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Ruiseñor perdido en el lenguaje

RUISEÑOR PERDIDO EN EL LENGUAJE [1]

I

JESÚS DELGADO [2]

Estuve en otro sitio.

Otra manera de vivir, acaso

otra forma,

otro corazón soñado,

caminos sin terminar,

cruzados.

Lo que siempre he visto.

Lo que nunca he andado.

Fantasmas. Espejos.

Retratos.

Paso páginas del libro de mi historia

lleno de estampas y veranos.

Entro en mi celosía.

Salgo. Me libero.

En la calle me quedo retazos

de hechos, biografías.

Universos soñados.

Una levísima sonrisa,

un gesto, el tacto,

una alameda en el paisaje de la calle

que da al campo.

Muy triste. Muy lejano.

Un pensamiento. Unas ofensas

de lo que está acabando.

Me recojo en mí mismo,

en Jesús Delgado,

y pienso si he sido niño,

me busco y no me hallo,

a oscuras, a medias, en las fotografías

ese niño que fui. Un extraño.

Juego.

Me canso.[3]

Me arrincono para verme distante,

hablando solo. Me engaño.

Mi novia, primavera,

abril y mayo.

Sus cabellos son rubios,

sol hilado,

de oro

ensortijado,

en ellos meto los dedos.

Juego. Me canso.

Me mira, me sonríe

y le cojo las manos

blancas, finas, frías.[4]

Amo.

Beso sus labios

rojos, dulces, frutales.

Amo.

Juego. Me canso.

Estreno juventud

camisa y un esclavo

que siempre llevo

de escapulario.

Estudio. Pienso.

Juego. Me canso.

Los que fueron permanecen

a mi lado,

mis padres, mis hermanos.

Creo que soy un milagro.

Recuerdos.

Me quedo

solo.

Un árbol solo

a veces, aislado.

Soy joven

me construyen.

Juego. Me canso.

Soy hombre

-otoño, invierno-

que tiene trabajo.

Me levanto

temprano.

Tengo mujer. Tengo hijos.

Leo. Bebo vino.

Hago versos. Amo.

Cuentas y cuentos.

Me divierto. Me entristezco.

Canto.

Voy y vengo de casa al trabajo.

Vivo. Muero.

Me acerco. Me distancio.

Juego. Me canso.

Voy al museo

cuento cadáveres y santos.

Marcos sin cuadros.

¡Cuántos cadáveres flotando!

El aire es espeso,

aceite gregoriano.

La memoria me regala

y me quita lo bailado.

Se me juntan inefables devociones

con resabios.

Lápidas. Lacrimógenos

con llanto evaporado.

Esculturas.

Mantos.

Juego. Me canso.

Hay muchos más cadáveres.

Contando no doy abasto

de aquí para allá en otra sala

y en otra, vagando.

Carne de barro.

Cántaros.

Saludos olvidados.

No hay cielo ni tierra.

Rezos amontonados.

Juego. Me canso.

Una pena se queda como dudando

y ponen música alegre

y todo se queda temblando

de miedo,

de historia,

de sangre que han derramado,

incorpóreo, invisible,

desnudos sacrificados.

Silencio, sobre la música,

dolorido, temblando.

Un tremendo mundo roto

de espectáculos.

Vitrinas. Urnas.

Misterios disecados.

Piedras dormidas.

Voces. Palabras.

Gritos colgados

de angustias,

de clavos.

Se multiplican y crecen los cadáveres.

Los cuento como a ventanas.

Juego. Me canso.

Sangre de romanos.

Visigodos labrados.

Árabes y jardines.

Cenefas y retamas,

arcos.

Árboles indecisos.

Espíritu de bosque.

Paredes. Cuadros.

Imaginas. Te engañas.

Mides con un triángulo

asomándote a los hombres

y vuelves desengañado.

La frente, el mármol.

Aromas robados.

Transcurren días

como si fuesen años.

Pasan años como si fuesen siglos alados.

Como si fuesen fallidos entusiasmos.

Nombro cosas.

Juego. Me canso.

