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El año cero

EL AÑO CERO [1]


PRESENTACIÓN

 

Aquí tienen ustedes un poeta personalísimo y despreocupado, de voz muy rica. En sus poemas hay pocos conceptos, y los que hay, los indispensables para el armazón del poema, son curvos, plásticos, blandos. Es poeta impuro.

Todo para Jesús Delgado se da en imagen viva, en trasposiciones sortílegas, gracias a la gracia de una visión mágica del mundo. Todo está hecho criatura. A enero le dice el poeta:

 

Cógeme esta noche en peso

mi corazón,

pero calla su secreto.

 

Y en otro poema, «Mayo», no hay una sola expresión que no sea imagen sencilla y espontánea, no preparada con alambres como las jaulas. Y noten ustedes en cualquiera de los poemas de este libro la sencillez y originalidad en los temas, y la ternura con que acaricia las cosas más humildes, sin azorinismos, más bien con dobladas ironías. ¡Qué frescura en sus palabras frutales! ¡Y qué entrañas populares, hondamente interpretadas, suenan aquí! Cuando vuelve uno de tanto poema puro, ¡todavía!, de tanta sequedad conceptual, sin fertilidad, ¡qué húmeda y gozosa tierra umbría la de estos poemas! Como todo poeta de verdad, todo lo escribe con ardor de sangre precipitada. Nada importa que no se oigan rugidos ni voces roncas. Aquí mana la poesía del único canchal de donde mana fresca y limpia, del corazón.

Esta poesía es jonda y el poeta me parece que es de Mérida. Se le notan anhelaciones inciertas, dolores metafísicos traspuestos sobre las dulces colinas del corazón. Todo lo andaluz tiene un complejo jondo que es la pena; también este poeta la tiene. Pero una pena que canta él solo, por lo bajo, para llorarla mejor. Yo me lo imagino con una varita de olivo, una vástiga, caminando nervioso por las veredas del sueño, cantándose sus versos que nadie hasta ahora le ha jaleado, porque él mismo no creía que cantaba para los demás, y porque sólo ha publicado los poemas mediocres que ha escrito, pues selecciona mal. Y selecciona mal, porque su modestia le hace creer que los poemas ajenos son mejores que los suyos. Y leyendo a los demás, ha estado a punto de desnaturalizarse. Yo he tenido que rechazarle algunos poemas que, bellos y encantadores en su primera redacción, los ha echado a perder después por retocarlos con vistas (u oídas) a algún poeta de los que por ahí jalean.

El mismo título de este libro es originariamente El año cero. Lo quitó y le puso este cursi lugar común hodierno: Dolor y gozo del aire. Le he aconsejado que vuelva al título antiguo. No sé qué hará. Pero si sigue leyendo así a los demás, tendrá que dedicarse a la cría del conejo, que es también tema poético. Y perderemos todos un poeta con gracia y personalidad, pues cuando escribe con su despreocupación natural, dice estas cosas:

 

Ha dejado olor a sapo

la cola de la tormenta …

El sol está evaporándose

como una gota de pus …

o esta deliciosa estampa que vale por cien poemas de los puros:

Por la carretera abajo

empujados por la tarde,

el alcalde y su señora

gorda y fría,

con cuatro niños delante …

 

Es poeta de paisajes; todo en él es retina. Y olor. En cambio, tiene escasas imágenes acústicas. Tiene voz de campesino, pero con una última despreocupación irónica que le libra del lirismo facilón. En Delgado Valhondo, hay un deje de burla, un trasfondo amargo, mezcla de despreocupación y chirigota, que da a entender que su melancolía es real, quiero decir de rey. Es la melancolía jonda, de califa o faraón, que se desdobla en burla y soledad o soleá. La melancolía de este poeta es una infantilidad de vuelta, suavemente vieja. Su fuerza está en su acento de gitano insolidario y errabundo, numismático de muchos amaneceres sin sueño. Y en el fondo, ingenuidad y sencillez. Hay poemas aquí, de pensamiento poético tan inesperado y nuevo, que maravillan precisamente por eso, por su novedad y su falta de malicia. Esta poesía huele a naturaleza y no a historia, a Historia literaria. No como esa otra que para tener gracia de flor necesita pasar por las antologías de los amigos y los audaces. ¡Y pensar que este poeta ha estado a punto de echársenos a perder por la lectura nociva de tanta antología cómoda y chatunga! Jesús, ¡ojo a las lecturas!

 

Pedro Caba [2]

A Gabriel Celaya y Juan de Leceta [3]


 

AIRE [4]

 

A Arsenio Gállego[5]

 

Ser aire, molino, aire

para que muelas mis manos

y hagas el pan de mi sangre,

como los besos, molino,

del corazón a la tarde.

Para la nube, ser aire,

para esa nube que pasa,

para ese seno sin nadie,

para que me beba justo

la respiración del ángel.

Para el tacto de tu baile,

para limpiar a la luna,

para pegarme en jarales,

para verterme por todo

el poema del paisaje.

Ser el poema, molino,

que entrega a tus aspas aire.


 

ENERO [6]

 

Cógeme esta noche en peso

el corazón,

¡pero calla su secreto!

Deja siempre en mí la duda,

como el beso

que ella nunca me dio.

 

FEBRERO [7]

 

Todo el viento lleva ahora

aroma de mi dolor.

A ti te huele a limón

y a mí me huele a tu boca.

A ti te sabe a mi amor

y sabe a carne de roca

en mis labios, corazón.

 

MARZO [8]

 

(Victoria de Samotracia) [9]

Tu falda jugando en el aire.

Tus cabellos tirados al aire.

Toda tú (más que carne

hecha espíritu puro),

desperfumándote.

 

ABRIL [10]

 

Abril juega con mis ojos

como juega con los pinos.

Dios en abril uno solo

uñas se corta en los grillos.

El sol se juega caminos

en olas color de caña.

(Cierra ya la casa, araña,

que yo estoy dentro y dormido.)

 

MAYO [11]

 

A Fernando Bravo[12]

 

Con agua fresca del cielo

se lava el campo la cara.

Cabezas de viejas muertas

parecen las nubes blancas.

Un ángel se despereza

y tiende al aire sus alas.

Van las hormigas de entierro.

Al verde le salen lágrimas.

Con un manojo de yerbas

bendigo las sierras altas.

(Con agua fresca del cielo

se lavó el campo la cara).

 

JUNIO [13]

 

Golondrinas siegan aire;

los cuervos siegan dolor.

¿Quién columpia a las abejas?

Tábanos duros me colman

de zumbido el corazón.

¿Quién me está buscando siempre?

Como una fruta exprimida

está goteando Dios.

 

JULIO [14]

 

Ha dejado olor a sapo

la cola de la tormenta.

Las peñas duras y abruptas

se hacen blandas, y la hierba

y las flores y los árboles se gozan.

(Y el ánimo se destempla.)

Una moza rubia crece

hinchando pecho y cadera

con su aliento.

………………….. Huele a serpiente

y a virgen ………..

En la ventana, una vieja

limpia el polvo a Santa Bárbara

y apaga, después, la vela.

 

AGOSTO [15]

 

Los surcos de los montes

son señales de llanto viejo.

La tierra se envejece

sola, como un lagarto lento.

Carreteras, caminos, senderillos,

las canas del llano.

Resbala la siesta grande

por la palma de la mano.

Una cigarra siega el fémur

de la luz, que bebe el campo.

 

SEPTIEMBRE 

 

¡Pintor!

Píntame el pensamiento

de este crítico momento

de dolor.

