Carolina Coronado, estandarte de un ideal
Introducción
Cuando hace años comenté a un amigo mi decisión de iniciar estudios de doctorado sobre temas literarios extremeños, sabiamente me indicó a la persona más adecuada para orientarme: Jesús Delgado Valhondo. El estimable poeta me descubrió una revista literaria extremeña que, aunque modesta, se había difundido desde Badajoz por España, Marruecos, Portugal y toda Hispanoamérica de 1952 a 1961. Así conocí Gévora y me pareció un bellísimo proyecto editor, porque fue posible gracias a la pasión, el altruismo y el ideal (“Buscar la Belleza a través de la Poesía”) de sus ilusionados directores, Manuel Monterrey y Luis Álvarez Lencero, que tenían como estandarte de su empresa a Carolina Coronado. Este romántico empeño, que constituyó el trío, consiguió que me interesara por su humilde revista hasta el punto de tres años después (1990) presentar un extenso análisis en forma de tesina en la Facultad de Filosofía y Letras de Cáceres que, en 2001, convenientemente adaptada, la Diputación de Badajoz tuvo a bien editarme en su Colección Rodríguez-Moñino (nº 20) con el título de Gévora. Estudio de una revista poética de Extremadura.
A pesar de la humildad de Gévora, me sentí seducido por el idealismo de sus directores, Manuel Monterrey y Luis Álvarez Lencero, cuyo ímpetu vital explica la edición de83 números y la amplísima difusión de la revista en una época con deficientes medios y lentas comunicaciones. La tirada se estabilizó en 150 ejemplares y, en el número 63-67 dedicado a Picasso, llegó a 200 ejemplares. La editaban a ciclostil con la máquina multicopista del Ministerio de Obras Públicas y la repartían gratuitamente, gracias a 91 donativos de colaboradores (6715 pesetas en total), José Díaz-Ambrona, que cubría el déficit, las imprentas Arqueros y Mangas, que subvencionaron la portada y la contraportada, y las aportaciones del Grupo Fundacional (Juan Antonio Cansinos, Juan Alcina, Carlos Villarreal, Manuel Pacheco, Isabel Benedicto, Manuel Terrón, Julio Cienfuegos, Asunción Delgado, Rodríguez Perera y Francisco Arqueros).
La portada siempre es la misma fotografía, excepto en dos números del puente sobre el río Gévora, que todavía puede contemplarse muy cerca de Badajoz donde el río se cruza con la carretera de Cáceres. Los números normales tienen de 10 a 12 páginas, que están llenas de poemas y textos en prosa de sus 250 colaboradores españoles, portugueses e hispanoamericanos, y terminan con el apartado crítico y bibliográfico, donde el prestigioso y agudo Enrique Segura Otaño informaba sobre los libros y revistas recibidos, producto de intercambios con medio mundo.
Gévora fue creada para dar a conocer lo que se escribía en Badajoz. Pero no fue sólo un medio de difusión, sino también un proyecto cultural que tuvo, además, otros objetivos: apoyar a los noveles, rescatar de la memoria del tiempo a poetas olvidados (Catalina Clara Ramírez de Guzmán, Rafael Rico y Gómez de Terán, Carmen Solana, Arturo Gazul), recuperar a nuestros clásicos (Carolina Coronado, Donoso Cortés, Adelardo Covarsí, Reyes Huerta, Ortega Muñoz), favorecer y difundir la cultura de la región.
Gévora fue dirigida por Manuel Monterrey, poeta modernista, y Luis Álvarez Lencero, artista inefable y apasionado. Gévora fue posible a la curiosa y entrañable relación que existió entre ellos: se llevaban 46 años de edad y, sin embargo, se profesaron un profundo aprecio: Monterrey, al morir, dejó a Lencero su capa y éste le dedicó su libro Tierra dormida.
