La esquina y el viento
LA ESQUINA Y EL VIENTO [1]
[PRÓLOGO [2]
«La poesía personal de Jesús Delgado Valhondo»
Hubiera podido escribir «existencial» en vez de «personal», siguiendo la corriente de moda. Pero no lo he hecho, en primer lugar, porque la moda ha trivializado la palabra limándole sus aristas más significativas, como a un canto rodado, y desposeyéndola, así, de su más honda resonancia; y, en segundo, porque, como sostiene Heidegger, toda poesía auténtica es existencial, en cuanto testimonia y funda el ser en la experiencia concreta de un hombre entero y en cuanto descubre, a esta luz del ser, al existente que yace, hosco y extraño, en las tinieblas de la tierra.
Pero es claro que si toda poesía auténtica es existencial, este calificativo servirá para unir y no para diferenciar, y lo que yo quisiera es, justamente, destacar lo que tiene la poesía de Jesús Delgado de intramuradamente personal, de cosa suya, cocida en su sangre y expresada en el esguince particular de su figura y de su gesto. Esta isleña significación no la torna hermética, como una isla no es, ya de antemano y por serlo, inabordable. Pero la hace individual y sorprendente.
El mismo título del libro ya lo es. Ya tiene ese giro de cosa tornada, de revuelo en torno a una arista, de agudeza penetrante y destaca contra la embestida de lo informe: «La esquina y el viento».
El libro aparece dividido en cuatro partes, pero nada afecta tal división a su unidad esencial. La temática no difiere de unas partes a otras y se centra siempre sobre este existir del ser y esa huida del ser en el ámbito de existente concreto. Cierto que esta temática es «existencialista», en el sentido lato y general de la palabra, pero no por vinculación a ningún existencialismo extemporáneo, sino porque la experiencia individual del poeta y el aire de nuestro tiempo hacen vivir y respirar estos problemas. Las dos primeras partes apenas si tienen otra diferencia que la métrica, de metros cortos, predominantemente en la primera, y largos en la segunda. La tercera tiene como temática externa la experiencia escolar que el autor vive, y donde la escuela se desrealiza -o se realiza más profundamente- en el ámbito de la poesía. En la cuarta parte, el tema de Dios, que ha sido motivo constante a lo largo de los otros, se queda solo, dando, su alto tono final y subrayando cuál es la fuente suprema de esta poesía. El tema religioso adopta dos modalidades: la ingenua del villancico y la canción, y la angustiada de un hombre que vive cara a cara consigo mismo, en la más impresionante autenticidad, y cercado por los embates de nuestra época.
Lo sorprendente proviene de la intromisión de las experiencias cotidianas en medio de un tono lírico elevado. Dos ejemplos bastarán:
En la madrugada está no sé qué luz de llamada, sueño en el alma, arrastrada con lata al rabo, a ladrar. |
La estampa desgarrada, de pueblo, que evoca al perro ladrando y arrastrando la lata estruendosa, rompe el suave llanto lírico, dándole una consistencia real y humana que no lo rebaja en modo alguno. En otro lugar escribe:
En la escuela un niño pinta a Dios con barba y flequillo -dos riñen, tiran la tinta-, Dios es abuelo. Un chiquillo pone en la nieve una cinta de orín caliente, amarillo. |
Esta profunda humanidad, que alienta en los versos, es lo que trae a esta poesía los temas del existencialismo actual. El dolor y la angustia son motivos constantes. ¡Ese dolor «más viejo» que el mismo poeta! ¡Simiente de melancolía, nube que se quiere hacer gusano, que roza el vientre de la tierra!