Juego y me hago daño

con las cartas en blanco.

Y me hago daño

en el alma de antes.

Qué raro

es todo esto que a mí me pasa.

Que a mí me está pasando.

Veo la película.

Juego. Me canso.

Llegan miles y miles,

millones de pájaros,

a beber en mi vaso.

Es una nube negra que se mueve

hacia un inagotable ocaso,

horizonte inmenso

para saltarlo.

Miles y miles

de pájaros. [5]

Intento contarlos.

Juego. Me canso.

Una noche. Una novela.

Un sentimiento imaginado.

Poca locura. Nada.

Miles y miles de pájaros

dormidos

en un país lejano.

Cuando despierten

todo habrá pasado

recogerán vuelos

olvidados.

Se volverán niños.

Lo he soñado. Cuando venga el nuevo día

si viene,

nos habrá descubierto rezando.

Por si acaso

nos pondremos a salvo

de los buenos

y de los malos.

Barajan.

Juego. Me canso.

La muchedumbre vaga sin remedio

tiene los instantes contados.

Los momentos a gotas

de rostros olvidados

de perdidos momentos eternos

y dudados.

Llego a mi puerta, llamo.

Y yo mismo me abro.

Entro, no sé si es mi casa

o es aquella otra que habité

no sé cuándo.

Encuentro un muerto a media altura

para no tropezar me agacho.

El muerto puede ser

un ángel que se quedó volando.

Un insecto gigante, una gris porcelana,

un vino santificado,

una ilusión a medio vuelo,

una razón que así ha quedado.

Pero es un hombre muerto

por la noche velado.

Se lo llevará el alba

como a los fusilados,

como a los pájaros.

Me entretengo mirándolos.

El muerto es un anciano,

un amigo que me está esperando

para irnos a pasear

un rato.

Vuelven a trabajar las cartas.

Juego. Me canso.

Me falta tiempo.

Lo he perdido hablando.

Afirmo.

Niego.

Pierdo.

Gano.

Soy un hombre bueno

del pueblo llano.

Sopeso el corazón.

A las gentes abrazo.

Por las plazas del mundo

dudosamente ando

y me quedo con niños

en la aurora jugando

y uno me dice: «¿por qué estás llorando?».

Me mira y me pregunta si me duele algo

y que por qué soy un solitario.

Nadie sabe quién soy.

Yo, tampoco.

Borrón amargo.

Me publico

en cristales pisados.

Vuelvo atrás la cabeza.

Me tropiezo. Me caigo.

Soy viejo.

Me muero a chorros, Jesús Delgado.[6]

Se resume la vida

y cabe en un pequeño espacio.

De nuevo barajan.

Juego. Me canso.

II

POEMAS DE AMOR PARA LA MUERTE [7]

ESTA MAÑANA

Busco el ayer para volver contigo

y comulgar de nuevo con tu aliento.

Estar varado en la pasión me siento

oculto barco mar de mi castigo.

Nupcias de Dios-Amor es mi alimento.

A bandazos la duda que bendigo.

Enamorado estoy. Loco persigo

alas de vuelo que derrama el viento.

Quedé llagado por aquella pena

de fiebre en la memoria. No se gana

la muerte que nos vive y nos condena.

De balde nos la dan. Una ventana

encierra en su interior una azucena

que huele a ti y a sol esta mañana.

TEMO AL MENDIGO QUE BENDICE

Temo al mendigo que bendice

mendrugos que le da la gente.

Y temo al tigre que demente

de yerba y sol se contradice.

Al que medrando sueños siente

la claridad del día y dice

que todo le es igual. Predice:

muerte es amor, sencillamente.

Muerte llorada en las almenas

de mi castillo legendario.

Amor que de labios me llenas

la vida entera del almario.[8]

Llevo mi cruz hecha de penas

y subo solo a mi calvario.

TU NOMBRE

Se desdibuja en beso tu estatura,[9]

vaga niebla de sueño desvelado,

en capricho de sombra inacabado,

una roca con alma de escultura.