Monterrey (Badajoz, 1887-1963) era un anciano venerable y dulce, que en invierno llevaba capa, boina vasca, bastón y zapatillas de paño. Fue relojero y viajante de la relojería Álvarez Buiza y una persona muy querida por los escritores de Badajoz y por los jóvenes, que se reunían con él en su casa los domingos por la mañana. Su poesía es modernista y de entre sus libros de poemas destacan Mariposas azules (1907), Lira provinciana (1910), Medallones extremeños (1945 y 1949) y Pétalos de sombra (1958). Simón Viola Morato ha estudiado en su tesis doctoral la poesía de Monterrey con profundidad y editó en 1999 una antología del poeta modernista en la Colección “Clásicos extremeños” de la Diputación de Badajoz:
«Serenata nocturna»
de Pétalos de sombra
Se apagaron los últimos carmines
del rubí fulgurante del ocaso;
la noche prende sobre el leve raso
de los cielos sus cándidos jazmines.
Cobra el jardín su misterioso encanto.
Un dibujo al carbón es la arboleda,
y un ruiseñor que entre la fronda queda
a la luna que nace da su canto.
Canta también la fuente: Serenata
de cristales, de perlas y de plata
que riman con los trinos pasionales
del ruiseñor. ¡Jardín de la poesía!
El alma escucha atenta la armonía
de perlas, plata, trinos y cristales.
Luis Álvarez Lencero (Badajoz, 1923-Mérida, 1983) fue poeta, escultor, pintor, editor de Gévora y una persona comprometida en el terreno literario y, a la vez, en la vida diaria. Su poesía es un reflejo exacto de los sentimientos arrebatadores de su corazón en defensa de los oprimidos y de Extremadura. Él mismo se autodefinió indirecta y acertadamente en uno de sus versos cuando dijo que era: «la locura de sentirse palabra».
De sus libros destacan El surco de la sangre (1953), Sobre la piel de una lágrima (1957), Juan Pueblo (1971), Canciones en carne viva (1980) y Palabras para hablar con Dios (1982). Su poesía ha sido estudiada detalladamente por Francisco López-Arza en su tesis doctoral La obra poética de Luis Álvarez Lencero (1995).
«La guerra»
de Juan Pueblo
La guerra siempre es mala y nauseabunda,
cáncer que no se extirpa, Juan querido,
hiena que muerde y deja corrompido
al hombre, y con el alma moribunda.
Se arrastra como víbora errabunda
en forma de fusil enloquecido,
y mata y mata y mata a lo nacido …
De luto y de dolor todo lo inunda.
Una bella labor, humana y poética, la realizada por Monterrey y Lencero con esta austera pero atractiva publicación, que constituye uno de los mayores esfuerzos, realizados hasta el momento, para difundir la cultura extremeña.
Referencias de Carolina Coronado en la revista Gévora
Introducción
En la época de la edición de la revista Gévora en Badajoz, se celebraron al menos dos actos en torno a la figura literaria de Carolina Coronado. Uno se tenía previsto celebrar en la llegada de la primavera de 1954 con un recital poético y un homenaje a la poeta de Almendralejo junto al río Gévora, organizado por las revista Alor y Gévora. Ambas publicaciones, por aquellas fechas, estaban embarcadas en una campaña cuyo objetivo era trasladar sus restos a un nicho más adecuado y erigir sendos bustos de la poeta en la capital y en su pueblo natal.
En junio de 1954, se reivindica ese busto para Carolina Coronado por medio de un artículo editado en el Correo literario, para agilizar los trámites burocráticos:
“En Badajoz, el grupo fundador de la revista de poesía Gévora, nombre del río a cuyas orillas transcurrió la más temprana juventud de Carolina Coronado, se ha dirigido a las autoridades de la provincia solicitando la erección de un monumento digno de la autora de “El amor de los Amores”. Previendo, sin duda, que la buena acogida de tal solicitud por parte de las autoridades no supone la inmediata realización, proponen que se proceda en breve plazo a la dignificación del lugar -un vulgar nicho- donde reposan los restos de la romántica poetisa. Así mismo se pide que sea colocado en uno de los jardines de la ciudad pacense un busto juvenil de la autora, con la intención de destinar una copia del mismo a su villa natal, Almendralejo” (1).