Cuando apenas siete años sostenía sólo dolor y podredumbre ahogaba mi despertar doliente a la alegría. |
El «Árbol nuevo» es visto como ser angustiado que se pierde en la tierra parda. La propia sombra es una «amarga bruma», un «insoportable compañero muerto». Todo el poema «Oración» es expresión de esta angustia:
Señor, la muerte implacable, (la muerte) ¿No comprendes, Dios mío, que me da miedo la tierra? La oscuridad de la tierra, el gusano que roe la flor que no veré, la luz y la belleza de este mundo tan abierto, tan ancho, tan pleno. ¿No ves la angustia de mi corazón sufrido? |
El tema de la muerte como generadora de angustia, que aquí se explicita, va implícito en otros poemas, pero acaso en ninguno de modo tan impresionante como en los «sonetos octosílabos», de tema escolar, «Pasa un entierro por la puerta de la escuela» y «Primer día de clase del niño huérfano». La presencia impresionante del cadáver, que impone su frialdad de cosa mineralizada, se logra plenamente al final del primer soneto:
Frío y yerto el cadáver es montaña que se nos mete en la escuela llenando todo de muerto. |
En el desvelo de la vida, la muerte angustiadora puede ser, sin embargo, un reposo:
Ya sé quién eres, conozco esa manera de abrir de par en par mi cansancio, muerte que vienes al fin. |
Esta poesía humanísima, ni endiosa al hombre ni le cosifica. Le trae palpitante, con sus dudas, sus caídas, sus goces y sus esperanzas. A veces un vacío desolador:
La tarde me está robando y tierra de tierra quedo … ………………………………… Se van apagando nubes, pisa la noche mi cuerpo, y yo no sé de mí nada sino que me estoy muriendo. …………………………………….. La tarde lleva algo mío, segado, que yo no veo; yo noto que estoy vacío como los árboles huecos, que hasta Dios quiere escapárseme vacilante de secretos. Frente a este vacío, la plenitud de la fecundidad: La noche entre los frutos se estremece, la tierra misteriosa abre su mano y abre la tierra porque la obra empiece un vientre sensitivo por humano. y también la alegría del canto ingenuo de los villancicos: Alba a caballo, que a diciembre le salen flores de mayo. |
Y, más profundamente, el contraste entre el Dios de la infancia -tan claramente ofrecido- y la nebulosa fe del hombre. Pero Dios va dentro del poeta; es «historia y sangre de sus años». El último canto es la alabanza del amor en la gloria divina del día, con su ambigüedad de placer y angustia:
Siento -amor- los almendros empapados de flores tus cabellos de sombra en mi trigal de carne. Siento -amor- los secretos presagiando la angustia. …………………………………………………………………… Yo por el aire limpio, tú por las aguas puras, yo por el mundo mío, tú por la forma pálida, donde Dios encendía el alma del cadáver, invisible tan sólo al perro que madruga. Y Dios besando todo para lucir su día. |
La presencia de Dios en el mundo se trasmuta en la vivencia del paisaje. El poeta vive en un medio rural donde el agreste paisaje es la voz más reveladora:
Tu blanco sueño he visto entre las cumbres de montañas y de árboles y piedras … |
Estos elementos del paisaje son la elocuencia de Verbo para el poeta, con los seres vivos elementales, y, especialmente, los niños, Dios. El paisaje y el corazón del poeta viven en la comunidad de la creación.
Eugenio Frutos (octubre de 1949)]
I [3]
A mi hermano[4]
DESPUÉS DE LA TORMENTA [5]
A Eugenio Frutos[6]
Hemos nacido nuevamente por el paisaje que nos alza en resurgir de bautizados con la raíz de la palabra.[7] Ya gozamos el agua pura en la copa de la alborada y el aire limpio y luminoso abre a los ojos nuevas páginas. Llovida yerba sueña trémula júbilo y beso en cada lágrima: yo soy el árbol que regresa del huracán a la esperanza.
MADRUGADA [8]
Sí, la madrugada ya. Ya vino la madrugada no sé de dónde sacada ni de qué fondo de mar. Que si el caballo se va y el gallo tiene alborada[9] entre la yerba pisada queda noche por pisar.[10] En la madrugada está, no sé qué luz de llamada, sueño en el alma arrastrada, con lata al rabo, a ladrar. Aliento de mi cristal, mi frío de madrugada, (secreto de mi verdad la dulce espina clavada), viene haciéndome llorar.
LOS AÑOS [11]
«Gastamos más que gano -le digo al compañero que llevo recogido entre la espalda y pecho- y no es posible, ¿sabes?, que pueda sostenerlo». «¡Que gastamos los años!, años que yo no tengo».
EL ESPACIO [12]
No tanto espacio, no. (Estoy cansado). Me sobra ya dolor. La muerte del espacio es cuando no sea yo y esté todo en mis brazos. No tanto espacio, no, me sobra con las manos para mi corazón.
VELÁNDOME SUEÑOS [13]
Ya sé quién eres, conozco esa manera de abrir de par en par mi cansancio muerte que vienes, al fin. ¿Que no hay nada, sólo polvo, delante y detrás de mí …? ¿Que sólo sueños y sueños …? ¡Y yo sin poder dormir!