Y házmelo eterno.

 

OCTUBRE [17]

 

(Tocan la lira del campo viejo

manos pálidas de otoño

enredándose en los vientos.)

El Sol está evaporándose

como una gota de pus.

(En horizonte amarillo

están clavando la tarde

sacros golpes de martillo.)

 

NOVIEMBRE [18]

 

¿Por qué duele tanto el monte

escalofríos del aire?

¿Por qué ese temblor en cosas

que no tocará ya nadie?

¿Por qué gimen hoy las lanzas

gozos de cañaverales?

¿Por qué no hay constantes rosas

escritas en los rosales?

¿Por qué esta tragedia mía,

sin nombre, de mi paisaje?

¿Por qué el ciprés y la nube?

¿Por qué estoy llorando, madre?

 

DICIEMBRE [19]

 

Las cinco de la mañana

están segando olivares.

Cornetín que anuncias alba

y ves que no viene nadie.

¿Qué le pasó anoche al gallo

que no regresó del baile?

¿Quién se metió en el romero

que está chorreando sangre?

El cinco es el cornetín

de bronce que pesa el aire.

 

PARA TI LAS MARGARITAS [20]

 

Para ti, las margaritas;

para mí, los pensamientos;

para ti, todo el cantar;

para mí, su sentimiento.

Un crepúsculo otoñal que traiga silencio y sombra,

para mí.

Un amanecer de campanillas de plata y cantos de alondra,

para ti.

La humedad y la tristeza de todos los lamentos,

para mí.

Los olores y canciones de todos los huertos,

para ti.

Para ti, las margaritas;

para mí, los pensamientos.

 

NOCHE COCIDA [21]

 

(Barrio de San Mateo de Cáceres) [22]

Un color de luna enferma;

dolor de luna cansada.

Una mujer crece y llora

detrás de cada ventana.

¡Cuánto me pesa esta noche

cocida y gorda en el alma!

A estopa negra me saben

sobre la boca las lágrimas.

Ay, corazón tú te vas

deshaciendo gotas claras

exprimido por la mano

poéticamente vana.

Ay, corazón, tú te vas

y me quedarás en nada.

La calleja -¿quién ha muerto?-

del arco de Santa Ana

tiene espíritu de bruja;

hiedra que se quiere alga,

grillos hierve que te hierve

creciéndose a mis espaldas.

La torre se da respeto

sobre su sombra alargada.

Abierta está la leyenda,

pero es mejor no tocarla.

-¿Secretos tiene el amor?-

No lo sé, tú mira y calla;

mira, mira, mira, miraaaaaaaaaaa

que ya se sube en el alba

Facundo con su farol

y el monago a su campana.

Al venir la madrugada

pierde las canas

la luna

y se queda como una

aceituna.

(Aceituna sevillana.)

 

EL RELOJ DE MI ABUELO [23]

 

El reloj de mi abuelo

tiene la fiebre en el péndulo.

Tic, tac, tic, tac,

tic, tac, tic, tac.

………………………………………..

¡Ciento veinte pulsaciones!

ni una menos ni una más.

Rrrrrrasssss.

Un crujido.

Dan, dan, dan.

Tres suspiros.

El péndulo, como una mano,

con galones de oficial,

presume. Un, dos, tres, ¡aro! …

………. Triunfal.

Tic, tac, tic, tac,

tic, tac, tic, tac.

………………………

¡Ciento veinte pulsaciones,

ni una menos ni una más!

 

NOCHE DE CALENTURA [24]

 

Después de leer, aquella noche,

«Las Galgas», de P. Caba.

¡Apaga la luz!,

que todo su color rojo

se ha metido en mis ojos.

¡Ay! …

¡Escaleras tan pendientes

y yo rodando por ellas!

……………………………………………….

¡Enciende!

y mira si tengo rotas las piernas.

La sombra de la pantalla

forma círculos que crecen

en el techo, y estallan

en las paredes.

Ese clavo ha dado en piedra

y no entra más

a pesar

del martilleo constante de mis miradas.

¡Cómo se retuerce el clavo

en la pared y en mi alma!

Otra vez las sombras pardas

de un perro que llora

(a un gato la cola

se le eriza sola)

y una vieja cabra

desriza la barba

y la alarga

por la estancia toda.

…………………………………

¡Apaga!

¿Quién me empuja por los hombros

para meterme en la tierra

y taparme con escombros?

…………………………………

¡Que me ahogo!

¡¡Enciende!!

Mañana,

(¡ay! … ¿cuándo será mañana?)

ponedme un velo

¡blanco!

-¡No!-,

verde.

-¡No!-,

azul.

Eso es, azul como el cielo.

 

OLIVOS [25]

 

A Enrique Segura[26]

 

Llenas de angustia y ceniza

las copas de los olivos.

Llora luna, lengua seca,

sobre la tierra el camino.

Caminos … y yo aquí quieto

consumiendo veinte siglos.

Treinta y tres años tenemos

los dos en el mismo sitio.

Eternos treinta y tres años

de madrugada y de frío

que sabe a tiempo pasado[27]

de abril, de beso y deicidio.

En esta noche, mirada,

en espejo de cuchillo,

sangre sudabas y yo

agua para los sentidos.

El corazón, en la mano,

más que corazón es lirio.

Me saben los olivares

a tu noche, Jesucristo,

a momia de tronco pardo,

a la luz de tu quejido,

a soledad incendiada

en la cascada del río.

Abro alas para irme

y nunca volar consigo.

Abro alas para irme

y roto rezo contigo.

Quiero volar y me quedo

solo, mirando caminos.

……………………………………..

(Caminos y yo aquí, quieto,

consumiendo veinte siglos.)[28]

 

DÍA NUEVO [29]

 

(¡Si llego a matarme anoche! …)

Todavía tiene el cielo

una luna limpia y clara,

cuando un ruido colmenar

empieza a mover las casas.

(Veo aquella nube gris

como hoja de navaja.)

Mientras los dedos de Dios

están secando mis lágrimas,

se me ciñe dulce el viento

fresco de la madrugada.

(El Sol pasará muy pronto

de ser azahar a naranja.)

¡Si llego a matarme anoche!

Si llego a matarme anoche

hoy no respiro esta alba

que sabe a fruta madura

que sabe a fresca manzana.

 

ESTACIÓN DE FERROCARRIL [30]

 

La estación, bajo un álamo,

de cantos que reverdecen

tiene tres niñas que esperan

que alguien de ayer se las lleve.

Arrastran un tren las miradas

de las tres hijas del jefe.

Bajo un álamo,

de pájaros que se pierden,

la canariera amarilla

se torna de color verde.

 

PASEO [31]

 

Por la carretera abajo,

empujados por la tarde,

el alcalde y su señora,

gorda y fría,

con cuatro niños delante.

 

AL SEPULTURERO [32]

 

Quien dijo mal del sepulturero

no supo bien lo que dijo.

Si mientras tapa una fosa,

si mientras tapa algún nicho,

el sepulturero canta

es porque sabe su oficio.

Yo ya le tengo encargado

que me cante un fandanguillo.

 

A LA ORILLA DEL MAR [33]

 

Van de la mano cogidas

cejas volando al azar.

(¡Si las sardinas volasen

qué tremendas puñaladas

tendría que sufrir la tarde!)

Tienen todas las esquinas

marineritos de sal.

(¡Hermosa y linda está el agua

con sus banderas de pinos

y puntillas en la enagua!)

Lamen los gatos la luna

en los tejados del mar.