Debajo de este artículo, la Redacción de Gévora edita una nota donde se queja de la tardanza de las autoridades en procurarle un panteón a la poeta de Almendralejo, para que reposen sus restos dignamente, una vez trasladados desde el humilde nicho donde se encuentran:
“Se muere de pena esperando el Mausoleo. El Excmo. Gobernador Civil acogió con entusiasmo la solicitud de distinguidas señoras, señoritas, poetas y caballeros pidiendo la erección de un sencillo panteón isabelino para honrar losrestos mortales de la inmortal poetisa extremeña. El Excmo. Presidente de la Diputación recibió la misiva y D. Ricardo Carapeto la hizo suya. El Señor Alcalde, aún más expresivo, nombró inmediatamente una comisión y el Señor Alcalde de Almendralejo se adhirió con el mayor entusiasmo. ¿Qué sucede? Sabemos los quehaceres que abruman a las autoridades. ¿No podrían delegar en tres señores a sus órdenes, entusiastas, competentes, para que en un momento tuviese ésta y otras iniciativas perentorias, inmediata realidad?” (2).
Al final, Gévora consigue su propósito después de varios años luchando por él y muestra su orgullo emocionada:
«Gévora, traspasadas de adelfas y de encinas, llorando sus espumas entre juncos temblorosos, pastoreadas sus aguas por la campesina Virgen de Bótoa, en este hermoso día 25 de junio de 1957, recoge el corazón de todos los extremeños, para sembrar sus trigos de alegría al lado de los bustos de Carolina Coronado y Luis Chamizo, mientras los pájaros revolotean en sus hombros y las flores cantan sus perfumes en este Parque de Castelar … Badajoz y Cáceres, dos hermanas gemelas, con sus pueblos como piñones blancos, donde brillan Almendralejo y Guareña, hoy rinden gloria y admiración a estos dos hijos inmortales ¡Y Gévora está llorando!» (3).
El acto se inició con el descubrimiento del monolito dedicado a la poeta romántica en cuya base podía leerse: «La sensibilidad de la mujer, en ti se hizo poesía». Después Enrique Segura Otaño expuso una breve biografía de Carolina y, a continuación, Ricardo Carapeto pronunció unas palabras con las que se descubrió como autor de la inscripción (4).
En 1961 se cumplía el Cincuentenario de la muerte de Carolina Coronado y se le dedicó un homenaje con una ofrenda de flores ante su tumba en Badajoz por la mañana y con un acto literario celebrado en el teatro Espronceda de Almendralejo, que consistió en una conferencia de Gerardo Diego y un recital poético de María Antonieta Amoriu, Luis Álvarez Lencero, Fernando Bravo, Jesús Delgado Valhondo y Manuel Pacheco, por la tarde.
Aparte, la revista pacense se interesará por Carolina Coronado en varios momentos a lo largo de su existencia contribuyendo, de esta manera, a mantener vivo el recuerdo de la que consideraba la poeta extremeña por antonomasia.
Título
El río Gévora, modesto afluente del Guadiana que desemboca cerca de Badajoz, es la referencia que tuvieron los entusiastas directores de la revista pacense a la hora de pensar en el título de la publicación:
«Gévora. Es el nombre de nuestro río familiar, sometido, en cuyas aguas la Ciudad aplaca su sed de Vida. Gévora antesala de la Virgen de Bótoa y escenario de calderetas y trasegar de vino, con sus orillas de juncos y poleo, entre encinares, con murmullo de tórtolas amorosas en la siesta del fogoso verano» (5).
En la elección no fue decisivo que el río Gévora fuera un simple curso de agua sino que, para los poetas de Badajoz, tuviera connotaciones espirituales, pues en sus orillas se encuentra la ermita de la Virgen de Bótoa, y también vínculos líricos porque, junto al río Gévora, Carolina Coronado había compuesto versos repletos de la naturaleza de aquel entorno:
Yo vi lucir los albores
de esa purísima atmósfera,
y brotar las claras aguas
de aquella ribera hermosa,
y nacer de su arboleda
una por una las hojas (6).
