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Poesía Generación del 98 (1890-1915, s. XX)

INTRODUCCIÓN

En la última década del siglo XIX, jóvenes intelectuales (Macías Picavea, Joaquín Costa) se muestran muy preocupados por la caótica situación en la que vive España, llaman la atención sobre la necesidad de revitalizar la vida nacional y adoptan una actitud crítica para regenerar un país que, hasta hacía poco, había sido un imperio y el soporte de una cultura, la hispánica, que ahora se extinguía. La situación llega a su culmen cuando en 1898 se produce la pérdida de los restos del imperio colonial (Cuba y Filipinas), después de un breve y desastroso enfrentamiento con Estados Unidos.

Este hecho provoca que un grupo de escritores (José Martínez Ruiz Azorín, Pío Baroja, Miguel de Unamuno, Ramón María del Valle-Inclán y Antonio Machado) asuman los postulados regeneracionistas. Su objetivo es utilizar la Literatura como un medio de descubrir los valores nacionales, insertos en la tradición, y de infundirlos en la sociedad a través de sus obras, con el fin de sacarla de su apático desencanto y recuperar entre todos el prestigio perdido en el concierto mundial.

Generación del 98

De ahí que estos escritores, llamados de la Generación del 98, afronten el problema de España rechazando la desilusión general, se interesen por la gente sencilla que, día a día, hace la Historia pero nunca sale en ella (intrahistoria), sientan una profunda atracción por las costumbres de los pueblos, estimen sobremanera el paisaje de España y muestren un aprecio especial por Castilla, donde creen encontrar la esencia del Imperio y las características del ser español (austero, valeroso, creativo), que llevaron a España a ser protagonista del mundo durante los Siglos de Oro (XVI y XVII).

En su juventud, los jóvenes escritores de la Generación del 98 tienen ideas cercanas a movimientos de extrema izquierda (Unamuno y Maeztu, al socialismo, Baroja y Azorín, al anarquismo …), pero con el paso del tiempo se sienten decepcionados y se acercan a las ideas conservadoras. En cambio, Valle-Inclán y Antonio Machado evolucionan desde el conservadurismo a la izquierda.

La religión fue un concepto problemático para ellos, pues Baroja y Machado adoptan una actitud escéptica, Azorín y Maeztu evolucionan desde la heterodoxia al catolicismo y Unamuno fue acusado de protestante ante sus continuas dudas y su lucha por encontrar una explicación al enigma de la relación del ser humano con Dios.

Los autores del 98, son partidarios de conservar y defender los valores nacionales y, a la vez, de no olvidar a Europa pues eran conscientes de su mayor progreso y, además, de que se necesitaban mutuamente. También se sienten atraídos por escritores españoles (Berceo, Manrique, Garcilaso, Cervantes, Quevedo, Larra) y extranjeros (Tolstoi, Edgar Alan Poe, Nietzsche, Kierkegaard).

Su lengua literaria se caracteriza por el subjetivismo, el tono antirretórico, el cuidado de la forma, el buen manejo de la lengua y el gusto por las palabras tradicionales y castizas.

98 bisLa poesía de la Generación del 98, representada por Miguel de Unamuno y Antonio Machado, se ve influida por las ideas regeneracionistas en su preocupación por la identidad del ser humano intrahistórico, que se observa en el interés del rector salmantino por dilucidar su destino como espíritu y en el deseo del poeta sevillano por recuperar su dignidad como individuo social.

Miguel de Unamuno (Bilbao, 1864 – Salamanca, 1936) desarrolla una intensa actividad intelectual y mantiene una lucha consigo mismo y con los demás, a los que deseaba sacar de la apatía sacudiendo sus conciencias. Esta postura agónica lo arrastra a debatirse, sin encontrar nunca la paz, entre ideas contradictorias que refleja en su obra poética:

Poesías (1907), «El Cristo de Velázquez» (1920) y Cancionero (póstumo) que, en conjunto, son poemas inspirados en tensiones y aspiraciones espirituales y metafísicas. El tema central de estos libros es la atormentada conciencia del poeta frente al tiempo, la certeza de la muerte y la incógnita sobre la inmortalidad. Formalmente emplea la métrica tradicional, los poemas extensos en endecasílabos y el soneto.

