¿Dónde ponemos los asombros?
¿DÓNDE PONEMOS LOS ASOMBROS?
A Joaquina [2] I ASOMBROS [3] ¿A quién contamos los asombros? ¿Dónde ponemos los fracasos? ¿A quién que mañana es domingo y no lo sepa? Un mal trago para beberlo solo y solo pasearlo. ¿A quién contamos ese cuento hermoso del milagro que hacemos cada día sin querer ni pensarlo, en el verso, en la suma de dos y dos son cuatro? ¿No habrá quién nos aguante para pasar un rato bebiendo con nosotros canciones, vino y llanto? A todos nos importa que el cielo del tejado se coma por la noche la gloria de los pájaros. A todos nos importa lo que hemos ganado y saber libremente de memoria gastarlo. Quizás encontremos alguno que nos llame su hermano y nos traiga la paz que hemos soñado tanto. Y cambiaríamos palabras tan grandes como abrazos. La vida muchas veces tiene sorpresa a mano. A todos nos importa un mundo libre y sano donde amar y vivir simplemente llevando «una palabra a tiempo», una luz en la mano para soñar de nuevo lo que jamás soñamos. Debe de haber un día que no tenga escenario ni nosotros careta de risas de payaso. Para el asombro nuestro para nuestro descanso debe de haber un día que no hemos estrenado. BUSCANDO MI INFANCIA EN LA CIUDAD DONDE NACÍ [4] A José María Pemán [5] Ando buscando un niño en mi desvelo por la calle de la melancolía, como perro perdido en noche fría sin amo, sin cobijo, sin consuelo. Ando por los recuerdos noche y día buscando un tiempo niño, quizás cielo que subir a los labios desde el suelo y conformarlo con la sangre mía. No lo encuentro en mi calle; estoy seguro de que está todavía. Lo mantengo de corazón, con alma, de la herida hecha de amor eternizado y puro en los años que ya ganados tengo a la sombra de Dios y de mi vida. TIEMPO PERDIDO I Se nos pasó de rosca el tiempo -mi pobre de Dios y de siempre- puse las manos sobre el día se me quedó como la nieve. Se nos quedó el camino incierto, en la amargura de repente. Notamos vida tan vacía que más que vida era una muerte. Las palabras se nos quedaron hecha estropajo entre los dientes.[6] II Hemos perdido tanta vida a generosas manos llenas que loco andamos preguntando si alguien la tiene, la devuelva. Ponemos bando en nuestra frente escrito a canas de existencia: «Buscamos tiempo que perdimos en no sabemos qué contiendas». (Nos dijeron, como a hombre: «barajar y paciencia». Y barajamos nuestras cartas y nos sentamos a la puerta).[7] Pero aún nos queda la esperanza, como a una nube de tormenta que al descargar en pleno campo hace la tierra más ligera, poder hallarlo alguna vez como el árbol, la primavera. TÉRMINOS MEDIOS No vale ignorar que nacimos hombres que no querer saberlo es cruzarse de brazos y palabras en la tragedia que está viendo. (Hay quien se encoge de hombros importándole un bledo este mundo que da vergüenza vivir y sostenerlo). Todos vuelven la espalda. Ponen en marcha el tiempo. Dicen: «la vida que llevamos no es para más ni para menos». De cualquier modo que lo mires ir arrastrando sentimientos es vivir de mala manera sin paz, sin luz y sin remedio. El mundo es de unos cuantos -esto de sobra lo sabemos- que aseguran tener a Dios de su parte y su cuento. ¡O milagros al canto [8] o a nadie escucharemos! Las cosas en su punto ya no hay término medio. PORQUE SOMOS DE TIEMPO [9] A Manolo. A Paqui [10] Porque somos la tierra que servirá otro día para que nazca yerba de nueva primavera debemos ser reflejos alegres en vosotros caídos en la cumbre de la derrota nuestra. Porque somos el paso sobre la roca dura, sobre la densa vida, sobre raíz de tiempo, debemos ser destinos, vientos que apenas rozan