Hojas húmedas y verdes
HOJAS HÚMEDAS Y VERDES [1]
INTRODUCCIÓN [2]
Al poeta hay que buscarlo en la soledad, en las «hojas húmedas y verdes» que se van desprendiendo de su corazón. Porque eso es, ante todo, el poeta de que os hablo y a quien vais a escuchar. Él os va a introducir por las sendas mágicas de la Poesía, a un jardín luminoso donde su corazón ha recogido estas «hojas». Allí está el amor, el paisaje y el sueño: la ilusión de la vida, el ideal por donde se llega al alma, y viene la emoción pura del ser y el estar en Dios. Donde el hombre abandona sus armas de lucha -azadones, plumas o fusiles- y se detiene, extático, ante la música divina que dictan las Musas.
El poeta es un hombre de la creación transido de alientos divinos que da a la humanidad. El hombre debe escuchar a los poetas si no quiere perderse, irremisiblemente, sobre la tierra y bajo de ella, haciendo de barro hasta los más puros sentimientos.
Y el hombre no quiere, ni puede perecer.
¡Escuchad la voz de los poetas que, desde los orígenes del hombre, va camino de la senda luminosa de la verdad!
Leed estas estrofas de Jesús Delgado y llenaréis un segundo de vuestra existencia de una felicidad imprecisa que algún día os explicarán las lágrimas.
Manuel Molina Rodríguez[3]
I [4] A Raimundo Rodríguez Rebollo [5]
SEMANA SANTA
Exactas, la Semana Santa miden con triángulo y compás las golondrinas, y la tarde de Abril por las colinas las cigüeñas, midiéndolas, despiden. Son ascuas las raíces, mas no impiden que cierna el olivar cenizas finas, que arrebatan las brisas vespertinas logrando que en morada sombra aniden. La primavera enciende velas largas cuya almena de luz son las estrellas que en la noche temblando se retrasan. Son semilla las lágrimas amargas esperando que alguno beba en ellas el dolor de los Cristos que aquí pasan.
DÍA NUEVO [6]
Todavía tiene el cielo una luna limpia y clara cuando un ruido de colmena empieza a mover las casas, (es una nube gris la hoja de una navaja). Mientras los dedos de Dios están secando mis lágrimas, conforta nervios el aire fresco de la madrugada. (El sol pasará muy pronto de ser azahar a naranja). ¡Si llego a matarme anoche! Si llego a matarme anoche hoy no respiro esta alba que sabe a fruta madura, que sabe a fresca manzana.
MAÑANA VIEJA [7]
Tienen los cuatro rincones olor a sangre del agua. Las paredes se desprenden de las sombras que guardaban. Lágrimas tienen los hilos rotos de las telarañas. La piel del polvo en aguja ha cosido la mañana. Yo venía a liberarte, a mirarte cara a cara, y estás que da pena verte de seca, de ácida y pálida. ¡Parece, Señor, mentira que envejezca una mañana! Todo el aire está arrugado y el tiempo lleno de canas.
CASTILLO [8]
Bien se peina ¡bien! el aire en tus almenas llenas de tiempo ceniciento y aburrido. Por pudrirse algo, hoy se pudre la hiedra en la piel de tu piedra hecha castillo. Yo palpo y veo que tu sangre es toda arena, que te molestan los cantos de los grillos y hasta el volar de los pájaros te pesa. Dime: ¿qué piensa, ¡qué piensa! tu esqueleto de vientos huecos, de esquinas y de gritos? -Qué alto ¡qué alto! ¡¡qué alto!! ¡¡¡qué alto se ve el cielo!!! Y qué bajo los calabozos vacíos con las apagadas lámparas de los murciélagos.
A LA ORILLA DEL MAR [9]
Van de la mano cogidas cejas volando al azar. (¡Si las sardinas volaran qué tremendas puñaladas tendría que sufrir la tarde!) Tienen todas las esquinas marineritos de sal. (¡Hermosa y linda está el agua con sus banderas de pinos y puntillas en la enagua!) Lamen los gatos la luna en los tejados del mar. (¡Temprana luna de enero quién te pudiera besar en el claro azul del cielo!) Filtran las puertas mujeres de piedra, escamas y cal.