SILENCIO DE MONTE [14]
A José Hierro[15]
Más que las rocas y el cielo, más que polvo de camino, sobre mis hombros y tiempo, dueles, silencio viejísimo. Más que la sombra y la llama, más que viento bajo y frío, pesas, silencio de monte, en el alma donde vivo. Silencio de cal y canto, losa que tapa el abismo donde apretado de sangre mi corazón ha caído.
ENCINAS Y OLIVOS
La luna deja cadáveres justos de color. La sombra limita. Alguien me nombra dentro de los encinares.[16] Pero, están los olivares más allá. Jesús tenía las manos blancas y frías.[17] ¿Cara o cruz?: ¡Moneda al aire![18]
MOMENTO [19]
A Víctor F.-Corugedo[20]
Canta la luz su alegría … Vena rota en la que siento mi despertar soñoliento, cumbre y cruz de serranía. La flor, mi melancolía; hoja de acero, mi aliento. Espada y flor por el viento de la madrugada fría. Vuela el corazón sediento al tiempo, a beber el día, y se llena el alma mía a rebosar del momento.
ATARDECER [21]
A Ramón González-Alegre Bálgoma[22]
I
La tarde, fruta rendida, como yo entre noche y sueño, me está dorando los ojos con soplos de cementerio. La tarde me está robando y tierra de tierra quedo, que yo no puedo marcharme, yo no puedo …, en la sangre años mirando tan hundidos, tan inciertos, que temblando estoy y no sé, y yo no sé por qué tiemblo. Se van apagando nubes, pisa la noche mi cuerpo y yo no sé de mí nada sino que me estoy muriendo.
II
Se están cayendo los ángeles, naranjas hechas de viento, y una sed de queja ronda lo que me queda de eterno. La tarde lleva algo mío, segado, que yo no veo; yo noto que estoy vacío como los árboles huecos, que hasta Dios quiere escapárseme vacilante de secretos. La tarde lleva algo mío que con ella va cayendo -hundiéndose va en su frío- descaradamente muerto.
NOCHE [23]
A Leocadio Mejías[24]
Tristeza pace alegría y alma mi carne viviente. Yo si voy a ser simiente … seré de melancolía. Que tengo la mano fría y el corazón que me siente. ¿Qué clase, yo, de simiente sino de melancolía? Esta noche eterna y mía, bajo la entraña latente, quiere echarme hecho simiente sólo de melancolía. ¡Que venga, que venga el día![25]
MI SOMBRA [26]
A Antonio Rodríguez-Moñino[27]
Del despacho a la alcoba, sólo espuma de mar y de distancia donde vierto la intranquila fragancia que me suma. De la alcoba al despacho, siempre incierto, arrastrando mi sombra, amarga bruma, insoportable compañero muerto.
CANCIONES [28]
I
El corazón viene y va desde las cosas a mí como barquito en el mar.
I
El recuerdo para ti puñado de corazón de sangre para vivir.
III (No era un cementerio, no. Érase un cielo de otoño que me lo soñaba yo).
NANA DE LA NIÑA TONTA [29]
¿Dónde estará mi hermanita para que le arrulle yo? ¡Ay, que no! Que tengo que irme volando a dormir al Niño-Dios. Ea, ea, ea … mi canción … Entre la mula y la vaca la carne tierna hecha flor. (Caperucita y el lobo, los enanitos y yo). Ea, ea, ea … ¡Ay, que no! Tengo a mi hermana llorando, bruja de mi corazón.
CANCIÓN DE NAVIDAD DEL HIJO PRÓDIGO [30]
Tan cerca a Dios lo tenemos que si se duerme, mejor, el sueño le velaremos. Si se despierta, mejor, así los ojos le vemos y se nos quema el dolor.
HA NEVADO [31]
A Pedro de Lorenzo[32]
Sobre mi frente el cristal; detrás, abierta mañana que tiene dentro una cana de Dios, la nieve y la cal. Está goteando sal tardía luna serrana y una niña en la ventana se sueña ser mineral. En la escuela un niño pinta a Dios con barba y flequillo -dos riñen, tiran la tinta-. Dios es abuelo. Un chiquillo pone en la nieve una cinta de orín caliente, amarillo.