el abril de los años que siempre está en nosotros. Porque somos un tiempo a montones de siglos con el dolor ganado a tropezón con Dios, encerrado en la piel, como en la jaula el canto, esperamos que un día nos deshaga la luz. Y ponga en libertad nuestras ansias de tiempo, nuestras horas ganadas en buena lid un día, la voz que está en la sangre hecha grito de alerta, y el último remedio para un primer milagro. LA CICUTA [11] La cicuta por las venas a Sócrates lo lamía, era una serpiente fría entre calientes arenas. Hoy las cosas están llenas de saber, sólo se inmuta la planta cuando conmuta veneno gris por un nombre y Sócrates es hecho hombre soñado de la cicuta. ALGO OLVIDADO Y OSCURO [12] Empecé siendo un árbol de montaña lejana, una noche de fiebre delirante y absurda, un árbol cuyo vértigo en la raíz estaba junto a la fuente seca y la cabaña muda. Los pájaros cantaron en la rama cortada. En la rama cortada los pájaros lloraron. Florecía el recuerdo en la rama cortada. En la rama del viento que los hombres cortaron. Algún desconocido, olvidado y oscuro, se me tendió en la sangre a consumirme a solas. Nunca sabré quién es ni cuál será su rumbo ni qué estará diciendo en mi oído a estas horas. Puedes hacer de mí lo que bien te parezca desconocido fondo, cadáver del silencio, estoy abandonado en esta cruel paciencia donde la antigua lucha, donde se pudre el cuervo. Donde se gana el llanto el desdichado hombre que navega en la calle bajo cualquier asunto[13] de religión sonámbula y solitarias cuentas para vivir tirando como bestia del mundo. Primero fui, te dije, árbol de una montaña y, después, simple tronco rodando amarga vida y, ahora, cara al muro, en otra vida extraña soy la sombra pisada de aquella rama huida. CALLE DE LA NADA [14] En esta calle de la nada solos nos quedamos para siempre jamás. Larga como la muerte en el camino. Sin raíz y sin cielo que nos tenga una manera de cantar la vida. Nadie nos escucha, nadie nos sabe, es inútil quemar a las palabras que ya de nada sirven. El oscuro silencioso pasillo de la calle por donde no se va a ninguna plaza, a ningún sitio que sepamos. Noche total sin conocer a un compañero. LA CUERDA DEL RELOJ Dándole vueltas al ovillo, no sé cómo ni desde cuándo, paso los días confundiendo esperanzas con desengaños. (Que no andamos, anda el camino. Huimos para quedarnos). Y nos parece que la vida es cuento hecho de encargo. Somos una copa de vino puesta en la mesa del milagro para el primero que nos vea y quisiera tomarse un trago. ¡Cualquiera sabe quién vendrá! Ni quién será amo del llanto. El bien o el mal en un momento a cara o cruz nos lo jugamos. (Yo le doy cuerda a mi reloj todas las noches en mi cuarto). POBRE ESPIRITUAL [15] Miran sin luz y sin quejarse de su ceguera y su mudez que le cosieron las miradas y las palabras a la vez. Firme mientras lo nombras, dice: «presente o servidor de usted». Luego cabalga lentamente en el caballo de su hiel. Tuvo la duda de que un día Cristo lavó y besó sus pies porque ha bajado y nunca aprende para subir cómo ha de hacer. Ha perdido lo que tenía: aquella antigua y buena fe como se pierde una moneda que va rodando en los por qué.[16] Los bolsillos lleva vacíos del alma enferma y de la piel. Pobre de espíritu que trabaja para que otros vivan bien. No es que padezca yo contigo es que me pasa a mí también. Y no hay remedio a nuestros males ni volveremos a nacer.[17] CATEDRAL [18] A Juan Ruiz Peña[19] Mar sacado del fondo de la luz, flor de noria, barroca, del romance. Hueco de caracol, murmullo lento de paz enferma, oscuro y vacilante. Piedra que llora siglos.