(¡Temprana luna de enero

quién te pudiera besar

en el claro azul del cielo!)

Filtran las puertas mujeres

de piedra, escamas y cal.

 

LA VENTA [34]

 

I

 

Árbol, colina, canción …

El campo da a luz las ventas

con el calor de las siestas

cuando se seca el dolor.

¡La ventera es la mejor!

Húmeda de olor a cienos,

flores de trapo los senos,

pasea su condición.

 

II

 

Se van deshojando eras

y sólo queda el color …

y sólo queda el olor

a bestia de la ventera.

 

III

 

Todos somos carreteros

lamidos por los caminos,

labradores, campesinos,

hombres ceros.[35]

 

LA BRUJA [36]

 

La bruja tiene una lanza

de lengua de lagartija.

La bruja tiene un camino

sembrado todo de ortigas.

La bruja se baña en luna

en un rincón escondida.

(La bruja tiene un querido

y no quiere que se diga.)

 

CANTE JONDO [37]

 

I

 

Espiral del cante jondo

taládrame el corazón.

«Porque te quise yo un día …»

Espiral del cante jondo

¡ya me has roto el corazón!

 

II

 

¡Y OLÉ!

Cantaré los caracoles

por si puedo convencerte.

…………….. Y olé ……………

Te diré lo que te quiero

y hasta dónde puedo quererte.

Esta noche cantaré los caracoles

…………….. Y olé.

 

LUNA EN EL BARRIO DE SAN MATEO DE CÁCERES [38]

 

A Manuel López Lago[39]

El callejón está oscuro

y tiene miedo mi alma

de yo no sé qué secreto

de rejas de tus ventanas.

El callejón medio oscuro,

la luna lame un rincón.

Yo no sé por qué secreto

tiene miedo el corazón.

El callejón medio claro,

la luna parece un signo.

Yo no sé por qué secreto

tengo miedo de mí mismo.

 

¡AY, QUIÉN FUESE CORAZÓN! [40]

 

Se cayó la luna al pozo

y está nadando dormida.

¡Ay, quién fuese pescador

para cogerla en seguida!

Las ranas están cantando

dulcemente una oración.

…………………………………..

¡Ay, quién fuese corazón!

 

CAMPOSANTO [41]

 

Borra el nombre cementerio

y escribe el de camposanto.

Una rosa bebe olor de tierra.

Un ciprés pincha su encanto

que sangra. Una cruz

pide caricia a una mano

de madre.

Un ángel se hace de mármol.

La tarde consigo va desgranando

gorriones y canarios …

Una sepultura húmeda

me hace saltar, y en lo blanco

de la cal, me enredo el alma

y el rezo se me hace canto.

Golpes de pecho:

santo, santo, santo.

Ritmo del corazón:

campos, campos, campos.

Borra el nombre cementerio

y escribe el de camposanto.

 

AUTOPSIA [42]

 

Se murió envenenado

-tres meses bajo la tierra-

y hubo que desenterrarlo.

(Huele a culantrillo[43] verde

el pozo del camposanto.)

Bajo un ciprés le pusieron.

Le pican pájaros blancos

en vocales de concierto

que nunca había pronunciado.

Cuatro dobleces le hicieron

para volver a enterrarlo

-pergaminos para hacerse

su escritura el escribano-

y como a carta cualquiera

al buzón del mundo echaron.

 

LA IDEA [44]

 

La idea fue perdida

al decir yo palabras.

(Esta noche yo quiero

cosas sin pronunciarlas.)

Nublado yo te dejo

porque lluevas mañana.

 

AMANECER [45]

 

A Manuel Gutiérrez de la Fuente[46]

 

Estás dentro de la luna

mañana de primavera.

Te respiro verde y fría.

¡Rompe la esfera del día!

-(Sus pedazos eran hojas

blancas, verdes, amarillas,

azules, violetas, rojas.)

 

AMANECER EN LA CATEDRAL [47]

 

Anhelante de color

rompe el alba las vidrieras

de la catedral. Un son

de campanas matinales

-espuma de luz- entró.

El retablo es todo el cielo

dentro del pecho de Dios.

(En el patio los naranjos

coronábanse de sol.)

 

MEDITACIÓN [48]

 

Un ciprés se saca punta

en el airecillo frío.

A las montañas lejanas

alguien da con difumino.

Cerca de mí un árbol solo

me está incitando al suicidio.

 

NANA A LA PRIMAVERA

 

Desnúdate aire

que viene la cigüeña

a acostarse.

-(¿Los timbres de los árboles

la despertarán?)

Trae la lechuza en el pico

dormida luna de yeso

por el olivar.

-(En los pinos nacen

procesionarias

para alumbrar.)

Te tienes que acostar

que la hiedra tiene

patas de araña

y te secará.

Hormigas bajo jilgueros

llorando están.

Te tienes que acostar.

 

SILENCIO

 

Me cuece dentro el silencio

de mi pisar amarillo.

¡Qué sencillo!

Qué sencillo es el silencio.

Voy deshaciendo el ovillo

(por esta tierra en capullo

de gusano)

y he dado con el hermano.

Me cuece dentro la sangre

y me cuece dentro

un hambre de convento.

Yo te siento,

Dios mío, entre los hermanos,

en sus manos,

mientras deshago estos vanos

deseos de amarlo todo …

(y era lodo).

Y eran lodo los humanos.

 

SOLEDAD [49]

 

A Félix Valverde[50]

 

I

 

¡Aunque esté entre muchedumbre

qué solo me encuentro!

¡Quiero gritar, y grito!,

pero es que grito hacia dentro.

¡Quiero golpear, y siento

golpes en el corazón!

 

II

 

Te sacaré de paseo

y te agarraré del brazo

para presumir contigo,

soledad.

Te hablaré de mis cosas y me quejaré

y tú me consolarás.

Sin darme cuenta te besaré

y tú me besarás.

Si alguien pregunta, por preguntar,

con quién hablo,

tú te callarás

que yo le contestaré

que voy con mi

soledad.

 

III

 

Me quiero casar contigo,

soledad.

Serás toda para mí;

cuando vengan tus amantes

les tienes que contestar,

que ya no puedes salir.

(Se casó la soledad.)

 

IV

 

Cuando yo muera, soledad,

te tienes tú que morir.

¡Déjate de eternidad!

Cuando vean el entierro

quizás alguno dirá:

-Nadie con el muerto va.

Es que no saben que viene,

conmigo, la soledad.

Cuando la tierra nos echen

no te vayas a marchar.

¡Déjate de eternidad!

y éntrate dentro de mí,

soledad.

 

POZO [51]

 

¡Qué dolor cuando te miro,

pozo de dolor cargado!

No devuelvas mis palabras

desolado.

Contesta a lo que pregunto

claro.

«Hoy he visto un niño

en la cuna de tu agua

aprisionado.»

-¡No!

-¡Sí, y tu causa es criminal!-

 -¡No!, lo abracé porque sentía

ansias de maternidad.

 

OTOÑO MÍO [52]

 

Árbol solo, en el día

largo, de mi destino.

(Voy perdiendo todo

lo que me sobra

para ser de mí mismo.)

Hoja a hoja -¡alegría!-

me estoy quedando mío.

 

SUEÑO

 

¿Qué araña me está chupando

que yo sin querer me vierto?

¡Qué niebla, Señor, la niebla

que está sobre mi cerebro!

¡Ay!, cómo juega conmigo

Dios solitario y secreto.