Generosa la reja del arado

ha quedado la tierra sin altura

y miras y no ves si es noche oscura,

si el cielo sin labrar es monte alado.

Nítida alba naciendo de soñar

en el día de luz que nos asombre

ante una vieja vida que estrenar

voy buscando el fantasma del pronombre

solitario secreto del altar

levantado al silencio de tu nombre.

TE CONOCÍ CUANDO OLVIDÉ NOMBRARTE

Te conocí cuando olvidé nombrarte,

siempre en mi vida fuiste calentura

de la imaginación. Dulce hermosura

en el trono del tiempo al recrearte.

Te conocí, de pronto, al anunciarte

que detrás del espejo tu cintura,

callada vocación, cabalgadura

de noches desbocadas al llevarte

en esta soledad que eres tú misma[10]

que enajenas en mí la primavera

en ramos caudalosos que trasluces

al contemplarte en el raudal del prisma,

loca pasión del ser donde quisiera

consumirte en la muerte a que me induces.

LIBRO MI CORAZÓN PARA LA DUDA[11]

Añoranzas de luz que me traía[12]

no sé qué excitación en un alarde

de recuerdos y amor, la Virgen arde[13]

en los labios del mar. Ya mediodía.

Ala de vieja luz aquella tarde

en la que tu cansancio requería

de toda mi ternura y mi poesía,

de aquello que temí por ser cobarde.

Libro mi corazón para la historia

que nadie ha de leer. Y yo he de irme

sin saber dónde está la primavera.

Paloma que me arrulla la memoria,

palabras del olvido en que morirme

y no saber la pena de quién era.

ROSAS EN EL OCASO [14]

A Juan Manuel Rozas[15]

Cierra la noche sombras. Pronto, el día

vendrá. Cantará el gallo. Roto el cielo.

La tierra madre quiere ser consuelo

de nueva luz y de simiente mía.

Y volverá la muerte a ser el suelo

triste misterio de melancolía.

Un ángel de oración que alcanzaría,

después de haber soñado, mi desvelo.

Tengo mudas palabras en las manos.

No sé qué hacer con ellas. ¿Paz de huerto

donde encerrarme a cultivar mis cosas?

Olas rizan trigales con humanos

ayes, alondras, gozo al descubierto[16]

de un inefable atardecer de rosas.

CIMA DE LIBERTAD [17]

Cima de libertad, enamorada mía,[18]

con árboles de viento caídos en el río.

Agua, camino abajo, rayo negro, bravío,

brotando en roca viva a mi sombra deslía

en una niebla absurda de toro y poderío.

Amaba lo creado. Amaba y me moría

de amor en el silencio. Y el silencio tenía

el dolor de mi amada para agrandar el mío.

Almas, ahora, cayendo del cielo de la vida,

el aire las recoge en un rincón perdido

de la tierra hacia dentro, allá donde la herida

sangra y es tan profundo como el primer olvido

de la mujer que fuese la dulce entretenida

del tiempo que ha ganado el último latido.[19]

ÓRGANO DE OTOÑO

Otoño. Catedral. Luz de la aurora

el retablo dorado de los álamos.

Santos umbrales. Dios abre sus párpados

deja mirada azul, escrutadora,

desentraña horizontes de relámpagos

y orquesta con trompeta trovadora

en la sala del campo donde mora

el ciego del concierto de los pájaros.

Hijo pródigo del momento eterno

llenando están de lagos los olvidos,

de niebla el corazón para tenerte.

Pronto clamor de campo en el invierno

me cubrirá de ahogados los sentidos,

me llevará el otoño hacia la muerte.

ÁRBOL SOLO

A Manuela Trenado [20]

Pueblo hueco. La plaza transparente.[21]

El aire escalonado, los peldaños

de luz a luz, subiendo por mis años,

lejos, despacio y amorosamente.

Torpe mi niño. Ingenuos desengaños.

Piso caídos tiempos. Mi inocente.

Pobrecito. Vive y está yacente.

Cambia dolor por juguetes extraños.

Cierra la noche el agua de la plaza.