(El aullido se hace serpiente interminable). Arco sin río, puente que no alcanza sed del alma ni luminoso cauce. Se oyen, debajo de las losas, manos en busca de arpas de cadáveres. Ecuaciones y escuadras piedra a piedra en el triángulo de la tarde: tres esquinas, un ojo, tres vertientes. Juega centro un compás. Suena una salve. (Pusieron en el centro santo y seña y en las vidrieras la invención del aire). Un tiempo mueble de sepulcros reza responso y letanía en los altares. Las ánimas benditas se calientan entre llamas y súplicas de baile que nadie escuchará, que a nadie importa, ¡que nadie sabe ya nada de nadie! Un muchacho en la puerta da un silbido y entra en la catedral olor a calle, a gente que se arrastra por la acera, a muchachas que van mayo adelante. Se irrita un sacristán, se duerme un cura, se aburre un santo de su misma imagen, se preguntan los muertos cuatro cosas: a cuánto estamos y si faltaba alguien, si merecía la pena volver al mundo unos instantes, si estar muriendo era tan importante. Domesticada y condenada historia, siglos y siglos, de pasión y cárcel. La sombra de un ciprés buscando un sitio anda la catedral de nave a nave. Rincones hondos, de sudor de noches, musgan la soledad de unos amantes. Polvorientas arañas van cediendo un temblor pendular de fruto al aire. El nocturno plegó su sinfonía, más arriba murciélagos gigantes arropan el latín de unos canónigos en una eterna digestión de tarde. (El órgano despierta a cinco viejas y se asustan los sueños y los ángeles. Suspira una beata y se confiesa el tiempo que no supo enamorarse). Miles de ratas, en la sacristía del más allá, royendo se deshacen en busca de un infierno de ironía en trapos sucios de cloaca y hambre. Un Cristo -siglo trece- abre sus llagas para que moscas beban de su sangre. Parece un signo, que colgaron hombres en campo de dolor, interrogante. Bostezan los canónigos, obispo, en sociedad de cantos y balances. Una Virgen contempla cómo reza una estatua yacente y venerable. (Aunque anochece, corazón, temprano, debe de haber aún sol en muchos árboles). II LA NOVELA A José Ledesma Criado [20] En la mañana vieja, manos de Dios buscando las arrugas del tiempo en los rincones. Dios de los lastimados insectos del mundo de la música. Luz sin sentido alguno. Sombra de Dios como sangre arrojada en latidos de tierra calcinada en recuerdos. Busco un ayer nuevo y lo que encuentro es nostalgia de mí. Agonía -paz- entre el polvo, solamente. Abro de par en par las horas. Entra por la ventana un nuevo sol. Nuevo día. Tiempo encerrado entre paredes que se le da la libertad del pájaro. Ya no puedo alcanzarlo. Soy como un niño sin juguete. Sólo pienso que una novela es poca cosa todavía. FIGURA Por la luz sin figura yo canto de alegría. Por la sonrisa clara, yo canto de alegría. Al vivir estas horas te regalo sentidos y atravesando espejos me diluyo en tu carne. O me pierdo en el sueño de la calle que cruzo, cuando el alba es un gesto, unas cuantas palabras sin pronunciar un nombre, una memoria apenas, el vuelo de la vida que descubre el amor. EL LOCO [21] Que se nos pudra la palabra blanca el aliento, el camino y el reposo, si cuando pase por la calle y hable no le gritemos con la gente a coro, culpándole del mal que nos parezca, de la tremenda dentellada al hombro, que nos estorba como hombre bueno y nos irrita como hombre loco, que su presencia es un pecado grave, pecado capital de tomo y lomo. Descargaremos nuestra voz-conciencia en el portal de los despojos, acusando a pájaros y laureles y al hombre tal de los responsos. Confesaremos para estar tranquilos y pasar por la vida carne y cómodos hay que echarle la culpa a quien se pueda y torearle a salario y modo. Nosotros siempre al margen de las cosas. Nada supimos, en verdad, nosotros. Alguien como el poeta ha de encargarse de sacudir con su plumero el polvo. A lo mejor los buenos le recluyen o lo clavan en cruz como a aquel otro. En la cruz del andamio o del pupitre, del barrio de absorción lejano y solo. Vaya a saber usted de lo que el hombre es capaz cuando tiembla frente a un loco. DIOS EN LA NOCHE [22] Se duerme Dios en la noche, rama final de alegría, bebiendo no sé qué tiempo de catedral de horas íntimas. Habito de mundo a mundo, de sueño a luz fugitiva, desentrañada la araña de turbia sombra dormida. Vivo un puñado de siglos para ser centro y partida como cualquiera que sepa algo de melancolía. Voy