De la compenetración de Carolina, la musa de Gévora, con este soberbio entorno natural surgen numerosos poemas, que muestran una inspiración modulada por el rumor de sus aguas y el aroma de las adelfas que jalonan sus riberas: «Río de cascajales, remansos y bisbiseos, entre flores de adelfas de la Coronado; plumerío encendido de Carolina, de libertad y de romanticismo» (7).
Estos fundamentos, a los que se puede añadir que el río posee connotaciones míticas porque fue escenario de proezas heroicas, constituyen el sentido trascendente del título de una de las publicaciones más singulares de la historia literaria de Extremadura.
El interés de la revista Gévora por este lugar es un proceso parecido al que experimentaron los clásicos de la antigüedad con el Olimpo o la Arcadia cuando, inmersos en el proceso de creación lírica, necesitaban trasladarse mentalmente a un lugar idílico donde no les afectaran circunstancias adversas. Para los creadores de la revista pacense, el río Gévora y sus riberas suponían ese territorio libre de problemas cotidianos y existenciales, donde serenarse en persona o mentalmente recurriendo a la elaboración poética, mientras oían el rumor sereno del río y percibían aromas desprendidos de encinas y jarales: «GÉVORA nace como la adelfa florida, nutrida de la linfa clara y cristalina del río histórico y bello» (8).
Este significativo título, por tanto, fue una tarea que tuvo que necesitar reflexión y emoción, porque los promotores de la empresa poética que emprendían eran conscientes de que necesitaban de un poso espiritual y lírico sin el que suromántico proyecto fracasaría por falta de un ideal, que le sirviera de guía y de norte. Así lo supo expresar Manuel Pacheco en esta loa, dirigida a la revista Gévora (cuyo nombre se confunde con el del río), donde cree escuchar la palabra de Carolina Coronado:
Tu nombre es como un pájaro,
como el latido azul de un pájaro en la tarde
cuando el cielo extremeño se inunda de jardines
y la flor del Guadiana se deshoja.
Tu nombre tiene adelfas encendidas
y te nombra la voz de Carolina
poniendo en tus orillas sus pétalos de Amor (9).
Estos versos inducen a pensar que, en más de una ocasión, la contemplación o el pensamiento en el río Gévora, inducidos por Carolina Coronado,alentó a los responsables de la publicación en momentos de desánimo y les sirvió de referencia humilde en momentos eufóricos:
«Sus ramas brillantes de color, pero sin perfume propio, se tienden hasta el beso de las aguas, envueltos en el aroma de poleos y mestrantos; de madreselvas y zarzamoras … y en el ensueño de los tenues tamarindos, escuchando el murmullo que en los rizos de cristal escribió el Tiempo, en historia brava y poesía dulce» (10).
Es la misma emoción romántica por el entorno natural que Carolina Coronado expusosentidamente en versos repletos de lirismo y naturaleza: “Auras, perfumes de junquillo, trino / de aves amigas, rodeadme: siento / el antiguo placer, aquel contento / que en tiempo a mis amores; imagino / de mi joven cantor sonar vecinoel palpitante, apasionado acento / y las yerbas temblar que sacudía / su planta cuando a mí se aparecía” (“Los recuerdos”).
Fines
La preocupación mayor de los promotores de la revista Gévora, especialmente de Luis Álvarez Lencero, fue elevar el nivel cultural de Badajoz y Extremadura. De ahí que favorecer su desarrollo por el camino de la Poesía fuera uno de los fines que se propuso alcanzar como promotor de Gévora con su proyecto editorial:»[…] Yo prometo firmemente que daré mi vida por ella [Gévora], y colocaré a nuestro rumoroso Badajoz anciano en el sitio que le corresponde en España, en el mundo, en el universo» (11). Monterrey estaba de acuerdo con este enfoque.