LA ESTACIÓN [10]
La estación bajo un álamo de cantos que reverdecen, tiene tres niñas que esperan que alguien de ayer se las lleve. Arrastra un tren las miradas de las tres hijas del jefe. Álamo: pez en arcilla. Pájaro, ¡ay! que se pierde. La canariera amarilla se torna de color verde.
PASEO [11]
Por la carretera abajo, empujados por la tarde, el alcalde y su señora, gorda y fría, con cuatro niños delante.
DOLOR [12]
Me está doliendo la primavera, el verde del ciprés y el reloj de pulsera. Me está doliendo el tiempo en las primeras canas de la cabeza. Como una compañera fuerte me aprieta del brazo una cinta negra.
MEDITACIÓN [13]
Un ciprés se saca punta en el airecillo frío. A las montañas lejanas alguien da con difumino. Cerca de mí un árbol seco me está invitando al suicidio.
AMANECER EN LA CATEDRAL [14]
A M. Gutiérrez de la Fuente[15]
Anhelante de color rompe el alba las vidrieras de la catedral. Un son de campanas matinales -espuma de luz- entró. El retablo es todo el cielo dentro del pecho de Dios. (En el patio los naranjos coronábanse de sol).
OTRO AMANECER [16]
Estás dentro de la luna mañana de primavera. Te respiro verde y fría. ¡Rompe la esfera del día! -(Sus cristales eran hojas blancas, verdes, amarillas, azules, violetas, rojas).
LA VENTA [17]
I
Árbol, colina, canción … El campo da a luz las ventas con el calor de las siestas cuando se seca el dolor. ¡La ventera es lo mejor! Húmeda de olor a cienos, flores de trapo los senos, pasea su condición.
II
Se van deshojando eras y sólo quedan color … y solo queda el olor a bestia de la ventera.
III Todos somos carreteros lamidos por los caminos, labradores, campesinos, hombres ceros.
APUNTES
A Pedro Caba[18]
I
Exhalan los hormigueros de la franciscana tierra cansancio de jornaleros. Un solo árbol, consuelo de la gran pasión del campo.[19] ¡Qué sed de sombra en el suelo! Lejos, muy lejos, las manos. Cerca los ojos del cielo.
II
Paisajes que desvanecen figuras que yo quería y huesos de trigos cuecen. Cuando yo vuelva otro día, si tus plantas reverdecen, apaga esta sed tan mía.
III
La paloma; picoteando entre niños, sirviéndole de doncella, paseando su aire curvilíneo por la acera.
IV [20]
Un toro cerca de todo; todo es el toro en la siesta. Mi cuerpo lleno de lodo. Gritan: ¡Despierta! ¡¡Despierta!! Y yo sueño, sueño, sueño … y el alma cierra la puerta.
V
Los brazos crecen; mi anhelo quiere beberse la albura que va delante del vuelo. Los pies se quedan; y yo ardo como árbol seco. -¿La altura? La altura aquí te la guardo.
VI [21]
La perdiz está temblando estando ya disecada, que plumas de gavilán tiene el plumero del guarda. ¡También disecado yo! … Y con plumero de cuervos me limpian el corazón.
VII [22]
A caramelos de cera saben las nubes del cielo. La flor despidió el sabor y ahora sabe a terciopelo. Y yo me gusto a mí mismo seco y simple, cano y muerto.
VIII
Hacinadas calaveras que sólo a morder aciertan en el mar de sus maderas. Cuando creo que están quietas de serenidad ambiciosas, por las órbitas despiertan las arañas silenciosas.
IX
Con golondrinas cerradas en azul y corazón, en los hilos del telégrafo escribe música Dios.[23]
X
A los verdes [24]
El olor de verde seco en el heno conmovido y verde oscuro en el eco. Y verde claro en el llanto de la cabeza del pueblo dormida en el camposanto.
XI [25]
Una noche que cavé su sepultura, entre un rosario de huesos que iba dorando la luna me quedé todos sus besos.