EL MAESTRO EN VEZ DE EXPLICAR LAS MINAS SUEÑA EN VOZ ALTA [33]
Pozos vacíos de ángeles rebosan jugos de sombra, humedad, sudor de voces, evocación de las cosas. Mineral dormido en soles plegaria de luz se torna; ojos ciegos encerrando, en su mina, la memoria.[34] Queman dioses el espíritu: carbón del alma. Palomas, las cenizas aventadas …, mañana, sueños, aromas. Minero: la mina mía está oscura y melancólica, ¡qué noche sin ser de noche goteándome las horas! Minero: tengo en el alma angustias de minas hondas, yo soy muy poco y yo soy[35] minero de Dios a solas.
ORACIÓN [36]
¡Buenos días, Señor, porque te quiero y has hecho que despierte tan temprano! Buenos días, Señor, aunque por simple no merezca este día ser nombrado. Buenos días, Señor, a ti el primero que eres historia y sangre de mis años.
ORACIÓN DEL ENFERMO [37]
A Arturo Benet [38]
¡Señor! ¡Dios mío! Tengo miedo y no me colma tu esperanza, me sujeto cobardemente a la tierra que nos separa;[39] acorralado por la vida entre la pared y la espada, en las vigilias y en los sueños, en tu misterio que me llaga. Ya sé que un día moriremos que tú si quieres nos alcanzas en todo instante, tienes manos llenas de luz que nos abrazan. Tiempo sobra para sentarnos eternamente cara a cara, deja en suspenso esa tu voz que me reclama. Mira el paisaje de mi vida donde miserias atenazan. Palpa este campo que me espera y escucha atento mis palabras. Todos los días son iguales y son iguales nuestras ansias, pero no importa, yo deseo ir tramo a tramo por tu escala. Ir recordando con amigos, gritar del tiempo sobre canas, ver cómo crece mi familia, sentir amor bajo mis alas. Espera un poco, partiremos, espera un poco que mañana … Que yo, Dios mío, sólo pido un rato más en la jornada.
II
A Enrique Pérez-Comendador A Magdalena Leroux [40]
ANGUSTIA [41]
De tanto ser, angustia: por tanta ansia de día entrañando la noche en existencias íntimas. Entre olvidos pisados y las frases perdidas el asco que me duele brutal bajo la risa. De tanta angustia soy el fondo de mi vida, este ir cuesta abajo cuando me creo arriba.
TIEMPO [42]
I
¿Era yo mismo el que vivía mi juventud indiferente y una niñez que entre unos ecos en mi recuerdo se sostiene? ¿Era yo mismo el que vivía o era otro ser que se me pierde, tras esa niebla de los días, con su vivir independiente?
II
Habré gastado muchos años sin saber cómo ni con quiénes. Yo no pensaba que pudiera gastarse tanto inútilmente. A manos llenas tengo dadas las alegrías, los placeres … Nunca pensaba que pudiera perderse todo inicuamente.
III
Hoy sólo tengo un alma triste y un corazón que amargo siente al revolcarse por el cuerpo como en la tierra la serpiente. Hoy se me escapan los momentos. Hoy como ayer, hoy como siempre. (La eternidad sólo ha nacido en el camino de la muerte).[43]
SOMOS LA ROCA QUE NO CRECE [44]
Somos la roca que no crece, somos la arista tenebrosa, el sacramento de la tierra en una mar devastadora. Y, somos más, la luz del día en la ventana de la aurora, luz que no ve, paso de ciego en manantío del aroma. Y, somos más, somos los muertos que llevamos en nuestra fronda enriqueciéndonos la sangre y marchitándonos las horas. ¡Que no se olvida sepultando ni aunque cerremos nuestra boca! Son nuestros muertos el anhelo de nuestra vida misteriosa, los que nos hunden y nos llaman y como tiempo nos devoran. Somos el alma que contiene una presencia melancólica.