Para conseguir este trascendente objetivo, reivindicaron a través de la Literatura a sus escritores más renombrados que, en conjunto, habían recogido en sus obras las claves del ser extremeño y del entorno donde habitaban: «Unos de los fines para los cuales Gévora se fundó fue para sacar del injusto olvido en que yacen poetas que […] supieron contar con inspiración, ternura y sentimiento a su querida tierra extremeña» (12).
Entre los escritores (Luis Chamizo, José María Gabriel y Galán, Antonio Reyes Huertas y otros menos conocidos) que habían sabido captar la idiosincrasia del extremeño y de su tierra y que, en aquel momento, estaban perdidos la mayoría en la memoria literaria de Extremadura, destacaron a Carolina Coronado:
En la azul ilusión de tu quimera
en donde el corazón arde ligero,
sensible y armoniosa, no altanera
diste a tu canto un aire mensajero.
Mensajero de amor; fiel cancionero
con la clara sonrisa placentera
de quien muriendo va por su sendero
tras un sueño irreal de Primavera …
Belleza, amor, fortuna, oro, la gloria,
todo a tus pies rendido estuvo un día
breve en el paso para el Tiempo huido.
Pero tú presintiendo la victoria
de tu Dolor, tras la melancolía,
pides flores al Gévora florido. (13).
Los responsables de Gévora también actuaron de forma novedosa para la época al destacar a mujeres poetas como Catalina Clara Ramírez de Guzmán, Carmen Solana de Gazuly, sobre todo, a Carolina Coronado. Querían cimentar el nivel cultural de Extremadura en una base consistente cuyos pilares debían estar asentados en la obra de escritores extremeños dignos de ser imitados. Tal deseo no sólo no eludía la presencia de mujeres-poetas sino que las rescataba del olvido (como a las dos primeras citadas), propiciaba su difusión siempre que se le presentaba la oportunidad (como en el caso de Carolina Coronado) o editaba poemas a numerosas mujeres a las que trataba en igualdad con los poetas (Jean Aristeguieta, Eva Cervantes, Amantina Cobos, Iverna Codina de Giannoni, Ángela Figuera Aymerion, María de la Hiz Flores, María de los Reyes Fuentes, Eulalia García Rubio, Juana de Ibarbourou, ConieLobell, Lola Mejías, Gabriela Mistral, Eladia Morillo-Velarde, Ana Luz Sotolongo, Araceli Spínola, Alfonsina Storni, Leonor Trevijano de Ramallo y RolinaYpuche Riva, entre otras muchas).
El homenaje fue el medio que emplearon para traer la atención sobre los clásicos extremeños (y también nacionales como Picasso, 14). En las páginas de la revista pacense, fueron destacados, aparte de Carolina Coronado (15), los escritores José María Gabriel y Galán (16), Luis Chamizo (17), Antonio Reyes Huertas (18), Enrique Sansinena (19), José de Espronceda (20), Salvador Trevijano (21), Manuel Alfaro (22) y Francisco Valdés (23).
Otro detalle que muestra el interés de Gévora por Carolina Coronado fue que, de los 250 poetas que recogen sus páginas, es la que más veces aparece en la revista. Incluso este interés por la poeta de Almendralejo se extendió al entorno de la revista, donde Francisco Arqueros, dueño de la imprenta del mismo nombre que sufragaba los gastos de la portada y contraportada de la revista, creó la Biblioteca de Autores Extremeños, cuyo primer tomo fuera dedicado a Carolina Coronado. (24)
La atención por la poeta de Almendralejo en Gévora fue tan patente que su nombre y sus versos llegarona Hispanoamérica, desde donde el poeta argentino Carlos Alberto Larumbe envía un poemadonde muestra que conoce la trascendencia que la poeta tenía para la publicación pacense:
Badajoz tiene una luna
esturgada por la luz:
Carolina Coronado.
