Poesía Realista (1850-1899, s. XIX)
INTRODUCCIÓN
Isabel II es destronada por la Revolución de 1868. Le suceden las regencias del general Serrano, el reinado de Amadeo I de Saboya y la I República, hasta que sube al trono Alfonso XII (1874), hijo de Isabel II. Pero el joven monarca muere pronto y asume la regencia su mujer, la reina María Cristina, hasta la mayoría de edad de su hijo Alfonso XIII (1902). A estos problemas se sumaron las guerras de África y del Pacífico, la independencia de los países hispanoamericanos, la pérdida de Cuba y Filipinas (1898), las luchas políticas, los enfrentamientos laborales, la pobreza y la falta de cultura.
En esta época el escritor es un cronista que describe la realidad tal como es, después de observarla y de documentarse. Sus obras tienen una intención social y moralizadora para despertar conciencias y mejorar el comportamiento humano. De ahí que traten temas cotidianos como el amor, la familia y la religión, se expresen con sencillez y usen escasos recursos literarios. Incluso a través del Naturalismo, el escritor realista se adentra en la descripción de los aspectos más crudos de la realidad y de la conducta humana, buscando las leyes que la rigen.
El Realismo es la época de los grandes novelistas europeos: Stendhal, Balzac, Flaubert y Zola (Francia), Dickens (Inglaterra), Dostoievski y Tolstoi (Rusia). En España, destacan Benito Pérez Galdós, Leopoldo Alas Clarín, Juan Valera, José María Pereda, Vicente Blasco Ibáñez, Emilia Pardo Bazán, Pedro Antonio de Alarcón (Novela). José de Echegaray –Premio Nobel–, Adelardo López de Ayala y Manuel Tamayo y Baus (Teatro). Ramón de Campoamor (Poesía).
La poesía realista es un género poco apreciado, pues tiene una leve forma lírica, trata asuntos de pobre interés y su calidad es parecida a la de la prosa mediocre. Además a su expresión le falta naturalidad y le sobra afectación, porque peca de sentimentalismo y tiene una aparente finalidad docente y moralizadora, que resulta artificial y exagerada.
En Extremadura, durante el Realismo, una minoría intelectual sigue realizando actividades, que fomentan la cultura de la región y crean Liceos, Escuelas Normales, Institutos de Segunda Enseñanza, Conservatorios de Música, Escuelas de Arte y Oficios, Ateneos (el de Badajoz fue fundado en 1876) o publicaciones como la Revista de Extremadura (Cáceres, 1899-1911).
Dos bibliófilos de especial relevancia, Bartolomé José Gallardo y Vicente Barrantes, se dedican a reunir la documentación existente sobre Extremadura, para sentar las bases de la cultura regional. En pintura destacan Nicolás Mejía (Fuente de Cantos), formado en Roma y París, y Felipe Checa (Badajoz), el mejor bodegonista español de su época. En escultura sobresale Aurelio Cabrera (Alburquerque). Sin embargo, la penosa situación del campesinado provoca la emigración de 100.000 extremeños a América.
La poesía realista en Extremadura no se manifiesta hasta que Campoamor influye, a partir de 1870, en poetas como Adelardo López de Ayala, Felipe Cabañas, José Cascales, Arturo Gazul o Publio Hurtado. Varios poetas se inscribieron en otras tendencias realistas como la de exaltación patriótica (García de Olloqui, José Díaz Macías), la satírica (Manuel de Palacio, Adolfo Vargas Cienfuegos) o la regionalista (Gabriel y Galán, seguido más tarde por Luis Chamizo).
Esta última tendencia surge, al final del siglo XIX, con la recopilación del folklore regional (romances, canciones, cuentos, refranes, pregones, adivinanzas y coplas tradicionales extremeñas) realizada por Romero y Espinosa, Sergio Hernández, Publio Hurtado, Gabriel y Galán, Mario Roso de Luna y Rafael García-Plata de Osma. Estos folkloristas fueron ayudados por personas poco instruidas, pero con una prodigiosa memoria, como Gregoria Collado de Malpartida de Plasencia.
La poesía regionalista exalta los valores de Extremadura y las señas de identidad del extremeño, que se manifiestan en la armonía y la paz del mundo rural, la belleza de su paisaje, el arraigo de sus tradiciones, la dureza dignificadora del trabajo en el campo, el habla singular de su gente (a la que se imprime categoría literaria) y la pobre situación de los campesinos, que es presentada en forma de preocupación social desde una postura conservadora.
Mientras en Extremadura la poesía realista sigue los cánones de la nacional, en la que destaca Adelardo López de Ayala, la poesía regionalista se inicia y llega a su apogeo con José María Gabriel y Galán.
ADELARDO LÓPEZ DE AYALA
(Guadalcanal, Badajoz, 1828 – Madrid, 1879)
Adelardo López de Ayala y Herrera estudia bachillerato y Derecho en Sevilla, carrera que no termina porque se dedica de lleno a su pasión, el teatro. En 1851, logra representar su primera obra en el Teatro Español de Madrid con gran éxito y escribe su primera zarzuela Guerra a muerte.