OH MUERTO MÍO [45]
¿En qué rincón o cueva está tu vida? ¿Debajo de qué sombra tu mirada? ¿En qué profundidad está enterrada tu risa luminosa, sorprendida? Oh cotidiano muerto, cruz soñada, serena soledad de ti nacida, ardiente brasa que me tiene herida la memoria, la voz y la alborada. Te busqué en las esquinas y en el viento, en las horas y cumbres de tu frío y en el muro rocoso del lamento.[46] Y eres el paso del escalofrío y eres el mar que en la nostalgia siento. Oh presencia y dolor, oh muerto mío.[47]
MUERTE [48]
Estoy soñando a Dios -durmiendo solamente- debajo del dolor. Estoy soñando amor -durmiendo carne ausente- quemándome de Dios.[49] |
NOTAS
[1] Este título recoge las preocupaciones que provocan el discurrir del tiempo y la nostalgia por el pasado en el ánimo del poeta. JDV lo empieza a escribir en 1949. En abril de 1951 lo termina e intenta su edición en Alor de Badajoz y en la Colección Adonais, pero no lo consigue. En febrero de 1952 entra en contacto con José Hierro, que dirigía la Colección Tito Hombre de Santander, donde el libro será editado el 20 de noviembre con el nº 11 de la Colección y una tirada de 136 ejemplares. Alarcos Llorach, Lázaro Carreter, Pedro Caba, Gabriel Celaya, entre otros, dedicaron a JDV palabras elogiosas sobre este libro, cuya poesía calificaron de transparente, verdadera y sentida. La redacción publicada (RP) de La esquina y el viento no es la redacción original (RO), pues Hierro pidió a JDV que la redujera porque excedía de la extensión normal. Pero esta explicación no convenció a Ángel Sánchez Pascual que, en la Introducción de Poesía (1988), calificó la RP por Tito Hombre como mutilada por la censura. La edición que se transcribe es la publicada por Tito Hombre. Los poemas excluidos de la RO se han recogido y anotado en “Y otros poemas”.
[2] Se incluye el prólogo de la RO (entre corchetes), para que el lector conozca las reflexiones que, sobre su conjunto de poemas, realizó Eugenio Frutos y, además, pueda saber de qué base intelectual surgió la RP.
[3] La diferencia entre la RO y la RP es patente: La RO contiene el prólogo de Eugenio Frutos y 35 poemas. En cambio, la RP no tiene prólogo y está formada por 23 poemas, de los que sólo 15 pertenecen a la RO; el resto son poemas nuevos. La RP lleva un dibujo de Magdalena Leroux.
[4] Se trata de su hermano Juan, que JDV consideraba un padre al ser varios años mayor que él. Juan era químico, profesor del Instituto de Cáceres y regentaba una farmacia, en cuya trastienda se reunía la intelectualidad cacereña de ideas republicanas y se celebraba una tertulia en la que JDV estableció estrechas relaciones con sus componentes. Cuando JDV se encuentre en Trevejo, Gata y Zarza de Alange, Juan será el que lo mantenga en contacto con el exterior enviándole libros y revistas de alcance nacional e información sobre lo que sucedía en el ambiente cacereño. Juan murió en 1970 y JDV sufrió un trauma emocional que reflejó en la elegía incluida en La vara de avellano.
[5] No incluido en la redacción original (NRO). Ed. Índice (Madrid, nº 1, 1952), Alor (Badajoz, nº 17, 1953), Primera antología (1961) y Entre la yerba … (1979).
[6] Posiblemente JDV, que no le dedicó a Frutos ningún poema en la RO quizás por descuido, lo haga ahora para subsanar el desliz y agradecerle el prólogo que encabezaba la RO (aunque en la RP se viera obligado a suprimirlo).
[7] En Alor (Badajoz, nº 17, 1953): «y la raíz de la palabra». La reelaboración imprime mayor trascendencia a la estrofa.
[8] Ed. Alcántara (Cáceres, nº 43, 1951), Ángelus (Zafra, nº 13, 1960), Primera antología (1961) y Entre la yerba … (1979).
[9] El verso anterior recuerda al v. 4 del «Romance sonámbulo» («y el caballo en la montaña”) y éste a los dos primeros del «Romance de la pena negra» («Las piquetas de los gallos / cavan buscando la aurora”) de Federico García Lorca.
[10] De estos dos últimos versos, JDV sacó el título de su tercera antología “Entre la yerba pisada queda noche por pisar”, Badajoz, Universitas, 1979 (1ª ed.), 1994 (2ª ed.).
[11] Incluido en la redacción original (IRO): tiene dos partes y “el poder sostenerlo» (v. 6). RD: La reelaboración es un arreglo del poeta, que rectifica una expresión no muy ortodoxa. Ed. Primera antología (1961), el nº 21 de El correo literario, Alminar (Badajoz, nº 2, 1979), Entre la yerba … (1979) y Hoy (Badajoz, 22-5-88 y 28-11-93). La importancia de saber aprovechar bien el tiempo la expuso JDV años después en su artículo «Hablar por decir»: «Creo que es digno de admiración el que sabe consumir bien sus años. El que sabe comulgar, uno a uno, todos los momentos de su vida. Porque hay quien a los veinte años es viejo ya» (Hoy, 3-2-59).