Mil lunas más de lirismo
y es un mapa Badajoz. (25)
Homenajes
Carolina Coronado por tanto es, de los escritores extremeños, la poeta que más afecto recibió de los fundadores de Gévora, pues la concibieron como estandarte de los clásicos extremeños y como musa de la publicación por su relación con el río que da nombre a la revista: «GÉVORA […] nació a la vida literaria bajo la advocación lírica de esta mujer que supo cantar las bellezas de Extremadura» (26). No es de extrañar que el número 1 se abra con el soneto «Una corona, no…» de la poeta de Almendralejo:
Una corona, no; dadme una rama
de la adelfa del Gévora querido
y mi genio, si hay genio, habrá obtenido
un galardón más grande que la fama.
No importa al porvenir cómo se llama
la que el mundo, decís, que dio al olvido;
de mi patria, en el alma está escondido
ese nombre que aún vive, sufre y ama.
Os oigo desde aquí, desde aquí os veo
y de vosotros hablo con las olas
que me dicen en lenguas españolas,
vuestra alma, vuestra fe, vuestro deseo.
Y siente que mi espíritu es más fuerte,
en esta vida que parece muerte.
Por medio de este soneto, Carolina, por aquel tiempo residente en Portugal y ya mayor, declinó la invitación de la ciudad de Badajoz que deseaba rendirle un homenaje. A pesar de los años trascurridos desde que Carolina, joven, pasara temporadas junto al río Gévora, la poeta recordó con nitidez al río y la planta más representativa de sus riberas: la adelfa, y no desea otro premio que una corona tejida con sus hojas, cuyo aroma, mentalmente, le traerían recuerdos de tiempos más felices de su juventud cuando inconscientemente componía versos en las riberas del río Gévora.
Otras muestras de admiración recibió Carolina Coronado en Gévora de poetas, que la tenían como referencia. Valga como ejemplo estos versos del poema “Estampa” de la poeta Araceli Spínola de Gironza,que compuso ante un monumento dedicado a la poeta de Almendralejo:
Brisas del Guadiana acariciaban,
suspirando las adelfas y golondrinas:
Los poetas soñaban sus endechas,
en honor de la dulce Carolina.
—–
¡Qué bonita su figura reflejada
en el lago de cisnes soñadores …!
Parecía que sus labios musitaban
las estrofas al “Amor de los amores” (27).
Notas
(1) Su autor fue un tal Sabaté Mill. Gévora nº 22, p. 9.
(2) Gévora, nº 22, p. 9
(3) Gévora nº 54-55, p. 15.
(4) A continuación se pasó a inaugurar un monumento a Luis Chamizo con esta inscripción en su base: «Porque semos asina, semos pardos». Posteriormente varias personalidades destacaron al poeta de Guareña y, por último, se recitaron varios poemas suyos.
(5) Gévora nº 1, p. 1.
(6) “Paisaje”, ermita de Bótoa, 1845.
(7) Gévora nº 1, p. 1.
(8) Gévora nº 1, p. 1.
(10) Gévora nº 1, p. 1.
(11) Carta de Luis Álvarez Lencero a Arturo Gazul, Badajoz, febrero de 1954, archivo particular del autor.
(12) Gévora nº 17, p. 2.
(13) “A Carolina Coronado” de Antonio López Martínez, Gévora nº 3, p. 2.
(14) Gévora nº 63/67.