Para Antonio Machado (Sevilla, 1875 – Colliure, Francia, 1939) la poesía era palabra esencial en el tiempo, diálogo del hombre con su tiempo y honda palpitación del espíritu. Su objetivo fue captar en su conciencia la esencia de las cosas, a la vez que su fluir temporal. De ahí su cálida humanidad y su lengua depurada, sobria y densa.

Su libro de poemas más característico es Campos de Castilla (1912), donde el poeta proyecta sus sentimientos sobre paisajes y gentes en un tono que muestra una fuerte intranquilidad por la soledad, el tiempo y la muerte. También medita sobre España con una actitud crítica y preocupada.

En Extremadura, Luis Chamizo, que se relaciona en Madrid con el regeneracionista Joaquín Costa, se siente atraído por Ortega y Gasset y coincide con el planteamiento intrahistórico de Unamuno, destaca en su obra, como algo propio de la idiosincrasia de los extremeños, la vida sencilla y anónima de los campesinos, representantes de la gente común y verdaderos protagonistas de la Historia. Su poemario El miajón de los castúos es una reivindicación de la manera de ser del extremeño auténtico, que expone en su misma habla.

Uno de los mejores recitadores de los poemas de Luis Chamizo es su paisano Demetrio Barrero, que ha difundido la poesía de Chamizo sobre todo en las décadas centrales del siglo XX con su proverbial estilo declamatorio, con el que aúna recitación y teatralización de una forma muy próxima a como Chamizo concibió su poesía, no solo para leerla sino también para visualizarla

‘La Nacencia’ de Luis Chamizo recitada por Demetrio Barrero.

LUIS CHAMIZO

(Guareña, Badajoz, 1894 – Madrid, 1945)

Luis Florencio Chamizo Trigueros estudia Peritaje Mercantil en Sevilla y Derecho en la Universidad Central de Madrid. En la capital entra en contacto con el Modernismo a través de Salvador Rueda, Francisco Villaespesa, Amado Nervo, Emilio Carrere y Manuel Monterrey. Sus vacaciones de verano solía pasarlas, en su cortijo de Valdearenales, entregado a la lectura.

chamizoA la muerte de su padre, cuyo singular ingenio le había permitido inventar nuevas técnicas en el torneado de la arcilla, regresa a Guareña y dirige el negocio familiar. Después es pasante en el despacho de Victoriano Rosado Munilla en Don Benito, que se convierte en su mecenas y en el valedor de la primera edición de El miajón de los castúos (1921).

Durante la dictadura de Primo de Rivera, en 1924, es académico de la Real Academia de las Buenas Letras de Sevilla y alcalde de Guadalcanal, pueblo sevillano de donde era su mujer, a la que conoce cuando va a dar el pésame a la familia de su cliente Cándido Cordo, y se enamora de una de las hijas del finado, Virtudes, con la que se casa en 1922.

El poeta de Guareña se aclimata tan bien a la vida del pueblo entonces extremeño (hoy sevillano) que llega a ser alcalde de Guadalcanal en 1924 como representante del partido republicano.

En este pueblo se conserva la casa de Chamizo en la Calle Costaleros, que mantiene presentable su nieta Marisol Zelaya Chamizo, cuyos recuerdos está dejando plasmados en un libro que comenzó a escribir su madre sobre la vida de su abuelo. Las localidades de Guareña, donde nació y vivió el poeta, y Guadalcanal, donde se enamoró y se casó, se han unido en un loable acuerdo para rendirle un emotivo homenaje en 2021, año del Centenraio de la edición de El miajón de los castúos.

Como constancia de aquel evento se editó «Luis Chamizo. El año del Centenario [de la publicación de El miajón de los castúos]», un conjunto de colaboraciones que tratan de los aspectos más variados del poeta y cuyos datos se recogen en la documentación de esta web.

Durante la guerra civil Luis Chamizo estuvo escondido en un horno de cocer conos en Guareña. Finalizada la contienda, marcha a Madrid donde consigue un puesto de trabajo en el Sindicato de Espectáculos y abre una academia de interpretación, en la que enseña gratuitamente a declamar.