[12] Ed. Alcántara (Cáceres, nº 22, 1949).
[13] Ed. Alor (Badajoz, nº 9-10, 1951).
[14] NRO. Red. Mérida (septiembre 1967).
[15] NRO. JDV aprovecha la inclusión de este poema en la RP para dedicárselo a José Hierro en agradecimiento por la edición del libro. Hierro fue uno de los poetas más importantes de la poesía española del siglo XX, hecho que se le reconoció con la concesión de prestigiosos premios como el Cervantes (1998). Nació en Madrid (1922), pero enseguida se trasladó a Santander donde editó sus primeros poemas en Tierra sin nosotros y Alegría (1947) que fue Premio Adonais. De vuelta en Madrid publica otros poemarios como Cuanto sé de mí (1957) y Cuaderno de Nueva York (1998, Premio Nacional de Poesía). Su lírica se mueve en la frontera entre el intimismo y la solidaridad.
[16] RO: «cáncer de los encinares». RD: El cambio de «cáncer» por «dentro» evita una palabra tabú.
[17] Las manos acompañadas de los calificativos «blancas» y «frías» aparecerán además en una imagen del v. 11 del poema «Picos de Europa» de La montaña («Tus manos que van nevando») y explícitamente en los vv. 44 y 45 de Ruiseñor perdido en el lenguaje: «y le cojo las manos / blancas, finas, frías». También en el v. 4 del poema “Noche” de este libro se localiza la mano relacionada con el frío: “Que tengo la mano fría” y en el v. 2 del poema “Ofrenda” de La muerte del momento: “en mis manos heladas”.
[18] RO: No aparecen los signos de interrogación ni los de admiración. RD: Con ellos el poeta dota al verso de mayor expresividad. JDV volverá a emplear una expresión parecida en el último verso del poema “Playa del sardinero” de La montaña, cuando dice: “Playa del sardinero: / manzana al aire”.
[19] NRO. Red. Alor (Badajoz, nº 18, 1953) con el título de «Un momento» y Mérida (septiembre 1967). RO ed. Intus (Salamanca, nº 7-9, 1951): “Abre la luz su alegría, / vena rota en la que siento / mi despertar soñoliento / en árbol de serranía … // … Y de mañana sediento / -cruz y alba me vivía- / voy llenando el alma mía / a rebosar del momento. // ¡Ay, canción de primavera / encadenada en mi herida / que ni me sabrá siquiera! // En una rama esparcida / caricia de aire latiera … / mi corazón en la vida” (en La muerte del momento hay un poema titulado “El corazón en la vida”).
[20] Codirector de la Colección Tito Hombre junto a José Hierro y Aurelio G. Cantalapiedra, a quien en agradecimiento JDV (mantuvo correspondencia con él sobre asuntos técnicos y administrativos de la edición) le dedica este poema que no aparece en la RO. Corugedo era poeta y editó en el nº 7 de la Colección Tito Hombre Canciones sencillas.
[21] Red. Primera antología (1961): «-hundiéndose va en su sangre-«, penúltimo verso. Posiblemente sea una actualización del poeta que, cambiando «frío» por «sangre», quiso expresarse con más exactitud. Red. en el nº 21 de El correo literario (Madrid). PMA, TI, DC sobre el título de la primera parte de Canciúnculas: “Rojo, morado, violeta; / colores de atardecer / -¿Me das un beso mujer / para sellar la paz nuestra? // Las golondrinas manchando / de puntos negros, la tarde … / -Para mañana el recuerdo / de los colores que guarde / dentro de mi corazón. // Violeta, morado, rojo … / tristeza de atardecer / dolores para mis ojos”. FAC 1935. PMA, TI, APJDV, dedicado a Enrique Sánchez de León, político extremeño que llegó a Ministro de Sanidad con la UCD: “Pero qué será de mí / cuando se acabe la tarde / y tenga forzosamente / que en la mirada acostarme. // Y no pueda verte nunca / sino lejos, tan distante, / donde el recuerdo se junta / con el olvido y los árboles. // No quiero que se me vaya / este puñado de instantes. / Los que vengan no serán / ya seguramente iguales. // Y lo pierdo, como suelo / perder cosas, en mi calle; / ésa que va desde el alma / hasta la casa que sales. / Y luego vienen preguntas / y no me contesta nadie”. FAC entre 1977 y 1979 cuando JDV mantuvo contacto con el político, para que proporcionara empleo a los minusválidos de la ANIC.