sin llegar donde voy,[23] llego donde no quería, donde colgada una lágrima, de tanto dolor, legítima. Todas las cosas se quedan, de pronto, tras de la esquina. Dios en la noche se duerme como una mar de agua tibia. EL FANTASMA [24] ¿Soy, sabiendo quién soy, y que no quiero nada, el que pidiese a gritos algo que me faltaba? ¿Acaso, quién estuvo bebiendo cara a cara el cielo azul escrito en el revés del agua? ¿El que quedaba abierta la puerta de su casa para que Dios entrase a pasearle el alma y hablar con él de cosas, invitarle a miradas para que escudriñase mi pequeña esperanza? De ninguna manera. Seré el que me dudaba, el que escucha en el viento la lejana llamada y le vibra en la mente como si fuese un arpa y le entierra en el tiempo las mejores palabras. Puede ocurrir que muerto o ausente de mi casa estuve mucho tiempo y no recuerdo nada. Posiblemente estuve soñando que soñaba, viviendo de una renta o de vida prestada. Hasta el hombre del hombre alguna vez se cansa o vas a decirle algo y te vuelve la espalda. Una historia nos hace y nos nace un fantasma que nos llena la sangre de una inmensa nostalgia. CUALQUIER DÍA SUCEDERÁ Un día cualquiera -¡tiene que suceder forzosamente!- he de echarme a morir haciéndome una casa de paz y de ternura. Después -el predecir es fácil- alguno al recordarme dirá que me gustaba el vino tinto, hablar en la taberna con obreros, soñar en un futuro donde todos nos sintamos mejor y, desde luego, hombres. Alguno ha de tener la feliz ocurrencia de decir que yo era un hombre absurdo o raro o tendencioso que puso tienda un día y regalaba versos porque ya me estorbaban. Que otro día lloraba por cualquier tontería como niño que pierde la mano de su padre. Otros dirán -¿los buenos?- que yo era religioso, que contemplaba estrellas meditando en un mundo mejor que el que sufrimos. Todos tendrán razón. Hasta aquél que me ponga como un trapo de pobre o me pise hasta hacer de mi sangre barro de su camino. No faltarán motivos en la vida del hombre que simplemente pasa con su verdad a solas para que digan lo que quieran y tengan su razón. (Los ocurrentes es otro cantar). Pero desde la tumba, quiero decir, la casa, he de reírme mucho hasta quedar dormido dentro de mi cabeza profundamente. DENTRO DEL ALMA VIVO AL HOMBRE [25] Dentro del alma vivo al hombre cantando y padeciendo: pobre de mí que he madurado en soledades y silencios. Duele la luz que nos deshoja año tras año los momentos y me desnuda de las sombras y del desnudo me avergüenzo. Se marchitaron los suicidios junto a la flor de los almendros como una fruta que no cae ni ya caerá en ningún huerto. Otra llamada más, o latido sin razón, tiempo sobre el tiempo. Otro día sin hacer nada, ir y venir por el mismo sendero. Pierdo miradas más allá del número, en la entraña infiel del Universo, para arrancar tan sólo la palabra del pan, del vino y del lamento. Es inútil llegar donde querría llegar. Donde no quiero llegar, llego. Casi nadar contra corriente para creer en lo que nunca creo. Sólo cruzar los brazos para apretar el corazón al pecho me hace notar que vivo todavía aunque parezca que me estoy durmiendo. Aún me queda que descifrar el hombre de última paz y de misterio. FINAL DEL CAMINO [26] Debía haber llegado al final del camino para quitar la yerba y sueño donde yaces y hablar de aquellas horas que amando hemos vivido al pasar por la vida recorriendo la calle. Debía haber llegado a ganar el silencio con la voz encarnada en la muerte insaciable y sólo he conseguido en un camino incierto un tiempo de recuerdos donde no habita nadie. Debía haber llegado al final de mí mismo, -¡qué profundo el pesar!-, jubiloso a encontrarte. Haber llegado ya pero ando perdido en sabe Dios qué mundo turbulento y distante. ANÉCDOTA Me dieron una tierra para que la sembrase y construyese en ella un pozo y una casa. Y construí sin límites de canciones o sangre con la luz satisfecha de una limpia mañana. Esperanza en la lluvia, los hijos, lo perdido, recostado a la sombra del árbol del recuerdo, el tiempo contemplado en lo que se quedaba hecho lugar de cosas para huidos momentos. Sembró la primavera (que como siempre llega) muchachas entre hierbas, entre la noche flores, dentro ya de la pálida alegría del alba como lumbre guardada en la mano del hombre. A veces el paisaje se quedaba en un nido o en un vuelo robando los límites del mundo. Era cuando el latido anunciaba