Fue un poeta con una amplia formación intelectual y literaria que se ve atraído por la sonoridad, el colorido y las emociones suscitadas por el Modernismo, un movimiento con el que encajaba a la perfección su verso sonoro, cromático y sentido (características que lo hacían muy apropiado para la declamación).

Sus Poesías castellanas, escritas entre 1913 y 1926 (editadas póstumamente en 1967), son poemas con influencias de este movimiento que cantan al amor, la naturaleza y el folklore e, incluso, algunos contienen una preocupación por los obreros y un rechazo de sus explotadores (“Los héroes sin gloria”, “Mis polichinelas”).

chamizo 2Ideológicamente, se decanta por los planteamientos regeneracionistas de la Generación del 98. De ahí que siga la estela de la poesía regional iniciada por José María Gabriel y Galán.

Así El miajón de los castúos (“La esencia de los extremeños auténticos”) es una reivindicación del ser extremeño en forma de doce poemas sencillos y, a veces, ingenuos pero repletos de un poderoso y tierno vigor expresivo que, en ocasiones, se hace dramático. El fondo es el paisaje de la dehesa extremeña donde el castúo, paciente y sufrido, trabaja la tierra, sufre y ama, inmerso en el lento y pacífico discurrir de la vida aldeana.

El medio de expresión utilizado es el castúo, un dialecto propio de Chamizo que basa en el habla popular de la zona de Guareña y tiene un poder comunicativo extraordinario, cuya máxima eficacia la consigue en la declamación. A pesar de su primitivismo expresivo, los versos del poeta extremeño tuvieron una acogida de público extraordinaria y el respeto de los críticos literarios de la época.

El miajón de los castúos, que lleva el subtítulo de “Rapsodias extremeñas”, es un poemario que tiene una doble influencia: del Modernismo en la musicalidad, el colorido y las emociones, y de la Generación del 98 en el interés intrahistórico por la vida (familia, religión, trabajo), la tierra, el paisaje, las costumbres, el habla de la gente común y la reivindicación de Extremadura.

Además edita el canto primero del poema Extremadura (1942), donde quiso alabar las virtudes de la raza y la recia belleza del paisaje. En él recuerda con nostalgia una existencia vivida al ritmo de las tareas del campo (sementera, siembra, labores, recolección), las costumbres (la cocina, los noviazgos, las bodas) y las fiestas religiosas y paganas (la Candelaria, el Corpus, la feria patronal). (1)

COMPUERTA  (2)

Corre’l tren retumbando por los jierros
de la vía. Retiemblan
los recios arcornoques qu’esparraman
al reor del troncón las hojas secas.
Juyen las yuntas cuando’l bicho negro,
silbando, traquetea.
S’esmorona un terrón, y el jumo riñe
con las ramas d’encinas que l’enrean …

Vusotros, los que vais drento del bicho
que juyendo retumba y traquetea,
¿no sentís al pasá junto por junto
al mesmo corazón de nuestras tierras
argo asín com’argún juerte deseo
que s’eschanguen del chisme toas las rueas
pa queäros aquí, junt’a nusotros,
pa endurzá una mijina nuestras penas,
pa rumiá nuestro pan y p’ampaparos
en la sal del süor que nus chorrea?

Porque semos asina, semos pardos,
del coló de la tierra,
los nietos de los machos que otros días
trunfaron en América.

DEL FANDANGO EXTREMEÑO  (3)

                      II

–Si al pasá po’l arroyo
se junde’l carro,
dale bien a las mulas
y suerta un ajo,
que si t’andas con mimos
y con pamplinas,
tienes atollaero
pa toá tu vida–.
Me dijo’l ama,
gorviendo de l’iglesia
l’otra mañana.

                     III

Yo no sé de lerturas
ni m’hace farta;
pa cudiar bien al amo
y a la senara.
Yo seré mu mendrugo,
mu calabazo,
y más listo qu’el cura
será mi amo,
¡pero es lo güeno,
que töítos los años
mus entendemos!

