspector de Enseñanza, crítico de arte, articulista y escritor que editó novelas (Cualquier día, 1976, El último de la conquista, 1982) y poemarios (Caireles al sol, 1951, Palabra por decir, 1982). Siguió muy de cerca la trayectoria de JDV, cuya evolución poética fue comentando en ensayos («La poesía que edifica», Hoy, 21-9-87, «Glosa de amistad», Badajoz, teatro López de Ayala, 10-12-93). JDV, en correspondencia, le dedicó el poema “Mirada de Dios” de El secreto de los árboles.

[57] Ed. Alcántara (Cáceres, nº 8, 1946), donde lleva el título de «Suspiros», Verbo (Alicante, mayo-junio 1947), donde aparece dedicado a Vicente Ramos, miembro del consejo de redacción de esta revista alicantina junto a Manuel Molina, Joan Fuster y Jesús Albí, que era su director, y Mérida (septiembre 1959).

[58] Abogado, escritor, secretario de la revista Alor, académico y activo componente del ambiente cultural de Badajoz en la década de los años 50 y 60 con quien JDV debió entrar en contacto en la II Asamblea de Escritores Extremeños. En 1951, JDV le envió La esquina y el viento y, en 1954 un libro desconocido, Hombre entre tierra y mar, para que se los editara en Alor pero no recibió respuesta.

[59] Ed. Alor (Badajoz, nº 1-2, 1950), Primera antología (1961), Boletín del militante (Badajoz, años 60), Historia y antología de la poesía española (1967), ABC (Madrid, 22-1-69 y 25-11-71), Poesía extremeña actual (II) (1978), Entre la yerba … (1979), Hoy (Badajoz, 22-5-88) y en El pozo de la comunidad (Mérida, nº 2, 1983 y en la portada de los números 11 al 23, 1985-1987).

[60] Sd. María de la Hiz Flores. Poseía tierras de labor en Aceuchal (Badajoz), donde residía durante la recolección. Fundó un museo taurino en 1948. Mahizflor era conocida en el ambiente lírico de Badajoz por sus romances taurinos.

[61] En el relato «Mi suicidio» de Yo soy el otoño (1953), JDV a través de un personaje dice: «Nací en Mérida. Pueblo que se pisa y siempre está uno lejos de él», p. 15.

[62] Ed. Alcántara (Cáceres, nº 15, 1949) y RFF de Zarza de Alange (Badajoz, septiembre de 1950). Poema TI, DC ed. Alcántara (Cáceres, nº 146, 1966): “Yo no sé si eres tierra, mujer, tierra querida, / cuando yo te descubro entre mi sangre alada, / parece que te alejas siendo raíz del cuerpo, / y a veces eres todo y a veces eres nada. // Te miro y me recreo pisándote el camino. / Abriéndome camino de cielo en la alborada. / Mirando lejanías, al pájaro profundo / que en el azul se esconde o en la estrella apagada. // Me acuesto en tu costado para oírte en mi sangre / y beberme el latido de tu dulce llamada. / No sé si tierra eres o si mujer acaso / o eres mi misma carne en el suelo acostada. // No sé ponerte nombre ni decir que te quiero / y es que posiblemente no existe la palabra / o es que tengo la duda de quedarme perdido / en la sombra de siempre o en la noche cansada. // He de buscar en dónde tu corazón se encuentra / que ya tengo en las manos una flor por azada / para cavar amor más hondo y poderoso / y me sirvas de tumba o me sirvas de amada”.

[63] Ed. RFF de Zarza de Alange (Badajoz, septiembre de 1951), donde dos espacios en blanco (después de los vv. 4 y 8) lo presentan distribuido en tres estrofas (dos de cuatro versos y una de dos versos). Poema TI, DC ed. Alcántara (Cáceres, nº 15, 1949): “Entre los juncos dormida / la voz y el tiempo. Sonoro / río que pasa, cantando / que llega. Labios recojo / sobre los labios del agua, / lúcida y tibia, sin fondo. / De una orilla a otra orilla / el agua conmigo solo. / Desnuda el agua, conmigo / desnudo de tiempo. Pongo / en su mirada la mía, / mirada donde me ahogo, / mirada de este mirar / en el mar de mi abandono, / donde los peces revueltos / llanto nadan en mis ojos”.

[64] Ed. Alcántara (Cáceres, nº 14, 1948) con el título de «A Cáceres, lejos de mí» y un blanco entre los vv. 4 y 5. En el artículo titulado «Cáceres», JDV realiza una evocación nostálgica de la ciudad de su infancia y su juventud, que ayuda a entender el contenido de este poema: «Cáceres sola y muda. Cáceres noche y caminada. Cáceres, rosario y siglo. Cáceres, esquina y sueño. Cáceres ciudad jamás terminada de vivir y recordada nostalgia».

[65] Cofundador con JDV de la revista Alcántara, que nació en Arroyo de la Luz (Cáceres, 1913). Fue maestro, escritor de cuentos y greguerías («Llamas de capuchina») y poeta (Viento amarrado, 1954, El mar cercano, 1964, Y ciento volando, 1970). En 1980 fue editada Antología de José Canal con prólogo de Víctor Gerardo García-Camino. Canal dedicó a JDV artículos («Canas de Dios en el almendro«, Alcántara, nº 168, 1972, «La vara de avellano«, Alcántara, nº 176, 1974).

[66] Poema de Hojas húmedas y verdes que, en El año cero, ha sufrido una reelaboración desafortunada. Este poema es un ejemplo de por qué Pedro Caba advirtió en varias ocasiones (una de ellas en la presentación de este libro) a JDV que tuviera cuidado con las reelaboraciones.

[67] Ed. Alcántara (Cáceres, nº 13, 1947): «-El mundo como una naranja» (v. 1) y «-La naranja, como el mundo …» (v. 5). RD: La reelaboración suprime los artículos para hacer más líricas ambas expresiones. Red. Primera antología (1961).

[68] Poema de Hojas húmedas y verdes.

[69] Red. Primera antología (1961) y Entre la yerba … (1979).

[70] El contenido irónico y crítico de este poema recuerda al titulado “Catedral” de ¿Dónde ponemos los asombros?

[71] PBP, PT «Paisaje de Castilla»: «Giraban sus aspas» (v. 5) y «ni la lanza, / ni la mirada» (vv. 7-8). RD: Las alteraciones tienen el objetivo de ajustar las expresiones afectadas. Red. Mérida (septiembre 1962).

[72] «Apunte IV» de Hojas húmedas y verdes.

[73] «Apunte VI», op. cit.

[74] “Apunte XII, op. cit.

[75] «Apunte XI», op. cit.

[76] «Apunte VII», op. cit.

[77] Red. Primera antología (1961) y Entre la yerba … (1979).

[78] Ed. Alcántara (Cáceres, nº 15, 1949) y Primera antología (1961).

[79] Escritor y crítico literario (Madrid, 1916-El Espinar, 1983). Autor de Almanaque de Literatura (1950) y de la antología Diez siglos de poesía española (Madrid, Taurus, 1959), donde incluyó poemas de JDV. Fue Premio Nacional de Literatura con su novela Tiempo pasado (1953). JDV entró en contacto con Jorge Campos a través de Pedro Caba y mantuvo con él una relación epistolar al comienzo de su trayectoria.

 

Fotografía cabecera: Acueducto romano «Los Milagros» de Mérida