 

PEREGRINO [53]

 

A Manuel Monterrey [54]

 

Por el ancho camino de mi tacto

confusamente ciego

voy palpando penumbras y tinieblas

en la memoria -para mi tormento-

que me queda de ti viva, segura

y muda en el cerebro.

Peregrino de mí por esta vida.

Que peregrino, Dios, cuando esté muerto,

sólo de Ti seré, que hacia Ti voy

en zumo de misterio.

(¡Y me dices, amigo, que yo soy

amante del silencio!)

Peregrino, sí, por el camino ancho

de éste mi paisaje arenoso y seco,

por donde incierto voy todos los días

robándome secretos.

Peregrino por este andar ansioso

de ir más allá, donde comienzo

y la carne tiene sabor a barro

y la sangre a recuerdos.

Ir andando del corazón al alma …

(Y me da pena y vuelvo.)

-(Esta carne me pesa todavía)-

Ir andando por donde lamo sueño,

por la congoja sola

que me busco en peregrino dentro.

 

NOCHE [55]

 

A Antonio Zoido [56]

 

La roca muerta crece en voz para la noche

y un cuerpo de gigante se lo sueña la forma.

Con las olas del viento sus cabellos se sueltan

en arenas playeras sin sentido de espacio.

Las encinas abrazan las lechuzas venidas,

ansia larga en la espera, como siglo estirado.

Los trigales vigilan el momento presente

para labios impuros.

Verdad la luna llena con música de sapos

robada entre los juncos de la orilla del día.

Amanecen los cuerpos bautizados de noche

por el ala del ángel ganada en el abismo.

En esquinas de cuatros, por sombras proyectadas,

en la piel de la tierra, cicatriz de la nube,

las inmóviles aves de actitud perezosa

se lamentan agudas.

He confundido el cuerpo con la tiniebla virgen,

con la carta secreta sobre el seno del mundo,

las manos en profundas cosas que se apagaron,

al mirarlas en duda, soñando lo infinito.

Expectación secreta de la noche en el campo,

sonidos que persiguen simientes de sonidos:

los sombríos sigilos de la espera en la rama

y sombríos sigilos para ver el infierno.

Los temores se nutren de mi carne naciente,

siendo verdad la luna sobre el paisaje mío.

La inmensidad me extiende la sangre dolorosa

y de pronto me encuentro por la tierra vertido.

 

¡SEÑOR! ¡¡SEÑOR!! [57]

 

A Manuel Terrón-Albarrán[58]

 

I

 

En el cielo, Señor, tan alto cielo,

tan alto corazón, tan puras aguas

para esta sed de Ti que me amanece,

para este día en que supura el alba.

¡Mi vida!, desterrada de la vida,

es un cristal herido por el hacha,

de soles se ilumina, falsos soles

que ciegan, sin querer, mis esperanzas.

A tu nombre mis ojos y mis brazos

en oración, Dios mío, se levantan,

que quisiera tocarte como el árbol

te toca en primavera con las ramas.

 

II

 

Escucharte de azul amanecido

por esta lejanía solitaria,

que caminos se cortan y aparecen,

aunque lejos, detrás de las montañas.

Escucharte, Señor, dentro, en mi sueño,

tu voz sobre mi voz en lluvia plácida,

beberte el aire, tan querido y dulce,

jugo amoroso en flor, de tus palabras.

Te veo cada día, cada noche,

en todos los instantes, pues me labras.

Pero, Señor, si intento yo cogerte,

eres la luz que de mi mano escapa.

Crece en mi sed el ansia por quererte

y la lengua se me hace pura llama.

Esta pasión por Ti, que a Ti me lleva,

es cofre abierto de palomas blancas.

Si -viento- intento olerte

como perfume por el cielo pasas.

Y yo me quedo en mis instintos solo

temblando y loco, bajo costra amarga.

 

MÉRIDA [59]

 

A Mahizflor[60]

 

Mérida, ¿dónde has ido

que no te siento?

Contrarias nuestras vidas

se nos están perdiendo.

(Duerme la estatua, frío,

sobre su tiempo;

arco de puente y río,

dolor de sueño).

Tú te mueres de joven

y yo de viejo.

Mérida, yo te piso

y tú ¡qué lejos![61]

 

TIERRA [62]

 

Ya sé que soy manantial

de la semilla que espera,

dolor de mi primavera,

mi carne en barro filial.

Misterio de ese sitial

eterno de mi sentido,

acogedora de olvido,

mano en tierra requerida,

cuando se vaya la vida

como pájaro a su nido.

 

AGUA[63]

 

En agua nace el ahogado

y la garganta le nace

llena de un placer que hace

cielo del blanco costado.

Del mar está enamorado

y quiere en la playa, roca;

los ojos tienen la loca

serpiente del alga fría.

Él dijo: ¡el agua es ya mía!

Y, murió seca la boca.

 

CÁCERES [64]

 

A José Canal [65]

 

El campo cerca y severo.

El pueblo remoto, huido.

Todo el paisaje es oído

que escucha un rugido fiero.

El pueblo marcha ligero,

los palacios van en coche.

La luna sirve de broche,

y árboles sirven de espuelas.

Y las torres son ya velas

apagadas de la noche.

 

LA MANZANA [66]

 

He mordido la manzana

¡y era cuerpo de mujer!

que yo me soñaba ayer.

Cómo suena el caracol

que tengo por corazón

amargo como la hiel

cuando me suena tu voz.

No sé

si era manzana o mujer

o, acaso, sólo sabor,

o el olor

lo que me decía: ten.

(Ahora puedo explicarme

por qué entre la ropa blanca

-en tu cintura ya el aire-

has guardado una manzana

para perfumar tu carne.)

 

LA NARANJA [67]

 

-El mundo, como naranja …

Risa del mundo sin nadie,

como pájaro sin alas

y sin sangre.

-La naranja, como mundo …

Da la naranja a la tarde

risa amarilla y jugosa

dulce y grande.

-¿El mundo? ¡No! La naranja,

sin alas, tirada al aire.

 

UVAS

 

Ea, ea, ea.

Las doce, niña,

a la cuna.

¡Ay!, del aire que gotea

luna.

Ea, luna.

Me faltan dedos,

me sobran uvas.

(Doce amantes le cuento

hoy a la bruja.)

 

EL MEMBRILLO [68]

 

El espejo nevado;

tu pañuelo.

El barroco hecho espuma;

tu pañuelo.

Donde tus dedos escriben,

tus dedos.

Ya viene volando el día

en que secará tus lágrimas

y estará la alcoba fría.

Y otro día,

allá en el fondo del arca

se habrá quedado amarillo.

(Tu pañuelo que fue alba

ha madurado en membrillo.)

 

CIRUELAS CLAUDIAS [69]

 

Jugo de aire y de río,

-niña, la enagua-

en la sonrisa del agua

se arruga mejor el frío.

(¡Ciruelas claudias!)

Y no era monja ni niña

ni, acaso, amada.

¡Adiós!, que pronto vuelvo

por tu palabra.

 

CANCIONES [70]

 

Catedral: las tres en punto.

Cantan canónigos lentos.

El latín en tinta china,

volando como murciélago.

Mariposea un sacristán

-centauro- de vela a viento.

Adelgazando está siglos

un Cristo flaco y moreno.

(Me explico que Carlos V

se sintiese a veces muerto.)

Se me está quedando lacio

el corazón, y el cerebro.

(Cantan canónigos, cantan.

Y yo la vida me miento.)

 

PAISAJE CASTELLANO [71]

 

He visto un molino de viento

y, ¡qué lástima!,

le faltaba

don Quijote.