[22] Escritor gallego que se relacionó con JDV en Madrid y le dedicó el artículo «Delgado Valhondo en su Extremadura» (ed. El faro de Vigo, Pontevedra, 7-10-69). González-Alegre era un poeta al que la Colección Rocamador de Palencia, donde JDV editó El secreto de los árboles, le publicó Los poemas del pavor y la piedad (nº 24). «Atardecer» es un poema incluido en la RO de La esquina y el viento sin dedicatoria.
[23] Red. Entre la yerba … (1979).
[24] No es la primera vez que JDV cita a este querido amigo (ya lo hizo en el poema “¡Dejadme morir!” de Canciúnculas). También JDV lo recuerda en su artículo “Puestos de tebeo”: «Cuando yo muchacho -nos cuesta bastante creerlo a estas alturas-, con otro escritor ahora célebre [Leocadio Mejías], puse un puesto de tebeos, de cuentos, de relatos de aventuras, de tirios y troyanos, de ladrones y policías, de misteriosas leyendas. Y de novelas también» (Hoy, 23-1-60).
[25] RO: Este verso no va separado por un blanco del anterior.
[26] Red. Gévora (Badajoz, nº 6, 1953), Euterpe (Buenos Aires, nº 36, 1959), nº 21 de El correo literario, Primera antología (1961), Poesía extremeña actual (II) (1978) y Entre la yerba … (1979). En Gévora: «la intranquila fragancia de la luna» (v. 3). Con esta reelaboración, el poeta imprime al verso y a la estrofa el misterio de la luna y aclara el sentido de este verso que antes era impreciso.
[27] Bibliógrafo de fama internacional, nacido en Calzadilla de los Barros (Badajoz, 1910). Algunos títulos de su extensa bibliografía son Historia de la Literatura extremeña (notas para su estudio) (1942), Poesía y Cancioneros (1968 y ss.) y Los poetas extremeños del siglo XVI (1980). JDV lo conoció en la tertulia de la rebotica de su hermano Juan y desde entonces se mostraron un mutuo aprecio: Moñino valoró la poesía de JDV y éste lo consideró un erudito de primera categoría, al que dedicó la IV parte de la RO, que luego se vio obligado a cambiar por el poema «Mi sombra».
[28] NRO. Red. Primera antología (1961), ABC (con el título de «Viejas canciones») y Entre la yerba … (1979).
[29] Red. Primera antología (1961) y Entre la yerba … (1979).
[30] RO: Tiene el título de «Canción del hijo pródigo”. Ed. RFF de Zarza de Alange (Badajoz, 1952), el nº 21 de El correo literario y en la revista Mérida (1953).
[31] Ed. Espadaña (León, nº 45, 1950), en «Jesús Delgado Valhondo» de Jesús Martínez Fernández (Medicina y cirugía auxiliar, mayo 1954), Ángelus (Zafra, nº 13, 1960), Primera antología (1961), Historia y antología de la poesía española (1967), Canas de Dios en el almendro (1971), Poesía extremeña actual (II) (1978) y Entre la yerba … (1979).
[32] RO: JDV le dedicó el poema «Las estrellas impalpables vagan por la luz», NRP. RD: En compensación le dedica el poema «Ha nevado», que en la RO no tenía dedicatoria.
[33] RO: En el título dice «piensa» en vez de “sueña” y está dedicado a Gregoria Collado (inspectora de Enseñanza). RD: El cambio en el título es un ajuste para hacerlo más lírico y no lleva dedicatoria. Red. en el nº 21 de El correo literario (Madrid), página poética del Boletín del militante de Badajoz, Ángelus (Zafra, nº 13, 1960), Primera Antología (1961), Canas de Dios en el almendro (1971) y Entre la yerba … (1979).
[34] RO: Los dos últimos versos dicen: «En la memoria labrada / la vida campo reposa». RD: La reelaboración ahonda más en el sentido de los dos versos anteriores.
[35] RO: «yo soy muy poco, yo soy». RD: Con el cambio de la coma por «y» el poeta evita el corte expresivo que se producía antes.