En los arcos sin río se ha dormido

la invisible pasión que hoy me atenaza

en el niño que fui, con el que he ido

por el mundo de dueño y me amenaza

dejarme en árbol solo y aburrido.

ME ENAMORÓ LA MUERTE DE MANERA

Me enamoró la muerte de manera

que nada yo veía sino muerte.

Un motivo especial para quererte.

Esperanza que nace enredadera

donde el amor por ciego no te viera[22]

llevar lluvia florida, sostenerte

en vilo la mirada, contenerte

bella crueldad de enjambre en primavera.

Es posible que Dios cobre su mano

para limpiarme el cerco de tu ausencia

que conservo vistiéndome la herida,

tenebroso rubor de una existencia,

de viejo caracol con mar lejano

celoso en el oído de la vida.

ORTIGAL OSCURO [23]

A María Joaquina[24]

Antes de volver la espalda, sentirme[25]

solo y darme de bruces con el muro

de las lamentaciones, yo te juro

que llegaré rezando a convertirme

por mi muerte de amor en un futuro

de absurdas alegrías para abrirme

una tumba en el campo y decidirme

en las constantes de ortigal oscuro.

Sólo seré milagro caminante

enfermo de aventuras. Prisionero

de las pequeñas cosas, mendigante.

Al despedirme al borde del sendero

levantaré mirada sollozante

para decirte adiós y que te quiero.

NOCHE CON MUJER DORMIDA EN EL PAISAJE. Y NO LLEGAR [26]

A Jaime Álvarez Buiza[27]

Oh toro, estopa y son, oh triste duelo

en la alcoba de un oscuro hospedaje.

Campos de no nacer. En el paisaje

busca misa luciérnaga en el suelo.

Bosques de espantos. Vibra la salvaje

sensación de la bruma y muere el cielo

del mar. Tiempo sin fondo. Desconsuelo

de un ruiseñor perdido en el lenguaje.[28]

Dentro sólo inefable melodía,

mujer, vertido abril, medio olvidada,

donde nadie entrará, ni el nuevo día.

De puerta más allá tampoco nada

había y no llegar estremecía

honda noche y mujer por mí soñada.

NOVIEMBRE OTRA VEZ [29]

A Juan María Robles Febré [30]

Cielo caído a tierra húmeda sabe,

carne y mármol, escondido planeta,

ocultado noviembre en la violeta

con aroma de ayer bajo la llave

del recuerdo que brota en una quieta

rama de luna y huertos, posa el ave

de la imagen palabra, su voz cabe

en mi amarga dramática careta.

Miércoles de una envidia no gritada

sostenida en la llama como vino

tinto a la sombra de miradas tristes

en un secreto alegre de alborada.[31]

Pisas descalzo rosa con espino

y no sabes si existes o no existes.

ME ESTÁN LLAMANDO DESDE ÁFRICA

A Ricardo Sosa [33]

Yo ya sé del olor de los camellos

del desierto aire, del sudor de negra

a cántaro del agua donde alegra

el sol un nuevo día en sus cabellos;

la palma de su mano verdinegra

pasión de esfinge, mieles y destellos,

ciega arena, selva de dioses bellos

hechos entre la luz que se reintegra

a templo que escondido en un concierto

escucha el universo de una herida

en una extraña estancia de algo muerto

y donde es ayer y es hoy, todo es ida[34]

y siempre igual, distinto, fiel, incierto

misterioso poema de mi vida.

NOTAS

[1] Este título indica la desorientación de JDV que, después de su lucha frustrada con la palabra para desentrañarla y convertirla en un medio de autoconocimiento, se encuentra perdido en los entresijos del sistema de signos que ha empleado para expresar sus inefables intranquilidades. Metafóricamente puede ser traducido como «poeta perdido en la vida, desorientado y solo». JDV no tuvo problemas para editar este librito, pues Juan María Robles Febré se lo publicó en sus Cuadernos Poéticos Kylix nada más conocer su existencia en febrero de 1987. Ruiseñor perdido en el lenguaje es el número 2 de la Colección, tiene sólo 32 páginas y unas medidas de 19´5 X 11 cms. La tirada fue de 250 ejemplares numerados y firmados por el poeta.