Y, giraban sus aspas,

sin llevar a Rocinante

ni a la lanza

ni a la mirada

de Sancho el escudero.

¡Este paisaje, de la tierra castellana,

sin duda, está mal hecho!

 

SUEÑOS

 

I [72]

 

Un toro cerca de todo;

todo es el toro en la siesta.

¡Mi cuerpo lleno de lodo!

Gritan: ¡Despierta! ¡¡Despierta!!

Y yo sueño, sueño, sueño …

Y el alma cierra la puerta.

 

II [73]

 

La perdiz está temblando

estando ya disecada,

¡que plumas de gavilán

tiene el plumero del guarda!

¡También disecado yo!

Y con plumero de cuervos

me limpian el corazón.

 

III [74]

 

Con una guitarra atada al cuello

por esas calles de Dios.

-¿Dónde vas?

-No lo sé, soy ciego

y he perdido el corazón.

 

IV [75]

 

Una noche

que cavé su sepultura

entre un rosario de huesos

que iba dorando la luna

me quedé todos sus besos.

 

V [76]

 

A caramelos de cera

saben las nubes del cielo.

La flor despidió el olor

y ahora sabe a terciopelo.

Y yo me gusto a mí mismo

seco y simple, cano y muerto.

 

FIEBRE [77]

 

Rodeando mi cama

mis hijos con el médico.

-Yo quiero estar de luto,

dice el pequeño.

Y presume cuando pasa

ante el espejo.

Hacen guardia

a mi carne en el perchero,

mi gabán, mi bufanda

y mi sombrero.

 

DOLOR FLORIDO [78]

 

A Jorge Campos[79]

 

Ha venido más amor

manándome por su acento

campos y campos y Dios.

Si ya tengo a mi canción

herida de mi lamento.

¿A qué has venido si yo …?

… Si yo todo estoy abierto

de florecido dolor.

 

 

NOTAS 

[1] JDV tenía preparado El año cero en 1939 pero no lo publica hasta once años después, porque resultaron fallidos sus intentos de edición en las Colecciones de Poesía de Índice, Adonais, Fantasía (Madrid), Proel (Santander) y Halcón (Valladolid). Sin embargo, Gabriel Celaya se lo edita sin problemas a comienzos de 1950 en su Colección Norte. El prólogo es de Pedro Caba, quien decidió el título del libro, que indica un punto de partida. Por las numerosas opiniones positivas recibidas por JDV (hasta 1953), se deduce que El año cero produjo un impacto en el mundo de la poesía. Gabriel Celaya se encontraba especialmente satisfecho, poética y económicamente, con el resultado del libro. Las letras de la portada están impresas en tinta azul, igual que la cruz egipcia que la adorna y la relación de libros editados por la Colección Norte en la vuelta de la contraportada. La medida del libro es de 16´7 X 11´7 cms. JDV vuelve a firmar sólo con su nombre y su primer apellido.

[2] El contenido del prólogo resume la tarea orientadora que ejercía Caba sobre JDV en dos frentes: Una, defendiendo su poesía por directa, sincera, fresca y personal y, otra, recomendándole que no se apartara de su propio camino y que cuidara las reelaboraciones.

[3] Son los seudónimos con que firmaba Rafael Gabriel Juan Múgica Celaya Leceta, el poeta más representativo de la poesía social junto a Blas de Otero y autor de libros como Paz y concierto (1953) y Cantos iberos (1955). Mantuvo un compromiso extraordinario con la poesía, que creyó un medio para cambiar la sociedad, hasta su muerte en 1991. JDV con esta dedicatoria le agradece su interés por editarle El año cero. Los poemas aparecen dispuestos lineal e intuitivamente, según creyó JDV que podían enriquecer el escaparate antológico de su poesía. El libro comienza con poemas del paisaje (los dedicados a los meses del año), sigue con textos que contienen preocupaciones espirituales (los de libros anteriores), continúa con poemas donde el poeta se dirige a Dios (poemas extensos) y se cierra con otras composiciones del paisaje, donde el poeta queda lleno de intranquilidades (poemas dedicados a las frutas y últimos poemas).

[4] Red. Alcántara (Cáceres, nº 43, 1951). El año cero es una selección de poemas de Canciúnculas, Pulsaciones, su borrador y Hojas húmedas y verdes más los siguientes poemas nuevos: «Aire», «Olivos», «Autopsia», «La idea», «Nana a la primavera», «Silencio», «Otoño mío», «Sueño», «Peregrino», «Noche», «¡Señor, Señor!», «Mérida», «Tierra», «Agua», «Cáceres», «La naranja», «Uvas», «Ciruelas claudias», «Canciones», «Fiebre» y «Dolor florido».

[5] Era catedrático de Matemáticas en el Instituto El Brocense de Cáceres. Congenió con JDV en la tertulia que se celebraba en la rebotica de la farmacia de su hermano Juan. Gállego fue un poeta prolífico que compuso decenas de libros, pero no publicó nada en vida. En 1971, fue editada una antología de sus poemas titulada Soria y Cáceres, mis amores, que lleva un prólogo de Gerardo Diego. Arsenio Gállego dedicó a JDV un soneto (ed. Poesía, p. 378).

[6] Red. Primera antología (1961). PBP, TI y la segunda estrofa parecida en sus tres primeros versos: “¡Que no descubran los sabios / el final del Universo! // Que dejen en mí la duda / como el beso / que ella nunca me dio. // Que dejen siempre / la duda latente / en mi pensamiento”.

[7] Red. Alcántara (Cáceres, nº 43, 1951) con el título de «Aire»: «A ti te sabe a dulzón» (v. 5), que cambia un concepto abstracto por otro acorde con el verbo que emplea el poeta en el verso. PBP, TI, DC: “Si yo pudiera llenar / el espacio entre las flores / piedras, árboles y estrellas. // Si yo supiera volar / como vuela la cigüeña ……. / Ir meciéndome en el aire / sin que se mueva el azul. // Si yo pudiera volar ……. / Si yo pudiese ser luz ……. // ¡Quién pudiera ser / la oración que rezas tú!”.

[8] PBP, red. Primera antología (1961).

[9] Este subtítulo se refiere a la estatua denominada «Victoria de Samotracia» del siglo IV a. C., cuyo descubrimiento se produjo en 1863 en la isla griega de Samotracia, que está situada al norte del mar Egeo. Actualmente se expone en el museo de Louvre de París. Posiblemente la contemplación de esta bella escultura en alguna ilustración fuera lo que indujo a JDV a escribir este poema. 

[10] PBP, TI, DC: “Quién pudiera …… / besar en la frente / a la primavera. // Mañanita de abril / quién pudiera …… / cortarte un trozo y comerte / antes de que el sol saliera”.

[11] PBP sin dedicatoria, ed. Alcántara (Cáceres, nº 22, 1949) y Gévora (Badajoz, nº 1, 1952).

[12] Fernando Bravo nació en Garrovillas (Cáceres) en 1906. Fue abogado, periodista, poeta y arqueólogo en Cáceres. Amigo de JDV con el que fundó en 1945 la revista Alcántara, editó libros de poemas navideños (Navidad, 1967, Villancicos, 1970, Nabidad, Felizitación de …, 1980). Bravo mostró su aprecio a JDV dedicándole artículos como el titulado «Ese corazón al viento …» (Hoy, 22-5-88) y el poema «Fracaso» (Kylix, nº 29, 1993).  JDV le ofreció a su amigo el poema «No sé» (ver en “Y otros poemas”). Víctor Gerardo García-Camino ha editado el estudio titulado La poesía de Fernando Bravo en 1999.