XII [26]
Con una guitarra atada al cuello por esas calles de Dios ¿dónde vas? -No lo sé, soy ciego y he perdido el corazón.
XIII
Abril juega con mis ojos como juega con los pinos. La tierra se está sorbiendo poco a poco los sentidos. Agujeros de guitarras sembrados, nacen oídos. Cierra ya la casa araña que yo estoy dentro y dormido.
XIV
El campo esperaba al día en mi misma pulsación. Sonaba fuerte, sonaba en mis sienes asustadas la llamada del paisaje que nacía. ¡Qué loco está el corazón! Si no es … si no es nada; si eran galgos que corrían delante del cazador. (Y ella escondida reía).
II
A Eugenio Frutos Cortés [27]
FECUNDIDAD [28]
La noche entre los frutos se estremece, la tierra misteriosa abre su mano y abre la tierra porque la obra empiece un vientre sensitivo por humano. Una nube se quiere hacer gusano, el aire todo negro bulle y crece y se extiende gozoso por el llano derrumbando a la sombra que perece. Es íntimo el olor que lleva el río, el color de las flores, el ramaje, entre un temblor de hojas en el frío. El fruto desenreda aquel encaje y cae sobre la hierba[29] con tal brío que entierra tras de sí todo el paisaje.
ÁRBOL NUEVO [30]
Como ser asustado que se pierde brota sencillo entre la parda tierra, probando a pleno sol si es bueno el verde para el paisaje duro de la sierra. Piensa el lagarto (y al pensar se pierde) donde la sombra sin nacer se encierra. El árbol nuevo, alegre, el suelo muerde y a la vida con ímpetu se aferra. Ante el temor del daño, ¡qué andaderas de niño le colocan! Él se agarra, intenta dar un paso y todo en vano. ¡Está el campo tan cerca! si pudieras … Pero su raíz como una enorme garra le sujeta en esfuerzo sobrehumano.
ÁRBOL VIEJO [31]
Árbol viejo circunda la mañana dentro de la hora en que el amor se enfría (y se moja el dolor en agonía) para ser esqueleto de campana. Curvas y rectas, en la sombra fría, por el suelo se arrastran con desgana, sin cesar alargando muerte vana, en la sed sin color que vence al día. Es campesino que ha quedado loco y reclama un paisaje que le cuadre a las ramas viviendo en el barroco. No viene un perro amargo que le ladre al deslizar cabellos poco a poco y quedar convertido en un buen padre.
LA MANZANA [32]
He mordido en la manzana la lluvia fresca, mi cuerpo y una fuerte mañana. Tiene un sabor de un ayer amargo, ácido y grana, y tierno olor a mujer[33]. Suena como en el caracol una conversación eterna, una conversación … -Adán, toma … Adán, prueba … ¡Gózame! ¿No ves que soy fruta madura, que soy Eva? (Ahora puedo explicarme por qué entre la ropa blanca -tesoro de campo y aire- has guardado una manzana para perfumar tu carne).
EL MEMBRILLO [34]
El espejo nevado; tu pañuelo. El barroco hecho espuma; tu pañuelo. Donde tus dedos escriben tus dedos. Ya viene volando el día en que secará tus lágrimas y estará la alcoba fría. Y otro día, allá en el fondo del arca se habrá quedado amarillo. (Tu pañuelo que fue de alba ha madurado en membrillo).[35] |
NOTAS
[1] A finales de 1942, JDV contacta con la revista Intimidad poética de Alicante y publica poemas en varios números. A mediados de 1944, Leila, Colección de Poesía de la revista alicantina, le publica Hojas húmedas y verdes, que se convierte en el primer libro de poemas editado por «Jesús Delgado». El título es una metáfora que define los poemas del libro como hojas lustrosas de un árbol joven que rebosa vida. Hojas … es una selección antológica de poemas de Canciúnculas, Pulsaciones y de su borrador más varios poemas nuevos. Su edición se realizó en formato reducido (sólo mide 15´2 X 10´3 y tiene 28 páginas) con una presentación atractiva, pero JDV se disgustó porque contenía erratas. Como a pesar de esto, Aleixandre opinó que era un buen poeta, se anima y centra su atención en la poesía del autor de Ámbito (1924-1927), Espada como labios (1930-1931) y La destrucción o el amor (1932-1933), cuya influencia se detecta en Un árbol solo a través de Historia del corazón (1945-1953).