(15) Gévora nº 1, 3, 18, 22, 54-55 y 56-57. (16) Gévora nº 18 y 26. (17) Gévora nº 4, 54-55 y 58/60, (18) Gévora nº 1, 10, 21, 22, 23, 29, 33-34 y 44-45. (19) Gévora nº 1. (20) Gévora nº 3. (21) Gévora nº 17. (22) Gévora nº 41 y 42. (23) Gévora nº 44-45. (24) Llevaba un proemio de Julio Cienfuegos. El segundo tomo se dedicó a Francisco Valdés con el prólogo de Enrique Segura Otaño y el epílogo de su hijo, Enrique Segura Covarsí. (25) Gévora nº 20, p. 1. (26) Gévora nº 18, p. 2. (27) Gévora nº 56-57, p. 9.Indice cronológico
En el índice cronológico del contenido de Gévora. Estudio de una revista poética de Extremadura, pp. 229-274, aparecen estas referencias de Carolina Coronado:
Ref. | Nombre | Título | Nº | Fecha | Pág. | |
2 | Carolina Coronado | “Una corona, no …” | 1 | 10-09-52 | 1 | |
52 | Antonio López Martínez | “A Carolina Coronado” | 3 | 30-11-52 | 2 | |
303 | [Redacción] | “Mausoleo para Carolina Coronado” | 18 | 31-03-54 | 2 | |
343 | Carlos Alberto Larumbe | “Para la luna de Badajoz” | 20 | 30-05-54 | 1 | |
396 | [Redacción] | Nota [Presentación artículo siguiente] | 22 | 31-08-54 | 9 | |
397 | SabatéMill | “Monumento, no corona” | 22 | 31-08-54 | 9 | |
398 | [Redacción] | “Carolina Coronado” | 22 | 31-08-54 | 9 | |
1042 | [Ignacio] L[ópez de] Haro | Dibujo de Carolina Coronado | 54-55 | 25-06-57 | 1 | |
1043 | Carolina Coronado | “El amor de los amores” | 54-55 | 25-06-57 | 2-5 | |
1044 | Carolina Coronado | “El girasol” | 54-55 | 25-06-57 | 5, 6 | |
1045 | Carolina Coronado | “Gloria de las flores” | 54-55 | 25-06-57 | 6 | |
1050 | [Redacción] | Nota [alegría por bustos de Carolina Coronado] | 54-55 | 25-06-57 | 15 | |
1076 | Araceli Spínola de Gironza | “Estampa” [Ante un monumento a Carolina Coronado, 25-6-1957] | 56-57 | 00/11/57 | 9 |
Bibliografía
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CORONADO, CAROLINA, 39 poemas y una prosa, Estudio, edición y selección de Gregorio Torres Nebrera, Mérida, Editora Regional de Extremadura, 1986.
–Obra poética. Estudio, introducción y notas de Gregorio Torres Nebrera, 2 tomos, Mérida, Editora Regional de Extremadura, 1993.
–Obra en prosa. Edición, introducción y notas de Gregorio Torres Nebrera, Mérida, Editora Regional de Extremadura, 1997.
GUTIERREZ, FERNANDO, Antología de Carolina Coronado, Barcelona, Montaner y Simón, 1946.
HARTZENBUSCH, JUAN EUGENIO, Nota y prólogo de Poesías de la señorita doña Carolina Coronado, Madrid, Oficinas y Establecimiento Tipográfico del Semanario Pintoresco y de La Ilustración, 1852.
MANSO AMARILLO, FERNANDO, La obra literaria de Carolina Coronado (tesis doctoral), Salamanca, 1988.
PÉREZ GONZÁLEZ, ISABEL MARÍA, Carolina Coronado: etopeya de una mujer, Badajoz Diputación de Badajoz, 1986.
-«La condición femenina en las cartas de Carolina Coronado a Juan Eugenio Hartzenbusch», Revista de Estudios Extremeños, t. XLVIII, nº III (septiembre-diciembre), Diputación de Badajoz, 1992, pp. 259-314.
-«Carolina Coronado. Del Romanticismo a la crisis fin de siglo», Badajoz, Del Oeste Ediciones-Diputación, 1999.
-«El Liceo de Badajoz, un foco de cultura y progreso al mediar el siglo XIX», Revista de Estudios Extremeños, LVII, nº I (enero-abril), Diputación de Badajoz, 2001, pp. 275-318.
-Prólogo de Poemas de Carolina Coronado, Badajoz, Corporación de Medios de Extremadura, 2003.
SALGUERO CARVAJAL, ANTONIO, Gévora. Estudio de una revista poética de Extremadura, Badajoz, Diputación Provincial, 2001.
TORRES NEBRERA, GREGORIO. Carolina Coronado, Mérida, Editora Regional de Extremadura, Cuadernos Populares nº 13, 1986.
VALIS, NOËL, Poesías de Carolina Coronado, Madrid, Castalia, 1991.
Antonio Salguero Carvajal
Fotografía cabecera: Vista aérea de Almendralejo