[13] PBP, TI y primera estrofa semejante: “Una golondrina siega aire / y una pena un dolor. // Seca los trozos del verde / los dedos amarillos del sol. // ¿Quién columpia a las abejas? / ……………………………………… / Martillea el silencio mi reloj”. Ed. Alcántara (Cáceres, nº 9, 1947).

[14] PBP: Lleva el subtítulo de “(Después de la tormenta)”, «y las flores y los árboles reverdecen» (v. 5), «(y el ánima se destempla)» (v. 6). Ed. Alcántara (Cáceres, nº 9, 1947), aunque con el título de «Junio» posiblemente por error del autor o de la imprenta. RD: Con los cambios mínimos introducidos en este poema de El año cero, el poeta hace más patente la personificación y más espiritual la alteración que produce la tormenta en la naturaleza y en su emoción cuando pasa. Red. Primera antología (1961) y Entre la yerba… (1979).

[15] PBP: “Los surcos de los montes / son señales de llanto. // La tierra se envejece. // El cielo está muy bajo. / Caminos y más caminos, / canas del campo. // Triste resbala la siesta / del monte al llano”. RD: Tiene más calidad, porque es producto de una reelaboración del poeta y, por tanto, está más trabajada.

[16] Es el poema «Dolor» de Canciúnculas, donde no llevaba el primer verso entre exclamaciones ni iba separado por un blanco del resto. PBP con el título de “Septiembre” y el subtítulo “(Dolor)”. En estos lugares, además, el último verso dice “Y hazlo eterno”. RD: El poeta posteriormente introduce “me” para hacer la expresión más personal. Red. Primera antología (1961).

[17] PBP, TI, DC: “No esperéis árboles de mí, / que en vuestros cuerpos desnudos / grave mi nombre / (Lo escribí en un cristal / que yo empañé con mi aliento. / Salió el sol, y lloró). / Lejos, muy lejos se oye / los besos que al río cede el viento. / A mis pies el último grillo / del campo ya muerto. / Dentro de mí un absurdo / y quimérico silencio / quiere estallar, sin saber cómo, / en gritos histéricos”.

[18] PBP que lleva el subtítulo «(pena)»: “¿Por qué llora hoy el monte? / ¿Por qué llora el caminante? / ¿Por qué lloran las cosas? / ¿Por qué gimen las lanzas de los cañaverales? / ¿Por qué no hay rosas / en los rosales? // ¿Por qué lloro yo, madre?”. RD: Es una muestra más del buen trabajo de lima realizado por JDV en bastantes RO de poemas, que reelaboró porque era consciente de lo que suponía su edición en el libro donde tenía puestas sus esperanzas de poeta novel. Muchos años después, en 1993, JDV escribiría un soneto con el título de “Noviembre” dedicado a Ricardo Senabre y a su esposa Marcela (ver en “Y otros poemas”).

[19] Red. Primera antología (1961). Dos PBP, TI, DC: 1) “¡Qué nieve tan fría / está cayendo en mi alma! / ¿Qué poder me cubriría / del frío de la nevada? / …………………………… / ¡Tu última canción / el último latido / del corazón!”. 2) “Se curvaba la tarde / encerrando a las cosas. / Un espejo diabólico / imitaba las formas. // Se carece de infinito. / La curva se hace una coma / y el punto se hace una luna, / (entre dos nubes asoma). / -¿Es un árbol, una piedra, / un monstruo, es mi sombra?-. / Las nubes roban la luna. // La curva se cierra toda”. El título de este poema, que se encuentra manuscrito arriba del poema «Cántaro» de Pulsaciones, era «Diciembre (Noche)» pero luego JDV lo denominó con el subtítulo. Lleva una dedicatoria «A MMR», Manuel Molina Rodríguez, autor de la introducción de Hojas húmedas y verdes, a quien JDV deseaba agradecer el interés por su poesía.

[20] Poema de Pulsaciones, PT «Sinfonía».

[21] Este poema tiene idéntico el v. 1 y los de la estrofa final y parecidos los cuatro últimos versos de la penúltima estrofa a un poema que, con el mismo título, fue incluido en Canciúnculas y posteriormente editado en Alcántara (Cáceres, nº 20, 1949). El poema publicado en El año cero, de mayor calidad que en las ediciones anteriores, sería reeditado en ABC y Primera antología (1961).

[22] En “Y otros poemas” se incluye un poema con el título de “Barrio de San Mateo”.

[23] Poema de Canciúnculas: «Un quejido» (v. 9) y “…… El oficial / tiene una pierna de palo. / Un, dos, tres, aro, / tic, tac, tic, tac”, vv. 18-21 (suprimidos). RD: La primera variante introduce una expresión más coherente con el contenido de dos versos más abajo: «Tres suspiros» y, con la supresión, el poeta evitaba el alargamiento innecesario del poema. Red. Primera antología (1961) y Entre la yerba … (1979), donde no aparecen los vv. 16 y 17.

[24] Poema de Canciúnculas: El v. 18 es ahora los vv. 18 y 19, y los versos finales reducen los cuatro colores originales a tres, posiblemente por considerarlos excesivos. La inclusión de este poema de Canciúnculas (que no se conocía, porque el libro no se editó) en El año cero posiblemente estuvo motivada por la anotación que lleva sobre la novela de Pedro Caba en agradecimiento a las orientaciones del filósofo.

[25] Ed. Alcántara (Cáceres, nº 2, 1945) y RFF de Zarza de Alange (Badajoz, 1950).

[26] Fue un apasionado de la cultura, que participó en muchos proyectos literarios (actividades de la Económica, páginas literarias en El correo de la mañana y El noticiero extremeño, sección crítica en Gévora, dirección de la Revista de estudios extremeños). Además, escribió biografías (destaca la de Eça de Queiroz), publicó cuentos, ensayos, una novela (Amor entre ruinas) y un poemario (Ríos al mar). Mantuvo con JDV una grata relación que se materializó en el prólogo de La muerte del momento y en ensayos como «Flor natural y fuegos artificiales» (Hoy, 24-6-56).

[27] “parado” en RFF de Zarza de Alange, quizás por descuido de la imprenta teniendo en cuenta la redacción de este verso en la edición de Alcántara. Aunque también es razonable pensar que el poeta introdujo ese cambio para establecer la coherencia con el v. 2 de esta estrofa: “los dos en el mismo sitio”.

[28] APJDV, HR, el último verso dice: «de rodillas ante olivos)», que se trata de una reelaboración posterior a la edición del poema en El año cero para evitar la reiteración del v. 6.

[29] Poema de Hojas húmedas y verdes, que ahora tiene un verso más: «¡Si llego a matarme anoche!» (v. 1). Este verso añadido se trata de una decisión afortunada, porque de este modo el poeta destaca desde el principio el incumplimiento positivo de su arrebato momentáneo (en Hojas … sólo aparece por primera y única vez en el verso 13). Los vv. 6 y 7 están reelaborados pero, al contrario que la modificación anterior, quitan valor al poema porque son menos directos y sugerentes que los de Hojas … («(es una nube gris / la hoja de una navaja)»). También el v. 10 ha sufrido una modificación (ésta vez de mayor calidad, pues el poeta le imprime más lirismo): «conforta nervios el aire» en Hojas … Red. Primera antología (1961), donde el v. 1 pasa a ser el subtítulo: «Día nuevo (¡Si llego a matarme anoche!)».