[2] En el original, la página anterior a la introducción contiene el siguiente anuncio: «DEL MISMO AUTOR / AÑO CERO». Este dato indica que, a pesar de los deseos que por estas fechas tenía JDV de publicar su «libro grande», terminado en 1939, tendría que esperar seis años para verlo editado en 1950.
[3] Poeta, que editó libros como el titulado Otoño adolescente, y alentador de interesantes proyectos editoriales como las revistas alicantinas Verbo e Intimidad poética y su Col. Leila. Manuel Molina, que era el benjamín del grupo poético de Orihuela, ya conocía por Corcel la poesía de JDV y le dedicó el poema «Preludio». JDV, agradecido, le ofreció el poema «Noche» (ver en nota del poema “Diciembre” de El año cero).
[4] El libro se divide en dos partes descompensadas (primera, 12 poemas y 14 «Apuntes» y segunda, cinco poemas), aunque goza de un equilibrio estructural basado en la simetría: Parte inicial.- Un soneto, dos poemas con títulos formados por sustantivos semejantes (día-mañana) y adjetivos opuestos (nuevo/vieja) y dos poemas dedicados a elementos del paisaje («Castillo» y «A la orilla del mar»). Parte central.- Siete poemas y catorce «Apuntes». Parte final.-Un soneto, dos poemas con títulos formados por sustantivos semejantes (árbol-árbol) y adjetivos opuestos (nuevo/viejo) y dos poemas dedicados a elementos del paisaje («La manzana» y «El membrillo»).
[5] Catedrático de Física y Química y profesor en el Instituto Nacional de Enseñanza Media El Brocense de Cáceres. Era de ideas republicanas y había estudiado en la Institución Libre de Enseñanza. JDV entabló amistad con él en la tertulia que se celebraba en la farmacia de su hermano Juan.
[6] Ed. Corcel (1942) y El año cero (1950): «(¡Si llego a matarme anoche!…)» (v. 1). «(Veo aquella nube gris / como hoja de navaja)» (vv. 6-7) y «se me ciñe dulce el viento» (v. 10). La primera variante sitúa en un lugar preferente la idea central del poema y las restantes ajustan expresiones con las que el poeta no había quedado conforme. Red. Primera antología (1961) donde el v. 1 es el subtítulo: «Día nuevo (¡Si llego a matarme anoche!)».
[7] RO, PBP: “Tienen los rincones / olor a sangre del agua. // Las paredes se deshacen / en sudor y en lágrimas. // Gotean de los hilos / rotos de las telarañas / piel de polvo / y agujas de la mañana. // De la mañana aquella / que yo cerré mi casa. // Ahora venía a liberarte / como a princesa encantada / y te encuentro que da pena / el mirarte cara a cara. // ¡Parece, Señor, mentira / que envejezca tanto una mañana. / Todo el aire está arrugado / y al tiempo le salió canas!”. RD: Los ajustes dotan al poema de una mayor calidad. Yo soy el otoño (1953) contiene el relato «Mañana vieja», que ayuda a entender el contenido de este poema: “La mañana vieja que él había encerrado en el cuarto iba a liberarse. Abrió, y entró un aire nuevo, algo metálico, sonoro, de bullicio de campo con pájaros en celo», pp. 11 y 12.
[8] PBP, RO: “Se peina el aire en tus almenas / llenas de tiempo aburrido. / Por pudrírsete algo, se te pudre la hiedra / en la piel de tu piedra hecha castillo. // Casi no te queda en pie más que la arena. / Te molesta el canto de los grillos / y el volar de los pájaros te pesa. // Dime, qué piensa tu esqueleto, / esqueleto de esquinas y de gritos, // -¡Qué alto! ¡¡qué alto!! ¡¡¡qué alto se ve el cielo!!! // (¡Y qué bajo los calabozos vacíos / con las apagadas lámparas / de los murciélagos!)”. RD: Supone otro ejemplo del trabajo de lima realizado por el poeta, que muestra una gran responsabilidad en el momento de decidirse a publicar su primer libro.