de pronto que no vería los sueños que puse al lado suyo. Era el amor anécdota de amapola entre el trigo, de pasiones que buscan descansar en un lago, lo que nos hace falta para poder vivirnos y que cuando nos llega, sin querer, naufragamos. Antes de que pensáramos en el fruto maduro llegó el verano un día, fatigado y solemne, como si fuese padre de mí mismo en la tumba del surco primitivo que quiso recogerme. Y me saqué del alma cuanto conmigo estuvo: vida que me crecía para llegar a verte. Vida que me manaba desde lo más profundo a la más alta cumbre sagrada de la muerte. COMUNIÓN Era casi de madrugada cuando nací de nuevo al nuevo día. Un despertar de ojos en el alma anunciaban un sol recién nacido. Sonaba un alentar de yerbas y entre la yerba del trigal, la alondra. Ya deberá estar la cigüeña estudiando en la rendija azul el libro de las alas. ¿Qué color la montaña tendrá ahora? ¿Quién en la cima de rodillas reza? ¿A qué mar llegará quien a ningún sitio se dirige? Toqué la luz y entre los dedos hecha una condición me los besaba. Rodeaba no sé qué pensamientos de sencillos. Sonaba un gallo -alerta cresta roja de su gallinero- que desafía al culpable de sombras sobre el muro. Dios me miró -¡Ay, yo bien que lo veía!- y desperté contento para sentirme vivo entre vosotros. SELVA VIRGEN [27] Selva virgen que escucha latido de la yerba, por donde va subiendo aroma de almohada, claustro para el misterio. Flotando estremecida una eterna pregunta dentro de la palabra. Hay en el cielo un campo lleno de flores rotas, de atardeceres muertos y de llaves en llamas. Un campo donde tiende el cuerpo de los días alguien que silencioso siempre nos adelanta. Mientras van desnudándose de tanta piel inútil y de tanto secreto que en la lluvia guardara hay un temblor de tarde que amortaja el concierto de sostenidas notas para una vida mágica. Unos ojos vigilan tras persianas de tigres, pasos de ramas secas, olor de hojas quemadas, una mujer tendida en la pradera verde busca un limón perdido entre siesta y cigarra. Serpentea la arcilla los espacios inciertos para hacerse amapola de luz en la plegaria y suspirando crecen unos nocivos sueños como inquietud antigua resumida en nostalgia. Maduran en los árboles unos frutos extraños que la tierra convierte en casa para arañas para intimar la muerte que jamás se termina en una sorda voz indescifrable y larga. Hay gozos que desprende el bosque de los pájaros con recodos de calles y plazas olvidadas por donde viene altiva la muchacha del mundo mordiendo alegremente la tarde y la manzana. |
NOTAS
[1] Este título muestra la desesperanza del poeta, que ya no tiene ilusiones de descubrir nada nuevo ni posibilidad alguna de calmar su angustia existencial. Las buenas relaciones entabladas por JDV con José Ledesma Criado y Juan Ruiz Peña, directores del Grupo Álamo de Salamanca, después de haber participado en varias de sus actividades en los últimos años (conferencia sobre Federico de Onís, participación en los Cursos de Verano de la Universidad), dan como resultado la edición de ¿Dónde ponemos los asombros? el 29 de junio de 1969. El libro recibe críticas muy positivas, entre otros, de Aleixandre y Juan Ruiz Peña que descubre en el libro “una resonancia interior, tierna y humanísima, que yo llamaría ‘valhondiana'» (carta a JDV, Salamanca, 31-10-69, APJDV). La contraportada contiene un dibujo del busto del autor y debajo unas breves notas de su vida, una opinión de Sainz de Robles sobre su personalidad poética y una relación de sus obras. Es el número 9 de la Colección, tiene 68 páginas, una medida de 19´5 X 13´5 cms. y una tirada de 300 ejemplares.
[2] JDV dedica este libro a su esposa, cuyo nombre completo es María Joaquina Oncins Hipólita, con la que contrajo segundas nupcias el 5 de agosto de 1967 en Badajoz. De este matrimonio nacerían Jesús en 1970, Felipe Juan en 1971 y Sofía en 1972. JDV le dedicará, además, Inefable domingo de noviembre, Inefable noviembre y el soneto «Ortigal oscuro» de Ruiseñor perdido en el lenguaje.
[3] Ed. Álamo (Salamanca, nº 17-18, 1969), Alcántara (Cáceres, nº 158, 1970) y Segunda antología (Entre la yerba …, 1979). En Álamo: «y solo barajarlo» (v. 7); «se coma por las noches» (v. 20) y «y saber de memoria / libremente gastarlo» (vv. 24 y 25). RD: Los cambios realizados en estos versos tienen el objetivo de ajustar expresiones con las que el poeta no había quedado conforme.