[2] El título de la primera parte es significativo porque así firmó JDV sus primeros libros y, ahora igual que antes, omite el segundo apellido por sonoro cuando, más que nunca, desea parecerse un «hombre cualquiera» (delgado). Este sencillo nombre convertido en título, por tanto, anuncia un retrato de sus señas de identidad espiritual a modo de repaso retrospectivo de su existencia (de ahí que el poeta lo recitara cuando deseaba realizar un compendio de ella). En este recorrido irá desgranando las intranquilidades sufridas y justificando el estado espiritual, desencantado y escéptico, que es característico de esta etapa de su existencia y de su lírica. El poema será reeditado por Robles Febré como cierre de la Segunda antología Kylix (Badajoz, nº 41, 1996).

[3] En el relato «José y Joselito» de Cuentos (1986), cuando Joselito le confiesa a José que desea ser hombre como él porque «Estoy muy cansado de ser niño», éste le contesta: «Más te cansará ser hombre». Finalmente, ambos protagonistas deciden volver a la situación inicial y uno le dice al otro: «Los dos deberíamos volver a ser lo que éramos: hombre y niño. -Y jugamos a ser hombre. -Y jugamos a ser niño», pp. 42-43. Juego y cansancio son, para JDV, los dos extremos de la existencia: El ser humano juega a ser lo que no es y desea ser el otro. Al final agotado de ser quien no es y de intentar ser el otro, termina rendido.

[4] Este verso recuerda a los vv. 6 y 7 del poema «Encinas y olivos» de La esquina y el viento («Jesús tenía / las manos blancas y frías») y al v. 11 del poema «Picos de Europa» de La montaña («Tus manos que van nevando»).

[5] De esta imagen, que se refiere a la película «Los pájaros» de Alfred Hitchcock, existe un antecedente en los vv. 9 y 10 («(¡Se despiertan tan temprano / los pájaros negros!)») del poema «Alba» de JDV (ver en “Y otros poemas”).

[6] Doce años antes de editar Ruiseñor …, JDV había publicado el relato «Jacinto» en Cuentos y narraciones (1975), donde el protagonista usa esta expresión: «Me muero. Me estoy muriendo a chorros», p. 71. Más tarde Enrique, el protagonista del relato del mismo título de Ayer y ahora (1978), también «se muere a chorros», p. 102. En Los anónimos del coro, el verso 32 del poema “La escena” dice: “mientras continúo vaciándome a chorros”. Con esta hipérbole el poeta quiere indicar que la vida no se le escapa gota a gota como antes (recordemos su libro La muerte del momento) sino que ahora la vida se le va a borbotones.

[7] Este título, que contiene recuerdos nostálgicos y malos presagios, también resulta elocuente pues, en la última etapa de su existencia, el poeta desencantado hace un último intento por superar la idea de la muerte con el amor, tomando como modelo a Quevedo y como forma el soneto para imprimirle más trascendencia. Pero al final descubrirá que no existe manera de eludir a la muerte. A través de dos cartas de Ricardo Senabre (RS), una del 20-5-84 y otra del 30-5-84 (APJDV), se sabe que la elaboración de los sonetos es bastante anterior a la publicación del libro (1987) y que su redacción definitiva fue realizada por JDV poco después del intercambio de poemas y cartas con el profesor, cuyas apreciaciones se recogen en las notas siguientes.

[8] En Poesía: «La vida entera del armario». Esta variante es una simple errata, pues no tiene sentido y el poeta debió usar “almario” como un término creativo que significa «lugar donde se guardan sentimientos espirituales».

[9] RO: «Se desdibuja en la noche tu estatura». RS: Advirtió a JDV que este verso era dodecasílabo. RD: El poeta cambió «la noche» por «beso» para convertirlo en endecasílabo como el resto de los versos.

[10] En Poesía: «en esa soledad que eres tú misma». «esa» debe ser una errata, porque «esta» hace la soledad más presente y cercana, que es lo que pretende el poeta.