[9] PBP. Red. El año cero (1950).
[10] PBP, PT «Nota del viaje»: «… que se las lleven» (v. 4) y los vv. 3 y 4 tienen puntos suspensivos para alargar los deseos de infinito del poeta. RD: Fueron suprimidos, porque al adecuar el v. 4, que tenía cinco sílabas, con los restantes versos de la estrofa, que contaban con ocho, se hacían innecesarios. En PBP: «Bajo un álamo / de pájaros que reverdecen» (vv. 7-8). RD: Fueron reelaborados para adecuarlos a la medida del resto de los versos. Red. El año cero con el título de «Estación de ferrocarril» y en Gévora (Badajoz, nº 1, 1952) con la denominación de «La estación de ferrocarril»: «Bajo un álamo, / de pájaros que se pierden,» (vv. 7-8) y en Gévora también el v. 4: «que alguien de allí se las lleve». El objetivo de estos cambios es ajustar la expresión con más certeza. JDV explica el origen de este poema en su artículo «La estación de mi pueblo» (Hoy, 26-12-82).
[11] Ed. Corcel (1942), El año cero, Primera antología (1961), Historia y antología de la poesía española (1967), Poesía extremeña actual (II) (1978) y Entre la yerba … (1979). Este poema supone otro ejemplo de poesía esencial pues, según el mismo JDV, el original tenía varias decenas de versos y, finalmente, lo redujo a la pura esencia que encierran estos cinco versos.
[12] PBP, donde al título definitivo le preceden otros dos que fueron tachados por el poeta: «Dolor de primavera» y «Luto en primavera”. En Hojas Húmedas y verdes es editado con el v. 6 suprimido: «(me está doliendo un secreto)» para conseguir mayor poder de sugerencia. Los dos versos finales son parecidos a los correspondientes del poema “Luto”: “y una cinta negra / que me aprieta en el brazo”, transcrito en “Y otros poemas”.
[13] Poema de Pulsaciones que en la RO tenía veinte versos y el poeta lo sintetizó en seis. Ed. Corcel (1942), El año cero (1950), Primera antología (1961), Historia y antología de la poesía española (1967), Entre la yerba … (1979) y Hoy (22-5-88) con los dos versos últimos reelaborados («Cerca de mí un árbol solo / me está incitando al suicidio») por la razón apuntada en la nota correspondiente del poema en el libro anterior.
[14] PMA, VCC junto a «Mi pie desnudo», «Alba» y «Sonrisa», transcritos en “Y otros poemas”. «Amanecer en la catedral» fue editado en Intimidad poética (1943) y reeditado en El año cero (1950) tal como está en el original.
[15] En la edición de Intimidad poética, donde aparece junto al poema «Otro amanecer», la dedicatoria dice: «Estas dos florecillas de mi huerto, para Manuel Gutiérrez de la Fuente, en prueba de una amistad que nace eterna». Red. El año cero (1950). Este amigo de JDV era un poeta al que la Colección Leila editó dos libros: Aldea suntuosa y Canciones. En El año cero, JDV le dedicará el poema «Amanecer» y Gutiérrez en correspondencia le ofrece «Poema de la tierra y sus brazos» (ed. Poesía, p. 377) y el titulado «Historia y balance» (Alcántara, nº 194, 1979).
[16] Red. El año cero (1950) con el título de «Amanecer» y «sus pedazos eran hojas» (v. 5), que viene a traducir la metáfora convirtiendo en más real lo que dice el poeta.
[17] Red. El año cero (1950), Primera antología (1961) y Entre la yerba … (1979).