[30] PBP, PT «Nota del viaje», ed. Hojas húmedas y verdes con el título de «La estación»: «Álamo: pez en arcilla. / Pájaro, ¡ay! que se pierde» (vv. 7 y 8). RD: La reelaboración evita los vocativos, que rompían la linealidad del tono enunciativo del poema. Estos versos en El año cero son producto de la fusión de los correspondientes en el PBP («Bajo un álamo / de pájaros que reverdecen») con una frase de los versos de Hojas … («que se pierden» por «que reverdecen»). Red. Gévora (Badajoz, nº 1, 1952) con el título de «La estación de ferrocarril»: «que alguien de allí se las lleve» (v. 4).

[31] Ver nota de este poema en Hojas húmedas y verdes.

[32] Poema de Pulsaciones, donde tiene el título de «El sepulturero». Ed. Corcel (Valencia, nº 2, 1942) y Mérida (septiembre 1962).

[33] PBP, ed. Hojas húmedas y verdes (1944).

[34] Poema de Hojas húmedas y verdes donde los vv. 2 y 3 (II) son más sugerentes: “y sólo quedan color … / y solo queda el olor”. Red. Primera antología (1961) y Entre la yerba … (1979).

[35] Esta expresión vuelve a aparecer en el v. 25 del poema “Las estrellas impalpables que vagan por la luz” de la RO de La esquina y el viento (ver en “Y otros poemas”).

[36] Poema de Pulsaciones, ed. Corcel (Valencia, nº 2, 1942) y Primera antología (Badajoz, Diputación Provincial, 1961).

[37] Poema de Pulsaciones, ed. Alcántara (Cáceres, nº 17, 1949). RD: Tiene el v. 3 distinto al original («Porque me ve en decadencia») y sucede un hecho curioso: El poeta le ha añadido una segunda parte, que es el poema «Carmen Romero» de Canciúnculas, con la única novedad de que le ha añadido: «¡Y OLÉ!” (v. 1).

[38] Poema de Pulsaciones, que se titula «Salida de luna», ed. Nueva España (Madrid, nº 37, 1940).

[39] Amigo de JDV que, en correspondencia a esta dedicatoria, le dedicó el poema «Soneto a Jesús Delgado Valhondo por su amable dedicatoria de El año cero» (ed. Poesía, p. 379).

[40] Poema de Pulsaciones, ed. Nueva España (Madrid, nº 37, 1940).

[41] Poema de Pulsaciones: «La tarde / conmigo va desgranando / el rosario ………..» (vv. 9-11), «de la cal, me enredé el alma / y el rezo se hizo canto» (v. 14-15). RD: Las leves alteraciones introducidas en la versión de El año cero ajustan el poema pues, por una parte, introducen un dato real en la irrealidad que vive el poeta y, por otra, le imprimen actualidad adaptando los tiempos verbales al presente y, a la vez, los hace concordar con los verbos anteriores corrigiendo así un falta de concordancia.

[42] Ed. Alcántara (Cáceres, nº 28, 1950), Primera antología (1961) y Entre la yerba … (1979).

[43] El “culantrillo” o “culandrillo” es un helecho que abunda en zonas húmedas y sombrías. Aquí JDV la usa relacionada con un pozo y también en el v. 9 del poema “El tonto del pozo” de La vara de avellano.

[44] Red. Primera antología (1961) y Entre la yerba … (1979): «(Esta noche yo dejo» (v. 3) y «Nublada yo te quiero» (v. 5). Con estos cambios, el poeta es más consecuente con el contenido de los versos anteriores.

[45] Es el poema titulado «Otro amanecer» de Hojas húmedas y verdes: «-(Sus cristales eran hojas» (v. 5). RD: El cambio de «cristales» por «pedazos» tiene el objetivo de suprimir una metáfora en un poema cuya finalidad no es estrictamente lírica. En Pulsaciones hay un poema con TI, DC.

[46] «Amanecer» es el segundo poema dedicado por JDV a este poeta y amigo, pues ya le ofreció «Amanecer en la catedral» de Hojas húmedas y verdes.

[47] Ed. op. cit.

[48] Poema de Pulsaciones, que presenta variantes en Hojas húmedas y verdes (1944): «Cerca de mí un árbol seco / me está invitando al suicidio» (vv. 5-6). RD: Con el cambio de «solo» por «seco» el poeta fija definitivamente su idea de soledad. Y con la sustitución de «incitando» por «invitando» expresa una sutil variación conceptual: El árbol seco lo arrastra al suicidio, a la nada; en cambio, el árbol solo le ofrece el suicidio como una salida liberadora a sus preocupaciones. “Meditación” también tiene variantes en Hoy (22-5-88): «En las montañas lejanas / debo tener algo mío» (vv. 3 y 4). Quizás esta alteración se debe a que el poeta creyó que los versos originales eran más plásticos que líricos, y los alteró por un contenido más personal que justifica mejor los versos finales.

[49] Poema de Pulsaciones, ed. Alcántara (Cáceres, nº 32, 1950).

[50] Félix Valverde Grimaldi (Mérida, 1897-1970) fue el decano de los poetas emeritenses, con el que JDV mantuvo contactos frecuentes mientras estuvo en Zarza de Alange y Mérida. Grimaldi dirigió en su ciudad natal el periódico Adelante y la revista Olalla, que editó seis números en 1957. También fue autor de dos libros de poemas titulados Alas de España, serie de romances con prólogo del famoso aviador García Morato (1938), y Félix. Panoramas íntimos con prólogo de Santos Díaz Santillana (1958).

[51] Poema de Pulsaciones.

[52] Red. Primera antología (1961) y Entre la yerba … (1979), donde su título es reducido a «Otoño». El poeta debió suprimir el posesivo, porque se repite varias veces en el poema que, además, termina con «mío» y establecía una rima innecesaria.

[53] RO: Ed. Alcántara (Cáceres, nº 26, 1949): “Con mis ojos por el ancho camino / contando con miradas y con besos. / Por el ancho camino de mi tacto / confusamente ciego / de ir palpando penumbras y tinieblas / en la memoria -para mi tormento- / que me queda de ti viva, segura / y muda en el cerebro. // Peregrino de mí por estas ansias / que en el pulso fatal me está latiendo / amor en la pasión y nada larga / donde pongo el deseo. // Peregrino de mí por esta vida. / Que peregrino, Dios, cuando esté muerto / sólo de Ti seré, que hacia Ti voy / en zumo de misterio. // Hoy las conchas me suenan a la orilla / del mar último y del aire primero, / al murmullo que prendió al pecado, / a castañuelas por un fondo negro, / lejano y nunca visto por los ángeles, / como seres de espejo. // (¡Y me dices, amigo, que yo soy / amante del silencio!) // Peregrino de conchas y medallas, / de Crucifijo, que se marcha lejos”. RD: Ajusta ciertos momentos que adolecen de escaso valor lírico como sucede en la estrofa final.

[54] Poeta modernista (Badajoz, 1887-1963), relojero con aficiones literarias, director de la revista Gévora (Badajoz, 1952-1961) y poeta (Mariposas azules, 1907, Lira provinciana, 1910, Medallones extremeños, 1945 y 1949). Monterrey mostró su aprecio por JDV en la dedicatoria de un “medallón” y en dos poemas («Poeta …» -ed. Poesía, p. 381- y «Carta lírica particular» -APJDV-). La estima de JDV se observa en esta dedicatoria y en el emotivo artículo titulado «Manuel Monterrey» que el poeta emeritense le dedica póstumamente (Hoy, 8-1-64).