LA JUERZA D’UN QUERÉ  (4)

Jue’n la joya las Torbiscas una siesta,
cuando’l sol achicharraba;
una siesta qu’entumía los sentíos
el bochorno de la calda;
sin arrullos de las tórtolas
ni continos sonsonetes de chicharras,
sin triníos de cogutas
y sin roncos gurrapeos de las ranas:
una siesta pa dormila baj’un chopo,
panz’arriba, junt’al agua.
Tan siquiera
los oídos barruntaban,
con la zumba de los negros moscardones
y las negras telarañas,
chorrear los goterones derretíos
de la pringue de las jaras.
En un claro de la joya las Torbiscas
está Blas, el de la Juana,
mesmamente, de cluquillas, currucao
al sombrajo d’unas matas
con la boca mu abierta
y los ojos encendíos como brasas.
Junt’a Blas están, cansinos y moörros,
los borregos que le jorman la pïara,
y a la vera los borregos, dos mastines
con dos bocas que se páecen a dos fraguas
po su recio resoplá como los fuelles
y sus lenguas colorás como las llamas.
Blas recorta con cudiao
los canutos d’una caña,
una flauta,
pa de noche, con la luna,
dir a dá su serenata
junt’al chozo donde duerme
Rosarillo, la zagala:
una moza con los ojos más oscuros
qu’una noche de borrasca,
más alegre que la risa
d’un regacho d’agua clara
y más güena que la Vigen de las Cruces,
la patrona de la fiesta de la Raza.

BASTÍAN  (5)

Fermín agateaba por quince años;
Bastían no contaría trece siquiera,
y Miguelón, el padre, por aquel tiempo
daba de bruces en los cincuenta.

Fuese Fermín de rapa con los señores
a la casa-cortijo de la dejesa,
y Bastían, a la sombra del manijero,
dominó los intríngulis de la mancera.

Vio cómo sonreía la tierra parda
tras de las rejas,
brindándole sus labios a las alondras
en tanto que llegaba la sementera.
Y ya a los lubricanos, cuando volvían
alegres y cansinos hacia la aldea,
vio cómo los gañanes se santiguaban
al esquilón del Ángelus, que, de la iglesia,
venía despacito minando el aire
con el caracoleo de las barrenas.

Bastían era ya un hombre. Bajo su látigo
s’encogían las bestias.
Bastían era ya un hombre, porque regaba
con el süor la tierra.
Un hombre ya forjao por los trajines
y templao en el córrigo de las tristezas …
¡Un hombre, sí; qu’el dolor y el trebajo
fraguan los hombres a la carrera!

NOTAS

(1) También Chamizo compuso un drama del campo, que es considerado un modelo del teatro regional. Se titula Las brujas (1930) y trata la historia de un amor imposible a causa de la guerra, la superstición y un falso concepto de la honra.

(2) Primer poema de El miajón de los castúos (selección), donde  el poeta invita  a los viajeros de un tren a que se paren a conocer la tierra y a su gente. [recitado en el vídeo del final]

(3) Segundo y tercer fandango de El miajón de los castúos, que muestra la atracción de Luis Chamizo por las manifestaciones de la poesía popular.

(4) Poema (primera parte) de El miajón de los castúos, donde se cuenta la historia de los amores de Blas y Rosarillo. En la siguiente parte, la joven es atacada por una loba y Blas la salva.

(5) Poema IV de la primera parte del poema «Extremadura», que expone la situación de Bastían, muchacho que se ve obligado a hacerse rápidamente hombre pues, aunque es un niño, ya tiene encomendado un duro trabajo en el campo.

IMÁGENES

INTRODUCCIÓN: Los escritores más destacados de la Generación del 98: Antonio Machado, Unamuno, Baroja, Ganivet, Valle-Inclán, Azorín y Maeztu [de arriba abajo y de izquierda a derecha] (1ª). Una familia intrahistórica española de final del siglo XIX y principios del XX (2ª). LUIS CHAMIZO: Luis Chamizo (1ª). Portada de su poemario El miajón de los castúos (2ª).

VÍDEO POESÍA DE LA GENERACIÓN DEL 98 (de Extremadura, un bello poema)

Fotografía cabecera: Retrato de Luis Chamizo con sus hijos