[36] RO: No lleva las estrofas separadas por espacios en blanco y está dedicado a Miguel Muñoz de San Pedro. RP: Este poema aparece sin dedicatoria (quizás por olvido del poeta o desliz de la imprenta) y JDV le dedica el PROEV «El lenguaje de las flores en la Navidad» que, NRP, editará en su libro siguiente, La muerte del momento. El poema “Oración” es publicado en Alor (Badajoz, nº 1-2, 1950), Espadaña (León, nº 45, 1950), Hoy (Badajoz, 21-3-52), Historia y antología de la poesía española (Madrid, Aguilar, 1967), las tres primeras antologías de JDV, Poesía extremeña actual (II) (1978), El pozo de la comunidad (Mérida, nº 5, 1983) y en Homenaje. A Jesús Delgado Valhondo (Mérida, IFP Emerita Augusta, 1994). En Pulsaciones aparece un poema TI, DC. En “Y otros poemas” se halla transcrito el poema “Buenos días, Señor, a ti el primero”, cuya base es este poema de La esquina y el viento.
[37] Ed. Alcántara (nº 34, 1950), RFF de Zarza de Alange (1962), Historia y antología de la poesía española (1967), Primera antología (1961) y Entre la yerba … (1979).
[38] Crítico catalán de Arenys de Mar (Barcelona), que valoró epistolarmente la poesía de JDV y en el artículo «Poesía sencilla y espontánea», ed. Solidaridad nacional (Barcelona, 26-3-50).
[39] RO: Lleva punto final y el siguiente comienza con mayúscula.
[40] RO: JDV dedica la segunda parte de la RO a este matrimonio de artistas. RP: Vuelve a dedicársela pero altera el orden de la dedicatoria, pues nombra primero a Pérez-Comendador y después a su esposa posiblemente para ajustarse a la convención social de la época. Eran un matrimonio de artistas con prestigio internacional, que JDV conoció a través de su hermano Juan. Él nació en Hervás (1900) y fue un reconocido escultor a nivel europeo. En Extremadura tiene obras como el monumento al Guadiana (Don Benito) y la estatua de San Pedro de Alcántara (Cáceres). En Hervás, sobresale el entierro de Cristo en su panteón. Magdalena Leroux, que regaló a JDV el dibujo ilustrativo de la edición de La esquina y el viento, nació en París y fue una reconocida pintora que expuso en España, Europa y América.
[41] NRO. Ed. Álamo (Salamanca, nº 7-9, 1951), Alminar (Badajoz, nº 2, 1979), Entre la yerba … (1979) y Hoy (Badajoz, 22-5-88 y 28-11-93). En Pulsaciones, poema TI, DC.
[42] NRO. Red. Alcántara (Cáceres, nº 13, 1981) sin la división en tres partes y Entre la yerba … (1979).
[43] Los cuatro últimos versos anuncian el siguiente libro de poemas de JDV, explican su contenido y adelantan su título, La muerte del momento.
[44] NRO. Red. Entre la yerba … (1979).
[45] NRO. Red. Gévora (Badajoz, nº 7, 1953), Primera antología (1961), ABC (Madrid, 2-11-72), Poesía extremeña actual (II) (1978) y Entre la yerba … (1979). En las ediciones citadas en 2º, 4º y 5º lugar el v. 8 dice: «la memoria, la voz y la llamada». El poeta debió cambiar «alborada» por «llamada», porque esta palabra encaja mejor con «memoria» y «voz».
[46] Los versos de esta estrofa explican que el origen del título del libro se encuentra en la preocupación de JDV por la muerte.
[47] RO: Este verso aparece entre signos de exclamación. RD: Posiblemente fueron suprimidos para evitar el exceso de sentimentalismo, pues el deseo de JDV era finalizar el poema con una entonación cargada de sugerencia. Posteriormente vuelven a aparecer estos signos en la reedición de Primera antología .
[48] Red. Primera antología (1961), ABC (Madrid, 2-11-72), Entre la yerba … (1979) y en la esquela mortuoria que la AEEX dedicó a JDV en el periódico Hoy (24-7-93) haciendo público su pesar.
[49] En el relato «Como pasamos la noche bajo el sueño» de JDV encontramos otra redacción de este tremendo deseo de hallar a Dios cuando uno de sus personajes siente idéntico anhelo: «Una voz interior le empapaba el alma, como una lluvia fina y constante empapa la tierra seca, como el pino se empapa de verde, como mis ojos se empapan en todas las madrugadas de Dios» (Yo soy el otoño, Cáceres, Cuadernos Alcántara, 1953, p. 9).
Fotografía cabecera: Puente Lusitania de Mérida