[55] Poemas TI, DC ed. Alcántara (Cáceres, nº 9-10, 1951) y La esquina y el viento (1952).

[56] Nació en Zafra en el año 1913. Maestro, inspector de Enseñanza, crítico de arte, articulista y escritor que editó novelas (Cualquier día, 1976, El último de la conquista, 1982) y poemarios (Caireles al sol, 1951, Palabra por decir, 1982). Siguió muy de cerca la trayectoria de JDV, cuya evolución poética fue comentando en ensayos («La poesía que edifica», Hoy, 21-9-87, «Glosa de amistad», Badajoz, teatro López de Ayala, 10-12-93). JDV, en correspondencia, le dedicó el poema “Mirada de Dios” de El secreto de los árboles.

[57] Ed. Alcántara (Cáceres, nº 8, 1946), donde lleva el título de «Suspiros», Verbo (Alicante, mayo-junio 1947), donde aparece dedicado a Vicente Ramos, miembro del consejo de redacción de esta revista alicantina junto a Manuel Molina, Joan Fuster y Jesús Albí, que era su director, y Mérida (septiembre 1959).

[58] Abogado, escritor, secretario de la revista Alor, académico y activo componente del ambiente cultural de Badajoz en la década de los años 50 y 60 con quien JDV debió entrar en contacto en la II Asamblea de Escritores Extremeños. En 1951, JDV le envió La esquina y el viento y, en 1954 un libro desconocido, Hombre entre tierra y mar, para que se los editara en Alor pero no recibió respuesta.

[59] Ed. Alor (Badajoz, nº 1-2, 1950), Primera antología (1961), Boletín del militante (Badajoz, años 60), Historia y antología de la poesía española (1967), ABC (Madrid, 22-1-69 y 25-11-71), Poesía extremeña actual (II) (1978), Entre la yerba … (1979), Hoy (Badajoz, 22-5-88) y en El pozo de la comunidad (Mérida, nº 2, 1983 y en la portada de los números 11 al 23, 1985-1987).

[60] Sd. María de la Hiz Flores. Poseía tierras de labor en Aceuchal (Badajoz), donde residía durante la recolección. Fundó un museo taurino en 1948. Mahizflor era conocida en el ambiente lírico de Badajoz por sus romances taurinos.

[61] En el relato «Mi suicidio» de Yo soy el otoño (1953), JDV a través de un personaje dice: «Nací en Mérida. Pueblo que se pisa y siempre está uno lejos de él», p. 15.

[62] Ed. Alcántara (Cáceres, nº 15, 1949) y RFF de Zarza de Alange (Badajoz, septiembre de 1950). Poema TI, DC ed. Alcántara (Cáceres, nº 146, 1966): “Yo no sé si eres tierra, mujer, tierra querida, / cuando yo te descubro entre mi sangre alada, / parece que te alejas siendo raíz del cuerpo, / y a veces eres todo y a veces eres nada. // Te miro y me recreo pisándote el camino. / Abriéndome camino de cielo en la alborada. / Mirando lejanías, al pájaro profundo / que en el azul se esconde o en la estrella apagada. // Me acuesto en tu costado para oírte en mi sangre / y beberme el latido de tu dulce llamada. / No sé si tierra eres o si mujer acaso / o eres mi misma carne en el suelo acostada. // No sé ponerte nombre ni decir que te quiero / y es que posiblemente no existe la palabra / o es que tengo la duda de quedarme perdido / en la sombra de siempre o en la noche cansada. // He de buscar en dónde tu corazón se encuentra / que ya tengo en las manos una flor por azada / para cavar amor más hondo y poderoso / y me sirvas de tumba o me sirvas de amada”.

[63] Ed. RFF de Zarza de Alange (Badajoz, septiembre de 1951), donde dos espacios en blanco (después de los vv. 4 y 8) lo presentan distribuido en tres estrofas (dos de cuatro versos y una de dos versos). Poema TI, DC ed. Alcántara (Cáceres, nº 15, 1949): “Entre los juncos dormida / la voz y el tiempo. Sonoro / río que pasa, cantando / que llega. Labios recojo / sobre los labios del agua, / lúcida y tibia, sin fondo. / De una orilla a otra orilla / el agua conmigo solo. / Desnuda el agua, conmigo / desnudo de tiempo. Pongo / en su mirada la mía, / mirada donde me ahogo, / mirada de este mirar / en el mar de mi abandono, / donde los peces revueltos / llanto nadan en mis ojos”.

[64] Ed. Alcántara (Cáceres, nº 14, 1948) con el título de «A Cáceres, lejos de mí» y un blanco entre los vv. 4 y 5. En el artículo titulado «Cáceres», JDV realiza una evocación nostálgica de la ciudad de su infancia y su juventud, que ayuda a entender el contenido de este poema: «Cáceres sola y muda. Cáceres noche y caminada. Cáceres, rosario y siglo. Cáceres, esquina y sueño. Cáceres ciudad jamás terminada de vivir y recordada nostalgia».

[65] Cofundador con JDV de la revista Alcántara, que nació en Arroyo de la Luz (Cáceres, 1913). Fue maestro, escritor de cuentos y greguerías («Llamas de capuchina») y poeta (Viento amarrado, 1954, El mar cercano, 1964, Y ciento volando, 1970). En 1980 fue editada Antología de José Canal con prólogo de Víctor Gerardo García-Camino. Canal dedicó a JDV artículos («Canas de Dios en el almendro«, Alcántara, nº 168, 1972, «La vara de avellano«, Alcántara, nº 176, 1974).

[66] Poema de Hojas húmedas y verdes que, en El año cero, ha sufrido una reelaboración desafortunada. Este poema es un ejemplo de por qué Pedro Caba advirtió en varias ocasiones (una de ellas en la presentación de este libro) a JDV que tuviera cuidado con las reelaboraciones.

[67] Ed. Alcántara (Cáceres, nº 13, 1947): «-El mundo como una naranja» (v. 1) y «-La naranja, como el mundo …» (v. 5). RD: La reelaboración suprime los artículos para hacer más líricas ambas expresiones. Red. Primera antología (1961).

[68] Poema de Hojas húmedas y verdes.

[69] Red. Primera antología (1961) y Entre la yerba … (1979).

[70] El contenido irónico y crítico de este poema recuerda al titulado “Catedral” de ¿Dónde ponemos los asombros?

[71] PBP, PT «Paisaje de Castilla»: «Giraban sus aspas» (v. 5) y «ni la lanza, / ni la mirada» (vv. 7-8). RD: Las alteraciones tienen el objetivo de ajustar las expresiones afectadas. Red. Mérida (septiembre 1962).

[72] «Apunte IV» de Hojas húmedas y verdes.

[73] «Apunte VI», op. cit.

[74] “Apunte XII, op. cit.

[75] «Apunte XI», op. cit.

[76] «Apunte VII», op. cit.

[77] Red. Primera antología (1961) y Entre la yerba … (1979).

[78] Ed. Alcántara (Cáceres, nº 15, 1949) y Primera antología (1961).

[79] Escritor y crítico literario (Madrid, 1916-El Espinar, 1983). Autor de Almanaque de Literatura (1950) y de la antología Diez siglos de poesía española (Madrid, Taurus, 1959), donde incluyó poemas de JDV. Fue Premio Nacional de Literatura con su novela Tiempo pasado (1953). JDV entró en contacto con Jorge Campos a través de Pedro Caba y mantuvo con él una relación epistolar al comienzo de su trayectoria.

 

Fotografía cabecera: Acueducto romano «Los Milagros» de Mérida