[4] Red. Segunda antología (1979).
[5] José María Pemán fue autor teatral (Cuando las Cortes de Cádiz, Callados como muertos, Edipo), escritor de artículos y ensayos. JDV lo conoció a través del grupo Platero y se entrevistó con él en varias ocasiones, cuando se desplazaba a Cádiz para examinarse del 2º curso de Practicante, que aprobó en 1954. De esta época son un comentario de Pemán sobre la poesía de JDV (CME, APJDV) y la selección de una cita del escritor gaditano, que acompaña a la dedicatoria de la III parte de la ROEV (ver en “Y otros poemas” en la nota del índice de la ROEV). Pemán invitó a JDV en 1967 a dar un recital en la universidad junto a Lencero y Pacheco (este detalle quizás motivara la dedicatoria).
[6] En este verso hay una falta de concordancia pues «hecha» debe ser «hechas», porque se refiere a «Las palabras». Posiblemente JDV la cometió a conciencia para evitar que el verso tuviera una sílaba más y fuera decasílabo cuando los restantes son eneasílabos (excepto el décimo de la segunda parte que es heptasílabo).
[7] La acción de barajar las cartas como metáfora de la responsabilidad que, unas veces, tiene que asumir el ser humano corriente cuando se ve obligado a tomar decisiones cruciales en su vida y, otras, sólo tiene que asentir porque otros las toman por él coartando su libertad, aparece también en el poema «Jesús Delgado» de Ruiseñor perdido en el lenguaje.
[8] RO: Este verso se inicia con la interjección «Oh» pero debe tratarse de una errata, pues en este verso y el siguiente el poeta plantea una disyunción y, por tanto, debe ser «O».
[9] En Segunda antología (1979) este poema se titula «Porque somos de tierra». En principio, parece una confusión pero, atendiendo a que el v. 1 del poema dice: «Porque somos la tierra […]», puede tratarse de una modificación posterior del poeta al que le gustaba esa relación telúrica del hombre con la tierra.
[10] Se trata de Manuel Martínez-Mediero Díaz y de su esposa, con los que JDV mantuvo una grata amistad. Mediero nació en Badajoz (1939) y es un autor teatral que goza de un merecido prestigio en la escena española por su comprometida y amplia producción teatral (El último gallinero, 1971, Las hermanas de Búfalo Bill, 1974, Juana del amor hermoso, 1982). Por estas razones la Junta le concedió la Medalla de Extremadura en 1999. La buena relación entre ambos hizo que JDV colaborara con Mediero en varias obras con cantos espirituales en verso y éste asegurara en su discurso por la concesión de la Medalla: «Jesús Delgado Valhondo es el hombre más sabio que he conocido».
[11] Ed. Alcántara (Cáceres, nº 15, 1949). PROEV, NRP: “Hoy las hojas están llenas” (v. 5) y “silencioso en la cicuta” (v. 10). RD: Las leves alteraciones quizás tengan la finalidad de hacer más universal el saber y convertir en más lírica la figura del pensador, respectivamente. En la ROEV está dedicado a José Luis Cano, que fue el director de Ínsula y fundador de la Colección de Poesía Adonais, donde JDV quiso publicar algunos libros sin éxito. Posiblemente su decepción explique la desaparición de la dedicatoria.
[12] Ed. Álamo (Salamanca, nº 9, 1966. «Empecé siendo un árbol de montaña soñada», v. 1, y «para vivir tirando del miserable mundo», v. 20) y Segunda antología (1979). RD: Las reelaboraciones de estos versos imprimen realismo a un poema puramente existencial. En Segunda antología: «se me tendió en la sangre a consumirse a solas» (v. 10). El cambio del enclítico “me” por “se” debe tratarse de una errata, teniendo en cuenta el sentido de los versos siguientes.
[13] La monotonía de la vida cotidiana con sus problemas y sin esperanza es un asunto insistente en JDV, incluso en sus relatos: «Mi vida es un día nublado, gris y frío. No me soliqueo conmigo, no; me dejo llevar por la corriente de lo vulgar y cotidiano, no por el río de la prisa, sino por la calle despacio. Calle adelante. Calle adelante. […] Calle adelante vamos. Calle adelante. Y, hoy, deprisa», «Calle adelante» (Alcántara, nº 39, 1951).
[14] Red. Segunda antología (1979).