En la capital entra en política, es amigo del escritor y político extremeño Antonio Hurtado Valhondo y, a pesar de la distancia, estuvo muy vinculado con Extremadura, pues fue su representante en las Cortes españolas durante varias legislaturas como diputado liberal (por ejemplo en 1857 representa a Mérida y, en 1858, a Castuera).
Su pasión política lo lleva al destierro en Portugal por su oposición a Isabel II en 1867. Sin embargo, un año más tarde escribe el Manifiesto que contribuye a destronarla. En 1870 es nombrado académico de la Real Academia Española de la Lengua, donde ingresa con un discurso sobre su maestro, Calderón de la Barca, y llega al cénit de su fama como escritor.
Después ocupa los cargos de Ministro de Ultramar y de Presidente del Congreso en 1878. Al final de su vida, el rey Alfonso XII le encarga que escriba la oración fúnebre por la reina María de las Mercedes y lo propone para Presidente del Gobierno, pero tuvo que rechazar el ofrecimiento a favor de Antonio Cánovas por encontrarse muy enfermo.
Compuso zarzuelas (Los comuneros, La estrella de Madrid, El Conde de Castralla), dramas históricos (Un hombre de Estado), artículos periodísticos (editados, sobre todo, en El padre Cobos, periódico satírico-político) y novelas (Gustavo).
Aunque su fama procede de piezas teatrales con características de la Alta Comedia, que contribuyen a definir esta variante de la comedia burguesa del siglo XIX, junto a Tamayo y Baus, y le proporcionan una gran fama como El tejado de vidrio, El tanto por ciento (obra que lo consagra y por la que recibe un homenaje, donde Martínez de la Rosa, famoso autor teatral de la época, le entrega una corona de oro, pagada por suscripción popular, para simbolizar su reinado en la escena española), El nuevo don Juan y Consuelo, a cuya representación asiste el rey Alfonso XII.
También escribe poemas, que edita en un tomo. Los primeros, que compuso cuando joven, tienen influencias románticas y giran en torno a amores apasionados e imposibles o a personajes anhelantes de libertad y deseos de cambiar el mundo para hacerlo más humano y habitable.
Después escribe las epístolas dedicadas al músico Emilio Arrieta, en la que se muestra desengañado quizás por un amor no correspondido, y a Mariano Zabálburu, donde trata sobre un suceso revolucionario de 1866, y poemas de asuntos variados que, muchas veces, tratan temas intrascendentes pues son puros juegos líricos.
Además, compone sonetos amorosos, en los que encuentra un modo de expresión personal, que destaca por su carácter clásico, gran capacidad de versificación, verso rico, tono sonoro, lengua culta y la soltura típica de la poesía realista.
Su temática versa sobre sus devaneos amorosos, donde ejercita su galantería (característica en su vida real) y muestra facilidad para los alardes versificadores, que imprimen agilidad y frescura al molde rígido del soneto, forma en que suele escribirlos.
AL OÍDO (1)Déjame penetrar por este oído Feliz eternamente y escondido Ya no codicio fama dilatada quiero cifrar mi fama en tu memoria;
LA CITA (2)¡Es ella!… Amor sus pasos encamina … Mil ansias, con la dicha repentina, ¡Mi bien! ¡Mi amor!: ¡Por la encendida y clara ¡Ay! ¡Ni el ángel caído más consuelo
LA MÚSICA (3)La música es el acento Dichosa tú que su palma
AVISO A MI PERSONA (4)Adelardo, sutiliza; ¡Mira que el odio te cela; ¡Nada importa que te estés ¡Aunque te encierres un mes,
CAMPOAMOR (5)Tu bondad, tu trato ameno, ¡Hombre, no inspires amor!
LA ROSA DE LA ALDEANA (6)Donosa aldeana Marchito y sin vida No llores, amada, |
NOTAS
(1) Declaración amorosa, donde el enamorado muestra que el centro de su existencia es la pasión por su amada.
(2) Descripción de la emoción sentida por el enamorado cuando espera el encuentro con la mujer amada.
(3) Exaltación de la música como medio para expresar inefables pensamientos y aplacar intranquilidades.
(4) Autocrítica que recomienda ser objetivo en la percepción de las cosas con el fin de desterrar del ánimo el rencor y la envidia.
(5) Alabanza irónica dirigida a Ramón de Campoamor, el poeta más representativo de la poesía realista nacional.
(6) Debajo del título pone esta nota: “(Letra para una canción)”. Petición de una flor a una joven vendedora, que enamora a primera vista.
JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN
(Frades de la Sierra, Salamanca, 1870 – Guijo de Granadilla, Cáceres, 1905)
Extremeño de adopción, realiza los primeros estudios en su pueblo y, después, estudia en Salamanca donde comienza a escribir versos. En 1888 consigue el título de maestro de escuela e imparte clases en dos pueblos. Cuando en 1898 se casa, abandona la enseñanza, se traslada a Guijo de Granadilla (Las Hurdes de Cáceres) y administra una gran finca del tío de su mujer. El ambiente rural lo anima a escribir sobre la vida cotidiana en el campo y los sentimientos de los campesinos.
En 1901 obtiene con el poema “El ama” los Juegos Florales de la Universidad de Salamanca, cuyo jurado estuvo presidido por Unamuno. Después publica sus poemarios, gana premios literarios y alcanza tal difusión nacional que, a comienzos del siglo XX, era el escritor más leído junto al novelista extremeño Felipe Trigo.
Gabriel y Galán es el poeta más representativo de la primera década del siglo XX. Su poesía, que contaba las alegrías y preocupaciones de la gente humilde del campo (a veces en su mismo dialecto), contiene un sentimiento humanísimo y una fuerza expresiva, que emana con frecuencia de la pasión con que la siente o del primitivismo del habla dialectal que utiliza (extremeño del norte de Cáceres).
Como fondo emplea el entorno rural y las faenas agrícolas en un entorno idílico con unas excelentes descripciones del paisaje extremeño y de la vida humana en contacto con la naturaleza, que contrapone a la existencia artificial en la ciudad (llamaba a Madrid Modernópolis). Aunque su poesía se desenvuelve en un ambiente religioso y conservador, no elude la crítica contra las lamentables condiciones laborales de los campesinos y el atraso cultural de la gente común.
Su estilo se basa en la expresión natural y en un vocabulario sencillo con el que da forma a una poesía popular, que llegaba directamente al corazón de los campesinos iletrados. Presenta una gran facilidad para la versificación y una admirable soltura, que le permite tratar un amplio abanico de temas relacionados con el medio rural procedentes de una observación atenta de la gente y del paisaje.
Para expresarlos utiliza diversos tipos de versos y de estrofas (redondillas, cuartetas, quintillas, sextillas, serventesios, romances) con los que imprime agilidad, ímpetu expresivo, realismo y una espontánea naturalidad a lo que cuenta.
Sus Extremeñas (1902) están escritas en el habla de la zona de Extremadura donde habitó y, aunque es un modo de expresión arcaico y rudimentario, tiene una fuerza expresiva, que afecta fácilmente al sentimiento de los oyentes, y una sonoridad que alcanza su punto más efectivo en la declamación.
Galán las escribió pensando en la gente sencilla e inculta del campo, que se las aprendía de memoria y, aunque ignorante, se atrevía a transmitirla oralmente empleando la entonación requerida con gestos, inflexiones de la voz y movimientos del cuerpo. Por esta razón muchos de sus poemas son considerados breves piezas teatrales dramatizadas.
Sus otros poemarios están escritos en español. Castellanas (1902) acoge poemas cuyos contenidos temáticos tienen de fondo la vida rural en Castilla. Campesinas (1904) apunta la necesidad del progreso para que el rudo trabajo del campo no se base sólo en el esfuerzo físico.
Nuevas castellanas (1905) ahonda en los amores, los contratiempos y la muerte que siempre ronda a la vida campesina. Y Religiosas (1906) recoge alabanzas a entes divinos, que mantienen en la armonía al mundo rural frente al artificio y la locura de la ciudad.
EL CRISTU BENDITU (7) ¿Ondi jueron los tiempos aquellos,
VARÓN (8) ¡Me jiedin los hombris
EL EMBARGO (9) Señol jues, pasi usté más avanti
SIBARITA (10) ¡A mí n’ámas me gusta |
NOTAS
(7) Poema de Extremeñas (parte I), donde una persona mayor se lamenta de la desaparición del tiempo pasado que, para él, fue mejor que el que vive.
(8) Poema (vv. 1-30) de Extremeñas, donde un padre del medio rural se dirige alterado a su esposa en un monólogo donde plasma la diferencia entre la mentalidad campesina y la urbana al comienzo del siglo XX en Extremadura. [recitado en el vídeo del final]
(9) Poema de Extremeñas, cuyo contenido denuncia la deficiente situación económica y sanitaria de los campesinos en las zonas rurales del norte de Extremadura, cuando se iniciaba el siglo XX.
(10) Poema de Extremeñas, que contiene la declaración de intenciones de una persona a la que sólo le gusta la buena vida.
IMÁGENES
INTRODUCCIÓN: Ramón de Campoamor (1ª). Portada de la antología Poetas extremeños del siglo XIX de Francisco López-Arza y Moreno (Badajoz, Centro de Estudios Extremeños, 2000). ADELARDO LÓPEZ DE AYALA: Adelardo López de Ayala (1ª). Portada de una antología de sus versos (2ª). JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN: José María Gabriel y Galán (1ª). Portada del tomo II de sus Obras completas (2ª).
VÍDEO POESÍA REALISTA (de Extremadura, un bello poema)
Fotografía cabecera: Detalle de una fotografía familiar del siglo XIX