[18] Esta dedicatoria va dirigida a Caba seguramente por el sentido filosófico que contienen los «Apuntes» y también con el fin de buscar su benevolencia cuando conociera la edición, pues JDV no lo informó para evitar críticas desalentadoras y el retraso de la publicación. La reacción del filósofo fue de sorpresa y de enfado, pues no le gustaron la presentación ni las erratas ni la redacción de los dos últimos versos del poema «Meditación».
[19] Este verso y el anterior son los dos últimos del poema «Castilla en siesta» de Canciúnculas.
[20] Red. El año cero con el título de «Sueño I».
[21] op. cit. «Sueño II».
[22] op. cit. «Sueño V».
[23] Con los dos últimos versos, JDV sintetizó los siete últimos de la RO del poema «Viaje en tren» de Canciúnculas.
[24] JDV siempre mostró unos sentimientos ecologistas que lo llevaron a denunciar los ataques que sufría el paisaje en artículos como «Una lección» (Hoy, 10-7-60) y «Después de las encinas» (Hoy, 12-8-76).
[25] Red. El año cero con el título de «Sueño IV».
[26] op. cit. «Sueño III». Es la primera parte (titulada «Amor») de «Tres instantes», primer poema de Canciúnculas.
[27] JDV tampoco informó a Frutos de que iba a editar Hojas húmedas y verdes pues, como en el caso de Caba, no quiso arriesgarse a recibir una crítica negativa. Es posible, por tanto, que con esta dedicatoria, aparte de querer expresarle agradecimiento por sus orientaciones, JDV también buscara su comprensión para cuando conociera la edición del libro.
[28] Ed. Garcilaso (1944), RO de La esquina y el viento (1952), donde el v. 3 cambia “la” por “su” para hacer la expresión más personal, Hoy (2-9-53) y Gévora (nº 37, 1955).
[29] CMA, APJDV: «yerba», palabra que le gustaba a JDV por considerarla más auténtica. Años más tarde así la incluiría en el título de su tercera antología, Entre la yerba … (1979).
[30] Este poema fue más tarde incluido por JDV en la RO de La esquina y el viento con la dedicatoria “A mi hijo José María”. José María Delgado Rodríguez es el primer hijo de JDV, nacido en 1937, policía y profesor de Derecho Penal en la UNED de Mérida. JDV se casó en primeras nupcias el 4 de abril de 1936 con María Rodríguez Domínguez, que murió en Mérida el 3-12-64. De este matrimonio nacieron también Fernando (1939) y Gloria (1949). Este poema fue excluido de la RD de La esquina y el viento, quizás por estar editado aquí. Red. La voz del bosque, Badajoz, Consejería de Agricultura, 2001.
[31] Red. op. cit.
[32] Red. El año cero, donde presenta una redacción distinta y de peor calidad (sólo son idénticos los versos 1, 13, 14, 16 y 17).
[33] El protagonista del relato «Manzanas» de Ayer y ahora (1978) narra una historia y en un momento determinado cuenta algo que sirve para entender mejor este poema: «Olía aquella chica a manzanas. Quizá su ropa había estado entre manzanas. Posiblemente había comido manzanas. Su carne debía saber a manzanas. Como la de Eva. Fueron calle arriba. Cada vez más arriba. […] Javier la besó en el portal. Hasta los labios parecían saberle a manzanas. Hasta el aliento le olía a manzanas», p. 109.
[34] Red. El año cero (1950).
[35] El artículo de JDV «El pañuelo» explica el origen de «La manzana» y «El membrillo»: «Pañuelos dormidos en el fondo del arca; recuerdos muriendo constantemente, o robando aroma al membrillo o a la manzana, a lo vegetal femenino. Acaso como el pañuelo que descubrió el poeta en el fondo de un arca convertido por el tiempo en fruto amarillo y mágico de rincón» (Hoy, 12-1-61). En «El retrato» de Cuentos y narraciones (1975), JDV describe el lugar donde sucede la narración y dice: «Los muebles están colocados a su modo. Una cómoda con seis cajones. Cuando se abre un cajón despide un olor a ropa de arca, a membrillos y manzanas», p. 9.
Fotografía cabecera: Presa romana del embalse de Cornalvo