[11] En Poesía: Este título es «Libro mi corazón para la huida». La palabra original sería «duda», que aparece claramente expresada en los vv. 11 y 14, aunque también sugiere la idea de huir en el v. 10: «Y yo he de irme».

[12] RO: «Añoranzas de amor que me traía». RD: El cambio de “amor” por “luz” imprime mayor lirismo al verso.

[13] RS: Advierte a JDV que este verso sólo sería endecasílabo si se hacía hiato entre «que» y «arde», pero no aparece «que» sino «la Virgen». RD: La advertencia de RS llevó a JDV a buscar una palabra, que encajara significativa y métricamente, y eligió este sintagma para que el verso midiera un endecasílabo.

[14] Red. Hoy (Badajoz, 28-11-93). La RO de este poema debe ser el poema titulado “Rosas de atardecer” que, mucho después, sería editado en Árrago (Badajoz, 4-10-2000): “ojos. Canta el gallo, Se rasga el cielo” (v. 2), “Quiere la tierra madre ser consuelo” (v. 3), “con el misterio que tanto temía” (v. 6) y “Un ángel de oración alcanzaría” (v. 7). RD: Las reelaboraciones ajustan determinadas expresiones a la exactitud con que deseaba exponerlas el poeta.

[15] Ciudad Real, 1936-Madrid, 1986, fue catedrático de la UEX desde 1978 hasta su temprana muerte. Sin embargo, en tan corto espacio logró un fecundo magisterio y una relación fructífera con el ambiente literario extremeño, que llegó a JDV. Era especialista del Siglo de Oro y de la Generación del 27 (El conde de Villamediana, 1966, La generación del 27 desde dentro, 1974) y poeta (De la consolación y de sus dioses, 1984, Ostinato, 1986, Discurso manual, 1990).

[16] RO: «ayes, alondras, el gozo al descubierto». RS: Advirtió a JDV que sobraba una sílaba y éste quitó el artículo «el».

[17] Red. Hoy (Badajoz, 28-11-93).

[18] RS: Sobre este verso hace a JDV una objeción y éste, posteriormente, le remite otro: «Cima de libertad insaciable», pero RS le previene de la mayor calidad del primero. RD: JDV lo deja como estaba en un principio.

[19] RO: «del corazón ganando el último latido». RS: Llamó la atención del poeta sobre el uso ambiguo del gerundio «ganando», porque podía referirse a la «dulce entretenida» y a «corazón». RD: JDV evitó el gerundio con la forma verbal compuesta («ha ganado») y solucionó la ambigüedad con una oración de relativo, que claramente se refiere a «tiempo».

[20] Profesora en la EPA de Mérida. Es autora del ensayo Aproximación a la poesía de Jesús Delgado Valhondo (Mérida, Editora Regional de Extremadura, 1994), cuya elaboración propició el agradecimiento del poeta con esta dedicatoria.

[21] RO: «Pueblo hueco. Plena plaza transparente». RS: Le alaba la asonancia «pueblo-hueco» y la aliteración «plena-plaza» y le advierte que «transparente» no encaja y el verso tenía una sílaba más por lo que debía cambiarla por «silente”. RD: JDV optó por dejar «transparente» y cambiar «plena» por «la» para evitar que el verso fuera dodecasílabo. El poema «Árbol solo» fue editado en Árrago (Badajoz, 11-10-2000) con el título de «La plaza», que recoge la sugerencia de RS en el v. 1: «Pueblo hueco. Plena plaza silente» y cambia en el v. 3 «años» por «sueños»: «de luz a luz, subiendo por mis sueños».

[22] RO: Este verso debió tener otra elaboración, porque RS le sugiere que quite «una», pero esta palabra no aparece ni se puede encajar en el mismo verso de Kylix. RD: El verso original, por tanto, tendría problemas de medida y JDV lo alteró.

[23] Red. en A Jesús Delgado Valhondo. Homenaje (Badajoz, Kylix, nº 29, 1993).