[15] Ed. Poesía española (Madrid, nº 193, 1969), Alcántara (Cáceres, nº 165, 1971), Segunda antología (1979) y Poesía (1988, p. 357). JDV había advertido la falta de espiritualidad en su entorno y la conversión del individuo en un ser mediocre: «El hombre va quedándose sin espíritu en pobre hombre» («Hay que pensar que se vive», Hoy, agosto 1950).
[16] Sin duda el poeta aquí fue consciente de la regla gramatical que obliga a escribir “porqué” cuando es sustantivo, pero lo escribió separado y en singular para indicar las numerosas y reiteradas preguntas que se hacía sin obtener respuestas.
[17] En carta de JDV a Rodríguez Moñino (Badajoz, 10-4-67), este verso dice: “No volveremos a nacer”. En Segunda antología (1979), la última estrofa del poema cambia el último verso y añade dos más, separándolos de la estrofa anterior por un espacio en blanco: «No es que padezca yo contigo / es que me pasa a mí también. / Y no hay remedio a nuestros males / por muchas vueltas que le des. // Y si algún día amaneciese / ya no sería amanecer». Esta ampliación quiere alargar el final, quizás porque el poeta pensó que en el libro termina bruscamente.
[18] RO: Ed. Álamo (Salamanca, nº 1, 1964). “en la flor de la noria del romance”, v. 2, “se hace serpiente inagotable”, v. 6 y, al verso 20 del poema de Álamo, le siguen las estrofas 9, 10, 11, 12, 4, 5, 6, 7-8, 13 y 14 de ¿Dónde ponemos los asombros? Red. Poesía extremeña actual (II) (1978) («en un infierno de ironía / en trapos sucios de cloaca y hambre», vv. 35-36; «Un muchacho en la calle da un silbido», v. 45 y «a muchachas que van mayo adelante», v. 48) y Segunda antología (1979; casi idéntico a la versión de Álamo): «se hace serpiente interminable)» (v. 6), «Un templo mueble de sepulcros reza» (v. 17) y «arropan el latín de unos canónigos» (v. 25). Estos ajustes indican el interés de JDV por este poema (su antecedente es “Canciones” de El año cero). JDV editó en Poesía (1988, p. 351) un poema con TI, DC, donde en un tono más espiritual se refiere a la catedral de Badajoz: “Sombra de pie: catedral. / Se escucha una sinfonía / alta de azul en el cielo: / coronación: mediodía. // (Y en la corona volando / como diamantes palomas / dentro del Ave María)”.
[19] Catedrático en Salamanca, director de Álamo, poeta de la generación de Garciasol, Leopoldo de Luis y José Luis Cano y autor de La vida misma (1956) y Nudo (1966). Mantuvo con JDV una relación epistolar, donde se encuentran agudas opiniones sobre su poesía, y le escribió el artículo «Un poeta extremeño» (Diario de Burgos, 28-3-63).
[20] Abogado salmantino, que codirigía con Juan Ruiz Peña el Grupo Álamo, en cuya Colección Poética editó un libro de poemas con el título de Biografía de urgencias (nº 3). También mantuvo con JDV una amplia relación epistolar, que contiene positivas reflexiones sobre su poesía, y le dedicó el artículo «Yo soy el otoño» (El adelanto, 28-9-69).
[21] RO, CMA, APJDV: “A voces le diremos cuando pase, / a gritos de cartón, mil veces, loco. / Porque quien no comulga con la misma / rueda de molino será algún lobo. / De ninguna manera que se ponga / y mucho menos con el alma al hombro. // Que se nos pudra la palabra buena, / el acento, el camino y el reposo / si cuando pase por la calle y hable / no le gritamos con el pueblo a coro, / culpándole del mal que nos parezca, / diciéndole nos causa gran enojo, / que su presencia es un pecado grave, / un pecado mortal de tomo y lomo. / Descargaremos nuestra voz-conciencia; / ¡oh, la voz!: voz del pueblo, voz de todos. / Acusando a pájaros y laureles / besar la soledad del hombre solo. / Confesaremos para estar tranquilos / y pasar por la vida carne y cómodos. / Hay que echarle la culpa a quien se pueda / y al que se pueda se torea a modo. / Alguien debe tener la culpa de esto / sin duda sin remedio y sin nosotros, / nosotros siempre al margen de las cosas, / son ellos los que estorban, los incómodos. // Gritad de nuevo muchedumbre hambrienta / que lo claven en cruz como aquel otro: / en la cruz del pupitre o del andamio: / asqueado, dolido, silencioso. / Escupidle en la cara / y azotad a ese loco”. RD: Es el resultado de una reelaboración posterior, pues es más sintética y presenta un mayor ajuste en ciertas expresiones. Pulsaciones contiene un poema TI, DC.
[22] Ed. Canas de Dios en el almendro (1971), donde aparece dedicado a Antonio Díaz Rodríguez, lector de JDV y dinámico organizador en Almendralejo de actividades literarias (recitales, conferencias, revista hablada Prisma), donde lo invitó a participar. Red. Segunda antología (1979) y El pozo de la comunidad (Mérida, nº 5, 1983).
[23] En Canas de Dios en el almendro (1971) y Entre la yerba … (1979): «voy sin saber dónde voy». Esta variante introduce una mejora, pues se ajusta más a lo que el poeta expresa en el verso. En Segunda antología (1979): «desentrañando la araña» (v. 7), expresión que imprime movilidad al estatismo del verso.
[24] Ed. Poesía española (Madrid, nº 193, 1969), Alcántara (Cáceres, nº 155, 1969) y Poesía (1988, p. 356).
[25] RO: Ed. Alcántara (Cáceres, nº 41, 1951) con el título de «Inclinar la cabeza sobre el pecho»: “Dentro del alma vivo al hombre / cantando y padeciendo; / ¡ay, de los pobres hombres que maduran / en soledades y silencios! // Duele la luz que me deshoja / año tras año mis momentos / y me desnuda de las sombras … / … y ya desnudo me avergüenzo. // Se marchitaron los suicidios / junto a la flor de los almendros / y en las orillas de la vida / troncos talados son los cuerpos. // Otro latido más, otro latido / corazón, carne viva para el viento: / esta angustia es nacer en otro día, / es ir y no venir por el sendero. // Pierdo miradas, sí, pierdo miradas / en la entraña vital del Universo, / quiero arrancar a todo la palabra / y es la palabra sola mi cerebro. // Quiero saber y comprender las cosas / y soy yo mismo el que aterrado quedo, / es inútil ahondar sobre mí mismo, / cuanto más profundizo menos llego. // Yo sé, Señor, por qué agonizo siempre: / por ansia de vencer lo que naciendo, / me disuelve, confunde y atormenta, / me va colmando de secretos. // Anularme, Señor, solo en la muerte / podré anularme de misterios. / Hacer lo que hizo Cristo al entregarse: // inclinar la cabeza sobre el pecho”. RD: El cierre es distinto tal vez para evitar la alusión a Jesucristo en la cruz, pues a JDV le supondría un paso atrás volver a usar imágenes ya empleadas en Las siete palabras del Señor.
[26] Ed. Boletín del militante de Badajoz. JDV debió enviarlo para su edición desde Zarza de Alange, pues contiene una anotación: «Practicante». APJDV, CMA con el título de «Camino»: “Debía haber llegado al final del camino / para quitar la tierra y sueño donde yaces / y hablar de aquellas horas que amando hemos vivido / mezclando nuestras vidas en nuestra misma sangre. // Debía haber llegado a ganar tu silencio / con mi voz encarnada en tu muerte insaciable / y sólo he conseguido en un camino incierto / un tiempo de recuerdos y una nube en el aire. // Debía haber llegado al final de mí mismo. / Debía haber llegado jubiloso a encontrarte. / Debía haber llegado pero ando perdido / en sabe Dios qué mundo turbulento y distante”. Debe ser una reelaboración posterior al poema del libro, pues presenta una expresión más ajustada y una creatividad mayor.
[27] Ed. Álamo (Salamanca, nº 19, 1969), Segunda antología (1979) y Lanza (Ciudad Real, nº 594, 1984). En Álamo: «pasos de vientos secos, olor de hojas quemadas,» (v. 14); «y tú, muchacha, creces desde tus mismos sueños / como recuerdo antiguo de una dulce nostalgia» (vv. 19 y 20); «donde una muerte crece y jamás se termina» (v. 23) y «con recodos de calles y agonía encantada» (v. 26). El hecho de que estas reelaboraciones sean más acertadas que las expresiones originales inducen a pensar que la versión de Álamo, editada el mismo año que el libro, es posterior. En Segunda antología (1979) el primer verso de la cuarta estrofa dice: «Unos ojos vigilan tres persianas de tigres,». El cambio de «tras» por «tres» puede ser un error de la imprenta.
Fotografía cabecera: Parque de los Centollos de Mérida