[24] Se trata de la esposa del poeta, a la que previamente le ha dedicado ¿Dónde ponemos los asombros?, Inefable domingo de noviembre e Inefable noviembre.

[25]  RO: «Antes de volver la espalda, de irme». RS: Le advierte el encuentro de la «e» de «de» y la «i» de «irme», que «puede resultar un tanto forzado». RD: JDV lo soluciona cambiando la dos últimas palabras del verso por «sentirme». Por lo demás, la opinión de RS sobre el libro fue muy positiva: «Como es habitual en ti, tienes un admirable sentido del lenguaje y encuentras la forma inesperada, pero exacta, la adjetivación insustituible. […] es un ramillete de sonetos tan hermoso como fragante» (carta a JDV, Cáceres, 20-5-84, APJDV).

[26] Ed. Alor novísimo (Badajoz, nº 8-9, 1986): «había. Y no llegar estremecía» (v. 13), que JDV debió reelaborar para evitar la pausa detrás de «había». Red. Hoy (Badajoz, 22-5-88) y Antología 25 Kylix (Badajoz, Kylix, nº 25, 1992).

[27] Poeta pacense, al que JDV mostró su aprecio incluyéndolo en la despedida de Huir. Ha editado libros como los titulados Tarde de siempre (1978, 1980 y 1996, con prólogo de JDV), Espera inacabada (1988) y Desconsolada espera (1996). El aprecio de Buiza por JDV se puede localizar en poemas («Jesús», Hoy, 22-5-88, «Rapsodia en dos tiempos», Hoy, 28-11-93) y artículos (“Un año sin Jesús», Hoy, 23-7-94, «J.D.V.», Hoy, 23-7-97).

[28] Esta estrofa acoge las razones del título del libro que aparece, a modo de consecuencia final, en el último verso de la estrofa, indicando la desorientación del poeta.

[29] Red. Hoy (Badajoz, 22-5-88).

[30] Sacerdote (Huelva, 1918) con una gran pasión por la poesía. Fundó la revista Jaire, intervino en la creación de la emeritense Olalla y creó los Cuadernos Poéticos Kylix (1986) y la Colección Poética Uziel (1998). Fue un poeta con títulos como Badajoz siempre (1982 y 1989) y Cántico universal (1995). Mantuvo con JDV una estrecha relación, que se manifiesta en esta dedicatoria y en que Febré le editara Ruiseñor… en Kylix y cerrara este proyecto editorial con el poema «Jesús Delgado» (nº 41, 1996), le dedicara varios poemas como «De la espera al encuentro» (Kylix, nº 29, 1993) y artículos como «Jesús Delgado Valhondo» (Alminar, nº 44, 1983).

[31] En Poesía: En este verso cambia «es» por «en» («es un secreto alegre de alborada»). Se trata de un error del impresor de Poesía, porque es la preposición «en» la que encaja perfectamente en el significado.

[32] Red. en Antología 25 Kylix (Badajoz, Kylix, nº 25, 1992) y Hoy (Badajoz, 28-11-93), donde el v. 9 dice: «a templo escondido en un concierto». Es otro error, pues este verso tiene diez sílabas al faltarle «que» por descuido.

[33] Profesor y autor de Hacia los seres apasionados (1992), con el que JDV congenió por su carácter abierto y solidario. Sosa recuerda esta dedicatoria en su artículo «Un soneto de Jesús» (Extremadura, 27-7-93), publicado varios días después de fallecer JDV al que define con estas palabras: “[…] un hombre bueno, un buscador infatigable, una sensibilidad agudísima, un creador exigente, un comunicador incontenible y un ser extremadamente vivo”.

[34] Esta idea fue expuesta sintetizada («Ayer es hoy») en el v. 26 de la elegía “A mi hermano Juan” de La vara de avellano. Después Inefable … se inicia con la cita de Borges «Hoy es ayer», que es el pensamiento anterior expuesto a la inversa. Y este verso de Ruiseñor perdido en el lenguaje es la idea completa (antes sólo apuntada) que, hasta ahora, el poeta se había resistido a concluir.

Fotografía cabecera: Puente romano de Mérida